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Chapter 8 - Antihéroe

Raiko se acercó al coche con paso firme, llevando la bolsa con el dinero robado que había recuperado.

"Tome, señor", dijo extendiendo la bolsa al chofer.

El hombre lo miró con asombro y gratitud. "Muchas gracias... eh... ¿Cómo te llamas?"

Raiko se detuvo un momento, mirándolo directamente a los ojos. Pensó en la mejor forma de responder sin comprometer su identidad.

"Me puede llamar... NightRed".

El chofer asintió, procesando el nombre. "NightRed... Entendido. Gracias por la ayuda".

Mientras Raiko se alejaba, el chofer lo llamó nuevamente.

"¡Eh, NightRed!"

Raiko se giró, sin dejar de caminar.

"¡Me faltan monedas!", exclamó el chofer.

Con una sonrisa traviesa, Raiko respondió: "¡Me las llevé yo! Es la comisión por ayudar", gritó antes de girar por una esquina y desaparecer.

El chofer sacudió la cabeza, esbozando una sonrisa cansada. "Bueno... al menos fue honesto." Luego volteó hacia Tahira, quien seguía en silencio en el asiento trasero, con la mirada perdida y una pequeña sonrisa en el rostro.

"¿Está todo bien, señorita Tahira?"

Tahira parpadeó, volviendo en sí. "Él... es como un antihéroe. Yo también quiero hacer lo mismo", dijo con un brillo de emoción en los ojos que no había mostrado en mucho tiempo.

Horas después, la policía llegó al lugar. Entre ellos, el oficial Korben se encontraba apoyado contra su patrulla, esperando el informe de su compañero, Joe. La ambulancia acababa de partir con los delincuentes heridos, y el lugar estaba más tranquilo.

"¿Y bien, cuál es la situación, Joe?" preguntó Korben, con los brazos cruzados.

Joe hojeó su tableta antes de responder. "El chofer y la chica confirmaron lo mismo: fueron atacados por dos sujetos, uno armado y otro en una moto de escape. El chofer resistió, recibió un disparo que apenas le rozó la pierna, pero lograron salvarse gracias a alguien llamado... NightRed".

"¿NightRed?", murmuró Korben, el nombre resonándole en la cabeza. Recordó al chico que había encontrado hace unos días.

Joe continuó: "Sí, él fue quien neutralizó a los dos delincuentes. Según el chofer, parece que este tal NightRed no tiene reparos en usar métodos... contundentes. Ambos ladrones están rumbo al hospital ahora mismo".

Korben entrecerró los ojos, pensativo. "¿Es el mismo chico del otro día? Si lo es, se está metiendo en problemas... grandes problemas".

"Ah, y otra cosa", agregó Joe. "Las cámaras de seguridad en la avenida principal no grabaron nada. Siguen desactivadas".

"¿Desactivadas? ¿Por qué?", preguntó Korben, con el ceño fruncido.

"Desde hace meses, las cámaras de esta zona están fuera de servicio. WareNeon iba a instalar un nuevo sistema de vigilancia, pero su fábrica se incendió hace cinco meses, y nunca terminaron el trabajo. Los crímenes en esta área han aumentado desde entonces", explicó Joe con resignación.

Korben maldijo por lo bajo, frustrado por la incompetencia que facilitaba la actividad criminal en Neonvale. "Dile al departamento que averigüe cuándo estarán listas las nuevas cámaras", dijo antes de añadir en voz baja: "La situación aquí es un desastre".

En las semanas siguientes, el nombre de NightRed comenzó a resonar en las calles. Era un rumor entre los ciudadanos, un susurro entre criminales y una incógnita para la policía.

Una noche, Raiko llegó a su casa agotado después de otra larga jornada. "Ser héroe es agotador...", murmuró antes de dejarse caer en el sofá. El sueño lo venció casi al instante.

Al día siguiente, su rutina de siempre lo llevó a desayunar frente a su portátil, navegando entre noticias. Decepcionado, vio cómo los titulares seguían llenos de desgracias y crímenes.

"Esto va a ser más difícil de lo que pensé", reflexionó, dando un sorbo a su café. Mientras tanto, algunos titulares destacaban su alias.

"NightRed frustra otro robo."

"Antihéroe en Neonvale: ¿justicia o peligro?"

Una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. "Justo lo que quería... Pero... ¿para qué quería eso?" Se quedó pensativo, recordando su idea inicial de buscar apoyo.

"Ahora que lo pienso... ¿Cómo iba a lograr eso?", murmuró, perdiéndose en sus pensamientos mientras el mundo seguía su caótico curso