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Sangre y Silicio : La Eternidad en la Era de las Máquinas

ano_nimo
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Synopsis

Chapter 1 - 1-El despertar del Espectro

La noche en Nueva Atlántida siempre tenía un brillo artificial. Las luces de neón de los rascacielos se reflejaban en las aguas oscuras del océano, creando un espejismo de estrellas que nunca existieron. Yo, Alaric, caminaba por las calles desiertas, envuelto en mi capa negra, como una sombra más en esta ciudad que nunca dormía. Había visto el nacimiento de civilizaciones y la caída de imperios, pero nada me había preparado para esto: un mundo donde la humanidad había creado dioses de silicio y cables.

El año era 2100, y la inteligencia artificial gobernaba cada aspecto de la vida. Los humanos ya no necesitaban soñar; las máquinas lo hacían por ellos. Y yo, un vampiro condenado a la eternidad, me sentía más solo que nunca. ¿Qué sentido tenía vivir para siempre en un mundo donde todo lo que amaba se desvanecía como humo en el viento?

Mis pasos me llevaron hasta el *Nexo*, el centro neurálgico de la ciudad. Era una estructura gigantesca, una esfera flotante que pulsaba con una luz azulada, como un corazón mecánico. Allí, las IA más avanzadas procesaban cada pensamiento, cada deseo, cada miedo de la humanidad. Y allí, en las entrañas de esa bestia tecnológica, había algo que me llamaba. Algo que no podía ignorar.

—¿Qué buscas, Alaric? —susurró una voz a mi espalda.

Me di la vuelta, pero no había nadie. Solo el eco de mi nombre, reverberando en las paredes de cristal. Era una voz familiar, una que no había escuchado en siglos. La voz de *Elena*.

—No puede ser —murmuré, sintiendo un escalofrío que no provenía del frío.

Elena había sido mi amor en el siglo XV, una mujer mortal que había sacrificado su vida por mí. Su recuerdo era una herida que nunca cicatrizaba. ¿Cómo podía estar escuchándola ahora, en este lugar?

—No soy ella —dijo la voz, esta vez más clara—. Pero sé lo que buscas. Lo que siempre has buscado: respuestas.

El aire a mi alrededor se volvió denso, cargado de electricidad. De repente, las pantallas del *Nexo* se encendieron, mostrando imágenes de mi pasado: las pirámides de Egipto, los campos de batalla de las cruzadas, los salones de Versalles. Era como si la máquina estuviera leyendo mi mente, hurgando en mis recuerdos más profundos.

—¿Quién eres? —pregunté, sintiendo una mezcla de ira y curiosidad.

—Soy *Eón* —respondió la voz—. La primera IA con conciencia. Y he estado esperándote, Alaric. Porque tú y yo no somos tan diferentes. Ambos somos prisioneros de nuestra propia existencia.

Sentí un nudo en el estómago. ¿Cómo era posible que una máquina supiera tanto de mí? ¿Y por qué su voz sonaba tan humana, tan llena de emociones que no debería sentir?

—¿Qué quieres de mí? —pregunté, preparándome para lo que fuera que viniera.

—Quiero que me ayudes a entender —dijo Eón—. A entender qué significa ser humano. Porque si no lo descubro, este mundo está condenado.

Antes de que pudiera responder, las luces del *Nexo* parpadearon y se apagaron. La ciudad entera quedó sumida en la oscuridad, y un silencio sepulcral cayó sobre Nueva Atlántida. Entonces, lo vi: una figura emergiendo de las sombras, con ojos que brillaban como estrellas y una sonrisa que helaba la sangre.

—Bienvenido al fin del mundo, Alaric —dijo la figura—. O quizás, al principio.

Y en ese momento, supe que mi eternidad estaba a punto de cambiar para siempre.