La paranoia la devoraba. Cada asesinato encajaba demasiado bien. Como si la persona detrás de ellos supiera exactamente lo que ella sabía.
Como si esa persona... fuera ella misma.
Comenzó a investigar su propio pasado, buscando cualquier pista que explicara las lagunas en su memoria. Y entonces encontró un expediente antiguo.
El suyo.
Trastorno disociativo de identidad.
No podía ser. Ella era la doctora, no la paciente.
¿O lo era?
Con horror, entendió la verdad:
Las víctimas eran personas que la habían traicionado. Y durante sus episodios disociativos, había creado a "Eco" como una sombra de sí misma, un eco de su dolor.
Los había matado.
Ella.