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Mitología alternativa: Dioses griegos

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Synopsis
¿Nunca te has preguntado que pasaría si Hades hubiera sido el rey de los dioses en lugar de Zeus?, ¿Cómo cambiaria la historia y que sucesos traería consigo?, Pues, tienes suerte, porque estas a punto de descubrir que pasa cuando alguien cambia el destino y lo que ya esta escrito.
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Chapter 1 - Capitulo 1: Abandono

Antes de todo lo que conocemos no existía nada, todo era un vació infinito donde solo reinaba el Caos, siendo esto la confusión y el desorden de lo que no tenia nombre, en aquellas épocas donde ni siquiera el tiempo existía como termino o concepto, surgió la madre tierra, una pacifica y solitaria ente que lo único que se le ocurrió en aquellos días para entretenerse fue tomar la forma de diversas materializaciones, hasta que un día se quedó con una especifica, la cual la hacia sentirse realmente confortable, siendo así que tomó forma la primera fémina.

De extremada belleza, teniendo una tez morena clara; ojos marrones como la tierra húmeda; cabello largo y rizado como hojas de los arboles, lo que le denotaba de un color verde terroso, lo cual combinaba perfectamente con las dos flores que hacían parte de su cabello.

Gaia, al ya no tener un propósito ni forma de diversión, decidió crear un compañero para si, así que de su misma esencia creó a otro ser, siendo el cielo estrellado, Urano, alguien tan inmenso como ella a la par que elegante y místico, cosa que la complació cada vez que lo miraba, siendo que era de su total gusto.

Un hombre extremadamente varonil y cincelado en los lugares correctos; piel como el universo mismo y sus estrellas; ojos morado profundos; cabello y cejas pobladas de un hermoso y divino color blanco platinado.

Urano, a pesar de estar después de Gaia, se adueñó y auto-proclamó como único rey y señor de todas las demás criaturas existentes. Las cuales había creado Gaia a pedido de el, ya que había quedado rendidamente enamorada de el. Y este al notarlo, la usó a su conveniencia, hasta el punto de solo verla como un objeto para aliviar sus deseos mas carnales, resultando así en descendencia. De ellos nacieron 6 hijas y 6 hijos, los Titanes, de apariencia similar a ellos, después de ellos vinieron otros 3 hijos, Cíclopes, seres de un solo ojo y pelos en las piernas, y por ultimo, otros 3 varones, los Hecatónquiros, seres de 50 cabezas y 100 brazos.

Al principio Urano no tuvo problema con ellos a pesar de la cuestionable apariencia de algunos, pero había notado algo extraño con el tiempo, estos seres eran realmente poderosos y gozaban de habilidades como ellos, y si eso no fuera pocos, estos seres se volvieron rápidamente en los favoritos de Gaia… mimándolos de amor, cariño y su total atención, cosa que el no podía permitir, ella solo era de el ni de nadie mas, y ese ser oscuro no pudo quitársela, nadie lo haría.

Ese fue el momento de la corrupción, todo por aquellas ansias de poder irracional y estúpido de el, cayó en la desconfianza desmedida, por lo que haría lo que fuera necesario por seguir gobernándolo todo y ser la única fuente de atención de Gaia, por ello decidió encerrar a esos seres en lo mas profundo de la tierra, un lugar donde ni siquiera llegaba la luz de las estrellas, el Tártaro, un lugar tan horrible e inhóspito que pocos seres se atreverían a entrar por voluntad propia.

Gaia, que no soportó el cruel destino que su hombre le había impuesto a sus queridos y hermosos hijos, tomó una decisión drástica, destruirlo, ella no iba a caer en depresión por alguien así, desde hace tiempo ya había visto señales, pero lo había dejado estar por sus amados niños, pero ahora, eso era personal, alguien que no podía amar, no merecía su amor, atención ni cariño, lo amaba, pero amaba mas a sus hijos, así que le quitaría todo el poder como amo y señor del universo a ese cruel hombre, quizás así, su ansias de poder se fueran y volverían a ser una verdadera familia, para eso, visitó a todos sus hijos en aquella cueva, les suplicó e imploró que se alzaran en contra del tirano y lucharan por su libertad.

A pesar de la gran oportunidad que se les estaba brindando a los hijos de la tierra, todos dudaron y se negaron, eran seres gigantescos y poderosos, pero en comparación con su padre, se sentían pequeños y debiluchos que no podrían ni llenarlo de polvo. Por suerte para Gaia, siempre había una excepción a la regla, siendo este el titan Crono, el menor, de entre todos fue el único que dio un paso adelante dispuesto a alcanzar la gloria eterna, el miedo era algo que no conocía, y estaba dispuesto a probarlo enfrentando a su padre, de paso podría quedarse con todo el poder del universo, al final era lo mínimo que merecía por su valentía y acciones futuras, solo estaba reclamando lo que por derecho le pertenecía.

La suerte solo le llegan a los valientes dice el dicho, Crono fue quizás la primera prueba de ello, aunque el no lo supiera porque en ese momento tal termino no existía incluso.

Un día… cuando Urano permitió la salida a la noche, Nix, fue cuando ocurrió la catástrofe. Crono sin siquiera dudar se acercó a su padre por la espalda, y sin medir consecuencias, con la hoz regalada por su madre para este trabajo, lo intentó decapitar. El rey notando esto, esquivo lo mejor que pudo, por desgracia o suerte, no lo sabía, solo lo habían despojado de sus genitales, los cuales cayeron al mar como una burla por su estupidez. El hijo al ver que su plan falló, huyó mientras su padre se retorcía del dolor.

Así empezó una guerra entre los titanes y Urano que no duró mucho tiempo para que valiera la pena contar. Todo gracias a Crono y la poderosa hoz imbuida con el hilo de todos los aliados, los cuales convenció gracias a su lengua de seda y promesas de gloria, esta arma se convirtió en una capaz de matar inmortales, y como pasiva, cualquiera que recibiera un corte y no se curara, se haría progresivamente mas débil, lo que logró que los titanes se alzaran victoriosos, solo faltaba cortarle la cabeza al ex rey.

Con una mirada de soberbia pero a la vez de felicidad y calma, el hijo miró a su padre.

–¡¡Maldito seas!!– gritó Urano, con todo el rencor que pudo reunir.

Crono solo lo miró con la mayor de las satisfacciones por el terrible sufrimiento que estaba pasando.

–Si piensas que te dejare con todo el poder, no me conoces pequeño descarado – gruñó con desesperación –, te maldigo, con mis ultimas fuerzas, me convertiré en la acción que tu hozaste llevar contra mi, no vivirás en paz, tu hijo te derrocara y te quitara todo el poder, desgraciado bastardo– sonrió con el icor corriendo por su boca, sus ojos se tornaron lunáticos al ver la duda y el terror en el rostro de su hijo. Le causo satisfacción ver aquello –, disfruta tu poco tiempo en el poder, porque duraras mucho menos que yo wuahahahaha–.

La primera risa malvada cliché de la historia, pero así fue, sin mas palabras, el lugar quedó en silencio, Urano desapareció como si nunca fuera estado allí para empezar…

Crono estaba temblando de furia, no podía creer lo que había escuchado, no iba a permitir que le quitaran el trono que por derecho ahora le pertenece, haría todo lo que estuviera en su poder para evitarlo. Al principio pensó en no tener hijos, si no tenia, no podían derrocarlo ¿Cierto?, pero para eso no podría tener sexo, lo que no estaba dispuesto a hacer, no después de haber visto a su hermana, Rea, la que estaba realmente buena y ardiente, era la maldita definición de lo erótico y sexy, ese lascivo cuerpo iba a ser suyo, no iba a guardar una maldita y asquerosa vida de celibato, pero ¿Cómo no tener hijo? Era la pregunta que se hacia el titan, a menos que… ante su idea, sonrió localmente.

Como estaba previsto y había prometido, Crono dejó libres a sus hermanos del Tártaro. Pero para horror de Gaia, no fueron todos, su hijo solo libero a los que el consideraba "hermosos", siendo estos los Titanes, para el los otros eran seres asquerosos y repugnantes que no deberían caminar en su nuevo imperio, según el, venia una era de belleza y prosperidad para el mundo, y solo se podía aceptar a lo hermoso.

Gaia apretó el puño, no podía creer que la historia se estaba repitiendo, juró que esto no se iba a quedar así.

Tiempo había pasado y todos los planes del nuevo rey estaban dando frutos, se logró casar con su hermosa y gloriosa hermana, la Titanide Rea.

De aspecto tan divino y sensual, sobre todo ese largo cabello que caía en rizos castaños brillantes por su tersa y lechosa espalda, terminando en ese jugoso y gran trasero redondo y firme que era un deleite para la vista; y no menos importante, sus ojos verdes tan atrayentes y brillantes junto a esos besables labios rosaditos.

Todo en ella exudaba perfección y brillo, y eso al nuevo rey le encantaba, pero si el tuviera que decantarse por un atributo de ella, obviamente serian esas gigantescas montañas llamadas tetas, esos dos montículos de piel eran tan grandes que podría enterrar su rostro allí y perderse, gustoso.

Rea por su parte había aceptado gustosa el trono, le encantó la idea de gobernar el universo junto a su increíble y bello esposo. Hizo algunos cambios a su conveniencia, cosa que no le importó a Crono. El matrimonio entre ambos fue perfecto por varios años, el mundo había llegado a una era de prosperidad a pesar del carácter severo y a veces mal humor del rey, lo que lo convertía en un gran rey y monarca.

Por eso Rea siempre permaneció a su lado, nunca dudó de el, nunca lo cuestionó. Ambos eran uña y mugre, y por ello la mujer había intentado repetidas ocasiones quedar embarazada, por desgracia, los destinos, hijas de su hermana, no tenia los mismos planes que ella, aun así no dejó de intentarlo, porque era la reina y no se le podía decir que no.

Y el ferviente deseo de la reina por fin se cumplió. Luego de una increíble y extensa noche de pasión, en la que ambos reyes estaban absortos en la bebida y locura por la ambrosía suministrada por Temis, quien estaba celebrando algo de lo que ya se olvidaron, pero que no les importó, incluso lo raro de que ella quisiera celebrar bebiendo, lo importante fue no desaprovechar la oportunidad.

Así ocurrió el milagro, ¡Rea había quedado embarazada!, Así que con emoción le fue a contar la buena noticia a su amado.

–Temis, Temis– se abalanzó Rea a su hermana.

La mencionada solo volteó a verla con una sonrisa de calma y conocimiento, en sus ojos brillaba la diversión –Dime– dijo, con esa voz de terciopelo atrayente.

–¡¡Estoy embarazada!!– gritó emocionada –, Por fin después de tanto intentarlo, lo logramos– sus ojos brillaron.

–¡Oh! ¿Enserio?– preguntó, no lucia demasiado sorprendida, pero si muy feliz.

Rea no supo adivinar porque, pero no le importaba en este momento.

–Pues felicidades– tocó el vientre de su hermana.

Una luz se iluminó en la zona, apenas desapareció, la sonrisa de la titánide de la justicia se hizo mas grande.

–¿Qué hiciste?– preguntó Rea, desconcierto es lo que emitió su tono.

–Jejeje, nada malo, no te preocupes, el bebe me lo agradecerá eventualmente– guiñó el ojo –, Crono esta en la sala real, entra con cuidado, tu presencia cancela conversaciones– dijo, de forma extraña, como si allí hubiera un mensaje oculto.

Rea asintió, su hermana a veces hablaba de una manera muy misteriosa, ya estaban acostumbrado a ello, nadie sabia que pasaba por esa cabeza, y era mejor no preguntar para su paz mental –¡¡Gracias!!– y sin dudarlo, se fue directo a la sala real.

Temis le dio una ultima mirada a su hermana –Estoy impaciente por saber que pasara por haber cambiado el orden y las circunstancias de las cosas–.

Rea por fin había llegado a la sala del trono, notó que la puerta estaba cerrada, cosa extraña, iba a entrar abruptamente, pero algo simplemente la detuvo, recordó las palabras de su hermana, algo en el tono y la forma en que lo dijo simplemente no podía salir de su cabeza, así que miró hacia todos lados, su silencio provocó que escuchara voces en la habitación, no era una persona curiosa, pero esta vez algo la superó y decidió abrir la puerta levemente, lo suficiente para escuchar la conversación.

–Vamos hombre, no es tan malo– Jápeto palmeó dos veces la espalda de su hermano.

–¡No lo entiendes hermano!– el rey se tapó el rostro –, ¡No me tome el brebaje!, ¿Qué tal si Rea queda embarazada?– sus ojos se volvieron furiosos –, Eres el único que sabe lo del viejo, ¡Me maldijo con que seré derrocado por mi hijo!– gruñó y rompió la mesa que tenia delante de el.

Rea se tapó la boca con absoluto horror, por eso es que no había podido quedar embarazada durante todos estos años a pesar de los intentos, y por eso su esposo siempre le decía que tenia que hacer algo antes de hacerlo, ahora tenia sentido.

Jápeto miró a su hermano con ojos comprensivos –Fue cosa de una sola vez, ¿Cuáles son las probabilidades de que Rea haya quedado embarazada?, El brebaje no era 100% efectivo ¿Recuerdas?, Y llevas años manteniendo relaciones infértiles– sonrió.

Crono miró a su hermano, esa sonrisa tranquilizadora lo logró calmar increíblemente bien –Tienes razón hermano, ahora recuerdo porque eres mi consejero y en quien mas confió– suspiró para también sonreír.

Jápeto soltó una carcajada gutural –Ni me lo menciones hombre, ¡Aunque agradecería que se lo dijeras a Hiperión!, Quisiera ver su cara– subió y bajo las cejas, lo que causó la risa de su hermano.

–¿Qué voy a hacer con ustedes dos?– suspiró divertido.

Rea retrocedió con asco, no podía creer lo que había escuchado, sintió como sus piernas estaban a punto de fallar, tuvo que recargarse contra la pared para evitar caer, sintió que su garganta picaba y escocia, como toda su esencia quería salir de su cuerpo, pero se obligó a devolverlo todo por donde había venido, lográndolo con aun mas asco, con una ultima mirada a la puerta entre abierta de la sala del trono, se dirigió hacia su habitación privada, en ese momento no quería ni ver a ese hombre.

La titánide pasó una noche realmente espantosa, sus nauseas y mareos solo iban en aumento, y no podían ser del embarazo, estaba segura, se comió la cabeza del terror, se acostó y levantó infinidad de veces, intentó de todo para que lo que escuchó fuera todo un mal sueño, pero al ver que sus síntomas no desaparecían y solo parecía empeorar, supo que todo era simple y llanamente verdad, su esposo, era un desgraciado que la estaba privando de la emoción de tener un hijo, así que ya no le podía hacer saber de sus circunstancias, pasó toda la noche tratando de encontrar un plan, no quería sufrir el mismo destino que su madre Gaia, perder a su esposo y a sus hijos, ser traicionada y vivir de aquella manera tan mundana… fue algo horrible.

La titánide pasó al menos una semana evitando a su esposo, durante todo ese tiempo busco algún plan o una manera de no terminar como su madre, pero todo terminaba en desgracia, solo había una sola opción, la cual le dolió de una manera que nunca creyó experimentar… tendría que ocultar su embarazo, durase lo que tuviese que durar, y abandonarlo para que no la relacionaran con ella… el solo pensamiento la enfermó… pero no había nada que hacer, la decisión estaba tomada.

Con dolor ella pasó todo su embarazo usando ropa ancha y suelta, también le negó cualquier acto de intimidad a su marido con la excusa de alguna estúpida pelea que se haya inventado en el momento. Al principio pareció funcionar bastante bien, pero conforme el tiempo pasaba Crono se iba impacientando y exigiendo los deberes maritales como esposa, aun así se mantuvo firme, y se negó a darle afecto.

Así pasó el tiempo.

En un campo verdoso y hermoso ella logró dar a luz, a la luz de la solitaria noche, tuvo que retrasarlo y aguantarse hasta este preciso momento porque el día era chismoso, la noche también, pero se llevaba realmente mal con su marido, así que estaba a salvo por el momento, pujó y pujó por lo que parecieron horas y horas, el proceso fue lento y doloroso por la desgracia de que no tenia a nadie a su lado para asistirla, ya que en este momento no podía confiar en nadie, si le llegaban con el chisme a su esposo estaría jodida, así que mejor hacerlo en silencio.

Para lo que solo fue testigo la elegante luna y el ominoso oscuridad, el niño logró salir. Con un suspiro de alivio ella abrazó a su hijo lleno de icor, ni siquiera le importó la suciedad, solo quería vivir este momento en absoluto disfrute y placer, con felicidad y una gran sonrisa levantó a su hijo dispuesta a detallar sus facciones, pero no logró hacerlo, ya que apenas el mínimo ruido del pequeño bebe, el cielo, las estrellas y la luna quedó tapado por una bruma realmente densa y oscura, sus ojos observaron como todo su alrededor se volvía de un etéreo oscuro, dificultándole así la vista de su entorno y de su bebe, sabia que estaba con ella porque todavía lo sostenía en alto, pero no podía verlo.

–¿Tu estas haciendo esto pequeño?– preguntó con amor Rea a su bebe.

El cual solo emitió un gorgoteo feliz. Con amor y cariño la mujer abrazó de nuevo a su hijo, así soltando unas cuantas lagrimas, sintió como la bruma parecía abrazarla con igual o mas cariño y amor, lo que solo la hizo sonreír mas. Luego de un tiempo, ella se alejó unos centímetros de su primogénito y ahora si, detalló sus facciones, aunque todavía le costó verlo.

El bebe, el primogénito de Rea y Cronos.

De cabello blanco pulcro que caía en hebras hasta su cuello, el cual tenia brillitos, casi como si fueran estrellas, pero en vez de ser solamente blancas, o del color que fueran las estrellas, eran de diferentes colores, pasando de azul, rojo, blanco, verde, amarillo, morado etc; ojos de un divino color azul oscuro brillante casi morado; nariz fina y detallada; cachetes regordetes; piel blanquecina pálida.

Era realmente hermoso y divino, lo mas hermoso que los ojos de Rea hubieran visto jamas, para aun mas temor de ella, se dio cuenta de algo, de algo que eliminaba cualquier recoveco de esperanza que todavía tuviera de poder conservar a su hijo, el bebe… se parecía demasiado al anterior rey, Urano.

De allí seguramente su extrema belleza, lo único que lo diferenciaba de el, era el color de su piel, Urano era del color de la noche estrellada, mientras que el bebe es del color del día mas puro; y los brillos del cabello, a diferencia de Urano, que solo eran blancos, los del bebe tenían diferentes colores.

Esto llevaría a la cólera a su esposo, pensó Rea, no sabia que le haría Crono al pequeño si se llegaba a enterar de su existencia, pero sabia que no era nada bueno… toda la situación la hizo soltar mas lagrimas desgarradores, las cuales se derramaron y recorrieron a lo largo de su rostro.

El bebe miró con curiosidad a su madre, no le gustaba verla así, así que le colocó una de sus pequeñas y regordetas manitas en su mejilla. Rea levantó la cabeza ante el toque. Ante lo cual el pequeño gorgoteó y sonrió grandemente.

Al instante una luz se emitió del lugar y un brillo apareció entre la frente de la mujer, así iluminando un poco la brumosidad para que lo pudieran ver bien.

Rea al notar esto sonrió con demasiado amor, como amaba a este niño y eso que apenas lo había tenido hace unos cuantos minutos –Eres realmente listo para tu corta edad– acarició el cabello de su hijo, lo volvió a levantar –, te llamare Aidoneus, el invisible, que osa ocultarse incluso ante su madre, pequeño rufián– le hizo cosquillas y empezó a jugar con el.

Para emoción y felicidad del pequeño, el cual le siguió el juego. Así se la pasaron durante toda la noche.

Rea no quería separarse de su hijo, casi no había pasado tiempo con el… y ya tendría que abandonarlo, para su dolor, eso era algo inconcebible para una madre, pero si quería que su bebe no pasara un infierno, era lo que tenia que hacer, así que antes de que se hiciera de día por completo, fue directo con su madre, sabia que estaba siendo una ingrata en este momento, pero no podía soportar dejar a su hijo a la suerte, a pesar de ser un inmortal, muchas cosas le podían pasar.

–Que trae por aquí a la ingrata de mi hija– fueron las mordaces palabras de Gaia, su conducta cambió rápidamente al ver al pequeño niño que su hija cargaba en sus manos.

Rea ignoró aquel comentario mordaz y empezó a disculparse y rogarle a su madre para que cuidara a su hijo, al estar esta apartada de todo y de todos, no seria vigilada, y viendo que le guardaba un profundo rencor a Crono, adivinó que la iba a ayudar.

Gaia guardó silencio ante todo el monologo, apenas le había prestado atención, ya que su vista estaba enfocada en aquel ser tan parecido a el… –Bien– sonrió y miró a su hija… entendiendo que ya por fin se había convertido en mujer.

–Gracias Gracias ¡Madre!– Rea lloró.

Gaia simplemente se levantó y abrazó a su hija, ya que la nueva madre tendría que darle un adiós a su hijo, para su dolor…

–Adiós… mi pe… peque…– a Rea la voz se le entrecortaba, no podía hablar, lo intentó una y otra, y otra vez, pero cada vez era mas difícil por su garganta apretarse – Aidon– susurró entre llantos.

El bebe no estaba entendiendo lo que estaba sucediendo, solo se quedó allí, sonriendo de aquella manera en que a Rea le encantaba, aplaudió creyendo que estaban jugando a algún juego. Rea soltó aun mas lagrimas al ver la actitud de su hijo, le dio un ultimo abrazo y se lo entregó a su madre, se dio la vuelta y empezó rumbo al palacio, no se atrevió a darse la vuelta, ni siquiera ante el retumbante lloriqueo de su hijo, eso le partió el corazón, si fuera mortal, seria comparable al haber muerto en aquel momento, por suerte o desgracia, solo se sentía tan pesado como el mismo universo, estuvo tentada a darse la vuelta y verlo por ultima vez… pero si lo hacia, sabia que no había vuelta atrás y ya no podría alejarse de el nunca mas…

Sus pasos fueron lentos y pesados, pasó demasiado tiempo para que Rea llegara al palacio de Crono, no solo por su caminado, sino que se tenia que calmar y arreglar para no causar sospechas, apenas piso el suelo de aquel lugar que ya no resultaba hermoso para ella, fue recibida por un grito grotesco.

–¿Dónde estabas?– siseó Crono con todo rencor –, Ya no solo me privas de tu cuerpo, ignorando tus deberes maritales, sino que ahora no se de tu paradero durante días– gruñó con todo su poder.

Rea apenas y pudo levantar levemente la vista, se sentía horrible, y no quería ni siquiera pelear, pero ante ella estaba el hombre que mas despreciaba y odiaba en este momento.

Cronos frunció el ceño por su silencio –¡¡Responde mujer!!– no obtuvo respuesta –, Rea me estas em…–.

El monologo del titan fue detenido abruptamente por las acciones de su esposa, quien se lanzó a el en un beso efusivo y realmente salvaje, resultando en uno puramente animal, como si todas sus emociones y deseos hubieran explotado en un solo punto. Crono ni siquiera lo dudó y le devolvió con igual o mas fiereza el beso, como la extrañaba, y lo demostró agarrando y apretando con su mano, ese firme y suave pecho izquierdo, se deleitó con su suavidad y el toque de ella en el.

Tuvieron que pasar varios minutos para que se separaran.

–¡Wow!, ¿Ya te cansaste de aplicarme la ley del hielo?– se burló Crono.

Rea ni siquiera sonrió, solo lo miró con un enojo y frialdad primordial, no dijo nada, lo agarró de la mano y lo arrastró a su habitación, sin ceremonias lo lanzó a la cama, le quitó la ropa y empezó a jugar con el. Crono ni siquiera se resistió, le devolvió el gesto con igual pasión. Así los dos tuvieron de nuevo una noche de pasión después de muchísimo tiempo.

Semanas habían pasado y para horror y desconcierto de Rea… estaba embarazada… otra vez, todo por haber sucumbido a sus emociones, las tenia a flor de piel, y ante la mínima acción o gesto simplemente explotó en un géiser sexual y candente, toda su frustración había tocado techo y tenia que liberarlo, y solo conocía una forma de hacerlo, tener sexo con Crono, por desgracia pasó lo impensable… de nuevo.

Para su consternación, esta vez no pudo ocultarlo, Crono se dio cuenta de aquello ya que ya no se podía seguir negando a el o sospecharía, no se podía dar ese lujo porque últimamente el estaba cada vez mas exigente con ella, lo que solo ocasionó la revelación del embarazo para la nada de felicidad del titan, que solo la miró con seriedad, ni una sola otra emoción cruzó su rostro.

Luego del tiempo que pasó, Rea dio a luz a otro bebe, esta vez con la ayuda de sus criadas, y para su felicidad fue una niña, una hermosa pequeña, que al momento de nacer la hizo sentir una sensación reconfortante y familiar, un temblor frio y electrizante a la par que calmado y relajante todo eso combinado en una llama calida, lejos de espantarla, la hizo realmente feliz, ya que sabia cual era esa sensación, fue la misma que la de su hijo, en la pequeña sintió los latidos, el pulso, el toque e incluso las sensaciones y emociones de su primogénito, con una gran sonrisa miró a su hija.

–¿Tu estas haciendo esto pequeña?– preguntó en un suspiro de asombro y placer.

La pequeña gorgoteó y miró a su madre con esos grandes ojos similares a las llamas mas abrasadoras y hermosas que existían.

Rea miró a su hija detalladamente, era demasiado hermosa y tierna.

De grandes ojos color ámbar con los cuales te podías calentar en las noches mas frías; liso cabello blanco y rojo, extenso y esponjoso, como si fuera una llama cálida pero abrasadora, solo que al revés y cayendo por su espala; piel morena tostada besada por la luz del sol; orejas puntiagudas; en su frente tenia 4 líneas inclinadas y una central con dos picos, formando así una llama.

La niña era lo mas exótico y diferente a todo lo que Rea había visto antes, pero no por eso dejaba de ser hermosa y una ternurita… sin duda seria la envidia de muchas mujeres. Sus pensamientos fueron cortados cuando vio mas de cerca los ojos de su hija, amplió sus ojos al notar quien era el que se reflejaba, ¡Era su pequeño Aidon!, Ahora no tan pequeño, había crecido bastante rápido, ya no era un bebe, sino un niño echo y derecho que jugaba haciendo unos movimientos con sus manos, por desgracia no pudo saber exactamente que estaba haciendo al estar de espaldas a ella, hasta que sin creerlo, el niño giró su cuello y miró hacia atrás, a ELLA, y sin siquiera dudarlo le sonrió de la forma mas pura y sincera posible, esto le hizo soltar otro par de lagrimas.

–Sin duda eres mi hija, Aidon me abrazo en la invisibilidad, y tu en mi hogar, donde yace mi corazón y mi vida, ahora compartida también por ti– sonrió y levantó a su hija.

Quien gorgoteó aun mas al ver la felicidad en su madre.

–¡Te llamare Hestia!–.

La niña pareció encantada con el nombre, que aplaudió un par de veces. Rea sonrió al notar esto, pero su momento fue roto por el abrupto golpe en la puerta, eso la sobresaltó, sin ceremonias entró su esposo, el cual seguía con la misma seriedad fría con la que se había acostumbrado hace un tiempo, aun así le sonrió.

–Mira esposo mio, ¡Es una hermosa niña!– gritó emocionada, con sus ojos brillando.

–Dámela– siseó y levantó su mano, dispuesto a que se la entregara.

–No tienes que temer de ella, es solo una niña inocente, podemos ser una familia– sonrió aun mas.

Aun así Crono siguió con la mano extendida… sin decir palabras, Rea lo miró con miedo y duda, no quería, por lo que volvió a hablar.

–¡Vamos!, ¿Crees que esta criaturita tan linda y pura es un peligro para ti?– preguntó, le mostró la sonrisa tan adorable de la niña.

Esto pareció mermar un poco el enojo de Crono. Rea viendo su duda y que podría ganar, siguió explicando porque no debía temer, lo cual pareció convencer a su esposo, para su absoluta felicidad, le dolía que solo tuviera a Hestia y no a Aidon, pero algo era algo, supuso.

–Bien– fue lo único que dijo Crono, no creía que una niña lo derrocaría, su padre fue explicito, así que la dejó estar.

Rea dio un grito efusivo y abrazó a su hija con toda la felicidad del mundo, sintió como la niña le devolvió el gesto con cariño y amor, unió al abrazo a su esposo. El cual le dio un beso a su esposa en el cabello y miró a su hija, quien lo miraba con una sonrisa divertida, no sabia la razón, pero no le gustó, aun así no dijo nada.

Nix se alzó en toda su gloria y poder en el cielo.

Rea estaba buscando a su hija, la había perdido de un momento a otro cuando fue a buscarle algo para jugar, y cuando volvió no la encontró, supuso que se había ido gateando, pero ¿Para donde?, Con prisa buscó por todo el palacio, sin encontrarla… se sintió terrible, no podía ser tan mala madre ¿Cierto?, supuso que lo era bastante, primer día, de nuevo, como madre y ya había perdido a su hija, de nuevo, Aidon seguro agradecía al destino no tener que ser cuidado por ella, siendo tan terrible como era, su lamentación fue detenida por una pequeña manita en su mano, cuando levantó levemente la mirada, vio a una bebe, aunque no se parecía a su hija… es mas, era todo lo contrario a Hestia.

De ojos siniestros, su esclerótica era de un color tan negro y profundo que daba miedo, su iris era literalmente un aro de fuego dorado y fondo negro, la mas abrasadoras de la existencia; su liso cabello negro caía en cascada hasta mas allá de su espalda, a la mitad de este el negro se difuminaba con otro color, el rojo, que se difuminaba luego con el amarillo y este al naranja, en pocas palabras un zigzag horizontal de colores difuminados; piel blanquecina cuarzo; y rasgos malignos.

La apariencia era desconcertante, pero hermosa y fascinante.

Rea miró por varios segundos a la extraña bebe, algo en su mirada o su toque le resultaron familiares –¿Hestia?…– preguntó, con mucha duda, no sabia de otro bebe en el palacio, y era imposible que entrara desde afuera, así que solo había una respuesta…

La bebe aplaudió ante la mención del nombre, como si estuviera reconociendo que efectivamente era ella.

Rea amplió sus ojos, no podía creerlo, esta bebe era tan diferente a la que había sostenido en la mañana, con rapidez la cargó –¿Enserio eres tu?, ¿Qué te pasó?, Luces tan diferente– su desconcierto era tal, que se olvido que la bebe no podía hablarle, y si pudiera no sabría la respuesta.

Con rapidez fue en busca de su hermana Mnemosine, ella personificaba el conocimiento, quizás pudiera darle la respuesta.

–Mmm…– murmuró Mnemosine detallando a la bebe –, jejeje, no tengo ni idea– se golpeó juguetonamente la cabeza mientras sacó la lengua.

–¿Tu?, ¿La titánide del conocimiento no sabe la respuesta a algo?, ¿Para que sirves entonces?– dijo Rea, impactada por lo escuchado.

Mnemosine frunció el ceño, eso había sido un golpe bajo –Que grosera eres hermana, si vas a seguir así, no te diré mi teoría, largo de mi casa– le señaló la puerta.

Rea se preocupó y rogó que le dijera la teoría –¡Vamos!, ¿Ya no soportas una broma?– espetó

–Nunca he soportado las bromas y lo sabes–.

–Este es mi reino, técnicamente también es mi casa…– susurró.

–¡Oh! Ahora estas aplicando tu poder sobre los vasallos, como has cambiado– se colocó una mano en el rostro, de manera muy dramática y con pesadumbre, y negó.

Rea rodó los ojos.

–Mi teoría es que tu hija, tiene dos entes viviendo dentro de ella, o es la misma persona solo que con diferentes apariencias–.

–Eso no…–.

–Dejame terminar– gruñó –, quizás solo esta es la manifestación de sus poderes, dos poderes contrarios coexistiendo, me dijiste que de día era de una forma, y se volvió así cuando la encontraste en la noche ¿No?–.

Rea asintió.

–Tendrá algo que ver con el ciclo celestial, el fuego es cambiante y no es estable, de día lucirá con las llamas calmadas que son reconfortante y te mantienen en calor y de noche las llamas furiosas que son destructivas y abrasadoras–.

Rea miró a su hija, no se veía malvada ni destructiva de esa forma.

–Eso no es lo que quise decir– adivinó los pensamientos de su hermana –, simplemente es la apariencia del fuego, eso no es malo ni bueno, simplemente es fuego, neutral–.

–Ya veo… gracias hermana– Rea abrazó a su hermana.

–Si si, ahora vete de mi casa– se mostró indiferente.

3 años después.

Hestia siguió creciendo, pareciendo una niña y ya no un bebe, con la edad vino su inteligencia y su capacidad para hablar, la pequeña era bastante juguetona y divertida. Pero lo que muchos notaron es que la diosa mostraba un aura de sabiduría que era inconcebible para alguien de su edad, sobretodo en la noche. Aun así nadie pareció darle importancia por el momento, ya que todos estaban enfocados en ver cuales eran sus poderes piadosos, y para sorpresa de nadie, resultó ser el fuego, las llamas y la hoguera, siendo así querida y temida por sus cambios de día y noche, que a pesar del tiempo todavía no se acostumbraban a ello.

Hestia estaba junto Rea en los jardines del palacio, las dos estaban jugando y hablando de cualquier cosa que se les ocurriera, hasta que la pequeña señaló la barriga de su madre. La mujer sin entender, le preguntó que le pasaba.

–Hermana, hermana– le tocó la barriga, para posterior dar saltitos de emoción.

Rea amplió los ojos ante lo que escuchó, ¡No podía creerlo!, Estaba embarazada, de nuevo, y otra vez era una niña, ¡Podía tener otra hija y ampliar la familia!, Aunque no sabia como lo supo su hija –¿Como lo sabes?– le preguntó.

Hestia miró a su madre por varios segundos, hasta encogerse de hombros –Solo lo sé, siento a todos mis seres queridos y familiares, sé cuando están bien y cuando no– sonrió.

Rea levantó sus cejas ante las implicaciones de lo que dijo –Osea que sabes sobre…– no se sentía digna de ni siquiera mencionar su nombre.

Hestia solo asintió de la forma mas leve que existe.

La madre sintió como su corazón se detenía levemente, le costó encontrar su voz, pero por fin pudo hacer la pregunta –¿Como esta?– preguntó.

La niña tarareó –No quieres saberlo– negó, con ojos tristes.

Rea bajó su rostro por la tristeza, la traición y el dolor que seguramente estaba sintiendo su hijo contra ella.

–Aun así no te guarda rencor–.

Real levantó su mirada, incrédula, eso era difícil de creer.

–Créelo–.

Rea miró a su hija por varios segundos –Lo creo–.

–Créelo– repitió.

Rea le frunció el ceño –Te dije que te creo–.

–Créelo–.

Rea ladeó su cabeza, aunque sus ojos estaban empezando a aguarse.

–Créelo– levantó su mano y tocó el corazón de su madre –, créelo– susurró con amor.

Rea se rompió a llorar en ese momento, no pudo aguantar mas las ganas de hacerlo, no sabia si era de tristeza por saber que no merecía a su hijo, que a pesar de sus horribles acciones no le guardaba rencor, o felicidad de saber que su hijo no la odiaba, fuera lo que fuera lloró por muchísimo tiempo mientras era abrazada por su hija. Luego de aquel pequeño momento se adentró en la junta de titanes, de la cual se había olvidado, y enfrente de todos le dio la noticia a su esposo. Quien frunció el ceño por lo escuchado, podía soportar una hija, ¿Pero 2?, Eso ya era multitud, hizo la pregunta de como estaba tan segura de que era una mujer, y fue cuando se enteró que su primogénita podía sentirlo, tenia una conexión con lo profundo de los familiares.

Crono siendo el hombre inteligente que era, se aterró, ya que eso significaba que la niña sabia antes que nadie, incluso que la madre, que estaba embarazada y cual seria el genero del niño, osea que Rea podía utilizarla para futuros embarazos, y ocultarle cuando tenga hijos varones, llevándolo así a su ruina, no le gustaba desconfiar de su esposa, pero Japeto decía que hombre precavido valía por dos, y no estaba dispuesto a dejar a la suerte el futuro, miró a su consejero. El cual adivinó el proceso de pensamiento del rey, así que le negó, indicando que no cometiera tal locura.

El rey titan por primera vez iba a ignorarlo, así que se levantó de su trono, se acercó a su esposa, le sonrió, siendo devuelta por ella, miró a su hija, la cual lo miró con ojos miedosos mientras sus piernas temblaban, incluso podía saber cuales serian las próximas acciones de el, en verdad era un peligro, algo así no debería existir, le dio muchas oportunidades a la niña, pero esto lo sobrepaso, el lado nocturno de ella tenia ojos viciosos y lunáticos, si lo combinaba con aquellas habilidades… seria su ruina total.

Hestia intentó retroceder, pero no pudo ni dar ni un solo paso, ya que el titan la agarró y sin ceremonias ni dudas, abrió la boca y se la tragó, la velocidad de sus acciones no dio paso ni a que pudiera llorar. Rea quedó en un shock silencioso, su cerebro no había podido procesar todavía lo que había pasado, parpadeó múltiples de veces mirando el sitio donde antes estaba su hija, pero ahora ya no había nadie allí… su boca se abrió cuando por fin hizo clic su cerebro, sus ojos se rompieron en lagrimas, soltando cascadas y cascadas de aquel liquido, sus piernas empezaron a fallar y cayó al suelo desmayada.

Por el lado de Hestia, había caído por un infinito túnel realmente oscuro, profundo, y terrorífico, parecieron horas en las que estuvo cayendo, pero por fin aterrizó con un ruido seco en lo que sea en lo que hubiera aterrizado, no podía ver nada, la oscuridad era horrible, fría y cegadora, así que hizo lo único que podía hacer en ese momento... llorar… lloró y lloró por quien sabe cuanto tiempo.

–Ey ey ey, que hace mi pequeña llamita llorando–.

Hestia escuchó una voz etérea, miró hacia todos los lados pero no veía nada.

–Eres una diosa del fuego ¿Recuerdas?, Usa tus poderes y crea la luz–.

–¿Aidon?– susurró con miedo, nunca había escuchado la voz de su hermano, apenas sabia que existía y sus emociones superficiales.

–¡Ese soy yo!– sonrió la voz. Si es que eso tiene sentido –Adelante, hazlo– la instó.

Hestia asintió en la oscuridad, se esforzó, pero por desgracia no podía crear fuego, estaba muy inestable emocionalmente, y así sus poderes simplemente no funcionan, así que le tocó seguir en la oscuridad por el momento –¿Cómo estas hablándome?–.

–Siempre pudiste hablarme, esa es una de tus habilidades, pero nunca lo intentaste, así que supuse que debería tomar la iniciativa–.

No sabia como el sabia eso, y ella no –Tengo miedo…– se lamentó.

La voz emitió un suspiro –Eso es normal dadas las circunstancias, lo siento–.

Hestia negó –No tienes que disculparte, sé como te sientes, diría que hasta ahora yo he vivido mejor que tu– sonrió tristemente.

Aidoneus se demoró en responder. Hestia creyó haber dicho algo incorrecto, así que trató de cambiar de tema, pero la voz le volvió a hablar.

–Je… lo dudo–.

Su voz sonó alegre, pero tenia un tono vació, notó la niña.

–Pero eso ahora no es importante, tenemos que hacer que logres crear fuego– sugirió.

Hestia miró a la nada –¿Y como hago eso?, Nunca se me había dificultado hacerlo, pero ahora no se porque no puedo– gruñó y se enfurruñó ella misma.

–Ey ey, tranquila–.

Eso pareció funcionar, ya que la pequeña se tranquilizo lo suficiente.

–Supongo que al estar tan necesitada de compañía, trasferiste toda tu energía y esfuerzo a tu habilidad de hablar conmigo, lo deseabas e inconscientemente lo hiciste, eres muy pequeña, así que supongo que no puedes hacer ambas cosas a la vez– esa era su teoría.

–¿Estas diciendo lo que creo que estas diciendo?– susurró con miedo.

La voz no contesto instantáneamente –Si… si quieres luz, no podremos hablar–.

–NO, no me dejes sola, ¡Por favor!– lloró la pequeña mientras su labio empezó a temblar.

–No te estoy dejando, volveré pronto, además sabes que no podre estar todo el tiempo contigo…– se lamentó.

Hestia bajó la cabeza –Lo se, pero…– su voz salió en un hilo – prefiero hablar contigo y estar en la oscuridad a quedarme sola y con luz–.

Aidoneus no contestó, haciendo así creer a Hestia que ya la había abandonado, poniéndola triste y depresiva.

–Puedo entender la preferencia– susurró en un hilo de voz Aidoneus.

Hestia creyó imaginárselo de lo bajo que lo dijo, pero al escuchar como volvió a hablar para preguntarle de que quería hablar, la hizo emocionarse.

–¡Cuéntame una historia!–.

–Mmmm…– murmuró la voz – ¡Ah!, Ya se, te contare de la vez que abuela Gaia creyó que se había quedado ciega por tomar agua turbia…–.

Y así empezó una historia realmente divertida, que tranquilizó a Hestia lo suficiente para ya no temblar ni llorar a cada segundo que pasaba.

Muchísimo tiempo había pasado para Hestia dentro del estomago de su padre, no había perdido la noción del tiempo gracias a su cambio de imagen, y a su hermano, que periódicamente hablaba con ella y le contaba cosas que le pasaban en la superficie, durante todo ese tiempo había practicado para mantener la conexión con su hermano y producir llamas al mismo tiempo, por desgracia no lo había logrado, hasta este día.

–¡¡Lo logre!!– gritó Hestia, teniendo una pequeña llama en sus manos.

–¡Felicidades!, Has crecido bastante, estoy orgullo de ti– la voz sonó feliz y reconfortante.

Hestia siempre abrazó gustosa la sensación y el sonido de la voz de Aidoneus, siempre la tranquilizaba de una forma increíble, como quería escuchar siempre ese tono, estar aquí es muy solitario para ella.

Como si el destino hubiera escuchado las plegarias de la niña, por un momento se hizo la luz en aquella oscuridad, para pasar de vuelta a la oscuridad, pero no terminó allí, en el lugar resonó el llanto de un bebe.

Hestia salió de sus pensamientos al escucharlo, así que rápidamente volvió a usar sus poderes y buscó por todas partes el origen del llanto, sintió como todavía estaba cayendo, así que levantó la vista y antes de que se rompiera contra el piso, saltó y la agarró para que no se hiciera daño, lográndolo y cayendo de nuevo en el estomago de su padre, sintió una familiaridad increíble con solo tocarla, y ahí supo que esta era su hermana, al parecer había sufrido su mismo destino, pero a diferencia de ella, la bebe nunca había visto y quien sabe si vería la superficie, aunque lo prefirió así, ya que así no extrañaría lo que no conoce, como ella… que todos los días rememoraba aquellos días en el sol y la libertad, al menos su pequeña hermana no iba a sufrir como ella, aveces la ignorancia era lo mejor.

Salió de sus pensamientos por el llanto, así que trató de calmarla, al ver que no podía usó sus poderes para que sintiera la familiaridad, la confianza y la seguridad, pareció funcionar ya que la bebe dejó de llorar y la miró, ahora ya en calma detalló con fascinación a su hermana.

De elegante y liso cabello corto de color terroso con un pequeño brillo rojo; rostro redondo y tierno; ojos del mas hermoso tono verde que alguna vez se hubiera visto; nariz perfilada; labios muy carnosos; tez brillante con un tono levemente moreno oscurecido.

La niña era extremadamente hermosa, era casi una copia de Rea pero con el cabello corto y el tono de piel de Gaia.

–Deméter…– susurró Hestia.

–Así que ese es su nombre eh, curioso– se burló la voz.

Haciendo rodar los ojos a Hestia.

–Como su hermana mayor, tendrás que cuidarla ahora––.

Hestia se aterró ante lo escuchado, no sabia cuidar niños, nunca lo había hecho, ella era una niña todavía, ¿Cómo podría cuidar a una?, Sus pensamientos ocasionaron que empezara a temblar.

–Oye oye, tranquila, yo te ayudare, aunque no soy mucho mejor que tu– dudó –, nos la apañaremos, servirá para confirmar que tan inmortales somos– susurró por lo bajo.

–¡Ey!, Escuche eso– le gritó Hestia.

–Hahahaha, lo siento, no era mi intención–.

–Al menos niégalo… eso no me da buena espina– hizo un puchero, para su enojo escuchó como el se reía mucho mas.

Y así los dos niños tuvieron la tarea de cuidar a la pequeña Deméter. Aidoneus tenia que pedirle concejos a la madre tierra, para posterior decírselo a su hermana, y que ella haga lo pertinente para cuidar a la hermana pequeña, esto hacia que a veces sus acciones demoraran en ponerlas en practica, aunque se las apañaron bastante bien, logrando que la niña creciera saludable y ya parecer una niña de 6 años.

–Cuéntame otra vez sobre las creaciones de la madre tierra– imploró la pequeña Deméter.

Hestia, que ahora podía controlar a la perfección sus cambios de imagen, decidió mantenerse en una por el momento, la del día, ya que con esta era mas fácil la creación de luz no dañina, además podía mantener la marca de su frente iluminada, siendo así un faro vivo, también pudo colocar en otras zonas mas fuego, esta vez estático, para dar iluminación en todo momento, miró a su hermana con una sonrisa, siempre pedía la misma historia –Claro–.

Antes de que pudiera empezar la historia, se hizo la luz natural.

Para emoción de Deméter que creía que era algún truco de su hermana, y horror de Hestia, que ya sabia lo que eso significaba, otro hermano o hermana había nacido y sufriría el mismo destino que ellos dos, solo pudo suspirar y esperar el llanto del bebe, el cual no tardó en llegar, saltó y lo recogió para que no se hiciera daño.

–¡¿Que es?!, ¡¿Que es?!– dio saltitos Deméter.

Hestia la miró con una sonrisa triste –Es nuestra hermana…– le mostró a la bebe.

De un largo y brillante cabello dorado que caía hasta mas allá de sus pies; rostro redondo con un hoyuelo en su lado izquierdo; nariz sutil y sencilla; labios delgados y suaves; ojos rojo profundo y lunático, a pesar de eso no mostraba malicia.

Era muy hermosa y tierna, pero desbordaba peligro, sus movimientos eran los de padre, notó Hestia.

–Aidon, ¡Tenemos otra hermana!, Mírala– levantó a la pequeña.

Deméter frunció el ceño a su hermana mayor con curiosidad, otra vez le hablaba a la nada –Hermana, otra vez estas hablando sola, aquí no hay ningún Aidon– renegó.

Hestia no le respondió al instante, seguía hablando con Aidoneus, presentándole a su nueva hermana, Hera. El mencionado sonrió, no podía verla, ni siquiera sabia como era, pero creyó todas las palabras que le dijera la morena de fuego, como que Deméter no podía escucharlo, por ello la trataba de loca o que estaba inventando cosas, pero que no le importaba, ya que sabia que no lo estaba. Todo eso le causaba gracia a el y por ello se burlaba de ella.

Deméter frunció aun mas el ceño al ver que no obtuvo respuesta, solo estaba su hermana… allí… cambiando sus gestos, cuando estuvo apunto de hablarle ella pareció volver en si.

–Aidon es nuestro hermano mayor– respondió con una sonrisa, cuantas veces ya no habían tenido esta conversación.

–Y… ¿Por qué no puedo verlo o escucharlo?– preguntó, rodando los ojos.

Hestia solo sonrió aun mas –Bueno, porque no cargas a tu pequeña hermana, ¡Mira!, Es bastante tranquila– cambió de tema.

Deméter aceptó el cambio de tema, le reveló las dudas de tratar de cargarla, ¿Y si la dejaba caer?, Hiriéndola y haciendo que ella la odie para toda la vida, lo que seria para siempre al ser inmortales. Hestia la desestimo y le entregó a Hera. La niña dudó pero aun así la cargó, viendo que no fue tan difícil como creía empezó a hablarle, ocasionando que la miraran con ojos divertidos. Así las dos empezando a jugar entre si, siendo vistas por la hermana mayor.

–Creo que se van a llevar bastante bien– sonrió.

–Desde luego que si– respondió Aidoneus –, a repetir el ciclo jejeje–.

Hestia rodó los ojos –¡Oh! Ni me lo recuerdes… al menos podre volver a llenarle de vomito el hígado al viejo–.

–Me encanta tu maldad– se burló Aidoneus.

–Aprendí del mejor– carcajeó.

El tiempo volvió a pasar.

Las tres diosas ya habían crecido bastante, Hestia estaba a los finales de la adolescencia por lo que ya se le habían desarrollado todas sus curvas elegantemente, aunque si tenia su queja, era su altura, siendo algo baja; Deméter apenas iba por los inicios así que apenas se le estaba desarrollando sus curvas, aun así ya era casi del alto de su hermana mayo; y Hera ahora era una niña, bastante bajita y sutil cabía aclarar, las dos mas jóvenes estaban disfrutando de una historia de la mayor.

–Y luego explotó sobre si mismo y Aidon cayó con toda su jeta en popo de vaca, demoró mas de 1 mes en que se le quitara el olor, no podía ni dormir boca abajo por esa razón hahahahaha– Hestia no aguantó mas la risa y se partió a reír, siendo acompañada por sus dos hermanas.

–Que bajo es que te diviertas por el sufrimiento de otros – se lamentó juguetonamente Aidoneus.

Ocasionando mas risas de Hestia.

–Un día me las pagaras, ventilar mis desgracias así… ¡Ugth!–.

–Llora si vas a llorar– se burló.

–No tengo necesidad de llorar, hmph–.

–Hahahaha, que divertido es ese tal Aidon– lloró de la risa Hera.

–¿Verdad que si?– sonrió grandemente Hestia.

Deméter dejo de reírse, ya le dolía el estomago –Aunque todavía no creo en su existencia, es agradable escuchar algo divertido, aunque sea inventado–.

Hestia rodó los ojos, iba a replicar por quien sabe cuanta vez a su hermana mediana, hasta que se hizo la luz, ya sabiendo lo que era, se agarró fuertemente el puente de su nariz –No puedo creerlo… otra vez– gruñó, ya no aguantaba que mas hermanos suyos terminaran en este maldito hueco de muerte y desesperación, con un suspiro saltó y recogió al bebe, para su asombro esta vez era un hombre, llevaba añales sin ver como era uno, así que le fascinó el pequeño.

De cabello marrón que caía en rizos hasta un poco mas abajo de su cuello; facciones duras y firmes; bellos ojos azules cristalinos como el agua; nariz puntiaguda pero sencilla; labios delgados, orejas con una especia de agujeros lineales exteriores, que se expandían y contraían; piel pulcra y brillante blanca.

El niño era prácticamente una copia de Océano, la única diferencia era el color de sus ojos y cabello, pero del resto eran iguales.

–Esta vez es un hombre, les presento a Poseidón– Hestia les mostró el bebe a sus hermanas.

Deméter y Hera miraron emocionadas, curiosas y expectantes a su hermano, nunca habían visto a un hombre en toda su vida, esta era la primera vez, y era desconcertante a la par que fascinante para ellas, ninguna apartó la vista del bebe y se pelearon entre ellas para ver quien lo cargaba primero, ganando la castaña al ser la mayor y tener mas fuerza.

–¡Hmph!, El siguiente yo seré la primera– se enfurruñó Hera.

–¡¡Hera!!– amonestó Hestia a su hermana.

La cual al darse cuenta de lo que dijo se tapó la boca con miedo, pocas veces eran regañadas por su hermana mayor, pero cuando lo hacían ella era realmente severa, a ninguna le gustaba verla enojada, ya tuvieron suficiente con el incidente de la favorita donde casi llegaban a los golpes.

–Lo siento…– Hera bajó su cabeza con vergüenza, le salió solo, ella no quería decirlo como lo dijo.

Hestia suspiró y se colocó a la altura de su hermana, levantándole así la cabeza para que la mirara a los ojos –Entiendo que no quisiste decirlo como lo dijiste, pero esto– señaló todo el lugar –, es algo que no debemos desearle a nadie, recuerda que las palabras tienen poder–.

Hera asintió levemente, pero se le notaba triste, así que Hestia abrazó a su hermana, Deméter cargando a Poseidón se unieron sin demora.

La rutina se repitió y mucho tiempo volvió a pasar.

Hestia ya se había preparado para que en cualquier momento apareciera otro hermano, y así fue, esta vez, según Aidon, era de noche, era el primero que nacía en la noche, por lo cual sus demás hermanas y hermano estaban durmiendo, así que saltó y agarró al bebe, otro hombre logró notar.

De liso cabello gris, tan oscuro que casi parecía plateado o acero; rostro alargado, duro, tosco y firme, dándole así una apariencia mas varonil pero menos pulcritud y elegancia; ojos grises con un brillo negro con bordes amarillos, dándole una mirada aterradora pero juguetona; nariz ovalada, labios delgados y suaves; piel un poco mas oscura que Poseidón pero menos que Demeter.

Hestia decidió esperar a que sus hermanos se levantaran para presentárselo, ya que todavía estaban en crecimiento y tenían que dormir bien para ser saludables.

–¿Así que este es nuestro nuevo hermano pequeño?– preguntó Demeter, mientras sostenía la mano de Poseidón. Ya había llegado a su plenitud, así que actualmente tenia curvas mas pronunciadas y peligrosas, como también gozaba de mas altura que su hermana mayor, aun así le seguía dando miedo, no es que lo diría en voz alta.

Hestia asintió. Hera estaba con el rostro mirando hacia abajo.

–Hera, ¿Quieres cargarlo?– preguntó Hestia, que se había dado cuenta del comportamiento de su hermana menor.

La niña ya no tan niña, ya que ya se le estaba empezando a desarrollar curvas, aunque al igual que su altura, se quedaron cortas para su edad, lo único que le crecía bastante era el cabello, el cual superaba su altura casi el doble. Dudó bastante, ahora ya no quería, se sentía mal.

–No tienes porque echarte la culpa de aquello, no fue tu culpa–.

–Pero… –susurró, su voz se había cortado – yo fui…–.

–Tu no hiciste nada, es nuestro hermano, una bendición para todos nosotros, es cierto lo que te dije aquella vez, pero arrepentirse y sucumbir ante eso a estas alturas no va a cambiar nada–.

Hera levantó la mirada, quiso llorar ante lo escuchado, desde luego que tenia la mejor hermana de la existencia, sin demora extendió las manos para recibir al bebe, el cual su ella le dio, cuando lo cargó notó en la mirada de el en ella algo vicioso, algo que pareció no hacerlo con otros, la miraba de una forma fija, la inquietó por un momento, pero lo ignoró y decidió jugar un poco con el. Deméter y Poseidón se acercaron a ella y se unieron.

Hestia vio desde la lejanía como se divertían sus hermanos –Ash… hasta cuando seguiremos así…– susurró con bastante lamentación.

–Solo aguanta un poco mas Hestia, pronto serán libres– dijo Aidoneus, con la voz pacifica y relajada que sabia que relajaba a su hermana.

–¡¿Hasta cuando?! ¡Ya no lo soporto! Cada vez somos mas, se me están acabando las historias, ya no se como animarlos, es horrible contarles cosas que quizás nunca vivan– se rompió.

–Ey ey ey, tranquilízate y escucha mi voz– la abrazó con ella –, ¿Confías en mi?–.

Hestia ni siquiera lo dudó –La duda ofende, sin ti ya me hubiera vuelto loca– suspiró.

–Entonces solo aguanta un poco mas, pronto los sacare, te lo prometo, nunca te he decepcionado y esta no será la primera vez–.

–Nunca lo he dudado– susurró.

–Así se habla, no te rompas, si te rompes, ellos también lo harán, y ya no tendrán salvación–.

Hestia sintió como la voz la abrazaba de la forma mas cariñosa que existía, como quería sentir ese toque en la vida real –Prométeme también que me llevaras a ver un milagro– susurró recostándose.

–Te prometo que te llevare a ver muchos milagros, promesa de hermano mayor–.

Hestia sonrió y cerró los ojos, dispuesta a descansar, sabia que Deméter haría un buen trabajo en cuidar a Zeus por el momento.