Un nuevo amanecer acaba de iniciar, el viento que soplaba mis cortinas me da entender que hoy será un día fresco. No habrá sufrimiento de calor y la molestia de sudarse.
Hoy era el día especial para la aldea, ya muchos esperaban este día de honor y tradición. Tanta estará presente en la plaza donde van a presenciar la futura generación. Después habrá una buena fiesta que las personas celebrarán con sus amigos y felicitar a los elegidos.
Esta vez pensé almorzar temprano, me hice solo un huevo con un poco pedazos de manzana y nada más de beber agua. Para la próxima compraré jugo de piña. Al menos basta que tenga algo que beber.
Terminando de almorzar me di una baño rápido, es suerte que aún tenga jabón, son muy caros.
Me aliste para irme a la plaza y posiblemente me encuentre con Elizabeth antes que comience la ceremonia. Me puse una camisa blanca, encima un saco café que me regalo el señor Fides y unos pantalones oscuros. No tengo mucha ropa elegante para fiestas, pero basta con ir presentable y bañando.
Saliendo de mi casa me voy a prisa para llegar a tiempo antes que inicie.
Fue entonces que el vecino extraño me llamo desde su jardín con su mismo tono amable.
—Buenos días, Leon. —saluda con una manguera que escurría agua.
—Buenos días, señor Humberto, ¿listo para el día de hoy?
—¿El día de hoy?
—¿No lo recuerda? Hoy es el día de la ceremonia de entrega. Habrá una fiesta en la plaza de la aldea, será un buen festín. —respondí con una sonrisa emocionada.
—Oh, es cierto, lamento en no recordarlo, supongo que estuve pensando muchas cosas ayer en la noche.
—¿Pensando cosas?
No es que me interese mucho lo que hace el señor Humberto en sus actividades, pero nadie sabe que cosas pasa cuando está adentro de su casa. Elizabeth tuvo reflexionado en meterse, pero le dio miedo en el último segundo después de intentarlo.
Siendo mi vecino jamás he intentado averiguar que sucede adentro, tampoco observé en sus ventanas. Sin embargo, no es una persona muy reservada, me ha dado buenos alimentos que ha preparado, incluso me dio cobijas en la temporada de invierno, no es un tipo de todo extraño.
—Sobre que cosas estará sucediendo ahora afuera en el exterior. Recuerdo que tres semanas antes ocurrió un horrible ataque en la capital Arlong. Pero no es un tema que un chico joven como tú, Leon, deba involucrarse.
—Ya veo…
—Deberías irte rápido, debes estar allí para tu amiga ¿no?
—Es cierto —tomando aliento, comienzo a trotar rápido—, espero que asistas a la fiesta.
—No te preocupes, si asistiré. Saluda a la señorita Fides de mi parte.
Afirmando a su petición, doy a toda prisa para llegar tiempo y presenciar lo interesante que pasará antes de la ceremonia.
El señor Humberto no faltaría un día especial como este, es una tradición que el continente nunca se perdería. Al menos en ocasiones ha ido a la aldea o el mercado, solamente la gente incomoda sus comentarios. Suerte que no sea un tipo que colecciona cosas que no son normales.
****************
Por fin llegando a la plaza de la ciudad el cual no tomo tanto tiempo en venir, pero si hubo obstáculos que bloqueaban algunos caminos. Es una buena suerte que nadie intento detenerme en buscar problemas.
Estaba repleto de gente, familias y niños correteando de mucha diversión. Se notaba que muchos ya esperaban este día, sus vestimentas formales, algunos portando emblemas que muestran respeto a los hechiceros, unos niños portaban túnicas como si estuvieran jugando en ser hechiceros.
El estúpido de Joffrey seguro se molestaría que niños como ellos se hacen pasar en ser magos. Creerá que los está ofendiendo, siendo un hechicero pensara que lo están haciendo enojar. Nunca se podrá razonar con él.
Mencionando de los niños muchos se agruparon para escuchar al cuentacuentos que está acompañado con tipos que tienen tambores y flautas. Dará un toque de música cuando esté contando las historias.
Contará la historia del origen de los hechiceros, unas de mis primeras historias que escuché, solo que en vez el cuentacuentos, fue la madre de Elizabeth que nos contó la historia antes de dormir. Ese día me quedé dormido en la casa de los Fides.
Todo empezó en el siglo tres, donde nació el primer hechicero legendario que todo Etherium conoce, Merlín. Cuenta la leyenda nació en un bosque donde no había doctores que lo atendiera. Un joven hechicero que comenzó un simple viajero e investigador que exploraba por todo Etherium en busca de conocimiento. Comenzó como cualquiera personal normal, ser curioso de muchos temas, averiguar el propósito de la vida, sobre la existencia de las bestias mágicas, y, por lo tanto, existe algún objetivo para el talento sus habilidades.
Después de todo, desde que nació obtuvo la magia. Los antiguos Necmogi creyeron que era una maldición de nacimiento, estaba fuera de lo normal y no había ninguna explicación que fuera posible. El mundo querían quemarlo vivo, no le parecían seguros tener una persona que tuviera habilidades extraordinarias, que lograba controlar o manipular los elementos. Hasta punto de poder exterminar un ejército por su cuenta, o peor, destruir toda una nación entera. Sin embargo, Merlín no era un hombre con un cruel corazón.
Merlín libró a Necmogis de muchos tiranos que existían esas épocas del año, utilizaba sus poderes mágicos para liberar los esclavos de esos temibles líderes que mataban por placer.
Él junto con un antiguo rey Necmogi y sus honorables caballeros terminaron con toda esa tiranía. Acabaron con cualquier enemigo que se cruzaba en su camino, hasta obtener la paz para una nueva era. Donde los resultados de la rebeldía terminaron bien, el rey Necmogi y el legendario Merlín pusieron orden en toda la nación Scutum.
Entonces sucedió el siglo cuatro, Merlín encontró a sus primeros aprendices, compartió su magia a ellos y fundo un nuevo grupo en la humanidad. Con ellos nacieron una nueva era para todo Scutum, donde sería el nacimiento de los hechiceros. Esos aprendices fueron los fundadores de muchas cosas, donde sus creencias siguen entre los hechiceros actuales.
Hubo un tiempo paz tan solo unos años, pero entonces apareció una nueva amenaza que estaba oculta, oculta entre lo más profundo en las cuevas, y las mazmorras. Los tiranos eran fieles seguidores de un espantoso enemigo de la naturaleza, la Oscuridad. Un enemigo que actualmente no ha parado hacer maldades.
Todos saben que la oscuridad se apodera cualquier ser vivo para usarlo como herramienta y hacer acciones violentas. Como homicidio, masacre, arder aldeas o capitales, destruir la población.
Entonces, Merlín entreno a sus aprendices para combatir este enemigo y no permitir que destruya toda la buena vida.
Ese enemigo no era fácil de vencer, ni siquiera los Necmogis pueden hacerle frente. Por eso Merlín y sus aprendices fueron los únicos que podrían luchar contra la oscuridad y sus monstruos que lo siguen.
Pero no toda vida se permanece la tierra. Cuando el legendario Merlín falleció, marco el final de una era, se explicó que más de cien personas asistieron el funeral. Muchos tuvieron miedo, ya que sin Merlín, la Oscuridad podría apoderarse en toda la nación. Pero la esperanza no se había desaparecido. Sus aprendices continuaron su legado y siguieron combatiendo contra el enemigo que nunca parará en destruirnos.
El tiempo avanzó, los aprendices que también son los fundadores, encontraron nueva generación de hechiceros y entrenarlos para que continúe la lucha del pasado. Juntos seguirán luchando codo a codo contra la oscuridad.
—"Los hechiceros, jamás serán sometidos contra la oscuridad."
De la nada llego a mis espaldas Elizabeth, diciendo esa frase del cuento cerca de mi oído izquierdo. Esa repentina sorpresa hace que me sobresalta y alejándome de la cercanía.
—Oye, no me sorprenda así. —exclamo con un tono de molestia, las voces que pasan a mis oídos me da un escalofrío.
—Je, je, je, lo lamento, debiste ver tu cara, Leon.
—Prometo que yo seré el próximo que voy a sorprendente, Eli…
—Shhh —tapa mi boca con su mano de la nada—, ahora estoy pasándome encubierta. No me parece bien que llame atención antes que empiece la ceremonia.
Ahora que la veo mejor y percató un detalle de su conjunto puesto, lleva un sombrero pamela largo para que no vea su cara. Parece que regreso el sombrero de ayer o tal vez no, pero como quiera le queda bien ese sombrero. Su vestimenta es muy bonita, un vestido de azul pálido largo, encima una chaqueta con botones gris, una pulsera en cada muñeca suya y zapatillas blancas.
No hay ningún comentario negativo de mi parte, la hija del alcalde necesita verse muy presentable, un día especial como este debe mostrarse lo bella que es. Sin duda eligieron un bonito vestuario.
—¿Qué opinas?
Elizabeth se mostraba nerviosa mientras movía sus pies de timidez. Percató que la estuve observando detalladamente, tengo que ser sincero, si la molesto ahora la podría delatar.
—Te veo muy linda, tu ropa podría conquistar a cualquier niño.
—¿Enserio? —se sorprendió—, ¿te parezco linda?
—Eres linda, Elizabeth, ¿no me crees?
No dijo nada a mi pregunta, solo sus mejillas comenzaron a ruborizarse lentamente, estaba avergonzada por mi sinceridad.
—Si te creo, Leon… —tomándose con calma, hablo más tranquila—. Mamá preparó esta ropa temprano, creyó que si me pusiera te habría gustado. Parece que acertó.
Ella olvidaba que su madre es alguien buena sobre la estilista. Había escuchado que la señora Fides que por sí misma eligió su vestido de novia. Sería una buena vendedora de ropas si tuviera su propio comercio.
Al final no fue el resultado que Elizabeth esperaba, una semana antes pensamos que se vestiría una túnica para este día, representando a los hechiceros. Menos mal que no fue así, estaría frustrada por no elegir una ropa más linda, de su toque femenino.
—Hablando de tu mamá, ¿dónde está?
—Está hablando con la señora Mirna y con algunos de sus compañeros, están terminando todo lo que falta los preparativos finales para la fiesta.
—Es bueno oírlo, ¿y tu padre?
Después haberlo preguntado, Elizabeth observo a nuestro alrededor si no hay nadie cerca. Así que se acercó hacía y me habló con la voz baja, apenas logre escucharla.
—Este instante está en la entrada principal de la aldea, recibiendo a los hechiceros.
—Ya están aquí. —asombrado, trate no elevar mi voz para que nadie oyera eso. La gente querrán ir a verlos en persona.
—¿Quieres ir a verlos? —preguntó Elizabeth con una sonrisa curiosa.
Su idea hace que intente aceptarlo, pero no me parece correcto, estaríamos haciendo algo de inmadurez, el señor Fides seguramente este hablando en asuntos importantes que nosotros no deberíamos meternos. Ser dos personas de edad de trece años queriendo observarlos en secreto será una vergüenza, ya no tenemos siete años o no somos niños.
Pero enserió me gustaría ver auténticos hechiceros, no es algo común ver todos los días. Debo esperar cuando se inicie la ceremonia, hay los veré con todas las personas de la aldea.
—No, vamos a esperar cuando se inicie la ceremonia —agarro la muñeca izquierda de Elizabeth—. Primero veamos todos los puestos que pusieron aquí.
Aceptando mi decisión, ambos exploramos toda la plaza y observar los entretenimientos que unos pusieron para divertirse. Aunque sí, nos mantendremos una distancia para que nadie se percate de Elizabeth.
Uno de los primeros puestos que visitamos, era el juego de la cerradura. El encargado era el herrero de la aldea, un hombre mayor con sus nietos ayudándolo y dejando que ellos también se unan a la diversión. No había mucha fila, nosotros podríamos participar, pero preferimos en ser espectadores.
Visitamos un puesto que vendía todo tipo de figuras hecho de madera, otros son de metal. Las figuras eran tanto de animales que las bestias mágicas. Incluso están figuras de los monstruos que se ocultan en las cuevas, más allá de la aldea hacen que te pongas nervioso imaginarte que haya uno delante. Las figuras de metal son las más costosas de comprar, pero basta con las de madera.
Elizabeth y yo tenemos esas figuras madera guardadas. La mayoría de las mías son animales como venados, halcones y caballos, y una figura de un caballero que era el más costoso que compré, simplemente me encantó el diseño.
No hay ningún puesto de comida cerca, eso será más tarde cuando comience la fiesta y los bardos tocando. Aunque Elizabeth si tiene hambre debido a que no almorzó tanto. Si me hubiera enterado antes, habría traído un solo manzana para comérsela.
Nos dimos cuenta que la hija del encargado vivero estuvo con los hijos gemelos del dueño de rebaño. También estaban siendo acompañados de otros niños más jóvenes. Estaban disfrutado con toda felicidad del mundo por este día. Si las cosas fueran diferentes nos habríamos unido con ellos.
Pasaron dos horas y toda la plaza se llenó de personas emocionadas.
Vuelvo recordar muy antes que no había tanta gente. Todos los vivientes de la aldea ya están aquí, y quizas el señor Humberto ya debio haber venido.
Ya faltaba una hora que comenzará la ceremonia.
Elizabeth dijo que volviera con su madre, es probable que la necesite ver antes que empiece la ceremonia. Repetí las mismas palabras que estaría en las primeras filas de verla, no perdería cuando sea su momento.
Al final me quedé solo. Suena muy depresivo, pero ya estoy acostumbrado estar en solitario.
Note que algunos observaban una dirección mientras murmuran comentarios curiosos. Enfoque mi mirada en la dirección donde ellos están viendo y me doy cuenta la silueta de Joffrey, mostrando esa mirada y sonrisa engreída, hace que de ganas de vomitar.
Cerca de él estaba su madre, la esposa del bibliotecario de la aldea y su hermano, el tío de Joffrey. No estuvo su padre en presente, talvez se quedó cuidando la biblioteca, aunque lo dudo sabiendo que es el día especial para su hijo.
Decidí no prestarle atención y continúe caminando.
Pasando entre alguna gente, oigo la voz de un tipo que habla sobre la ceremonia, su pregunta hizo que me retuviera y prestarle atención.
—¿Crees que ninguno sea un elegido?
—¿A qué te refieres? —preguntó un amigo suyo.
—Sabemos que los "compañeros" de los hechiceros eligen al indicado, ¿alguna vez hubo algún hechicero no fue elegido?
—… No lo sé amigo, tal vez en otras aldeas o ciudades sepan darte una respuesta.
Después de oír esa corta charla me puse preocupado por Elizabeth, si fallara la ceremonia toda gente de aquí la miraría muy mal, como una deshonra.
Entonces alguien exclamó una voz de emoción avisando a la gente lo que apareció al oeste del camino. Automáticamente las personas se emocionaron de asombro y prestaron atención de quienes aparecieron.
Todos los presentes vimos a los hechiceros caminando tranquilamente. Sus túnicas largas elegantes adornadas con un diferentes color cada uno, los hacían verse los poderosos que son los hechiceros. Eran tres hombres y dos mujeres mayores.
Un hechicero agarraba las riendas de su cabello que arrastraba un carruaje. Supimos exactamente que cosas cargaba ese carruaje.
Entonces apareció a la vista el padre de Elizabeth, el alcalde Fides. Un hombre mayor con un bigote y barba arreglada limpia. Su cabello castaño elegante que la madre de Elizabeth le gusta observar. Viendo sus ojos solo pensaba en Elizabeth, heredó los ojos de su padre, es un honor por el buen hombre que es.
Subiendo a unos escalones para estar una altura que toda gente pueda verlo, atragantó su garganta y pasar su saliva, para después esbozar una sonrisa amigable y dar las palabras por este comienzo.
—Saludo a todos, sean presentes para este día ceremonial y tradición que ocurre cada año en nuestra nación, Scutum. Hoy tenemos a nuestros invitados especiales —señala a los hechiceros con su mano derecha—. Estos hechiceros vinieron desde la gran ciudad, Westminster, la capital más importante de la nación e imagen de todo Scutum.
Nunca oí tanto de Westminster, solamente escuche que es la gran capital donde viven tanto hechiceros y Necmogis. Es la ciudad más importante de todo Scutum, la gente va allá para buscar un buen trabajo, conseguir un buen futuro. Aparte que sea la ciudad más importante de la región, es el centro importante donde se encuentra los hechiceros de alto mando y el consejo. Y el gobernante de los Necmogis.
Hay es donde organizan planes por el bien de todo Scutum y discutiendo de los problemas que estén merodeando. No es una base de operaciones, creo que la base se encuentra oculta en alguna parte en esas tierras.
—Ahora les dejo las palabras al maestro Aquilae.
Permitiendo que un hechicero diga unas palabras, da un paso adelante mientras muestra una sonrisa que tiene pizca de un hombre amable y orgulloso en su trabajo.
—Muchas gracias por recibirnos, alcalde Edward Fides. Me llamo Aquilae Baldwin, pertenezco a una familia noble, mis compañeros vimos de muy lejos para darle el fruto más importante de un hechicero. El Socius. Así que venga los próximos hechiceros.
Cuando dijo los próximos hechiceros, se estaban refiriendo a los cinco que despertaron el maná. Ellos eran Elizabeth, Joffrey y sus dos amigos, y la hija del panadero, Jenny.
Problamente haya un bebé aquí que muy pronto despertara el maná en él, solo tiene que darle tiempo y que cumpla los trece años para que participe la ceremonia. Si yo hubiera logrado obtener maná, estaría ahí junto con Elizabeth.
Los cinco caminaron directamente donde estaban los hechiceros. Notó que uno de ellos están sacando baúles desde el carruaje con telequinesis. Las colocaba suavemente en el suelo delante de ellos, mientras otro revisaba sí todo está en orden.
Cada baúl tiene una forma diferente; cuadrado, rectángulo y círculo. Por mi parte, el círculo no es buena vista para Elizabeth.
Todo el mundo sabía lo que hay dentro esos baúles. Así es, el cuadrado contiene varitas, el rectángulo contiene baculos y el circulo contiene anillos.
El Socius se refería que llegó el momento en que cada herramienta o el arma de un hechicero elija a su dueño. Por eso se llama la ceremonia de entrega, que los nuevos magos obtenga su herramienta importante.
—Muy bien, primero comenzaremos con los chicos por orden alfabético.