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-Doen permaneció quieto, sus ojos fijos en Peceto mientras este avanzaba con su aura dorada resplandeciendo como un sol que emanaba pura agresión. Una sombra de severidad cruzó el rostro de Doen, quien con una voz baja y helada preguntó:_¿Qué hiciste con Sumire? -pregunto el joven de pelo negro. Peceto rodó los ojos con una expresión de hastío._Experimentamos con ella, por supuesto -respondió con una mueca de desdén.- Buscamos la forma de borrar el aura del cuerpo. Quienes se niegan a unirse a la Legión Lex no tienen derecho a usarla. Si los experimentos son exitosos, decidiremos si matarla o no. Cada rastro de su aura debe ser eliminado primero._No entiendo eso del aura -masculló. Doen frunció el ceño, sus labios tensos.-Una carcajada gutural brotó de la garganta de Peceto, que mostró sus dientes en una sonrisa torcida._Entonces te daré una pequeña demostración. -dijo el rubio mientras aprieta mas sus puños.-Sin previo aviso, Peceto se impulsó hacia adelante con una velocidad vertiginosa. Doen apenas tuvo tiempo para parpadear antes de sentir el puño del coronel estrellarse contra su rostro. El impacto resonó como un trueno, y Doen fue lanzado hacia atrás, el aire escapando de sus pulmones. Peceto no se detuvo; su cuerpo ya se movía con la precisión de un depredador. Saltó tras su oponente y, mientras Doen aún estaba en el aire, conectó una poderosa patada en su abdomen. El joven gruñó de dolor mientras el siguiente ataque, un golpe descendente con ambas manos juntas, lo aplastó contra el suelo, creando grietas profundas bajo su cuerpo. Peceto extendió su mano hacia él, con una mirada de puro desprecio._¡Haaa! -grito con impulso.-Una onda kiai invisible lo envolvió, enviando a Doen volando como un muñeco de trapo. En pleno aire, el joven con cola de mono giró sobre sí mismo, aterrizando con un impulso controlado. Su pecho subía y bajaba con fuerza, gotas de sangre resbalaban por la comisura de su boca. Alzó la cabeza y esbozó una sonrisa torcida, limpiándose el rostro con el dorso de la mano._Nada mal... -murmuró, aún jadeando pero como si ya estuviera acostumbrado a eso.-Peceto lo miró desdeñoso, su aura dorada danzando a su alrededor como llamas vivas.-Mientras tanto, dentro de la base, Yuri y Ren corrían a toda velocidad por los interminables pasillos. Llegaron a una puerta blindada, donde una terminal de seguridad pedía una contraseña. Yuri, con la frustración a flor de piel, lanzó una patada contra la puerta. El sonido metálico reverberó en el aire, pero no hubo resultado._¡Maldita sea! -gruñó la mayor.-Ren también lo intentó, embistiendo con el hombro, pero la puerta no cedió. La menor se quedó un momento jadeando antes de que un grito desesperado escapara de su pecho._¡¡Sumire!! -llamó, su voz rasgando el aire con un tono de angustia.- ¡Estamos aquí! ¡Hermana, por favor, responde!Desde el otro lado, una voz débil se alzó como un susurro en el viento._Váyanse... -rogó Sumire._¡¿Qué dices?! -Yuri golpeó la puerta con los puños, la desesperación teñía sus palabras.- ¡No podemos dejarte aquí!_Prefiero quedarme... Si me voy, ellos las perseguirán también. No quiero que corran peligro. Por favor, váyanse ahora. -rogó de nuevo con una voz débil y llena de angustia. -Un escalofrío recorrió la columna de Ren, sus manos temblaban mientras intentaba procesar lo que su hermana mayor estaba diciendo.-Entonces, un pesado clac anunció que la puerta comenzaba a abrirse. Ambas hermanas retrocedieron instintivamente cuando la figura de un hombre gigantesco apareció ante ellas. Su sombra se cernía como una montaña amenazadora, sus músculos tensos bajo una piel pálida. Su expresión era estoica, sus ojos como pozos vacíos._¿Son usuarias de aura? -preguntó con voz monótona, que no dejaba lugar para emociones._¡No lo son! -gritó Sumire desde adentro, su voz quebrándose.- ¡Ellas no han despertado! ¡Déjalas en paz!-Yuri trata de entrar a la habitación pero es apartada de un puñetazo, el golpe hace retorcer a la hermana del medio, con la mirada en blanco y tambaleándose, pues se sintió como ser golpeada con metal para ella, cayendo sentada al suelo. Ren se poso sobre su hermana mayor._¡Aléjate! -Ren dio un paso al frente, su mirada encendida de determinación.-Se lanzó hacia él con una patada directa al pecho. El impacto resonó con fuerza, empujándolo un paso atrás. Sin detenerse, desató una serie de golpes rápidos contra su abdomen, sus puños chocando como martillos. Pero cuando terminó, jadeante, el hombre apenas había retrocedido, sus ojos inexpresivos fijos en ella._¡Ren, aléjate! -gritó Yuri.-El hombre levantó su enorme pierna y lanzó una patada devastadora contra el abdomen de la menor. Ren sintió que el mundo giraba mientras era levantada del suelo. Antes de que pudiera recuperarse, él la atrapó por la cabeza y la estrelló con brutalidad contra su rodilla. Un chasquido seco llenó el aire. La sangre brotó de la nariz y boca de Ren.-Yuri quedó paralizada, sus ojos abiertos de par en par mientras su hermana caía como una muñeca rota. El horror se apoderó de ella al ver cómo el hombre comenzaba a apretar el cuello de Ren, levantándola del suelo como si fuera un peso insignificante._¡No...! -gritó Sumire desde dentro, su voz cargada de impotencia y rabia, lágrimas resbalando por sus mejillas.-Yuri intentó moverse, pero sus piernas se negaron a obedecer. El terror la había dejado clavada en el suelo, incapaz de apartar la mirada de su hermana que luchaba por respirar.-La respiración de Yuri era un jadeo entrecortado mientras se levantaba tambaleante del suelo. Sus puños temblaban, pero no por el frío ni el dolor, sino por la impotencia que ardía en su pecho como una llama incontrolable. Al ver a Ren atrapada por las manos de hierro de aquel monstruo, sintió un nudo en la garganta que amenazaba con ahogarla. Apretó los dientes. Sin pensarlo, cargó contra el hombre gigantesco con toda la fuerza que pudo reunir.-Su golpe se estrelló contra el torso del soldado, pero fue como golpear una pared de concreto. Un crujido seco le recorrió el antebrazo hasta el hombro, y el dolor la hizo retroceder con un grito ahogado mientras se sujetaba la extremidad lastimada. El hombre apenas se inmutó; sus ojos fríos seguían clavados en Ren mientras sus dedos de acero seguían cerrándose alrededor del cuello de la joven._Ren... -murmuró Sumire, su voz apenas un susurro cargado de impotencia. Sus dientes mordieron su propio labio hasta hacerlo sangrar, mientras las lágrimas surcaban su rostro. Las manos que tanto había usado para proteger a sus hermanas ahora temblaban, agarradas a la maquinaria que la mantenía prisionera.- No... no...-Ren, con el rostro pálido y los labios tornándose morados, intentó pronunciar algo. Una palabra se escapó de sus labios con un hilo de voz: _Yu... ri...-decía la menor sin que le pueda salir demasiado aire.-El mundo se detuvo. Yuri bajó la mirada, el eco de su nombre resonando en su mente. Se vio a sí misma reflejada en el suelo: una imagen frágil, rota. Miserable. "¿Nunca pude hacer nada sola?"-Las palabras golpeaban su mente como martillos. Había sido una carga para Sumire desde que tenía memoria. Sus padres habían sido fuertes. Sumire también lo era. Pero ella... siempre dependía de alguien más. De sus hermanas, de sus amigos. Era la que necesitaba ser salvada.-Un torrente de recuerdos inundó su mente. Doen, lanzándose sin dudar al peligro por Sumire. La fuerza y la determinación que había visto en otros. Y ahora Ren... su pequeña Ren, luchando por respirar mientras ella, la hermana mayor, no podía hacer nada. ¡Nada!_No... -susurró, las lágrimas ardiendo en sus ojos. Su voz creció en intensidad. - ¡Ya no!-El soldado volteó la cabeza hacia ella. Sus ojos mecánicos brillaron fría y calculadoramente, y su boca se abrió. Dentro de sus mandíbulas, una luz crepitante comenzó a formarse. Un resplandor de energía pura que anunciaba su fin._¡Corre! -Sumire gritó con desesperación.-Pero Yuri no se movió. Sus puños se cerraron con tanta fuerza que sus uñas perforaron la piel de sus palmas, provocando que salga sangre de su agarre. La energía se agolpó en sus entrañas, alimentada por cada lágrima derramada, cada momento de impotencia que había sentido. Una chispa encendió algo profundo en su interior._...No puedo depender de nadie...Siempre debo depender de externos...a pesar de mis entrenamientos siempre debo ser rescatada...¡Y estoy harta! -murmuró con frustración.- ¡No lo haré más! ¡No voy a correr ahora!-Cuando el proyectil de energía fue disparado hacia ella, Yuri extendió ambas manos. Una luz dorada, ardiente como un fuego que recién nacía, brotó de su cuerpo. Su aura se manifestó con una intensidad brutal, como una tormenta desatada. Rayos chisporrotearon a su alrededor, golpeando su piel como látigos de electricidad. El dolor era insoportable, pero no cedió.-Con un rugido que resonó desde lo más profundo de su alma, desvió el ataque. La energía retrocedió hacia su origen con una fuerza incontenible. El proyectil impactó al soldado, creando una explosión que lo lanzó hacia atrás y liberó a Ren, quien cayó al suelo con un golpe seco, jadeando y llevándose las manos al cuello._Yu... Yuri... -murmuró con voz entrecortada.-Allí estaba su hermana. De pie, rodeada de una aura dorada que bailaba como llamas furiosas. Su cuerpo temblaba bajo el peso de su propio poder, y los rayos seguían azotándola, dejando quemaduras en su piel. Pero sus ojos estaban llenos de algo que no había sentido antes: resolución.-El soldado emergió del humo. Su rostro había perdido la mitad de su piel, revelando un esqueleto metálico y ojos sin alma. Yuri no esperó. Aún con el dolor devorándola, se lanzó hacia él. Bloqueó su siguiente ataque con los brazos y respondió con una patada que lo hizo retroceder.-El androide volvió a cargar su arma, disparando de nuevo aquel proyectil de energía. Esta vez, Yuri no solo desvió el ataque: lo regresó con un giro, como si ella misma lo hubiera lanzado. La explosión retumbó de nuevo, y con un último salto, pateó la cabeza del androide con toda su fuerza. El cráneo metálico rodó por el suelo antes de que el cuerpo se desplomara inerte, con un fuerte ruido indicando que se habían apagado sus sistemas.-Yuri cayó de rodillas. Su aura se desvaneció, y su cuerpo se desplomó hacia adelante mientras tomaba una bocanada desesperada de aire. Las quemaduras le ardían, y cada músculo le dolía como si estuviera al rojo vivo. Pero sonreía._¡Yuri! ¿Estás bien? -Ren, aún jadeando, se arrastró hacia ella y la sujetó por los hombros._Libera... a Sumire...-Yuri apenas pudo susurrar.-Ren asintió, con el corazón latiéndole con fuerza, y corrió hacia su hermana mayor. Sus ojos buscaron frenéticamente los controles de la maquinaria que la mantenía prisionera, pero sus dedos temblaban de incertidumbre mientras dudaba sobre qué hacer._Ren, escucha -dijo Sumire con voz firme, pese a su agotamiento.- los botones de la izquierda, los rojos... tócalos en orden de arriba a abajo. Luego gira la palanca del centro hacia la derecha.-Ren tragó saliva y asintió con determinación. Sus manos pequeñas, aún temblorosas, hicieron exactamente lo que su hermana le indicó. Tocó los botones en secuencia, y con un esfuerzo visible, giró la palanca. Un chasquido resonó, seguido por un suave silbido de liberación. Las ataduras se soltaron, y Sumire se dejó caer hacia adelante, atrapada por los brazos de su hermana menor._¡Sumire! -Ren la abrazó con fuerza mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas. La calidez del contacto la hizo sollozar incontrolablemente._Lo hiciste bien, Ren... Lo hiciste perfecto. -susurró Sumire, sujetándola con ternura.-Antes de que pudieran recuperar el aliento, Ren miró a Yuri, quien yacía desmayada. Con un jadeo preocupado, corrió hacia ella y la levantó con cuidado._¿Va a estar bien? -preguntó Ren, sus palabras quebradas por la angustia._Sí, solo está exhausta -Sumire acarició el cabello de Yuri, intentando transmitir seguridad. Su tono sereno escondía el temblor en sus propias manos._Doen... está afuera -dijo Ren, la preocupación pesando en cada sílaba.- Está luchando contra el coronel.-Los ojos de Sumire se ensancharon, la alarma chisporroteando como una chispa encendida en su mirada. Pero entonces respiró hondo, su semblante endureciéndose con una resolución renovada que había aprendido de Yuri: la lucha aún no había terminado.-Doen estaba afuera de la base, jadeando ligeramente mientras su cuerpo soportaba el peso de la batalla. Frente a él, el coronel Peceto exhibía una musculatura abultada y un aura potenciada que le confería una fuerza sobrehumana. Los golpes del coronel resonaban como cañonazos, y Doen, a pesar de estar visiblemente dañado, mantenía una sonrisa desafiante._Realmente no mentías, chico. -dijo Peceto con una mueca de respeto apenas disfrazado.- Estás soportando una pelea conmigo. Eso ya es digno de admiración.-El coronel flexionó los dedos, y su aura, una energía pulsante de tono carmesí, crepitó a su alrededor. Su fuerza se había multiplicado, cada uno de sus movimientos resonaba con un poder inmenso. Sin embargo, Doen todavía era capaz de mantener un combate cuerpo a cuerpo con él._Ya te lo dije. -replicó Doen mientras esquivaba un puñetazo devastador.- he luchado contra bestias mucho más grandes y feroces que yo, criaturas guiadas solo por el instinto de supervivencia. -Peceto frunció el ceño, pero antes de que pudiera responder, Doen añadió:- Y justo cuando noto que están empezando a agotarse... es cuando dejo de contenerme.-Los ojos de Peceto se entrecerraron, y desde las sombras, Garrón, que había estado observando con tensión creciente, gritó: _¡Cuidado! ¡No lo subestimes, coronel! -advirtió el hombre de color.-De pronto, el aire alrededor de Doen pareció arder. Apretando los puños, liberó una flamígera aura dorada que envolvió su cuerpo. El calor de su energía crepitó como fuego vivo, y el suelo bajo sus pies comenzó a agrietarse. Peceto retrocedió un paso, helado por la intensidad del espectáculo. _Así que también eres un usuario de aura... -murmuró, una nota de asombro colándose en su tono.- ¿Por qué tardaste tanto en usarla? ¿Me subestimabas?_Jamás gasto toda mi energía desde el principio. -respondió Doen con una sonrisa confiada.- Si te quedas sin energía a mitad de una pelea, no sirve de nada haber comenzado con todo. -exclamo el joven con energías renovadas. La furia de Peceto se encendió como un fuego voraz. _¡Estás jugando conmigo! -rugió antes de lanzarse de nuevo al ataque. Su fuerza bruta seguía siendo impresionante, pero esta vez los golpes y patadas eran devueltos con igual intensidad. Doen, envuelto en su aura dorada, sentía cómo la energía de su oponente comenzaba a menguar. Tras un intercambio frenético de golpes, Peceto se apartó, jadeando. _No esperes que te tenga piedad. -dijo Doen, su voz tan afilada como el filo de una espada.- no después de lo que le hiciste a Sumire. Puedo sentir como su energía ya no es ni la sombra de lo que fue por tu culpa._Deja de decir tonterías. -replicó con desdén. Los ojos de Peceto se estrecharon.- Ahora conocerás mi verdadera fuerza.-Sin previo aviso, lanzó una ráfaga de energía, una técnica Kiko, rápida y mortal. La explosión hizo rodar a Doen por el suelo. Apenas tuvo tiempo de levantarse cuando otra ráfaga lo atacó. Esquivó con más facilidad esta vez, pero Peceto se movió a una velocidad increíble y le propinó un golpe directo al rostro que lo envió al suelo.-El impacto sacudió la tierra. Doen dio un grito ahogado cuando su espalda se hundió en el suelo, pero reaccionó rodando justo a tiempo para evitar una patada descendente de Peceto, cuyo pie se hundió en la tierra con fuerza brutal._¿Eso es todo lo que tienes? -preguntó Doen, sonriendo aún cuando la sangre le corría por la comisura de la boca.- Lanzar energía y usar tu fuerza básica para potenciarte... No creo que sea tu límite.-Peceto, ahora irritado y desconcertado, permaneció en silencio. Doen se levantó, sacándose el pañuelo rojo del cuello, empapado en su propia sangre. Lo ató alrededor de su cabeza como una bandana, un símbolo de su resolución. Sus ojos, brillando con determinación, se clavaron en el coronel._Cuando era mas pequeño... -empezó a decir.- los relámpagos me aterraban. No entendía por qué. Pero ahora sé que me recordaban el sonido de los disparos, el eco de las armas de fuego.-La mención de los disparos hizo que la memoria de Peceto se agitara. Algo familiar... Una sombra del pasado. Su padre, una misión, un pueblo llamado "gumele". Un helicóptero que nunca regresó. Un niño con una cola de mono._Transformé mi miedo en fuerza. -continuó Doen.- Eso es el verdadero potencial del aura para mi.-Con un rugido de frustración, Peceto se lanzó hacia él, pero algo cambió. La energía alrededor de Doen se intensificó, el contorno flamígero se volvió eléctrico. Rayos de energía chisporrotearon a su alrededor, su cabello se erizó hacia arriba, salvo por un mechón rebelde sobre su frente. Sus iris brillaron con un azul eléctrico. Peceto se detuvo en seco. _¿Eres un Transformador...? -murmuró, con los ojos desorbitados.- Convierte el aura vital en energía eléctrica...-Antes de que pudiera reaccionar, Doen apareció frente a él en una explosión de velocidad. Su codo golpeó el abdomen de Peceto con la fuerza de un rayo, sacándole el aire y haciendo que escupiera saliva. Peceto trató de contraatacar, pero Doen desapareció de nuevo, reapareciendo detrás para patearlo con un impacto que lo envió volando contra una formación rocosa.-Las rocas se pulverizaron. Saltando con una gracia imponente, Doen concentró energía en sus manos. En una pose de lanzamiento, dirigió un rayo que estalló en una explosión de electricidad pura. Cuando aterrizó, su mirada fulminante se dirigió hacia Garrón, quien retrocedió, aterrorizado. _No puedo luchar... me duele el estómago. -balbuceó, presa del pánico colocando su mano en su vientre y fingiendo dolor.-La energía eléctrica de Doen comenzó a disiparse, su cabello volvió a su estado normal. Sumire, sosteniendo a Yuri en sus brazos, emergió de la base. _¡Doen! ¿Qué fue esa energía que sentí de golpe? ¿Usaste el aura? -preguntó la hermana mayor, asombrada, pues la energía que sintió no se parecia a la de peceto. Doen asintió y miró hacia Peceto. _Es fuerte -admitió el joven, estando visiblemente agotado.- Sigue vivo, pero ya no se levantará.-Garrón, quien hasta ese momento había fingido un dolor en el estómago para evitar el combate, se levantó lentamente y se acercó con cautela. Doen, aunque jadeante y agotado por la transformación intensa de su aura, se puso de inmediato a la defensiva, tensando sus músculos y levantando los puños. Garrón levantó las manos en un gesto de rendición y dejó caer su arma al suelo con un tintineo metálico. Su voz, profunda pero calmada, se alzó entre la tensión que aún impregnaba el aire._No quiero pelear -dijo con seriedad.- Solo quiero hablar.-Doen entrecerró los ojos, escaneando cada movimiento del hombre. Finalmente, con una inclinación apenas perceptible de su cabeza, le permitió hablar sin bajar del todo la guardia._Ahora que el coronel Peceto ha sido derrotado, esto no ha terminado. -Garrón tragó saliva y comenzó con tono bajo pero firme.- De hecho, sólo acaba de empezar. La Legión Lex no dejará esto sin respuesta. Los verá como una amenaza, y cuando vuelvan, será con más fuerza y determinación. Les recomiendo... que se vuelvan mucho más fuertes._¿Eres un usuario de aura? -Doen frunció el ceño.- Lo noté en la forma en que me observabas durante el combate. Esa mirada no es común. Sólo alguien que puede sentir la energía lo haría._Sí. -El hombre asintió, su expresión reflejando un cansancio más profundo de lo que parecía.- Trabajar para esta organización durante tantos años hizo que despertara mi aura. Pero no soy un guerrero, nunca lo fui. No puedo dominarla. Cuando la libero... es como una maldición. El dolor es insoportable. Es por eso que apoyo estos experimentos. Mi único deseo es que algún día encuentren la forma de borrar mi capacidad de usarla.-Sumire, con el ceño fruncido y el dolor aún fresco en su alma, replicó con un tono frío pero decidido:_Entonces, mantendré a mis hermanas preparadas y a salvo. No permitiré que nos vuelvan a atrapar. Debemos recuperar nuestra energía y mejorar aún más. -dijo en un tono firme, determinada en recuperar su energía perdida para proteger a su familia. Garrón la miró con respeto, pero su expresión se volvió sombría._La organización ya tiene la información que buscaban. -dijo el hombre de color antes de advertirles:- Será mejor que encuentren una forma de ocultarse. Puede que la próxima vez tengan los medios para eliminar el aura de un cuerpo por completo.-Un silencio pesado se cernió sobre el grupo. Sumire, Doen y Ren se dirigieron hacia el aeroplano con Yuri aún en brazos de Sumire. La puerta se abrió con un siseo metálico, y uno a uno subieron a bordo.-Antes de que se marcharan, Garrón, con un gesto inesperado de humanidad, se acercó rápidamente y les tendió una maceta con una planta Abba. Su tallo se erguía firme y sus hojas verdes parecían brillar bajo la luz artificial._Tomen esto. Es uno de los últimos ejemplares que quedan en el almacén de la base. Sé que planeaban reproducirla. Cuídela bien. -dijo el hombre con la mirada algo baja. -Doen tomó la maceta con cuidado, sus ojos reflejando una mezcla de desconfianza y gratitud. Sin decir una palabra, subió al aeroplano y cerró la puerta tras de sí. Garrón dio un paso atrás, observando cómo el vehículo despegaba y se alejaba en el cielo. Luego, con un suspiro, se volvió para buscar al inconsciente coronel Peceto.-En el interior del aeroplano, Ren miraba por la ventana, frotándose el cuello con aire pensativo. Doen sostenía la maceta con la planta Abba, sus ojos serenos mientras examinaba las hojas._No creí que pudieras usar aura -dijo Sumire con suavidad, rompiendo el silencio._A veces me cuesta relacionar las palabras con las cosas. -Doen la miró de reojo, con una ligera sonrisa.- Escuchaba la palabra "aura", pero no sabía que era esa energía que salía de mí._Ahora que lo sabes, podremos entrenarte para perfeccionarla. -Sumire asintió, sus labios curvándose en una sonrisa cálida.- La manejas bien, pero aún tienes mucho que aprender._Lo sé... -respondió Doen, su mirada fija en la planta, su mente ya en el camino hacia el crecimiento que le esperaba..
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-Más tarde esa noche, Sumire colocó las dos macetas con los ejemplares de planta Abba junto a la ventana de una pequeña habitación. La luz de la luna las bañaba con un resplandor suave, iluminando las cicatrices de su cuerpo y alma. Suspiró profundamente, cerrando los ojos mientras el aire fresco llenaba sus pulmones. Una mezcla de agotamiento y alivio la recorría. Contra todo pronóstico, había regresado con vida.
_No puedo creerlo -susurró la joven adulta.-De repente, sintió una presencia a su lado. Yuri se había acercado en silencio y apoyaba la cabeza sobre su hombro. Su voz, apenas un murmullo cargado de emociones reprimidas, quebró el silencio._Lo siento, hermana. Lo siento si llego a ser una carga. Siempre te causo problemas en varias ocasiones... Pero te prometo que voy a cambiar. Me esforzaré para ser fuerte, para proteger a nuestra familia como tú lo haces. No quiero que me veas siempre como alguien débil, alguien a quien proteger, si no como...una compañera, alguien util...-decía la hermana del medio, apretando un poco su puño izquierdo. -Las palabras llenas de dolor y arrepentimiento hicieron que los ojos de Sumire se humedecieran. Su corazón se encogió al sentir la vulnerabilidad de Yuri. Conmovida, la rodeó con sus brazos, abrazándola con todo el amor y la calidez que su cuerpo podía transmitir._Yuri... Nunca pienses que eres una carga. Estoy orgullosa de ti. Siempre lo he estado. Ver cómo creces, cómo luchas por mejorar, es mi mayor alegría. No importa qué tan fuerte seas, Lo que importa es que estoy aquí contigo. Y siempre estaré aquí para ver tus logros. -decía la hermana mayor con un tono amoroso y cálido, dando leves caricias en la espalda de su hermana.-Yuri hundió el rostro en el abrazo de Sumire, dejando que sus lágrimas cayeran sin resistencia. La noche se envolvió en un manto de serenidad, mientras las dos hermanas encontraban consuelo en la fuerza del amor que las unía, un vínculo que ni la amenaza de la Legión Lex podría romper..
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-A la mañana siguiente, los primeros rayos del sol iluminaron el improvisado campamento mientras la brisa fresca del amanecer agitaba suavemente las hojas de los árboles. Sumire se desperezó, inhalando el aire puro y sintiendo una renovada determinación en su pecho. Había tomado una decisión: a partir de ese día, ella y sus hermanas comenzarían un régimen de entrenamiento para fortalecer su vínculo con el aura y prepararse para los desafíos futuros.
-En un claro cercano, Ren y Yuri ya se encontraban listas. Ambas llevaban una mezcla de entusiasmo y nerviosismo reflejado en sus ojos. Doen, por otro lado, estaba sentado con las piernas cruzadas, observando la escena con una mezcla de curiosidad y frustración._Muy bien, vamos a empezar. -dijo Sumire, flexionando ligeramente las rodillas y adoptando una postura defensiva.- Ren, Yuri, ataquen juntas. Quiero ver cómo trabajan en equipo.-Las dos hermanas se lanzaron al ataque con energía. Ren, siendo más rápida, intentó rodear a Sumire por la izquierda, mientras Yuri, con un enfoque más directo, avanzó por el centro. Los movimientos de Sumire eran fluidos como el agua. Con un elegante giro, bloqueó el golpe de Yuri con su antebrazo, desviándolo a un lado, y se inclinó justo a tiempo para evitar una patada barrida de Ren._No basta con la velocidad. -les dijo, con una voz tranquila pero firme.- Cada ataque debe tener propósito y control. Un movimiento sin intención es una oportunidad desperdiciada._¡Lo estamos intentando! -Ren gruñó mientras retrocedía unos pasos, resoplando por el esfuerzo.- Pero tú eres demasiado rápida, Hermana._Por ahora. -replicó Sumire con una ligera sonrisa.- Si sigues entrenando, algún día podrías superarme. Pero aún falta camino por recorrer. Ahora, ¡otra vez!-Mientras las hermanas volvían a atacarla con renovado esfuerzo, Doen observaba con las cejas fruncidas. Finalmente, dejó escapar un suspiro y preguntó con voz quejumbrosa: _¿Puedo luchar también? Esto de sentarme aquí no es para mí.-Sumire bloqueó un nuevo golpe de Ren y desvió una patada de Yuri antes de voltear levemente la cabeza hacia él. _No. -respondió con calma.- Necesitas relajar tu espíritu. Si quieres hacer crecer el poder de tu aura, debes aprender a calmar tu mente y controlar tus emociones. Ya eres fuerte físicamente, Doen, pero la fuerza sin control es un desperdicio.-Doen infló las mejillas, haciendo un puchero como un niño al que le negaron un dulce. Cruzó los brazos y se volvió a sentar en posición de zazen, cerrando los ojos con exagerada seriedad._"Relajarme, relajarme..." -murmuró.- pero no veo cómo sentarme así me hará más fuerte.
-Mientras Doen se sumía en su meditación forzada, el entrenamiento de las hermanas continuaba con vigor. Los ataques de Ren y Yuri se tornaron más precisos, sus movimientos más coordinados, aunque Sumire seguía defendiéndose con facilidad. Finalmente, después de una serie de movimientos rápidos, Ren cayó de espaldas, jadeando por el esfuerzo._¿Cuánto más tendremos que entrenar para estar listas? -preguntó Ren entre respiraciones entrecortadas.- ¿Cuándo serán los próximos exámenes de peregrino? ¿Crees que podremos participar este año?-Sumire se detuvo un momento, tomando un respiro mientras su expresión se suavizaba. _Los exámenes serán en ocho meses... -dijo la mayor.- Todavía hay mucho que aprender antes de que estén listas para ese evento. Pero si entrenan duro y se mantienen enfocadas, podrán hacerlo._¡Ocho meses! -Ren dejó escapar un quejido, hundiéndose aún más en el suelo.- Eso significa que nos vas a exprimir hasta dejarnos hechas polvo._Exactamente. -respondió con un destello de picardía en los ojos.- Y para hacerlo más interesante, he estado pensando en un viaje de entrenamiento. -Sumire sonrió, agachándose para darle una palmadita en la cabeza.-Los ojos de Yuri se iluminaron, mientras Ren soltaba un largo suspiro de resignación. _Claro que sí... ¿por qué no? -murmuró.- Un viaje para convertirnos en polvo en diferentes lugares.-Y así, mientras el sol continuaba su ascenso en el cielo, Sumire, Ren y Yuri se preparaban para el arduo camino que les aguardaba, cada una motivada por un fuego interior que las impulsaba hacia adelante. A pesar de las dificultades y los desafíos, estaban listas para enfrentar lo que viniera, sabiendo que juntas, como familia y como guerreras, eran más fuertes que cualquier obstáculo.