Chereads / Doen Hanabusa / Chapter 3 - Capitulo 3; Búsqueda Del Abba

Chapter 3 - Capitulo 3; Búsqueda Del Abba

-El pueblo al oeste dormía bajo la neblina matutina, apenas desperezándose con los primeros rayos del sol. Las calles de tierra estaban desiertas, salvo por un par de perros flacos que hurgaban entre barriles de basura. El aire olía a humedad y madera vieja, un perfume familiar para viajeros acostumbrados a tierras remotas.-Doen, Yuri y Ren avanzaron en silencio por la calle principal. Los edificios, algunos con pintura descascarada, se alineaban como testigos olvidados de tiempos mejores. Finalmente, llegaron a un pequeño local con un letrero tambaleante que decía simplemente "Bar" en letras torcidas. Una lámpara aún encendida parpadeaba sobre la puerta._Aquí encontraremos respuestas -dijo Yuri con más esperanza que convicción._¿Estás segura? -preguntó Ren, cruzándose de brazos.- Los bares no suelen ser la fuente más confiable de información._Los rumores viajan rápido donde hay licor. No subestimes a los borrachos. -dijo la joven mientras va a la puerta del bar.-Empujaron la puerta, y un tintineo metálico resonó al abrirse. El interior estaba medio oscuro. Mesas vacías, una barra mal iluminada y un hombre robusto que limpiaba vasos con un trapo grisáceo. Su mirada se alzó un instante cuando entraron, pero no les dio más importancia y volvió a su labor.-Doen se quedó parado en el umbral, sus ojos oscuros recorriendo cada rincón. Había algo en el lugar que le provocaba una ligera inquietud, una sensación de peligro latente que no lograba identificar. Ren notó su expresión y susurró: _Relájate. Nadie sabe quién eres. -dijo la hermana menor. Yuri le dirigió una mirada rápida. _Pero no te confíes demasiado. Y sobre todo... -De pronto, yuri se inclinó hacia él y comenzó a ocultar la cola de doen dentro de sus ropas.- No dejes que vean tu cola.-Doen levantó una ceja, desconcertado, pero asintió sin preguntar. Se sentaron en una mesa cerca de la ventana. El sol empezaba a iluminar el interior, llenando el bar con un resplandor pálido y exponiendo el polvo que flotaba en el aire. Un camarero con delantal sucio se acercó._¿Qué van a querer? -preguntó con voz áspera._Desayuno para tres -respondió Yuri.-Pronto llegaron los platos: huevos fritos, tocino, panqueques cubiertos de mantequilla y sirope. Ren frunció el ceño al ver la montaña de comida._Esto es una bomba de grasa. -dijo la chica de coletas._Demasiado pesado para la mañana -murmuró Yuri, apartando el tocino con el tenedor.-Doen, sin embargo, empezó a comer con entusiasmo. No parecía molestarle la falta de delicadeza en la comida, aunque clavaba los cubiertos de manera torpe, como si estuviera usando armas más que utensilios. Los cuchillos y tenedores se hundían en los panqueques como lanzas en un campo de batalla, arrancando pedazos que llevaba a la boca sin esfuerzo. Ren suspiró y le hizo un gesto a Yuri, señalando la barra.-Yuri se levantó de su asiento y se dirigió con paso decidido hacia la barra. Con una sonrisa tensa, dejó caer unas monedas sobre la superficie pulida._Estoy buscando una planta llamada Abba. -dijo la joven quedándose parada enfrente de la barra._No hay Abbas por aquí. -El bartender apenas levantó la vista. Siguió secando un vaso con exagerada lentitud._¿Por qué no me cuentas dónde solía crecer? -Yuri arqueó una ceja, manteniendo la calma._Está extinta. -El hombre suspiró y dejó el vaso.- La sobreexplotaron por sus propiedades rejuvenecedoras. Se volvió demasiado codiciada para sobrevivir.-Los ojos de Yuri se entrecerraron, la furia burbujeando bajo la superficie. A pesar de su fachada tranquila, su voz tenía un filo cortante.

_Todo tiene un origen. Seguro aún quedan algunas. ¿Dónde la encontraron por última vez? -insistió la joven.

-El bartender se encogió de hombros y empezó a tararear, como si no hubiera escuchado. Yuri respiró hondo, apretando la mandíbula. Sin mirar atrás, llamó:_Doen, ven. -dijo yuri con voz firme.-El joven obedeció al instante. Se acercó despreocupado, sus pasos ligeros y su expresión inocente, aunque sus ojos observaban todo con la curiosidad inquieta de un depredador joven. Yuri dejó caer unas monedas sobre la barra con un tintineo seco._Esto debería refrescar tu memoria. -dijo con su mirada fría como el hielo, fingiendo una sonrisa.-El bartender miró el dinero y lo tomó con una mano. Sin decir una palabra, deslizó una hamburguesa hacia Doen, quien no dudó ni un segundo en tomarla y darle un gran mordisco._Bien... -resopló el hombre tras un suspiro.- La planta solía ser común, pero unos tipos empezaron a cosecharla de manera excesiva. No permitieron que se reprodujera, y ahora no queda nada._¿Dónde? -insistió Yuri, su tono tan cortante como una hoja afilada.-El bartender volvió a evadir la pregunta, ahora concentrado en limpiar la barra como si su vida dependiera de ello. Yuri respiró hondo para calmarse, pero su paciencia estaba al límite.-Dejó más monedas sobre la mesa con un chasquido. Esta vez, también deslizó unas papas fritas con aros de cebolla hacia Doen, quien comía sin parar, ajeno a los sabores que probaba._Dijiste que era una planta común en esta zona -insistió Yuri con voz tensa.- ¿En qué dirección se encontraba?_En una montaña a doce kilómetros de aquí, el polen llegaba lejos entonces incluso llegaba a crecer por este pueblo. -respondió el hombre._¿Pero en que dirección? -siguió insistiendo la joven.-El hombre no respondió. El silencio se alargó. Entonces, con un movimiento lento, Yuri miró a Doen.-El muchacho, aún con la boca llena, captó la señal. Dejó la comida a un lado, se inclinó hacia el bartender y, aunque no tenía una estatura impresionante, lo agarró por el cuello de la camisa y lo acercó con una fuerza sorprendente.-La expresión de Doen cambió. Sus ojos oscuros se endurecieron, y aunque su rostro seguía siendo juvenil, una presencia diferente emanó de él. Era la sensación de estar frente a una bestia al acecho, con instinto puro, salvaje y aterrador. El bartender palideció, su respiración se aceleró, y comenzó a temblar._Está... en la montaña al este -balbuceó con voz temblorosa.- Doce kilómetros desde aquí... es... la única dirección...-explico mientras trataba de desviar la mirada de Doen, no soportando la mirada del joven. Yuri mantuvo su mirada fija mientras el hombre seguía hablando apresuradamente._¡Lo siento por quitarles dinero! Nunca vienen clientes por aquí desde que...-trato de explicar cuando su voz se corto. Sus ojos se desviaron hacia una mesa al fondo. Un par de hombres lo observaban con expresiones severas. El bartender cerró la boca de golpe, y con manos temblorosas, se apartó rápidamente hacia la cocina._Tenemos lo que necesitamos. Vámonos. -Ren, que había seguido la escena en silencio, se puso de pie.-Con la información en sus manos, el trío dejó el bar atrás y se dirigió de vuelta al aeroplano, listos para su siguiente paso. La máquina, un transporte pequeño pero ágil, rugió con fuerza al despegar en dirección a la montaña del este, situada a unos doce kilómetros de distancia. Los tres jóvenes estaban enfocados en su misión, pero no eran los únicos interesados en la planta Abba.-En la penumbra del bar, los hombres de una mesa cercana cruzaron miradas inquisitivas._¿Crees que están aliados con la mujer que nos llevamos por ser usuaria aura? -murmuró uno de los hombres, susurrando apenas para no ser oído.-El más joven de ellos, con una figura esbelta y una presencia sutilmente afeminada, se pasó la mano por el cabello perfectamente peinado y sonrió con un aire de superioridad._No seas idiota -dijo con voz melosa, pero cargada de una autoridad inesperada.- Es obvio que sí. Las dos chicas tienen un parecido demasiado evidente. Deben ser sus hermanas... o hijas. Esos ojos no engañan._Si son familia directa, entonces también podrían ser usuarias de aura. -El hombre corpulento a su lado asintió con una mueca de preocupación.-El joven afeminado dejó escapar un suspiro dramático y se acomodó la camisa ceñida con elegancia._Claro que lo son. Y si no lo son ahora, pronto lo descubrirán. -dijo colocando los codos en la mesa para posar su mentón en sus manos._Coronel Peceto... ¿qué hacemos? -preguntó uno de los hombres con una reverencia casi exagerada.-Peceto levantó una ceja con desdén, sus finos labios se curvaron en una sonrisa juguetona._Los dejaremos buscar la planta Abba. -Hizo una pausa dramática, como si saboreara cada palabra.- Mantendremos los ojos sobre ellos._Pero ¿cómo sabremos si son usuarios de aura? -pregunto el hombre corpulento y de color junto a el._Los usuarios de aura sienten la presencia de otros cuando aprenden a manifestarla. Es algo que puede ocurrir de varias maneras: en momentos traumáticos, de peligro, mediante un entrenamiento intenso... o cuando otro usuario despierta el aura dentro de ellos. Pero aquí está el truco -su voz se volvió un susurro cargado de malicia:- si sienten nuestra presencia, es porque ya han despertado el aura. Y si es así... tenemos que eliminarlos o usarlos para ya saben que...-dijo con una sonrisa formándose en sus rosados labios.-Sus ojos brillaron con una fría determinación mientras su grupo asentía en silencio. Sin más, Peceto se levantó con gracia exagerada, casi como un actor de teatro, y ordenó a sus hombres que prepararan el vehículo.

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-En la montaña, Yuri, Ren y Doen caminaban lentamente, sus ojos atentos al entorno, buscando con cuidado entre las plantas de la montaña.

_¿Cómo es esta planta? -preguntó Ren, suspirando con frustración._Blanca con colores intensamente rojos -respondió Yuri, con un tono suave.- Sumire mencionaba esos colores con tanto entusiasmo... era su combinación favorita. -dijo la joven buscando en los contornos de un arbol. Ren cerró los puños._¡Deja de hablar de ella! -dijo con dureza.- Cada vez que escucho su nombre, siento que quiero correr y gritar su nombre para encontrarla...-Yuri bajó la mirada, reprimiendo una emoción que amenazaba con desbordarse. Sin decir más, se dedicó a buscar con renovada energía. Mientras tanto, Doen colgaba de una rama con la cola, boca abajo, mirando al horizonte con una expresión distraída. Ren frunció el ceño._¡Baja de ahí, tonto! -gritó, dándole un golpecito en la nuca que lo hizo balancearse como un saco de boxeo.- Esto no es un juego ni un paseo. Estamos aquí por Sumire, la mujer que te alimentó y vistió. ¡Deja las tonterías y ayuda!-Doen se giró lentamente, mirando a Ren de reojo. Luego señaló hacia adelante con calma._Por ahí. -dijo en un tono tranquilo y ronco, aun no hablaba mucho.-Antes de que Ren pudiera replicar, Doen se soltó de la rama, dio un giro elegante y comenzó a caminar en la dirección que había indicado. Ambas hermanas caminaron con el, siguiéndolo no tan convencidas. Ellas caminaron junto al joven por unos 15 minutos._Si estás jugando... -murmuró Ren, amenazante.- Te patearé en las bolas.-Doen apartó unas hojas con delicadeza. Detrás de ellas, en un claro iluminado, estaba la planta Abba. Sus pétalos blancos y rojos parecían arder con una belleza sobrenatural. Un escalofrío recorrió la espalda de Ren y Yuri al verla._¿Cómo... sabías que estaba aquí? -preguntó Yuri con voz temblorosa.-Doen simplemente sonrió. Justo cuando estaba por hablar, su expresión se endureció, y un ruido de pasos rompió el silencio. Palmas resonaron con un ritmo burlón._Bravo, bravo. Qué despliegue de habilidad. -El aplauso sarcástico se hizo más fuerte cuando un hombre de complexión esbelta emergió de las sombras. Llevaba una chaqueta militar impecablemente ajustada y tenía un aire que oscilaba entre la exageración cómica y el peligro contenido.- Encontraron la posible última flor Abba -continuó, pasándose una mano por el cabello perfectamente peinado y soltando una risa delicada, casi femenina.- ¡Magnífico! Seguro hará una excelente crema rejuvenecedora para mantener mi piel tan suave como seda.-Yuri dio un paso hacia adelante con el ceño fruncido, pero su cuerpo se tensó cuando sintió que las armas de varios hombres se levantaban y apuntaban directamente hacia ellos. Ren también detuvo su avance, con las manos en puños. Pero no pudo contenerse._¿Quiénes son ustedes? -exigió Ren con una voz dura.- ¿Ustedes se llevaron a mi hermana?-Uno de los hombres, robusto y de piel oscura, lanzó una mirada al hombre que lideraba el grupo._Coronel Peceto, usted tenia razón -dijo con una mueca de triunfo-. Sabía que eran familia. Las dos chicas son idénticas a la peregrina.-El coronel Peceto sonrió con suficiencia, como si todo esto fuera una escena planeada solo para su diversión. Se arregló un mechón de cabello._Claro que sí. Era obvio desde el principio. -Dio un paso hacia adelante, inclinándose con una teatralidad desbordante.- Permítanme presentarme. Soy el Coronel Peceto, comandante de una base militar a cincuenta kilómetros al sur de aquí, y ahora su problema más grande. -Hizo una pausa, señalando con un dedo largo y delgado hacia Ren.- Y sí, me temo que tienen algo que nos interesa._¿El sur está por allá? -Doen inclinó la cabeza y señaló una dirección. Peceto parpadeó, claramente ofendido._¡No, idiota! ¿No sabes orientarte? ¡El sur es por allá! -Señaló con una mano exageradamente extendida. Doen asintió con expresión serena. _Ah, gracias. -Y comenzó a caminar en la dirección que Peceto había indicado.-Hubo un momento de silencio atónito._¡Oye, no te hagas el listo! ¡Vuelve aquí! -gritó Peceto, con una vena palpitante en la frente.- ¡No he terminado mi discurso!-Antes de que pudiera reaccionar, Ren dio un paso adelante, su pie barriendo con fuerza las piernas del coronel. Peceto cayó de cara al suelo con un golpe seco._¡Maldita sea! -gritó uno de los soldados, pero su preocupación por su líder los detuvo de disparar.-Yuri no perdió tiempo. Agarró a Ren de un brazo, tirando de ella mientras con la otra mano sujetaba a Doen._¡Corre! -grito la chica arrastrando a ambos niños.-Con un solo movimiento, los tres se lanzaron hacia el aeroplano. Yuri subió primero, encendiendo los motores mientras Ren y Doen se tambaleaban dentro. Los soldados de Peceto golpearon las ventanas y trataron de aferrarse al fuselaje, pero fue demasiado tarde. Los propulsores comenzaron a despegar, y el vehículo se alzó en el aire._¡Atrápenlos, idiotas! -gritó Peceto mientras se levantaba, limpiándose la cara llena de polvo y tocándose el cabello con horror.- ¡Mi cara perfecta! ¡Mi piel impecable ha sido mancillada! ¡Esto lo pagarán con la vida!_¿Disparamos, coronel? -preguntó el hombre robusto que lo acompañaba, sus ojos fijos en el aeroplano. Peceto lo fulminó con la mirada._¿Qué crees que significa mi expresión de furia? ¡Por supuesto que disparen! -grito irritado el coronel.-En segundos, ametralladoras ocultas bajo el fuselaje de su propio vehículo se desplegaron. Yuri, viendo el movimiento desde el espejo lateral, dio un grito ahogado y tiró de los controles, haciendo que el aeroplano zigzagueara en el aire mientras las balas pasaban rozando._¡No quiero morir aquí hermana! -Ren gritaba, aferrada al asiento del copiloto._¡Cállate y déjame pilotar! -le gritó Yuri-. ¡Tu hermana mayor esta aquí y no dejara que nada te pase! ¿Oíste, ren?-Doen, por su parte, rebotaba dentro de la cabina, incapaz de estabilizarse con las maniobras bruscas.-Mientras tanto, en el aeroplano de Peceto, el hombre corpulento, llamado Garrón, observó la nave que disparaba con curiosidad antes de dirigirse al coronel._Coronel... ¿vio lo mismo que yo? -pregunto el hombre mirando de reojo a su coronel. Peceto se ajustó el uniforme, mirando con desdén._¿Que mi ropa perfectamente planchada también se arruinó? -respondió con irritación mientras se sacudía la tierra. Garrón negó con una gota de sudor en la sien._Ehh...No. El chico que no sabia orientarse... tiene una cola. -dijo garrón mientras seguía disparando._He visto criaturas más raras que un niño con cola. -Peceto suspiró, rodando los ojos.- ¿Qué importancia tiene?_Podría ser un despertado del vacío. -dijo Garrón con un tono sombrío.- Una señal de habilidades únicas. Humanos nacidos bajo energías positivas y negativas del cielo y la tierra. Personas destinadas a alterar el equilibrio que buscamos...-Por un instante, Peceto guardó silencio. Luego sonrió, sus ojos destellando con una mezcla de interés y codicia._Entonces... -murmuró con un tono sedoso.- los necesitamos vivo.-El rugido de los motores se apagó cuando el aeroplano tocó tierra frente a la enorme base militar. Yuri entrecerró los ojos al ver las gigantescas letras L.L. que coronaban las torres de vigilancia, un recordatorio imponente de la presencia absoluta de la Legión Lex. Al abrirse la compuerta, los tres ocupantes saltaron al suelo sin perder tiempo._Necesitamos una estrategia -dijo Ren con firmeza, su mirada escaneando el terreno.- No podemos simplemente irrumpir.-Doen se estiró los hombros, su tono despreocupado como si estuviera a punto de entrar en una pelea callejera y no en un campo de batalla._Yo lucharé. Ustedes busquen a Sumire. -dice el joven mientras estira los brazos._¡Estás loco! -replicó Ren con una mezcla de furia y ansiedad.- No porque seas más fuerte que nosotras significa que puedas con todos ellos ¡Se realista!_Esto es por tu hermana. -Doen, con una calma que rozaba la indiferencia, la miró.- ¿No lo entiendes?_Tiene razón. -Yuri tomó la palabra, su voz afilada.- Tenemos que sobrevivir los tres. Encontraremos otra manera._Confiar en mí. -Dijo doen algo torpe, su determinación era inquebrantable.-Un nuevo sonido de motores resonó, cortando la discusión. Un segundo aeroplano aterrizó, y del interior descendió un hombre con una actitud que irradiaba superioridad. El coronel Peceto ajustó su gorra mientras caminaba hacia ellos con las manos en los bolsillos, una sonrisa sarcástica curvándole los labios._¿Con que un "despertado del vacío"? ¿Eh? -comentó, su tono impregnado de burla mientras dirigía una mirada desdeñosa hacia Doen.- Primera vez que escucho ese término._¡Doen! ¿No te he dicho que debes ocultarla? -Los ojos de Yuri se abrieron de par en par al notar lo que había pasado._Pensé que no había nadie cerca en ese momento. -Doen se llevó la mano a la cola que sobresalía, encogiéndose de hombros._No puedo permitir que alguien que amenaza el equilibrio perfecto de la Legión Lex ande libre por ahí. -Peceto sonrió con frialdad.- ¿Te gustaría unirte a nosotros? Si no aceptas, te someteré y usaré tu cuerpo para experimentos... igual que hacemos con los usuarios de aura.-Doen escupió al suelo y levantó la cabeza con una sonrisa desafiante._Sigue soñando. Trabajar bajo las órdenes de una niña... No, gracias. -dijo con los brazos cruzados y alzando el mentón. El rostro del coronel se tiñó de rojo, y su voz, aunque contenida, temblaba de furia._No soy una niña. -expreso con tono su enojo contenido.- Que me preocupe por mi apariencia no me hace menos hombre que tu._Entren y busquen a Sumire. -desviando la mirada, Doen habló con las dos hermanas.- Los únicos peligros están aquí afuera. -El disparo resonó antes de que Ren pudiera replicar. Un instante después, Doen cayó al suelo. Mientras Garrón, el hombre de piel oscura con una expresión imperturbable, bajaba su arma con un ademán profesional._Eso fue rápido -dijo Peceto, soltando una carcajada.- Lástima que no podamos estudiarlo vivo. Aún muerto, su cuerpo podrá ser útil.-Las palabras se congelaron en su garganta cuando Doen comenzó a moverse. Una lágrima solitaria resbaló por su mejilla._Eso dolió... -murmuró, limpiándose la sangre del rasguño que se le hizo en la frente mientras sus ojos se encendían de furia. Aquel rasguño es como si le hubieran arrojado una piedra a un niño- Ahora sí me hicieron enojar.-Con un movimiento fluido, desenfundó sus machetes. Ren lo miró boquiabierta, mientras Yuri reaccionaba, tirando de su mano._¡Corre! -gritó Yuri._¡Doen, no te mueras, cabeza dura! -Grito Ren mientras empezaba a correr junto a su hermana.-Los hombres de Peceto apuntaron hacia las chicas, pero no tuvieron tiempo de disparar. Doen se lanzó contra ellos como una tormenta. Su machete derecho cortó una mano, y el izquierdo abrió una herida brutal en el torso de otro soldado. La sangre salpicó el suelo mientras los gritos de dolor llenaban el aire. En segundos, los cuerpos de los mejores hombres de Peceto yacían desangrados. Garrón observó la escena con una mezcla de incredulidad y respeto._Te lo dije -murmuró para su comandante.- Estos tipos no son normales. -dijo el hombre de color mientras ve la cola de mono que sobresalía de atrás de Doen. Peceto comenzó a desabotonarse la chaqueta, entregándosela a Garrón._Entonces, presta atención. Esto no ha terminado. -dijo el coronel algo confiado. -Se quitó la camisa, revelando una musculatura delgada bajo una camiseta blanca sin mangas. Su expresión de superioridad no había cambiado._Te felicito por tu habilidad -dijo Peceto, su sonrisa ladeada.- Pero ahora te enfrentarás a mí. No subestimes lo que puedo hacer, chico. Y no te perdonaré por hacerme ensuciar las manos. Por eso... sufrirás.-Doen escupió al suelo y levantó sus machetes, ajustando el agarre en las empuñaduras con una precisión instintiva. Sus músculos se tensaron como los de un depredador al acecho. Con una postura ligeramente encorvada, flexionó las rodillas y alzó ambos brazos, haciendo resonar su respiración en gruñidos profundos y prolongados, el sonido reverberando como el rugido de una bestia salvaje en la espesura. Se infló para parecer más grande, más imponente, una táctica que había utilizado en la naturaleza para intimidar a criaturas mucho mayores que él. El coronel Peceto observó con una mueca de desagrado mientras arrugaba la nariz. _¿Vas a pelear como un animal sucio? -dijo con una voz impregnada de desdén.- Entonces no esperes piedad de mi, Odio a los animales salvajes.-Sin más palabras, ambos se lanzaron. Doen atacó primero, los machetes cortando el aire con un silbido feroz. Peceto, con la agilidad de alguien que había perfeccionado su técnica durante años, anticipó el golpe y lo esquivó con una rapidez calculada. Contraatacó de inmediato con un puñetazo dirigido al rostro de Doen, pero este, más rápido de lo que parecía, se deslizó hacia abajo y se lanzó como un toro en una embestida baja, buscando derribarlo.-Peceto lo vio venir y respondió con un rodillazo certero al abdomen. El golpe resonó como un tambor, pero Doen ni siquiera vaciló. El coronel parpadeó sorprendido. _¿Eres puro músculo? -alcanzó a decir antes de que Doen le propinara un cabezazo brutal en la nariz. El crujido fue seco, y Peceto retrocedió, furioso. Se recuperó de inmediato y, con un movimiento rápido, pateó las manos de Doen, desarmándolo.-Los machetes cayeron con un estrépito metálico, lo que enfureció a doen.-El intercambio se volvió una furiosa danza de puños y patadas. Doen cargó de nuevo, lanzando un gancho al costado que Peceto bloqueó con su antebrazo. El coronel respondió con un golpe ascendente al mentón, pero Doen se inclinó hacia atrás para esquivarlo por milímetros. Los pies de ambos chocaron al intentar posicionarse mejor, y Peceto lanzó una patada lateral que Doen bloqueó con su antebrazo derecho antes de devolver una patada que impactó en las costillas del coronel, haciéndolo retroceder.-Mientras tanto, dentro de la base, las hermanas Yuri y Ren corrían por los pasillos, con los pasos resonando en la estructura metálica y sus respiraciones entrecortadas. Las paredes estaban marcadas con el emblema LL, y el aire olía a productos químicos y desesperación. Yuri giró la cabeza, el pánico en sus ojos. _¡Están experimentando con Sumire! ¡Deben tenerla aquí! -murmuró la mayor con angustia.-Ren sentía un nudo creciente en el pecho. La ansiedad la carcomía, cada paso un impulso de gritar el nombre de su hermana. Quería verla, saber que estaba viva. Quería abrazarla.-De repente, una alarma estalló, llenando los pasillos con un estridente rugido metálico. Puertas se abrieron, y hombres uniformados surgieron con armas en mano, bloqueando su camino. Yuri y Ren se detuvieron en seco, sus cuerpos se tensaron al unísono. Sin dudarlo, adoptaron posturas de combate, los ojos encendidos por la determinación.-Los soldados se lanzaron hacia ellas. Yuri bloqueó el primer ataque con el antebrazo y giró sobre su talón, utilizando la fuerza del atacante para lanzarlo contra una pared. Ren esquivó un golpe directo y devolvió una patada al estómago, enviando a su oponente tambaleándose hacia atrás. Las hermanas se movían en sincronía, abriéndose paso con golpes precisos y una fuerza nacida de pura voluntad, aprovechando al máximo su fuerza y usando también la fuerza de sus oponentes en su contra._Doen tenía razón. -dijo Ren entre jadeos, derribando a otro enemigo._¿Cómo lo sabía? -preguntó Yuri, sin apartar la vista del camino.-Ren tragó saliva, quedando pensativa. Un escalofrío recorrió su espalda mientras una inquietante sospecha germinaba en su mente. Afuera, Peceto retrocedió tras recibir una patada contundente de Doen, que respiraba con fuerza, con una sonrisa desafiante. _Aunque no tenga mis armas... -dijo, colocándose en una posición recta.- voy a ganar. Estoy acostumbrado a enfrentarme a bestias mucho más grandes y fuertes que yo. -aseguro con su mirada fija en el otro joven rubio. El coronel rio, sus ojos afilados como cuchillas. _Eres valiente, pero ignorante. -este se limpio la sangre del labio y sonrió.- Hay algo que no conoces. Algo que ni siquiera podrás ver._¿De verdad lo va a usar? -murmuró el subordinado. Garrón, observando desde la distancia, abrió los ojos con sorpresa.-Peceto no respondió. Cerró los puños y respiró hondo. Un instante después, una poderosa aura dorada, flameante y viva, estalló a su alrededor, cubriendo su cuerpo como una armadura de energía pura. El aire crepitó con la intensidad de su poder. Doen lo miró fijamente, su expresión imperturbable, los ojos como dos brasas apagadas._Es obvio que no entiendes. -se burló Peceto con una sonrisa torcida, dejando que la energía irradiara con mayor fuerza.- Ahora no tienes ninguna posibilidad.