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Chapter 2 - Capítulo 2: Versos en la Penumbra

El eco de sus pasos resonaba en el estrecho pasillo del edificio abandonado que Akari había elegido como su "escondite creativo". Takumi caminaba detrás de ella, con las manos en los bolsillos y una mezcla de curiosidad y desconfianza en su mirada. La luz mortecina de un fluorescente parpadeante era lo único que iluminaba el lugar, proyectando sombras largas sobre las paredes desconchadas.

—¿Por qué aquí? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio incómodo que se había formado desde que salieron de la cafetería.

Akari no respondió de inmediato. Abrió una puerta oxidada al final del pasillo y encendió una lámpara de escritorio que parecía haber visto mejores días. La habitación estaba llena de partituras desperdigadas, cuadernos llenos de garabatos y un viejo piano vertical cubierto de polvo.

—Porque nadie viene aquí —dijo finalmente, dejando caer su mochila sobre una silla tambaleante—. Es el único lugar donde puedo concentrarme sin que nadie me interrumpa.

Takumi observó el espacio con detenimiento. Era caótico, pero también íntimo, como si cada rincón guardara un fragmento de la mente de Akari. En el aire flotaba un leve olor a tinta y papel viejo, mezclado con algo más... algo que no podía identificar del todo.

—Parece que te gusta complicarte la vida —comentó, cruzándose de brazos—. Podríamos haber usado una biblioteca o incluso mi apartamento.

—No confío en espacios públicos —replicó ella sin mirarlo, mientras ordenaba algunos papeles sobre el piano—. Y tu apartamento está fuera de discusión. No quiero saber más de ti de lo que ya sé.

Takumi arqueó una ceja, sorprendido por su franqueza. Pero antes de que pudiera replicar, Akari se giró hacia él con una expresión seria.

—Bien, empecemos. Necesito una canción para la audición del próximo mes. Algo que muestre quién soy, pero sin ser demasiado obvio. Nada de clichés.

—¿Audición? —preguntó Takumi, frunciendo el ceño—. ¿Para qué?

—Un concurso universitario de música independiente —respondió ella, sentándose frente al piano—. Si gano, podré grabar un EP profesional. Es mi oportunidad de salir de este agujero.

Takumi asintió lentamente, procesando la información. Akari tenía ambición, eso era evidente. Pero también percibía algo más profundo en su tono, una urgencia que iba más allá de la simple búsqueda de fama.

—De acuerdo —dijo finalmente, acercándose al piano—. Pero necesitaré saber más de ti. Tus letras hasta ahora son... cómo decirlo... planas. Falta alma.

Akari lo fulminó con la mirada.

—¿Perdón?

—Lo que oíste —continuó Takumi, imperturbable—. Puedes tener la voz más hermosa del mundo, pero si tus palabras no conectan con quien te escucha, no servirán de nada. Así que dime, Akari... ¿qué es lo que realmente quieres decir?

Ella lo miró durante un largo momento, como si estuviera debatiendo internamente si responder o echarlo a patadas. Finalmente, bajó la vista y comenzó a tocar una melodía suave en el piano, casi como un murmullo.

—Quiero hablar de cosas que duele recordar —murmuró, sin dejar de tocar—. De perder personas, de sentir que nunca encajas, de querer escapar pero no poder. Cosas que la gente prefiere ignorar.

Takumi escuchó atentamente, tanto la música como sus palabras. Había dolor en su voz, un dolor que reconocía porque lo había sentido muchas veces después de dejar el ring. Sin pensarlo demasiado, sacó su cuaderno y comenzó a escribir.

Horas Después

La noche había caído cuando Takumi terminó de garabatear el primer borrador. Akari lo observaba desde el otro lado de la mesa, con los brazos cruzados y una expresión de escepticismo.

—Esto no va a funcionar —dijo, leyendo las líneas que él había escrito—. Es demasiado personal. Nadie entenderá lo que intento decir.

—Entonces explícame tú —respondió Takumi, levantando la vista—. Estas son mis palabras, sí, pero están basadas en lo que me has dicho. Si no te gusta, dímelo claramente.

Akari lo miró fijamente, como si estuviera tratando de descifrarlo. Luego, con un suspiro, tomó el cuaderno y comenzó a leer en voz alta:

"Corro por calles vacías,

buscando refugio en la oscuridad,

pero el eco de mis pasos

me persigue como un fantasma."

Hizo una pausa y levantó la vista.

—Es... bueno —admitió a regañadientes—. Pero falta algo. Algo que haga que la gente sienta lo que yo siento.

Takumi sonrió de medio lado.

—Eso depende de ti. Las palabras son solo una parte. Tú eres quien tiene que darles vida.

Akari lo miró durante un momento, y por primera vez, Takumi vio algo más allá de su frialdad: un destello de vulnerabilidad, de esperanza.

—Está bien —dijo finalmente, levantándose—. Sigamos trabajando.

Mientras ella volvía al piano, Takumi se permitió relajarse un poco. Sabía que esta colaboración sería complicada, pero también sentía que había algo especial en juego. Tal vez, solo tal vez, ambos podrían encontrar algo que habían perdido hacía mucho tiempo.

Y así, bajo la luz parpadeante de un fluorescente, comenzaron a tejer una historia hecha de versos y notas, dos almas rotas buscando redención en la música.