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Chapter 5 - La primera cuidad.

Después de horas de vuelo, encontramos una carretera de tierra que parecía sacada de un cuento. Dos carriles perfectamente conservados con cunetas a ambos lados. Seguimos por ella hasta que me golpeó un mareo brutal. Sin maná, ya no tenía fuerzas para volar. Neo, como siempre, me salvó de la caída. Y aunque aún me quedaba muchas ganas para seguir el camino, la fatiga ganó .

La mañana siguiente, sobre el medio día, el paisaje era aún más impresionante de tras de una colina, un río serpenteaba cerca de la ciudad. El río separaba la ciudad, aun lado un laberinto de casas, de dos o tres pisos de altura, con un tejado de paja, rodeadas de parcelas de cultivos dorados sin igual.

Al otro lado del rio un imponente muro aguardaba una ciudad caótica, en el centro de la ciudad, un templo blanco como la nieve, dominaba el paisaje, emanando una fuerza inmensa, como un faro en la oscuridad.

La ciudad caótica tenía una extraña armonía, cuatro avenidas principales, se ramificaban en calles llenas de vida, edificios de cinco o seis plantas.

El extremo norte destacaba con unos jardines verdes que invitaban a entrar a dos edificios enormes, dos palacios con una grandeza digna de la nobleza europea de la edad moderna.

Las puertas de la muralla eran un espectáculo en sí mismas, una multitud entrando y saliendo, buscando sus qué haceres, nos hipnotizó. Caminamos durante horas antes de llegar al pueblo. (No queríamos que nos vean volando).

El aroma de la carne asada y el olor a pan recién horneado inundaba el aire. El sonido de cientos de conversaciones entre los habitantes, me lleno de un extraña sensación de anhelo. Neo y yo estuvimos solo los últimos seis años. Ver y escuchar este ruido característico de las ciudades nos provocó una pequeña parálisis y alguna que otra lagrima.

-Un comerciante —Primera vez en Anita, ¿eh? No son los primeros en quedarse con la boca abierta.— Dijo con una sonrisa mientras acomodaba su mercancía en la caravana.

■— Un sitio increíble, eso seguro.—

●— Tanto estructuralmente como económicamente, está muy bien.—

-El comercianteMe llamo TeodoroExtendió la mano izquierda.

■— Me llamo Hunt y discúlpeme por mi ignorancia ¿Quiere que le de la mano? Es un tipo de ¿saluda de aquí?—

-Teodoro— Encantado, Hunt. Me sorprende que no lo sepas, pero aquí el saludo se hace con la mano izquierda. Debemos alinear los dedos uno frente al otro y luego cerrarlos en espiral hasta formar un solo puño con ambas manos, como si trenzáramos nuestros dedos.—

●— Encantado yo soy Neo—

-Teodoro— ¿Vienen a comerciar o solo de paso?—

■— Un poco de todo. Pero antes de eso… ¿cómo funciona la entrada? , veo que hay guardias, ¿Hay algún peaje o requisito especial?—

-Teodoro— Sí, claro. La entrada depende de quién seas y qué traigas contigo.—

Según nos estuvo explicando Teodoro:

Las normas para entrar a la ciudad:

-- Aldeanos con registro de ciudadano → Entrada gratuita.

-- Viajeros ya registrados → 1 moneda de plata por persona (1 semana de entrada libre).

-- Registro oficial de extranjeros → 1 moneda de oro por grupo (Max 10 personas).

-- Mercaderes con mercancía → 5 monedas de cobre por carro de mercancía.

-- Los guardias revisan la mercancía de los mercaderes antes de dejarlos pasar.

■— Entiendo... Entonces, para que podamos entrar sin problemas, necesitamos algo de dinero local. ¿Te interesa un pequeño negocio?—

-Teodoro— Depende de qué tipo de negocio estemos hablando.—

Saqué un pequeño lingote de oro de 100g y lo hice girar entre mis dedos con una sonrisa despreocupada.

■— Tengo este lingote de oro. Pero no me sirve en esta forma, así que estaba pensando en un intercambio justo.—

-Teodoro— Eso vale mucho más de lo que necesitas para entrar a la ciudad.—

■— Por supuesto, pero no podemos andar por ahí pagando con trozos de oro. Dime, ¿Cuánto podrías ofrecerme en moneda?—

-Teodoro— Siendo justos, por su peso y pureza, podría darte 7 monedas de oro o si quieres cambiamos alguna de oro por otras de plata—

Según Teodoro:

o Barras de Hierro 1

o Moneda redonda de hierro 1 = 10 barra de hierro

o Moneda redonda de Cobre 1 = 10 monedas redondas de hierro

o Moneda redonda de Plata 1 = 10 moneda redonda de Cobre, 100 monedas redondas de hierro

o Moneda redonda de oro 1 = 10 moneda redonda de Plata, 1,000 monedas redondas de hierro

o Moneda cuadrada de platino 1 = 10 moneda redonda de oro, 10,000 monedas redondas de hierro

o Monedas Marati (si mucha información de su valor).

■— Sabemos, que no podemos pagar con lingotes. Siete monedas de oro serán suficientes, pero ¿nos podía cambiar 2 monedas de oro a 20 monedas de plata y 1 moneda de oro por 100 de cobre?—

-Teodoro— Bien, bien, me gusta tu estilo. Aquí tienes. Si necesitan hacer más intercambios, pregunten por un comerciante llamado Orlan en el distrito comercial.—

●— Lo tendremos en cuenta.—

Nos despedimos de Teodoro y nos dirigimos a la puerta de la ciudad.

■●— Buenos días.—

-Guardia ¿Motivo de entrada a la ciudad? — Dijo el Guardia con un tono cortante.

■— Comercio, Señor.— Dije mientras mostraba mi mejor sonrisa.

-Guardia —Muy bien. Muestren sus identificativos.—

●—Heeee ...No tenemos. — Dijo Neo cruzando los brazos antes de hablar.

-Guardia —Entonces, deben pagar una moneda de oro para registrarse.—

■— #Menos mal cambiamos el lingote...#— Le mande un mensaje a Neo.

●— #Aun si es un poco caro ¿no?#— Nos mandamos mensajes mientras pagaba Neo.

●— Disculpe Señor, ¿Y cómo funciona exactamente? ¿Tiene algún tipo de sello mágico?— Dijo Neo observando una placa con curiosidad.

-Guardia— Es un sistema de enlace (Seguramente usaba algún tipo de sistema de comunicación basado en algún tipo de magia). Todas las placas están conectadas a los registros principales de la ciudad. Cada vez que paséis por uno de esos puntos de registro, vuestra información se actualiza automáticamente. Dijo el guardia orgulloso.

■— ¿Y qué tipo de información se almacena? ¿Cuáles son los puntos de registro? —

-Guardia— Como podéis ver aquí. Nombre, edad, estado civil, residencia y profesión.—

●— #¿Nos acaban de meter en un sistema de vigilancia 24/7?#

■— #Bienvenido a la burocracia con magia.#

-Guardia— Una vez grabadas, las placas estarán conectadas con todos los gremios, el ayuntamiento y las puertas de la ciudad. Aquí se registra todo: estado civil… ah y, por supuesto, las deudas. Si deben algo a un gremio o tienen algún otro tipo de asunto pendiente, eso también aparecerá en su historial.—

■— ¿Deudas? No me gusta nada eso.—

●— Es un sistema bastante intrusivo… Si alguien no paga por algo, eso se refleja directamente en su registro. Como si estuviera marcado.—

-Guardia— Aquí, los gremios también tienen derecho a rastrear esos registros y tomar medidas.— Dijo encogiéndose de hombros.

-Guardia— Aquí tienen sus placas. A partir de ahora, cada vez que entren o salgan de la ciudad, se registrará automáticamente.—

■●— Muchas gracias, que tengo un buen día.—Dijimos antes de irnos.

-Otro Guardia—Esos dos son muy majos ¿no?—

-Guardia—Si me han dado los buenos día y se han despedido.—

-Otro Guardia— No suele pasar.—

-Guardia— Espero que esos dos no se metan en muchos líos, no parecían malas personas.—

-Otro Guardia— A saber… ¿Motivo de entrada a la ciudad?

●— Bueno, ya estamos en la ciudad. ¿Y ahora qué?—

■— Comida.—

●— ¿Solo piensas en comida?—

■— Neo, hemos comido carne seca y pescado almacenado por años. Necesito algo que no sepa a cartón. —

●— Ok, lo entiendo. Pero primero, vamos al templo.—

■— ¿Desde cuándo te interesas por la religión?—

●— Desde que un dios me reencarnó y me sigue mandando correos electrónicos pasivo-agresivos.—

■— Tienes razón… Mejor ir a preguntarle en persona antes de que nos mande otra colleja divina.—

●— Exacto. Además, seguro que ese templo tiene información interesante sobre la magia de este mundo.—

■— Si me prometes que después comemos algo, te sigo.—

●— Trato hecho.—

■— Bien. Ahora dime, ¿cómo entramos sin parecer dos paletos que llevan seis años en el bosque?—

●— Nos paramos derechos, hablamos poco y asentimos con cara de sabios.—

■— O sea, básicamente, actuar como si fuéramos NPCs.—

●— Exacto.—

■— Genial. Vamos antes de que me arrepienta.—

El templo se alzaba ante nosotros como una imponente estructura de mármol blanco, sus altos pilares reflejaban la luz del sol, otorgándole un aire celestial. A pesar de la grandeza del edificio, la entrada principal estaba abierta de par en par, permitiendo el paso libre de los fieles y los curiosos.

Neo y yo, con nuestra costumbre de mantenernos impecablemente educados, caminamos con la espalda recta.

Dentro, el aroma a incienso flotaba en el aire y las vidrieras de colores emitían una tenue luz colorida que iluminaba los mosaicos. Al fondo, varias estatuas se alineaban en un semicírculo alrededor de un altar, cada una representando a una figura diferente. Un hombre con túnica larga y bordados dorados se nos acercó con una expresión tranquila.

Nos disculpamos con la mayor cortesía posible por nuestra ignorancia respecto a la religión de la ciudad y le preguntamos a quién estaba dedicado el templo. El religioso nos miró con una mezcla de sorpresa y curiosidad antes de responder:

-El religioso— Este templo está dedicado a los Siete Enviados de Tolmas, aquellos que guían a la humanidad en sus respectivos caminos.

Nos señaló las estatuas y nos explicó los nombres y dominios de cada uno:

Zoric – El enviado del comercio.

Vasli– El enviado de los artesanos.

Dragan – El enviado de la sabiduría.

Micodan – El enviado de la salud.

Ralzeth – La enviada del poder.

Cezar – El enviado de la destreza.

Iliathis – La enviada de la magia.

Tolmas, era reconocido como el dios, pero parecía tener un papel secundario en la fe, mientras que estos siete enviados eran la base de la fe.

Neo y yo observamos las estatuas con detenimiento antes de dirigirnos a la imagen de Tolmas al fondo del templo. Era una escultura majestuosa, tallada en piedra blanca, con una expresión serena y sabia (Casi no se parecía a Tolmas). Sin dudarlo, nos arrodillamos frente a ella en una postura que en la Tierra sería considerada común para la oración, pero aquí pareció ser algo completamente inusual.

El religioso que nos había acompañado frunció el ceño, desconcertado por nuestra forma de rezar. Entonces, sucedió algo que nadie esperaba.

La estatua de piedra blanca se volvió completamente dorada en un solo instante. Un resplandor cegador llenó el templo y los murmullos de los fieles se transformaron en exclamaciones de asombro. El religioso quedó paralizado, sus ojos abiertos de par en par mientras intentaban procesar lo que acababa de suceder.

La subdimensión era tan amplia como la última vez que la vimos, pero ahora Tolmas nos esperaba junto a una mesa de piedra con una tetera humeante y tres tazas servidas. Nos sentamos sin ceremonias, como si fuera la cafetería de la universidad, mientras él nos observaba con una mezcla de orgullo y fastidio.

▓— Han tardado demasiado en salir del bosque.— Su tono era de reproche, pero su expresión delataba que realmente le divertía la situación.

Neo tomó un sorbo de su café con total calma.

■—Estábamos ocupados sobreviviendo.—

▓— ¿Seis años? —Dijo arqueando una ceja.— 

▓— He visto tortugas aprender a correr en menos tiempo.—

Me encogí de hombros.

●— No es nuestra culpa que el mundo esté lleno de monstruos gigantes.—

▓— Claro, claro, porque dos ingenieros con habilidades únicas y conocimiento de otro mundo obviamente no tenían manera de solucionar eso antes.—

●— Deberías habernos dado un tutorial en vez de dejarnos a la deriva.—Neo replicó con una sonrisa burlona. Tolmas apoyó la frente en la palma de su mano y suspiró.—

▓— A veces me pregunto por qué los elegí a ustedes dos…—

Neo y yo intercambiamos una mirada.

●■— Porque somos los mejores.—Dijimos al unísono.

Tolmas nos fulminó con la mirada, pero luego simplemente bufó, rindiéndose.

▓— Si por "los mejores" se refieren a "los más tercos", entonces sí, acertaron.—

Tolmas exhaló con resignación, apoyando un codo sobre la mesa y mirándonos con esa mezcla de fastidio y diversión.

●— Por cierto, ahora que estamos aquí… Tenemos una duda.

■— Bueno, varias dudas, pero empecemos por una sencilla. . ¿Quiénes eran exactamente los Siete Enviados de Tolmas? Y más importante… — Añadí, cruzándome de brazos, Neo alzó una ceja y apoyó la barbilla en una mano.

●— ¿Por qué nosotros tenemos el mismo título?—

Tolmas tomó un sorbo de su café con total calma y dejó la taza en la mesa. Luego, nos miró con una sonrisita que no auguraba nada bueno.

▓—Hablando de dudas… ¿Por qué han tardado tanto en salir del bosque?

Neo y yo nos quedamos en silencio un segundo. Luego, nos giramos lentamente para mirarnos el uno al otro.

■— No lo ha hecho…—

●— Sí lo hizo…—

■— Nos acaba de esquivar la pregunta. —

●— Con el descaro. —

▓— Seis años aislados en un bosque lleno de monstruos es bastante tiempo. —

Tolmas se encogió de hombros, con una sonrisa de satisfacción.

■— Bien, bien, lo que digas… Pero eso no responde nuestra pregunta.—

●— Así que vamos a intentarlo de nuevo… ¿Quiénes eran los Siete Enviados de Tolmas y por qué tenemos su títu-lo? —

Tolmas nos miró con calma, tomó otro sorbo de café y, con la mayor tranquilidad del mundo, dejó la taza sobre la mesa antes de responder.

▓—Todo llega a su tiempo. No puedo decirles todo de golpe… Pierde la gracia. —

Neo y yo lo miramos fijamente.

●— Eso no responde nada. —

■— Y lo sabes. —

Tolmas soltó una risa leve y apoyó la barbilla en su mano.

▓— Lo único que puedo decirles por ahora es que esos títulos no son nuevos. Los portadores originales de esos nombres… fueron vuestros predecesores. —

El silencio que siguió fue más pesado que cualquier revelación que nos hubiera dado antes, Neo y yo soltamos un suspiro largo y pesado.

■— Vale, eso suena mínimamente interesante. —

●— Sí, pero también me suena a que nos está diciendo lo justo para que nos frustremos más. —

■— Confirmo. —

Tolmas nos observó con una expresión divertida.

▓—¿Ven? Esto es más entretenido. —

Neo y yo soltamos un suspiro.

Tolmas se enderezó un poco y, por primera vez en toda la conversación, su tono se volvió serio.

▓— Su llegada a la ciudad no pasó desapercibida. Hay quienes ya han puesto los ojos sobre ustedes.— Hizo una pausa, observando nuestras reacciones.

▓—No es solo por su aspecto diferente... Hunt te han visto jugar con el lingote de oro. En este mundo como en el vuestro, la moneda de oro es un lujo, alguien mostrando lingotes así llama demasiado la atención.

●— No te preocupes, Tolmas. Ya nos apañaremos como siempre. Seguramente terminemos metidos en algún problema tarde o temprano...

■— O en varios a la vez. —

●— Probablemente en varios.— 

Tolmas negó con la cabeza y suspiró, pero no parecía sorprendido. Luego, su expresión se tornó más distante, casi melancólica.

▓— Antes de que se vayan... —Su voz bajó un poco. 

▓— Esta es, posiblemente, la última vez que hablamos. Ya no puedo interactuar más con el mundo.

Neo y yo dejamos las tazas sobre la mesa al mismo tiempo. Durante un instante, nuestras bromas y burlas desaparecieron. Nos pusimos de pie con la espalda recta y le dedicamos la despedida más educada que jamás habíamos dado.

●— Gracias por todo, Tolmas. Ha sido un honor. —

■— Esperamos no haberte dado demasiados dolores de cabeza. —

Tolmas nos miró con una ceja arqueada, como si no pudiera creer que realmente estuviéramos actuando con formalidad, pero finalmente sonrió con algo de nostalgia.

▓— Les deseo suerte... la necesitarán. —

Sin añadir nada más, desaparecimos de la subdimensión.

nuevamente dentro del templo. La luz del atardecer se filtraba por los vitrales, tiñendo el mármol dorado con tonos anaranjados. A nuestro alrededor, los fieles y sacerdotes seguían paralizados, todavía procesando lo que habían presenciado.

Sin decir una palabra, Neo y yo nos sacudimos el polvo de la ropa y salimos del templo con la misma compostura de siempre. No dimos explicaciones. No nos detuvimos a responder preguntas.

Nos perdimos entre la multitud, dejando atrás el templo y todo lo que acababa de suceder.

Ahora... era hora de comer algo.

Las calles estaban llenas de vida. Caminábamos en busca de un lugar para comer. El aroma de pan recién horneado mezclándose con el sonido de los comerciantes ofreciendo sus productos nos envolvió completamente.

Finalmente, encontramos un restaurante con un letrero de madera, aunque el nombre no nos decía mucho. El interior era acogedor, con mesas de madera rústicas y un ambiente cálido gracias al fuego de una gran chimenea.

Nos sentamos y pedimos algo típico del lugar. La camarera, una joven con un delantal algo desgastado, nos sirvió un tazón humeante de sopa a cada uno, junto con dos panes. La sopa tenía un aroma fuerte, con una textura cremosa. La sopa se llamaba ciorba, una sopa espesa con crema de leche y un ligero toque ácido. El sabor nos sorprendió, no era como las sopas suaves a las que estábamos acostumbrados, pero tenía algo reconfortante.

Después de terminar el último bocado de pan y dar un último sorbo a la espesa ciorba, Neo se recostó ligeramente en la silla, satisfecho.

●—Eso estuvo increíble… Creo que no había probado algo tan bueno en años. —

■—Sí, bueno, cualquier cosa es mejor que carne seca o pescado guardado en un inventario por meses.— Dije mientras limpiaba los restos de sopa del cuenco. (Siendo sincero debo admitir que estuvo bastante bueno.)

Neo levantó la mano para llamar la atención de la camarera. La joven, que en ese momento estaba limpiando otra mesa, se acercó con una sonrisa.

—La camarera— ¿Todo estuvo a su gusto? —

●—Y tanto. ¿Cuánto es la cuenta?—

La chica sacó una pequeña tablilla de madera donde llevaba anotados los pedidos y contó con los dedos.

—La camarera— Fueron ocho cuencos de sopa, a 4 monedas de hierro cada una… Son 32 monedas de hierro. Y los dos panes son 8 barras de hierro cada una, lo que suma 16 barras de hierro. En total son...—

■— Son 33.6 monedas de hierro en total.—

—La camarera— Disculpe no soy muy rápida con la sumas.—

Neo sacó una moneda de plata, que dejó sobre la mesa sin dudar.

La camarera miró la moneda y abrió los ojos con sorpresa. Era mucho más de lo que costaba la comida. Dudó un momento, como si esperara que pidiéramos el cambio, pero cuando Neo no dijo nada, yo sonreí y asentí.

●— Disculpa, no tenemos cambio más pequeño.—

■— El resto te lo puedes quedar tu.—

La camarera miró la moneda con los ojos muy abiertos y luego nos miró a nosotros, claramente sorprendida.

—La camarera— ¿E-están seguros? Esto es mucho dinero…—

Sus ojos se iluminaron de inmediato. Habíamos dejado una propina de 66.4 monedas de hierro, una cantidad que parecía ser elevada. (lo echo, echo esta).

■●— Sí, sí.

La joven no pudo ocultar su alegría. Se llevó la mano al pecho y nos dedicó una gran sonrisa.

—La camarera— ¡Muchísimas gracias! ¡Que los Enviados de Tolmas los guíen! —

Neo y yo asentimos con una leve sonrisa y, antes de que la chica se fuera, le hicimos otra pregunta.

●— Por cierto, ¿conoces alguna posada cercana donde podamos pasar la noche?

La joven parpadeó un par de veces con sorpresa y luego soltó una pequeña risa.

—La camarera— ¿Una posada? Esto es una posada, pueden dormir aquí.

■— ¿Aquí? —Fruncí el ceño, observando el lugar.

—La camarera— Sí, esto es una posada, no un restaurante. —

Neo y yo intercambiamos una mirada.

■●— Aaaaa.—

■— Eso explica por qué hay tanta gente con pinta de quedarse a dormir.

La camarera dejó escapar una pequeña risa y asintió.

—La camarera— Sí, esto es una posada, no un restaurante. Son dos monedas de cobre por noche. —

Pagar cuatro monedas de cobre por dos habitaciones no nos parecía mucho.

Tras recibir las llaves de nuestras habitaciones, subimos las escaleras de madera que crujían ligeramente con cada paso. El pasillo era sencillo, con varias puertas alineadas a ambos lados y pequeñas lámparas de aceite iluminando el camino.

Cada uno entró en su habitación, ambos hicimos lo mismo, antes de hacer lo que ya era costumbre, revisamos todo. Las ventanas estaban cerradas, la puerta tenía un seguro y no había ninguna abertura sospechosa.

Desde las tablas de madera emergió una puerta, alta y con un leve brillo etéreo. (Puerta que solo nosotros podíamos abrir). Antes de cruzar, me aseguré de trabar la puerta de la habitación con una silla. Por si alguien intentaba entrar. Finalmente, entre en la subdimensión, nos duchamos y nos fuimos a dormir.

(Era hora de descansar. Mañana empezaríamos nuestra verdadera exploración de la ciudad.)