Capítulo 1: Déficit de Prana.
Un malestar profundo invadiría el cuerpo del joven, quien sentiría como su mente se nublaría y sus pensamientos se volverían gradualmente cada vez más lentos, el frío lo rodearía mientras el mareo como las dudas se esfumarían ante un entorno completamente oscuro.
Con sus sentidos apagándose lentamente el joven podría captar poca información de su entorno, su vista, tacto, gusto e olfato lo habrían abandonado. Su oído el cual poco a poco parecería desaparecer con lentitud captaría el sonido de pasos seguido de una exclamación preocupada y sorprendida como cuando uno descubriría un gran desastre.
—¡Amo Beltrán! — La voz levemente envejecida exclamaría antes de que todo se esfumara de sus sentidos.
En un tiempo incierto posterior, Beltrán abriría sus ojos lentamente, con una sensación de sudor frío recorriendo su propio cuerpo, de manera complicada, Beltrán giraría su cuerpo mientras su mente algo adormecida adquirirá información repentina.
“Otro mundo, Ciencia, Tecnología, Historia, Geografía, Ciencia ficción, Fantasía, Videojuegos, Memes… ¿porque repentinamente todo esto viene a mí? “
Intentando concentrarse en sí mismo, Beltrán tendría una extraña sensación en su cuerpo, específicamente un dolor de cabeza severo, sentiría como si alguien atravesase sus sienes con una barra de metal caliente saliendo del lado opuesto. Las náuseas serían el menor de sus problemas cuando su cuerpo convulsionaría repentinamente, nuevamente Beltrán escucharía un sonido de exclamación familiar, sin embargo en esta ocasión sus ojos podrían apreciar la silueta de una mujer acercándose a este.
—¡Amo Beltrán! …
“Beltrán, es cierto…”
Su consciencia de apagaría, mientras el severo dolor se adormecería igual a su propia percepción de sí mismo. En la oscuridad de la inconsciencia Beltrán se sentiría nadando en la inmensa nada misma, lejos de un plano o percepción sobre esta, Beltrán vería una serie de imágenes cruzar delante suya.
En estas imágenes se reflejarían variedad de situaciones distintas, en estos ellas se podría ver a un niño pequeño jugando con los alrededores su rostro iluminado con la felicidad juvenil, felicidad la cual se vería reflejada en sus acciones, tomando insectos pequeños, jugando con una rama, subido en un pequeño caballo de madera y pasando tiempo con una mujer. Las imágenes pasarían velozmente delante suya formando una secuencia de imágenes que se asemejarían a un video delante suya, en este video las situaciones pasarían a velocidad extremadamente rápida.
Aquel joven niño crecería y sería enseñado por otros, enseñado a cómo comportarse, como leer, como escribir, a convivir con otros niños aun siendo pequeños, sin embargo todo se torcería una vez aquel joven niño se vería obligado a asistir a una institución, en esta otros niños de edades superiores no dudarían en aprovecharse del feliz joven pisoteando cada aspecto de su gusto avergonzándolo delante otros. Intimidándole para que esté finalmente cediese ante su placer, demostrándole la faceta más débil de este, su lado frágil.
Lado el cual no dudarían en romper una y otra vez, en ocasiones metiendo insectos al salón e acusándole, forzando al mismo a aceptar la culpa. Golpeándolo en las prácticas como pequeños recesos, inclusive en ocasiones robando sus pertenencias para dejarlas tiradas a lo largo de toda la institución, el joven niño se vio obligado a encerrarse en sí mismo.
Rompiéndose una y otra vez, poco a poco los insectos que tanto le gustaron ver se volverían indeseables, el salir a jugar sería un miedo latente, los otros niños le rechazaron, volviéndose inclusive parte de aquellos abusones, la mirada de los profesores apartándose al notar aquellos actos, finalmente ir a la institución le darían náuseas. El estómago del joven tendería a agitarse ante el nerviosismo ardiendo como si tuviese lava dentro de su estómago.
La última secuencia de imágenes demostraría al joven niño en un gran campo de entrenamiento. Encogido y presionado por la vista de todos el joven manifestaría en sus manos una apenas notable llama de color anaranjada la cual sería disparada hacia una Diana, sin embargo la flama apenas lograría cruzar la mitad del camino antes de dispersarse, la pequeña flama apenas alcanzando el tamaño de un dedo, nuevamente aquellos alrededor del joven reirían mientras el ardor estomacal harían sentir náuseas al joven, viéndose obligado a volverlo a intentar, lanzaría aquella pequeña flama una vez tras otra, sin lograr un verdadero resultado.
Frustrado, el joven se escabulliría de su hogar en la noche, volviendo a aquel campo de entrenamiento el joven alzaría su brazo intentando manifestar aquella pequeña flama la cual dispararía una vez tras otra, sin descanso. Frustrado y con un orgullo aplastado el joven poco a poco perdería el color en su cuerpo hasta antes de darse cuenta caer al suelo completamente desvanecido.
—Amo Beltrán… abra la boca.
Débilmente los ojos del joven se abrirían, pudiendo apreciar borrosamente la silueta de una mujer, aun con la visión nublada que el joven tendría podría discernir que la edad de la misma se encontraría entre los 30 a los 40 años… la mujer sostendría un objeto plateado cerca de la boca del joven, una sensación de hambre inundaría su estómago cuando débilmente el joven abriría la boca, sorbiendo alguna clase de sopa.
Aún con su cuerpo debilitado, el joven continuaría comiendo sintiéndose demasiado en mal estado como para rechazar algo de calidez en su frío cuerpo, tras terminar de comer el joven se sentiría un poco mejor para racionalizar un poco más.
“Todas estas memorias y recuerdos… no son míos, ¿existen otros mundos? …”
Beltrán se desvanecería, repitiendo aquel ciclo de despertar para ser limpiado con un húmedo trapo y alimentado, la percepción como color del joven poco a poco se recuperaría conforme sus ojos se abrían durante más tiempo. En este tiempo que Beltrán podría considerar de varios días Beltrán lidiaría con una severa crisis de la identidad.
“Aún recuerdo todo lo vivido hasta ahora, soy Beltrán sin embargo todo este conocimiento como experiencias supera con creces la mía… es casi como si se sobrescribiera encima de mi vida, por momentos me siento como si fuese otro. “
Beltrán quien finalmente se habría sentido lo suficientemente bien como para ponerse de pie y caminar un poco se encontraría divagando mientras su cuerpo lentamente se calentaría, sus articulaciones antes rígidas se recuperarían de la debilidad.
“Si mi cuerpo y mente tienen mis recuerdos… pero ahora tengo otros recuerdos como experiencias ¿eso en que me convierte? Creo que alguna vez había escuchado una expresión en relación, era sobre el barco de un héroe antiguo.”
Mientras caminaba Beltrán rememoraría o usurparía las memorias en su mente; su cuerpo tras unos pasos se encontraría algo agotado razón por la que el joven se decidiría por sentarse, debido al cansancio muscular que este presentaría trastabilló para finalmente caerse chocando de espaldas contra una estantería al costado de su cama.
“Maldita sea, aún estoy muy débil.”
Se quejaría Beltrán, antes de sentir como algo pesado y duro caería contra su cabeza, haciéndolo quejarse casi insultando con expresiones ajenas, sin embargo mientras apretaba sus ojos con fuerza a manera de soportar el dolor como posible moretón sus ojos sentiría un peso adicional en sus piernas.
“¿Mmm?”
Mirando con curiosidad los ojos de Beltrán captarían aquello que habría caído sobre su cabeza, en particular un libro que habría sido puesto en la cima de la estantería.
“Fundamentos de la taumaturgia e introducción al prana.” Pensaría, leyendo la portada del libro.
Antes de poderlo alcanzar con su mano curiosa, la puerta de la habitación se abriría rápidamente, dejando que una mujer de cabello oscuro y en sus 30 o 40 observase con bastante preocupación en el interior de su habitación.
—¡Amo Beltrán! ¿Se encuentra bien? ¿Acaso se lastimó? ¡Déjeme ver su cabeza! —Exclamó Eliette, preocupada.
Acercándose a él, la mujer de edad incierta revisaría al joven, cargándolo entre brazos para posteriormente dejarle en la cama donde este habría descansado, la mujer demostraría una preocupación maternal ante Beltrán.
“Pensar que ella se comporta más como mi madre que la auténtica. “
En la mente de Beltrán los recuerdos de la dama llenarían su cabeza, la sirvienta personal que se le habría sido asignado al joven inclusive antes de que presentase mucho raciocinio, su nombre era Eliette, ella habría acompañado a Beltrán desde que tendría memoria, educándolo en lo básico siendo su principal escucha y leyéndole cuentos para dormir, también sería la encargada de cuidar de él fuera de la institución o el hogar.
Beltrán nunca habría pensado en la mujer como una figura materna de manera consciente, sin embargo debido a la expansión de sus experiencias como conocimientos podría decir con certeza que la mujer realmente se habría encariñado con el joven. Actuando como una madre inclusive cuando no debía ser aquel el caso, Beltrán habría sido cuidado por ella durante todo su tiempo con el malestar no podría estar más agradecido con la misma.
—Eliette. — La llamó Beltran, quien se sentaría en su cama.
—¿Si? joven amo.
Eliette aún se encontraba algo sorprendida por la velocidad de recuperación que su joven amo habría demostrado tras los últimos días, en primera instancia ella se encargaría de limpiar el cuerpo del joven y suministrarle alimento además de mantener limpio su cuarto; debido al estado incierto de Beltrán, Eliette habría pasado la mayor parte de su tiempo en la habitación del joven, cuidando de él como velando por su seguridad inclusive en ocasiones durmiendo en el suelo de este mismo con tal de vigilar cualquier necesidad o recaída del mismo durante la noche.
Las pocas veces en las que Eliette dejaba la habitación sería para atender necesidades propias que no podría realizar con el joven presente. En esta ocasión Eliette habría buscado algo de sopa para el joven cuando escucharía el golpe que el mismo se habría dado.
“El joven amó luce mucho más energético que antes, me alegro mucho por el.”
—¿Qué fue lo que me pasó?
Las pupilas de Eliette se contraerían un poco antes de desviar levemente la mirada, evitando los sinceros ojos de Beltrán, los cuales no tardarían en seguirla.
—Eso… Bueno. — Eliette vaciló un poco.
Beltrán entrecerró los ojos un momento, antes de volver a dar aquella honesta mirada, estaba claro que Eliette parecía saber algo al respecto.
Beltrán realmente desconocía la razón del porque se habría estado sintiendo tan mal, durante los anteriores días apenas habría tenido la fuerza para mantenerse consciente unos minutos sin embargo hoy este se sentiría bastante capaz de mantenerse despierto mucho más tiempo, el suficiente como para aclarar una de sus principales dudas, la razón de la llegada de estos recuerdos.
—¿Es algo malo? — Preguntaría Beltrán algo preocupado por su propio estado.
En ese momento la vacilación de Eliette se vería comprometida con la preocupación de Beltrán sobre su estado, sabía que no podia mentirle, a este punto su sanacion habría parecido milagrosa, habiéndola hecho inclusive considerar que Beltrán no lograría superarla, por lo cual no creía que ocultarlo sería la mejor de las opciones.
—Aquella noche que te fugaste, según me comentaron los médicos que vinieron a revisarte; caíste inconsciente y enfermo por un desgaste en exceso de tu prana… realmente desconozco que significa pero esto terminó debilitando tu cuerpo llevándote hasta donde estabas antes. —dijo Eliette—; tras un par de horas aquí, esa persistente fiebre se hizo presente.
“Prana…”
La palabra no sería desconocida para Beltrán, pues era una de las fuerzas fundamentales que existían en el mundo en el que se encontraba actualmente, en términos sencillos el prana era una clase de fuerza o energía que todos los seres vivos llegaban a poseer mediante diversos medios, aunque el más usual resultaba ser la respiración. Todo ser capaz de respirar solía absorber y expulsar ligeras cantidades de prana como el propio oxígeno, el prana resultaba ser un componente vital para la resistencia física como la energía que uno poseía para realizar sus actividades, sin mucho prana alguien podría sentirse cansado o adormecido.
Beltrán conocía que existía un porcentaje de la población que podían hacer uso del prana para realizar “magia”, la cual aún no comprendía del todo bien, resultaba ser un concepto tan normalizado como el caminar o hablar, algo que normalmente un niño no sabría cómo funcionaría o en qué consistiría a grandes rasgos pero reconocería su existencia sin cuestionarla ni un poco.
—Pero…
La aguda mente del chico, habría captado en esencia lo que aquello significaría, aunque desconocía realmente lo que podría hacer un uso alto de este mismo, podría darse una idea de las consecuencias que esto traería en el cuerpo de alguien.
La mente de Beltrán sobre aquella noche estaría algo nublada, recordaría que se encontraría bastante frustrado como cansado de la burla, sin embargo lo que sucedió tras intentar practicar el uso del prana le resultaba incierto.
Beltrán aún se mostraría algo intrigado, principalmente por la reacción de Eliette cuando preguntó al respecto, su intuición le diría que Eliette parecería ocultar algo, sin embargo por mucho que insistiese ella se mantuvo renuente a revelar más al respecto. Algo que despertó las sospechas de Beltrán, sin embargo este dejaría de insistir tras varios intentos.
“Maldita sea, todas estas memorias me hacen desconfiar de los adultos… supongo que ahora se demasiado como para darle el lujo de ser inocente.”
Nuevamente el cansancio inundaría al joven Beltrán viéndose obligado a cerrar los ojos para descansar, este mismo creyó que al paso que iba no pasarían muchos días antes de poder recuperarse adecuadamente, razón por la cual no dudaría en investigar cuando el tiempo se lo permitiese y Eliette no estuviese cerca.
“Sea lo que sea que sucedió, esto está definitivamente conectado con mi situación actual. “
Los días pasaron con rapidez y la recuperación de Beltrán finalmente culminó, apenas teniendo atisbos de su catastrófico estado anterior, sintiendo su cuerpo mucho más saludable que antes Beltrán finalmente lograría salir de su habitación y dar leves paseos en el exterior.
“Ser parte del privilegio tiende rara vez a ser algo reconfortante en las historias que eh llegado a leer, sin embargo tiene muchas más ventajas que desventajas.”
Beltrán caminaría acompañado de Eliette por los jardines de la actual vivienda, esto debido a que el mismo pertenecía a la minoría de aquellos quienes nacieron privilegiados, según comprendería Beltrán su padre era miembro de una familia noble de alto prestigio. En el pasado el padre de Beltrán habría hecho los movimientos adecuados para enviarle a una academia de primera categoría lejos del territorio principal perteneciente a su familia, utilizando una de sus múltiples propiedades el padre de Beltrán le otorgaría temporalmente de un gran terreno en la ciudad cercana a la institución para utilizarlo como su residencia actual.
Ya sea por los recuerdos tanto ajenos como familiares en su cabeza, Beltrán sintió como parte de las actitudes de aquel a quien le pertenecerían sus memorias le serían traspasadas y con el tiempo las asimilaría, cosas ligeras como gustos, sensaciones o patrones psicológicos alternado no solo su confianza sobre los demás sino también su comportamiento. Entre las múltiples cosas heredadas del dueño de los recuerdos en su cabeza, estaría el gran gusto por las flores, razón por la cual apenas podría haberse expuesto a la intemperie no dudó en solicitarle a Eliette que lo llevase a recorrer el jardín.
“Debo decir que el amo Beltrán no se veía tan animado desde que salió de la finca de los Leonhard.” Pensó Eliette tras observar el comportamiento de Beltrán.
A la distancia, en el sendero formado por pequeñas piedras Beltrán se encontraría arrodillado, observando algunas flores de aspecto curioso, debido a que estas mismas estarían torcidas en una misteriosa espiral, las flores tendrían delgados pétalos casi como cabellos los cuales le darían una apariencia similar al pelaje de alguna bestia, con este “pelaje” curvándose en un vórtice.
“Con toda una vida en recuerdos, debo decir que cosas que antes no llegué a prestar atención ahora me resultan bastante llamativas, quizá sea porque realmente nunca tuve con que comparar la rareza de aquello que componía mi mundo.”
Beltrán miraría la flor tocándola levemente, la misma en consecuencia se movió con suavidad dejando caer parte de sus delgados pelos los cuales como si tuviesen vida propia no tardarían en enredarse contra sí mismos haciendo algo semejante a una pequeña tela que caería sobre la nariz de Beltrán, impregnándolo de un aroma dulce como el néctar de la planta.
—Interesante.
Diría el joven sonriendo sutilmente mientras se quitaría aquellos pétalos de la nariz, y se levantaba, este se giró para ver a su sirviente Eliette sonriendo con un rostro materno, sus ojos azules llenos de un brillo que solo Beltrán podría describir como amor de una madre.
—Joven Amo Beltrán creo que es suficiente por hoy, no tardará en anochecer pronto, se ha predicho que un alba caerá para la noche y los siguientes dos días. — Diría Eliette con una sonrisa en su rostro.
“Claro… también están esas otras cosas.”
Beltrán miraría al cielo inconscientemente totalmente carente de luz y repleto de fuentes energéticas rojizas, verdes o celestes que iluminarían los cielos. Eliette se habría dado la vuelta, apresuradamente Beltrán correría un poco para alcanzarla.
“Es curioso como inclusive la climatología resulta un auténtico escape a mi conocimiento, supongo que tener un conocimiento más amplio me ha vuelto menos indiferente a la naturaleza de los sucesos de este mundo.”
Beltrán se encontró en su cuarto, recargado en un pequeño escritorio cerca a su cama, en este una bien reforzada ventana permitiría el paso de luz. Los ojos de Beltrán reflejaron la luz del cielo gricaseo, repleto de nubes y como poco a poco fue remplazado con una enorme cortina de niebla, tan densa que caería por los suelos derramándose por calles enteras, rellenando cada rincón expuesto al exterior para finalmente tapar por completo la luz a través de su ventana, quedando a oscuras, Beltrán encendió una cerilla en su mano antes de encender una pequeña lámpara a su costado.
“Las albas… desconozco que sean realmente, pero es demasiado habitual, suelen pasar cada 2 semanas aproximadamente, inclusive existe una medida para determinar cuándo una surge y finalmente culmina, llamados ciclos pero ¿qué hay detrás de todo esto? ¿Porque tenemos que ocultarnos de ellas? ¿Que es lo que se encuentra tras la niebla?”
Una mezcla de curiosidad e incertidumbre llenaría el corazón de Beltrán cuando este observó la inmensa niebla, sus ojos se entrecerraría intentando apreciar algo dentro de la misma, pero no encontró nada más que oscuridad, razón por la cual cerraría las cortinas. Los ojos de Beltrán se centrarían en el escritorio delante suyo.
“Finalmente Eliette me ha dejado algo de tiempo libre solo, dudo que sería normal que un niño leyese temas tan complejos… aunque técnicamente aún soy un niño, todo esto es muy confuso.”
Ignorando sus propios asuntos tras negar con su cabeza, Beltrán abriría el libro de apariencia pesada y gruesa, Beltrán suspiraría al notar una introducción repleta de letras pequeñas las cuales ocuparían casi toda la hoja, sin dibujos ni ejemplificaciones visuales.
“Todo esto me recuerda a la universidad.”
Beltrán, se encontró recostado sobre su brazo, recargando su barbilla en el espacio entre su codo y antebrazo. Durante las anteriores tres o cuatro horas habría leído el libro, intentando aprovechar su ahora experiencia enfocada de universitario, este habría subestimaría su naturaleza distraída como perezosa de niño la cual le habría dificultado con creces la labor de investigar adecuadamente.
“Todo sería más sencillo con un marcador fosforescente.”
Se quejaría Beltrán mientras utilizaría su dedo para guiarse en la extensa lectura, su mente divagaría antes de enfocarse nuevamente, una de las cosas que más agradecería es no tener que depender de dos lentes gruesos de vidrio para leer a distancias prudentes según sabía por los recuerdos que tendría, en los tiempos de universidad observar el pizarron forzando la vista solía terminar desgastando las pocas ganas de estudio que llegaba a poseer.
Finalmente cuando Beltrán se estaría proponiendo el concluir con su lectura infructuosa pues además de terminologías difíciles de comprender como conocimientos generales que ya habría interpretado no encontró mucho al respecto, los ojos de Beltrán captarían una palabra que llamaría su atención tras observar aún el material de lectura que le faltaría para concluir la página en la que se encontraba.
Déficit de Prana.
Leería, se trata de una extraña condición de la cual podrían llegar a sufrir algunos “taumaturgos” al manipular el Prana a un punto excesivo. El Prana en el cuerpo de un individuo era equivalente a una importante parte de la vitalidad de este, como si fuese aire el Prana circulaba a través de los llamados conductos de Prana en el cuerpo interno, aunque la mayoría de seres vivos requerían un pequeño porcentaje de Prana para mantener una salud promedio existían situaciones en las que aquellos con la capacidad de manipularlo podrían hacer uso de este Prana “agotándolo a un punto riesgoso” al ser como oxígeno era equivalente a que el aire fuese robado de tu cuerpo sin tener la capacidad de recuperarlo en un largo periodo.
“Los principales síntomas de aquellos quienes poseen un déficit de Prana suelen variar de la intensidad con la que este déficit ataca el cuerpo, sus síntomas básicos pueden ir desde una fiebre capaz de entorpecer severamente las tareas habituales de quienes la sufren, cosas sencillas suelen presentar un alto grado de dificultad. Es casos más extremos este puede inducir en un estado de adormecimiento a quienes lo sufren hasta quedarse prostrados en cama, este puede durar semanas enteras o meses, una vez llegados a este punto el síntoma más habitual suele ser una constante fiebre, tras lo cual de no presentarse mejoría podría derivar a una rápida muerte en un escaso par de días.”
Beltrán sentiría un escalofrío recorrer su espalda cuando leería la última línea de aquel texto, aquello significaba una realidad tan lejana que nisiquiera un niño como él la habría considerado en el pasado. Lo que hizo fue peligroso e inclusive mortal.
“Definitivamente es algo que les deberían de prohibir a los niños, inclusive pegaría carteles con calaveras dibujadas para que entendiesen.”
Beltrán se sentiría lo suficientemente conmocionado como para cerrar el libro no sin antes poner un marcador para no perder su lectura actual. Poco a poco digiriendo la información recibida Beltrán frunció el ceño al percatarse que su anterior línea de pensamiento sería algo muy lógico, lo suficiente como para resultar en una advertencia bastante importante.
“Esto parece bastante peligroso ¿Porque era que nunca escuché algo al respecto?”
Beltrán aunque tuvo un par de teorías no logró encontrar nada realmente plausible, por lo cual, abriría el pesado libro, dispuesto a confirmar la naturaleza de sus preguntas.
Sumergiéndose en la lectura y retomando los temas antes leídos Beltrán encontraría una descripción interesante, la cual le reveló algo bastante importante:
“El cuerpo tiende a regular naturalmente el consumo del Prana de manera inconsciente, llevando a la mayoría de taumaturgos a un “límite” imaginario tras utilizar una considerable cantidad de prana, evitando gastar todo el prana en el cuerpo en un solo movimiento. Pocos son los casos en los que taumaturgos de algún tipo de vuelven capaces de llegar a poseer niveles tan bajos de Prana en sus reservas. Se considera que en una situación de riesgo o estrés severa sólo aquellos taumaturgos más experimentados pueden liberarse de aquellas restricciones ante la necesidad instintiva de protegerse o cumplir una labor en específico.”
Algo haría click en la cabeza de Beltrán cuando un atisbo de inspiración le lleno, creyendo la razón por la cual a los niños no se les haría saber aquella información, inclusive los taumaturgos adultos serían incapaces de llegar a tal grado a menos que fuesen sometidos a un estrés absurdo o situaciones de vida o muerte desesperantes y aún con ello no todos lo lograrían, creía que se trataría algo que solo podría lograrse con experiencia y bastante habilidad en el campo.
“Dudo que yo posea cualquiera de las dos… en términos generales, soy bastante mediocre en el uso de prana, entonces ¿habrá un factor externo? Solo termino de desvelar un misterio para encontrarme con otro.”
Beltrán conocería muy bien sus capacidades, Taumaturgo sería una forma poco adecuada de llamar a aquellos capaces de manejar el Prana en el cuerpo hacia el exterior, existían variaciones de los mismos pero en general la taumaturgia se basaba en una fuente energética que todos poseían, el manipularla era aquello que separaba a los seres comunes de los privilegiados, en ese aspecto Beltrán podría considerarse doblemente afortunado pues, desde joven se le habría inculcado su conocimiento y el cómo aplicarla.
Beltrán no se desanimaría debido a que habría esperado muy poco del libro que casualmente encontró, ahora comprendería la razón por la que Eliette se habría mostrado poco cooperativa, lo más probable es que conociese la razón del estado de Beltrán, sin embargo creía que mencionarle a un niño sobre la situación que se encontraba sin aún haberse recuperado por completo quizá no sería la mejor idea.
“Aún más considerando que aquello podría traer la muerte.”
Finalmente Beltrán leyó un poco más en busca de información adicional o algo que se le hubiese pasado, más sus párpados y cuerpo infantil apenas resistieron el haberse desvelado más allá de la media noche, quedando dormido encima del libro…
—¿No hay respuesta alguna del amo Bedivere?
En una sala principal la cual serviría como punto de reunión con el recibidor principal, la sirvienta Eliette se encontró observando un hombre de cabello corto castaño oscuro y peinado hacia atrás, el hombre aparentaba estar a mediados de sus 30 años, este poseería un rasgo que destacaría más del teatro en su rostro cincelado pues poseería una larga cicatrices la cual comenzaría cerca del puente de su nariz terminando hasta por encima de su ceja, algunas cicatrices menores se esparcirían uniformemente en su rostro dándole un aspecto algo salvaje pero maduro, aunque estaría afeitado su mandíbula revelaría con leves atisbos de cabellos creciendo, el hombre se encontraría de pie, vestido con ropas cómodas de cuero tachonado, dejaría ver un par de medallas puestas en los hombros de sus ropas, la calidad de los materiales que se habría empleado en la confección de su llamativa indumentaria revelarían que no se trataba de cualquier ropaje de cuero, dando toques más militares como elegantes.
—Mi señor Bedivere expresó su alivio ante la recuperación del joven Beltrán, sin embargo también expresó que esta enfermedad no podría continuar postergando sus estudios, el joven Beltrán debe de retomar sus estudios a más tardar una vez concluya el alba. — Expresaría con simpleza el hombre.
Eliette apretaría un poco los labios dibujando una fina línea en estos, sin embargo poco a poco liberaría la tensión de su boca mientras expulsaría un suspiro, sus ojos observarían al hombre durante unos segundos antes de forzarse a dedicarle una sonrisa ante el mismo e inclinarse ligeramente.
—Lo que desee la voluntad del amo Bedivere.
Tras concluir con aquellas palabras el hombre asentiría, caminando, sus botas aún con algo de barro dejarían pequeños trozos de suciedad en la alfombra ubicada al centro en la sala principal, sus pasos serían leves antes de sentarse en la mesa al centro de la sala.
—Sir Aliss, ¿desea que prepare de una vez su habitación de estancia temporal? — Eliette preguntaría aún con aquella falsa sonrisa en su rostro.
—Lamento decir que tendrá que preparar una de las habitaciones principales. — Sir Aliss tomaría un pequeño momento para analizar el rostro de Eliette antes de continuar. — Debido a lo sucedido con el joven amo Beltrán, mi señor Bedivere a expresado que Beltrán requerirá de un instructor particular para evitar quedarse atrás en sus clases, durante las tardes una vez concluyan las clases de la academia el joven amo Beltrán pasará tiempo practicando sus habilidades conmigo.
Las palabras de Sir Aliss aunque con un desinterés como casualidad que harían que cualquiera se tomase a la ligera aquellas palabras, Eliette conocería la auténtica naturaleza de lo dicho por Sir Aliss casi haciéndola romper su sonrisa falsa por completo.
“Este sujeto destruirá al amo Beltrán.”