(Hoy es el primer día de mi vida en el que no quiero despertarme... No es por pereza, sino porque hace más de cinco años que no estaba rodeado de tanta gente. A decir verdad, las multitudes me incomodan. Me generan una sensación de claustrofobia. En el bosque, solo estaban los mutantes, Hunt y yo. Era peligroso, sí, pero al menos había espacio para respirar. Pero la ciudad... la ciudad es otra cosa.)
El ruido al llegar a al cuidad, en el templo de Tolmas, la plaza llenad de comerciante o la cena en la posada con ese ruido incesante de conversaciones y platos chocando... Todo eso me resultaba agotador.
(No es que no me guste el ruido... El sonido de mi madre o mi padre cocinando, de mi padre arreglando alguna máquina, de mi hermano moviéndose por la casa... Ese tipo de ruido siempre me reconfortó. Saber que estaban cerca me hacía sentir tranquilo. Pero esto... esto es diferente.)
Hunt seguramente piense que duermo demasiado, sobre todo hoy, pero lo cierto es que, si tengo trabajo, soy el primero en levantarme. Solo duermo tanto cuando no tengo nada que hacer.
(La ciudad no se va a ir a ningún lado... pero supongo que no tiene sentido seguir aquí tirado.)
Me incorporé y revisé la pequeña nota que Hunt me había dejado. Se fue a explorar... Bueno, al menos me dejó el desayuno. Me comí un panecillo sin prisa, dejando que el dulzor me despejara un poco la mente. Luego, me metí en la ducha.
(Estoy más nervioso de lo que pensaba. No sé qué hacer ahí fuera... Pero tampoco puedo quedarme aquí encerrado todo el día.)
Una vez listo, salí de la subdimensión. El cambio fue inmediato. La habitación estaba oscura y el fuerte olor a humo impregnaba el aire.
(Me he acostumbrado tanto a la subdimensión que ahora esto me parece extraño... Antes, ni siquiera lo habría notado.)
Con un último suspiro, me dirigí a la parte inferior de la posada. Al bajar, me encontré con la camarera de anoche y sus dos compañeras, además de la dueña. (Según el análisis, sus nombres eran Liria, Cloe, Sera y Dores, respectivamente.)
Liria fue la primera en notar mi presencia cuando bajé a la planta baja de la posada. Me saludó con una sonrisa mientras terminaba de limpiar una mesa.
—Liria— ¡Buenos días, Neo! ¿Dormiste bien?
Me detuve un instante.
●— ¿Cómo sabes mi nombre?—
—Liria— Lo vi en el libro de huéspedes. La doña anota los nombres de todos los que se quedan en la posada. —
No es que me molestara, pero no esperaba que supieran mi nombre tan rápido.
●— Huh… Supongo que tiene sentido. —
Liria me miró con curiosidad mientras terminaba de limpiar una mesa cercana.
—Liria— Tu también hueles bien, por cierto.
●— ¿Eso es raro? —
—Liria— Bueno, aparte de Hunt, sí. Aquí casi todo el mundo huele a leña, humo o sudor, sobre todo en esta época del año.
Antes de que pudiera responder, dos figuras se acercaron a toda prisa.
—Cloe— ¡Hunt dice que haces jabón! —
—Sera— ¡Y además hueles bien! ¡Como flores, pero sutilmente! —
Liria suspiró y se cruzó de brazos.
—Liria— No lo acosen…
Cloe y Sera me miraron fijamente, expectantes.
—Cloe— ¡Dinos cómo hacer jabón!
—Sera— ¡Sí, sí! Nosotras usamos ceniza, pero nunca huele tan bien como el tuyo.
Antes de que pudiera contestarles, Dores, la dueña de la posada intervino desde el mostrador.
—Dores— ¡Déjenlo respirar, muchachas! A ver, Neo, ¿quieres comer algo? —
Miré alrededor. La posada estaba tranquila, la cocina todavía no estaba abarrotada.
●— Sí, si hay algo listo. —
Dores señaló una mesa donde estaban sentadas Liria, Cloe y Sera cuando yo baje las escaleras.
—Dores— Aprovecha para comer ahora que no sabemos cuándo volveremos a tener carne de… — (No entendí muy bien de qué tipo de animal dijo que era la carme, pero me sonó a algún tipo de venado, EL análisis me decía, carne menor de ciervo, grupo 1)
No discutí. Me senté con ellas, y pronto me sirvieron un plato caliente.
— Dores — Entonces, Neo… ¿cómo se hace buen jabón? —
Las tres chicas se inclinaron hacia adelante, esperando mi respuesta.
●— Es simple, en realidad. Solo necesitas grasa animal y un álcali fuerte, como ceniza. Pero lo importante es la proporción y la temperatura. Si lo mezclas bien y lo calientas hasta que… —
Me detuve al ver que ninguna de ellas parpadeaba.
●— …En fin, al final se solidifica y tienes jabón. —
—Cloe— ¡Eso suena increíble! —
—Sera— ¡Yo quiero intentarlo! —
Dores asintió con los brazos cruzados.
—Dores— Bueno, si nos enseñas a hacer jabón, te aseguro que aquí no te faltará comida.
Sonreí levemente y volví a comer. Antes de irme le prometí que algún día iba a hacer con ella un poco de jabón. Salí a la cuidad a buscar las tiendas que Hunt me a indicado.
(No está mal empezar el día así.)
…
Frente a mí, el letrero de la tienda de magia.
(Este es el lugar que Hunt mencionó. Si lo recomendó, debe valer la pena.)
Artefactos mágicos… Si lo que tienen aquí es realmente ingeniería aplicada a la magia, esto podría cambiarlo todo. Tal vez encuentre algo que expanda nuestras posibilidades, algo que rompa los límites de lo que podemos hacer con la subdimensión... o con la energía de este mundo.
Hunt, serás cabrón… No hiciste ni un maldito mapa con la habilidad de cartógrafo. Me ha costado una eternidad encontrar este sitio.
Solté un suspiro y empujé la puerta.
(Bueno… veamos qué tan impresionante es esta tienda de magia.)
El lugar era más pequeño de lo que esperaba. Estanterías repletas de varitas de todos los tamaños cubrían las paredes. Había modelos pequeños y ligeros. También había bastones enormes y ornamentados.
Detrás del mostrador, un hombre de edad avanzada levantó la vista de su libro.
(Según el análisis este hombre se llama Ervin y su oficio es excaballero mágico y vendedor de segunda, ¿vendedor de segunda?)
—Ervin— Bienvenido, joven. ¿Buscas algo en particular? —
●— Solo vine a ver. — Me acerqué a la vitrina y examiné una varita pequeña. —— ¿Cómo funciona esta? ¿Tiene batería de maná o almacena energía de forma pasiva?
Ervin parpadeó, sorprendido por la pregunta. —
—Ervin— Hmm… tiene un núcleo de cristal de Magiston, de la más alta calidad. —
Esa Magiston solo almacenaba 10 punto de mana, comparado con mis puntos de mana no son nada.
●— ¿Pero cuánta energía almacena? ¿Tiene límites de uso por día? —
—Ervin— Depende del usuario…—
Fruncí el ceño.
●— ¿Y estos bastones? Son enormes. ¿Para qué sirven? —
—Ervin— Amplifican hechizos. Cuanto más grande, más poderoso el canalizador. —
●— ¿Hay algún estudio que confirme eso? —
El mago me miró con irritación.
— Ervin — Joven, esto no es una academia. Yo solo vendo artefactos mágicos de la más alta calidad, no estudios fraudulentos. —
(Estudios fraudulentos)
Antes de que pudiera responder, algo en una esquina de la tienda llamó mi atención.
Unas lentes de aspecto refinado descansaban en un estuche acolchado.
●— ¿Qué son esas? —
—Ervin— Las lentes de análisis. Permiten leer la energía mágica de los objetos y criaturas. Son extremadamente precisas. —
Las levanté con cuidado. Eran más complejas que el resto de los artefactos de la tienda.
(Buena distribución de runas, pero el tallado no es uniforme… Las hicieron con prisa y mal.)
No me di cuenta de que lo dije en voz alta hasta que escuché un fuerte chasquido.
Ervin había cerrado su libro de golpe y me miraba con una expresión tensa.
—Ervin— Si no vas a comprar nada, lárgate. —
●—Solo estoy analizando la calidad de los productos. —
—Ervin— ¡Fuera! ¡O llamaré a la guardia! —
Me quedé en silencio un momento.
●—Entiendo.— Dejé las lentes en su lugar y me giré hacia la puerta. —
●— Que tenga un buen día. —
Salí de la tienda con calma, dejando que la puerta se cerrara tras de mí.
==+-+=+-+==
El viejo mago soltó un suspiro pesado y miró hacia la puerta, todavía con el ceño fruncido.
(Primero ese otro tipo, ahora este… ¿Quiénes demonios son? ¿Por qué están tan interesados en los artefactos mágicos? ¿Por qué hacen preguntas tan específicas? ¡Ni siquiera los magos del gremio preguntan tanto!)
Se pasó una mano por la cara, tratando de calmarse.
(Y como si no fuera suficiente… Ayer, en el templo de Tolmas, la estatua se convirtió en oro. De la nada. Un milagro, dijeron algunos… pero ahora me pregunto si fue otra cosa.)
Miró las lentes de análisis en la vitrina, aun pensando en cómo ese hombre (Neo) había detectado las fallas del artefacto con solo mirarlo.
(¿Y si no fue un milagro? ¿Y si fueron ellos?
estatua llevaba siglos ahí sin cambiar! Y ahora, estos dos aparecen y preguntan por cada artefacto de la tienda… No puede ser coincidencia.)
Tragó saliva.
(No sé qué están buscando, pero no quiero tener nada que ver con ellos… Y si la guardia tiene algo de sentido aprecio por su vida, tampoco deberían quererlo siento demasiado poder dentro de ellos.)
==+-+=+-+==
Salí de la tienda de magia y dejé que la puerta se cerrara tras de mí. (Bueno… eso fue decepcionante.)
El sol ya estaba alto, indicando que la tarde había avanzado más de lo que esperaba. Aún tenía tiempo antes de regresar a la posada, así que decidí seguir explorando.
Caminando por la calle, mis ojos captaron un pequeño local con un cartel de madera tallado con dibujos de cucharas, tenedores y platos.(¿Qué puede haber en una tienda de cosas para el hogar en un mundo como este?)
Decidí acercarme. Desde la entrada, vi estantes llenos de platos, cubiertos y ollas de barro y cobre. Algunos tenían decoraciones talladas a mano, pero el acabado era tosco en comparación con lo que se vería en la Tierra.
(Las herramientas de cocina son funcionales, pero primitivas… El nivel de metalurgia en esta ciudad es bastante bajo.)
Seguí caminando por las calles y pronto me topé con algo más preocupante una carnicería. O más bien, un puesto donde la carne estaba colgada al aire libre, sin protección alguna.
(Esto no puede ser higiénico… No hay refrigeración, no hay conservantes, ni siquiera un método de aislamiento. ¿Y si llueve? ¿Y los insectos? ¿Y las bacterias? ¿No se enferman con esto?, menos mal que en la subdimensión la carne no se pudre)
Algunas piezas estaban sobre tablones de madera, con la sangre escurriendo por los lados y mezclándose con el polvo del suelo. Vi a un carnicero afilando un cuchillo sin siquiera limpiarlo después de cada corte.
(Mejor sigo caminando… No quiero pensar en qué comí ayer.)
A medida que me adentraba más en la ciudad, noté un patrón en las calles. Eran angostas, con casas construidas muy juntas, dejando apenas espacio para caminar.
En el centro de cada calle corría un pequeño canal de agua sucia.
(Esto es… agua de desecho. Lo usan como alcantarillado abierto.)
El olor no era tan fuerte, probablemente porque las casas tenían pequeñas salidas de piedra que ayudaban a canalizar los residuos, pero seguía sin ser una solución eficiente.
Después de caminar sin rumbo durante un rato, me di cuenta de que había llegado a una zona menos transitada. Cerca del muro de la ciudad, un edificio sólido de piedra y madera llamó mi atención.
Un cartel colgaba sobre la entrada un yunque tallado con precisión.
(¿Un herrero? Parece un taller, pero el cartel es diferente a los que vi antes… Es más detallado.)
Sin pensarlo demasiado, abrí la puerta y entré.
El calor me golpeó de inmediato. El aire olía a metal caliente y carbón, el sonido del martillo resonaba con cada golpe preciso sobre el yunque. Un hombre grande, con brazos marcados por años de trabajo, golpeaba una pieza de metal incandescente con movimientos firmes y calculados. Me quedé de pie, observando en completo silencio.
(Es hipnótico… No solo el proceso, sino la precisión de sus movimientos. Sabe exactamente cómo y dónde golpear, cómo girar el metal, cómo controlar la temperatura… Es un maestro en su arte.)
Sin darme cuenta, había pasado horas observando. De repente, el sonido del martillo cesó. El hombre dejó la daga sobre la mesa de trabajo y se giró lentamente hacia mí.
—Durman— Entonces, ¿te ha gustado el espectáculo, o qué? —
Tardé un segundo en responder. Me había quedado tan absorto en el proceso que casi olvidé que estaba en una conversación. Sacudí la cabeza, recuperando la compostura.
—Durman — Antes de que sigas mirando la hoja como si fueras un novatillo, ¿quién demonios eres? —
Levanté la vista y le devolví la mirada con calma.
●—Neo, y soy Ingeniero. — Le di la mano como nos enseñó Teodoro. —
(Durman entrecerró los ojos, cuando dije la palabra "ingeniero".)
—Durman— Hmph. Durman, jefe del gremio de herreros. — Nos estrechamos la mano. Su agarre era firme, duro como el metal que forjaba.
(Fuerza bruta y experiencia… No es solo un herrero, es un veterano del oficio.)
●— Sí, tu técnica es impresionante señor. —
(El herrero soltó una breve risa y cruzó los brazos.)
—Durman— Je, claro que lo es. Ahora dime, ¿qué opinas de la daga?
Me acerqué a la mesa y la tomé con cuidado. Su filo reflejaba la luz del fuego con precisión, la estructura estaba bien equilibrada, la simetría casi perfecta. Pero en cuanto mis dedos recorrieron la hoja, noté algo… decepcionante.
●— Es una pena. —
—Durman— ¿Qué? —
●— Su apariencia es preciosa… pero el material con el que está hecha es un problema. Usaste un acero blando, ¿cierto? —
(Durman arqueó una ceja, entre curioso y molesto.)
—Durman— ¿Blando? ¡Esto es acero puro! —
●— No, esto es un acero con una composición casi de cementita. Es extremadamente duro, lo admito, pero también frágil. Tu habilidad al forjar es excelente, logras mantener el balance entre dureza y filo con precisión… pero esta daga no va a durar mucho. Se romperá con facilidad. —
(Durman frunció el ceño, pero no me detuve.)
●— Si en lugar de usar este acero de… mierda, usaras algo como un acero L6 Bainite, la calidad subiría drásticamente. Hablamos de un acero con aproximadamente 0.7% de carbono, lo que lo convierte en un acero hipoeutectoide. Esto significa que, dependiendo del tratamiento térmico, puedes llevarlo justo al punto de transición entre la ferrita y la formación de perlita, logrando un equilibrio óptimo entre dureza y resistencia al impacto. —
Durman parpadeó, pero yo seguí.
●— Lo importante es que, si lo tratas correctamente, puedes obtener una microestructura bainítica, lo que lo hará extremadamente resistente sin perder flexibilidad. Pero cuidado, el enfriamiento es clave. Si lo enfrías de manera abrupta, podrías inducir tensiones internas que generarían grietas. Lo ideal sería un enfriamiento isotérmico en un baño de sales o en un medio de control térmico adecuado para evitar la formación de martensita descontrolada, lo que podría provocar fragilidad en la estructura. —
Durman me miraba fijamente, los brazos cruzados y una vena palpitándole en la sien.
—Durman— …¿Qué coño has dicho? —
Durman me miró fijamente, cruzando los brazos sobre su pecho.
—Durman— Haver, zagal. Mucho hablar, pero quiero pruebas. Si mi daga es frágil como dices, demuéstramelo. —
Levanté una ceja y tomé la daga de la punta con los dedos.
Sin pensarlo dos veces, levanté la mano y la golpeé con fuerza contra el suelo de adoquines.