Era una noche tranquila en el hostal donde Dylan y Ethan se hospedaban después de su último caso. El silencio se rompió por el zumbido insistente del teléfono de Dylan. La pantalla iluminada mostraba un número desconocido, pero algo en su instinto lo obligó a contestar, quizás sea su padre o alguien que pueda necesitar ayuda.
-- ¿Quién habla? -- preguntó Dylan con tono cauteloso.
Del otro lado de la línea, una voz rasposa y cargada de urgencia respondió, -- mi nombre es Marcus Reed. Necesitaba hablar con Henry Ravenwood... su número está apagado, pero en su buzón de voz había un mensaje diciendo que si necesitaba ayuda llamara a este número y preguntara por un tal Dylan Ravenwood, asumo que eres tú --
Dylan se tensó al escuchar el nombre de su padre. -- ¿Cómo conoce a mi padre? --
-- Él me ayudó hace unos años... No tengo tiempo para explicaciones largas. Algo extraño está pasando en mi pueblo. Dos aviones han caído en menos de una semana, y sé que no es un accidente normal. Mira, sé acerca del mundo sobrenatural y tengo la sensación de que algo malo está pasando aquí. Si Henry dejo tu número como contacto de emergencia es porque confía en ti -- explicó Marcus.
Ethan, quien estaba hojeando un libro en la cama, alzó la mirada al notar el cambio en la expresión de su hermano. Dylan cubrió el micrófono del teléfono y murmuró, -- es un tipo que conoció a papá. Dice que está pasando algo raro en un pueblo cercano. Aviones cayendo del cielo. --
Ethan frunció el ceño. -- Eso suena nada normal, no veo porque deberíamos intervenir --
Dylan frunció el ceño y volvió al teléfono. -- Escucha, Marcus. No hemos visto a mi padre en meses, pero iremos a ayudarte. Dame la dirección. --
Después de anotar los detalles, Dylan colgó. Miró a Ethan con seriedad. -- Empaca tus cosas. Partimos al amanecer, si conoce a nuestro padre quizás pueda ayudarnos. --
Ethan soltó un suspiro, ya acostumbrado al ritmo implacable de su nueva vida. -- ¿Otra ciudad, otro caso? Bien, pero quiero descansar en el camino. --
El sol apenas comenzaba a teñir el horizonte de un naranja pálido cuando Dylan y Ethan emprendieron el viaje. El rugido del motor del Impala resonaba en la carretera desierta. Dylan, con las manos firmes en el volante, mantenía la vista fija en el camino. Ethan, en cambio, miraba distraídamente por la ventana, dejando que sus pensamientos lo llevaran lejos.
-- ¿Te das cuenta de que estamos persiguiendo una pista dejada por papá? -- dijo Ethan, rompiendo el silencio.
Dylan respondió sin apartar la mirada del camino. -- Sí. Y si este tal Marcus tiene algo útil, podría ser nuestra oportunidad de acercarnos a encontrarlo. --
Ethan asintió, aunque en su interior dudaba. No era la primera vez que seguían un rastro de Henry sin éxito.
Texas, Fort Worth.
Horas después, llegaron al pueblo. Era un lugar pequeño, con casas de madera alineadas a lo largo de una calle principal. La brisa marítima traía consigo un aire salado que se mezclaba con el aroma a pino.
Marcus los esperaba frente a una cafetería desvencijada. Era un hombre robusto de unos cincuenta años, con una barba gris y ojos llenos de preocupación. Cuando Dylan y Ethan se acercaron, él los miró con una mezcla de esperanza y duda.
-- ¿Dylan y Ethan Ravenwood? -- preguntó.
-- Ese soy yo -- dijo Dylan, extendiendo la mano. -- Él es mi hermano, Ethan. --
Marcus estrechó su mano con fuerza. -- Gracias por venir. No sé a quién más acudir. --
Una vez dentro de la cafetería, Marcus les contó sobre los dos accidentes de avión. --Ambos aviones cayeron cerca del bosque al este del pueblo. Ningún sobreviviente. Pero lo extraño es que las grabaciones de la torre de control captaron interferencias antes de los accidentes, como si algo... estuviera interfiriendo con los sistemas. --
-- ¿Algo? -- preguntó Ethan, arqueando una ceja.
-- Henry me enseñó a reconocer los signos de lo sobrenatural. Esto no es natural. Necesito su ayuda antes de que algo peor ocurra. --
Decididos a investigar los hermanos como de costumbre empiezan su rutina para recopilar información que les permita descifrar si te trata de un fenómeno sobrenatural. Dylan y Ethan llegaron al sitio del primer accidente, un claro en el bosque donde los restos del avión aún permanecían como un monumento trágico. La zona estaba acordonada, pero eso no detuvo a los hermanos.
-- ¿Lista la historia falsa? -- preguntó Dylan, sonriendo mientras se ajustaba la chaqueta.
-- Siempre -- respondió Ethan con un destello de confianza.
Con identificaciones falsas en mano, lograron infiltrarse como "investigadores de seguridad aérea." Dylan lideraba la interacción con los guardias, usando su carisma para desviar sospechas, mientras Ethan tomaba notas mentales.
El hedor a quemado y metal oxidado llenaba el aire. A medida que examinaban los restos, Ethan se detuvo al encontrar algo en una de las alas chamuscadas. Era un polvo amarillento que se desmoronaba al tacto.
-- ¿Azufre? -- murmuró Ethan, mostrando el hallazgo a Dylan.
Dylan frunció el ceño. -- Definitivamente algo sobrenatural. De acuerdo con el diría de papá el azufre es una señal de la presencia de lo maligno, quizás un fantasma que busca venganza, ya hemos luchado contra esto antes. Ethan quien todavía no estaba convencido de que se tratara de un fantasma dice -- pero esto no parece obra de un espíritu común, estrellar dos aviones, sin dejar sobrevivientes, además que fantasma puede teletransportarse de avión a avión, no tiene sentido Dylan. –
-- Tal vez tienes razón, mira porque no vamos a la biblioteca y quizás allí encontremos información útil --
Esa noche, los hermanos visitaron la biblioteca pública del pueblo, un edificio antiguo con estanterías que parecían haber acumulado siglos de polvo. Ethan se sumergió en los libros, buscando conexiones entre demonios, accidentes y azufre.
-- Mira esto Dylan, parece que es interesante -- dijo Ethan, mostrando a Dylan un pasaje en un libro antiguo. -- El azufre es un signo típico de demonios, pero también podría ser de un espíritu atrapado. Alguien que murió trágicamente y no pudo descansar. --
Dylan asintió, tamborileando los dedos contra la mesa. -- ¿Hay algo sobre cómo detenerlo? o alguna información útil acerca de demonios, papá no tiene casi nada de demonios en el diario. --
-- Un exorcismo -- respondió Ethan, señalando otro párrafo. -- Necesitamos sal, agua bendita y un conjuro específico. Si logramos identificar al demonio, esto podría funcionarnos. –
-- Pero cómo vamos a saber quién está poseído o si el demonio estará presente –
-- Aquí dice que, si mencionas el nombre de Jesús, el demonio tendrá una reacción negativa, quizás así sepamos si el demonio está presente --
El día siguiente llegó rápido. Marcus les ofreció a Dylan y Ethan dos pasajes para que se suban al siguiente vuelo para poner fin a este demonio. Ambos tomaron sus asientos en el avión, pero la tensión era palpable.
-- No te ves bien -- comentó Ethan, intentando ocultar una sonrisa.
Dylan apretó los dientes. -- No me gustan los aviones. Y menos cuando hay un demonio a bordo. --
Ethan se burló, disfrutando del momento. -- Qué curioso, el gran cazador de monstruos teme a un poco de turbulencia. --
Dylan rodó los ojos, pero su mirada permaneció fija en el pasillo, analizando a cada pasajero.
Tras un rato de observación, Ethan notó algo extraño en uno de los pasajeros. Un hombre de mediana edad parecía murmurar algo ininteligible, con las manos temblorosas y un sudor frío en la frente.
-- Míralo Dylan, creo que es él, ¿estás listo para actuar? -- susurró Ethan, sabiendo que el momento había llegado.
Dylan coqueto como siempre convence a la azafata de llamar la atención del pasajero para atraerlo a una pequeña cabina sellada. Laura, la azafata, atrae al pasajero y sin un segundo que pensar Dylan susurra -- Jesús – en ese momento los ojos del pasajero se vuelven completamente negros, al ver esta imagen Dylan grita el nombre de Ethan, quien lo sujeta con una cuerda que había sido remojada en agua bendita.
-- Esto va a ser complicado -- dijo Dylan, encendiendo un mechero. -- Sujétalo. --
Ethan comenzó a arrojar agua bendita al cuerpo del pasajero tratando de debilitar al demonio. El hombre comenzó a convulsionar, y una voz gutural salió de su garganta, llena de odio y dolor. El avión temblaba, y las luces parpadeaban, pero Dylan no se detuvo.
-- ¡Ethan, la sal! -- gritó.
Ethan arrojó un círculo de sal alrededor del hombre mientras Dylan recitaba el conjuro con determinación. Una voz distinta a la del demonio hizo que Dylan se detuviera -- por favor, ayúdenme... -- la voz del hombre poseído se retorció en un grito gutural que no parecía humano.
El demonio rió, una carcajada que resonó en las paredes metálicas del avión. La luz dentro de la cabina parpadeó violentamente antes de apagarse por completo, sumiendo a todos en la oscuridad.
-- Ethan, concéntrate -- ordenó Dylan, sus manos tensas alrededor de una cruz de hierro que sostenía con firmeza. -- No podemos dejar que se apodere de este lugar. --
-- Lo sé -- replicó Ethan, con los ojos cerrados mientras murmuraba un antiguo hechizo aprendido de los libros que había leído en la biblioteca. Sabía que cada palabra era crucial. Una equivocación podría ser fatal.
De repente, el cuerpo del hombre poseído se arqueó violentamente hacia atrás, como si estuviera siendo forzado por una fuerza invisible. Su boca se abrió en un grito ensordecedor, dejando escapar una neblina oscura que se esparció por todo el avión.
-- ¡¡NO PUEDEN DETENERME!! -- El demonio rugió, su voz retumbando en las paredes del avión. -- ¡Este avión es mío ahora! --
El frío se intensificó, y las ventanas comenzaron a empañarse con una niebla espesa. El avión parecía volverse más y más pesado, como si todo el aire a su alrededor fuera absorbido por la presencia demoníaca.
Ethan hizo un gesto a Dylan, quien rápidamente se acercó al poseído, el brillo de la furia en sus ojos. -- ¡Recuerda lo que aprendimos hasta ahora! -- Dylan gritó, levantando la cruz hacia el demonio. -- ¡Esto no es solo un exorcismo! ¡Es una batalla por nuestras almas! --
El demonio lanzó una carcajada malvada diciendo – Lucy te manda saludos Ethan – lo que hace que Ethan se quede pálido sin saber que hacer o decir y sin que pudiera moverse, Dylan gritó las palabras que habían practicado miles de veces en silencio -- ¡por el poder del Cielo, te ordenamos que dejes este cuerpo en paz! – arrojando agua bendita al mismo tiempo.
La luz del avión volvió a encenderse de golpe, cegando momentáneamente a los hermanos. Pero cuando la oscuridad se disipó, el demonio, en forma de neblina de color negro, había desaparecido, dejando al hombre poseído caído en el suelo.
Dylan cayó de rodillas, agotado, y Ethan se acercó rápidamente al hombre, asegurándose de que estuviera libre de la influencia demoníaca.
-- Está bien -- dijo Ethan, su voz grave. -- El demonio ya no está en él. --
Pero cuando Dylan levantó la vista, la sombra de una sonrisa maliciosa cruzó su rostro. -- Eso no fue suficiente, Ethan. Este demonio no era cualquier demonio. Si está aquí, significa que hay algo mucho más grande en juego. --
Ethan frunció el ceño, su corazón latía con fuerza. -- ¿Qué quieres decir? --
Dylan se levantó lentamente, mirando hacia la ventana del avión. -- Esto es solo el principio. Algo está acechando... algo mucho más poderoso. --
El avión siguió su curso en el aire, mientras los hermanos se preparaban para lo que venía. Sabían que, aunque la batalla contra el demonio había terminado, la guerra estaba lejos de ser ganada.
Ya en tierra, Dylan y Ethan fueron a reunirse con Marcus. En una pista de aterrizaje, lejana a la que su avión había descendido el hombre los recibió con una mezcla de alivio y agradecimiento.
-- Gracias por salvar a todos en ese vuelo. Esto les pertenece -- dijo, entregándoles una hoja de papel con un número.
Dylan lo examinó con cuidado. -- ¿Y esto es...? --
-- Un número que Henry me dejó hace unas semanas. Dijo que solo debía usarlo en casos extremos. --
De regreso en el Impala, Dylan sacó un par de cervezas de un cooler escondido. Le entregó una cerveza a Ethan y el cogió una para si mismo.
-- Por otro caso resuelto -- dijo, levantando su botella.
Ethan chocó la suya contra la de Dylan. -- Y por estar un paso más cerca de papá. --
Dylan marcó el número y esperó. La llamada fue respondida por una voz grave y calmada.
-- Es Henry, ¿quién habla? --
Dylan y Ethan se miraron, con el corazón en un puño. -- ¿Papá? –