Días después, en su departamento, revisó los expedientes. Fotografías, informes forenses, testimonios. Y entonces, lo descubrió:
Cada víctima había sido parte de su taller de terapia de grupo, años atrás.
Un escalofrío recorrió su espalda.
La mente es un laberinto de sombras. Y en algún lugar de ese laberinto, había algo que ella no recordaba.
Buscó en sus archivos personales. Registros de sesiones, notas clínicas. Fue entonces cuando encontró un nombre que le resultó inquietantemente familiar:
"Eco".
No tenía apellidos. Solo ese seudónimo.
Era un paciente enigmático. No hablaba mucho, pero cuando lo hacía, tenía la capacidad de manipular a los demás. Sabía exactamente qué decir para hacer que alguien dudara de su propia realidad.
"Eco" desapareció después del taller.
Ahora, una pregunta crecía en su mente como una infección: ¿y si él nunca desapareció? ¿Y si, de alguna manera, seguía allí, en su cabeza?