Chereads / El Trono de las Bestias / Chapter 4 - Capítulo 3: Ley de la vida.

Chapter 4 - Capítulo 3: Ley de la vida.

Capítulo 3: Ley de vida.

En el instituto Valsington, un año antes.

Un joven niño de rostro alegre y radiante se encontraría jugando con los demás niños, en la gran explanada delante del edificio con la estatua de un gran lobo aullando, un terreno repleto de césped negruzco en el cual los niños solían jugar.

— ¡Mira! ¡mira! Beltrán. — Una pequeña niña se acercaría al niño.

Beltrán quien se encontraría observando a un par de pequeños Wons cavar, estos sería pequeños seres arácnidos con cuerpos redondos similares a los de una bola de nieve. Girándose Beltrán observaría a una pequeña criatura anfibia, su cuerpo se asemejaría al de una lagartija con la diferencia que su babosa piel reflejaría la luz en tonalidades variadas conforme se observara en un ángulo.

— ¡Un Xolot! — Beltrán exclamaría con sorpresa y emoción.

Extendiendo sus manos la chica con una risa dejaría al pequeño Xolot en manos del joven Beltrán quien sonreiría ampliamente, su felicidad filtrándose a través de su muy expresivo rostro de aspecto inocente.

— Lo encontré cerca de la reja de atrás del instituto, debe haberse alejado de algún río. — Diría la niña sonriendo con los dientes, demostrando que el faltaría uno.

— Debe ser cierto que a no mucha distancia haya un río, suelen salir en busca de materiales para hacer su nido, ¡bastante lista Moly! ¡es raro verlos en general!

La niña no podría evitar pasar sus manos por su espalda sintiéndose abiertamente alegre del elogio del joven Beltrán. Otros niños cerca no podrían evitar acercarse, casi la mayoría teniendo la misma o menor edad que Beltrán, los niños abrirían sus bocas sorprendidos pues pocos serían los que habría visto con anterioridad la particular piel de la criatura.

— ¿Otra vez viendo estúpidos animales? Son asquerosos ¿se supone que un noble debería estar haciendo eso?

Una voz fuerte se podría escuchar por el sitio, los niños se girarían para ver a un joven entre sus 10 o 11 años, algo atractivo y de cabello castaño ondulado con ojos azules. Muchos niños mirarían a Beltrán junto a la niña que lo acompañaría expectantes.

— ¿Asqueroso? Puede ser algo baboso pero se ve lindo. — Beltrán contestaría.

El joven sostendría con cuidado a la criatura acercándose lentamente caminando al joven de nombre Noah, enseñándole al pequeño Xolot.

— ¡Quita esa basura de mi rostro!

De un fuerte manotazo, Noah con gran indiferencia tiraría al Xolot de las manos de Beltrán haciéndolo caer al suelo, la pequeña criatura quien habría estado inmóvil ahora buscaría escapar rápidamente corriendo en una dirección aparentemente aleatoria.

— Escucha amigo, no deberías de recoger cada basura que encuentras en el suelo, a menos que te guste vivir entre ella. — Diría con algo de diversión Noah.

Al momento de caerse el pequeño Xolot el joven Beltrán no dudaría en agacharse rápidamente intentando agarrarle.

— ¡¿Porque hiciste eso?! — exclamaría Beltrán sorprendido por el repentino actuar de Noah.

Beltrán se habría puesto repentinamente nervioso, haciendo que al intentar agarrar al Xolot este se resbalase de sus manos, cuando se dispondría a volverlo a agarrar poniendo su mano encima del Xolot, una bota pisaría la mano de Beltrán aplastándola junto al pequeño Xolot dentro.

Beltrán se quejó del dolor sintiendo como su mano punzaría fuertemente quedando marcada parte de la bota en el dorsal de su mano.

— ¿Pero qué hiciste? ¡Mataste a la pequeña criatura! — Diría Noah en tono sorprendido.

Beltrán acercaría la palma de su mano a su rostro revelando el cuerpo del Xolot aplastado, sus pequeñas entrañas desperdigadas en su mano, su antes llamativo color opacado con un oscuro carmesí.

— ¡Pero tú-

Beltrán se habría apresurado para reclamar, sus ojos se humedecieron la frustración y el dolor ocasionado por su mano ser pisada explotaron en ira. Siendo interrumpido antes de completar su oración.

— ¡Que asco! ¡Tu mano tiene sus entrañas! — Exclamaría Noah con disgusto en su voz. —¡Aplástaste al Xolot!

Beltrán se detendría algo desconcertado ¿que había dicho? Todos observaron como Noah habría pisado su mano negarlo sería estúpido como desconcertante, repentinamente otro niño gritaría.

— ¡Beltrán mató al Xolot!

Otros niños reirían mientras señalarían con su mano a Beltrán, Noah simplemente gritaría con más fuerza repitiendo y llamando la atención de otros estudiantes que se abrían acercando a escucharle.

— ¡Oigan! eso no es-

— ¡Lo mataste!

— ¡Que asco! ¿Realmente está agarrando sus entrañas?

— Yo no me juntaría con él...

Los susurros se volverían poco a poco más claros, Beltrán no solo estaría aturdido cuando sus palabras serían completamente ignoradas y señalado por múltiples niños en el sitio.

— ¡A Beltrán le gustan las cosas asquerosas!

Riéndose y señalando a este muchos niños cantarían la frase con bastante gracia, causando un extraño sentimiento de impotencia e tristeza en el niño, que no sabría que decir. Rápidamente Beltrán se giraría buscando con su vista a la niña de nombre Moly quien aún seguiría parada no muy lejos suya algo desconcertada.

— ¡Moly! ¡eso no es cierto! ¡Tú me diste un Xolot y el lo piso! ¿Verdad? ¡Diles! — Exclamo Beltrán.

Moly quien estaría observando a Beltrán parecería apunto de contestar antes de girarse y mirar a los demás, los otros niños mirarían expectantes a la chica mientras algunos se susurrarían a otros discretamente, Moly entraría en pánico soltando un leve jadeo ahogado antes de dar unos cuantos pasos lejos de Beltrán.

— N-no te conozco. — Dijo Moly mientras retrocedió.

Los ojos de Beltrán se abrirían de par en par, viendo en el estos mismos como Moly se alejaría gritando y los otros niños reirían en unísono mientras señalarían a Beltrán juzgando al mismo, Beltrán se quedaría de rodillas en el suelo intentando defenderse para finalmente romper en llanto e irse de la zona.

— ¡Oye! ¡asqueroso!

Mientras Beltrán se encontraría saliendo de clase un grupo de niños le gritarían a Beltrán haciendo que el mismo se girase a verlos.

— Dejen de llamarme así porfavor... —dijo Beltrán frustrado.

— ¿Asqueroso? ¡Si eso es lo que eres! Ya me contaron lo que sucedió ¡Espero no creas que alguna vez me juntaré con alguien a quien le gusta matar animales!

En el almuerzo Beltrán se acercaría a un grupo de 3 niños, los cuales con un rostro de disgusto retrocederían ante su intento de acercamiento.

— Chicos... — Llamaría Beltrán.

— ¡Ni creas que queremos ser amigos de un psicopata como tú! — Exclamaría un niño a Beltrán.

Beltrán intentaría acercarse y explicar pero los mismos se alejarían de este gritando por ayuda a otros niños quienes solo se reirían de Beltrán e huirían de él.

— ¡Claro! ¡Podemos ser amigos! —dijo un niño—; sígueme, te enseñaré algo.

Beltrán sonreiría felizmente cuando seguiría al chico antes de que este lo guiase a la parte trasera de la institución, donde algunos árboles se encontrarían repartidos en sus límites.

— ¡Ahora!

De los árboles varios niños con bolas de lodo en las manos saldrían arrojádas a Beltrán quien sería golpeado por la mismas obligándole a cubrirse la cara con sus brazos.

— ¡Que asqueroso!

— ¡De seguro nos matará como ese animal!

— ¡No te nos acerques!

Beltrán no podría evitar sentir como sus ojos se humedecerían cuando sentiría un nudo en la garganta.

— ¿Divirtiéndose sin mí? — Una voz familiar hablaría.

Beltrán aún cubriendo su rostro observaría a Noah llegar, este recogería algo del suelo y se lo arrojaría a Beltrán, quien sentiría un fuerte golpe en su cabeza, a diferencia de las bolas de lodo este lo aturdiría un poco haciéndolo retroceder.

— ¡Le diste justo!

— ¡Eso te pasa por asqueroso!

Beltrán quien habría caído sentado al suelo, sentiría algo de frío en su frente, utilizando su mano para tocársela podría ver un brillo carmesí en esta misma. Sangre, una sensación de miedo inundaría a Beltrán cuando empezaría a llorar de dolor y miedo.

— ¡Corran todos! — Diría Noah mientras huiría riéndose.

— ¡Oye imbecil escuché que nos acusaste con el profesor!

En los baños de la institución, Beltrán quien habría entrado, con sus ojos algo opacos escucharía el sonido de la puerta atrás suya cerrándose, apretando su puño Beltrán se giraría.

— ¡Ya me cansé! — Diría Beltrán molesto. —¡No me dejaré pisotear!

— ¿Qué dijiste? — Preguntó un niño saliendo de uno de uno de los baños.

Los baños estarían divididos por edificios, estos mismos podrían ser utilizados libremente por los estudiantes, dividida en puertas por secciones cada baño contaría con un escusado. De las otras puertas un total de 4 niños saldrían Beltrán miraría con algo de duda pero no retrocedería.

— Si me hacen algo les diré a los profesores... — Diría por lo bajo Beltrán.

— Algo... mmm ¿Algo como esto?

Los niños saltarían sobre Beltrán quien se opondría, cosa que ocasionaría que este se chocase contra la pared dándose un golpe en la cabeza y logrando ser sometido por dos niños más grandes como de mayor edad por el. Otro de los niños abría metido un pañuelo en la boca de Beltrán ahogando sus gritos de ayuda.

— Qué pasó? ¿Ahora no puedes gritar? — Se burlaría uno de los niños. —¡Mejor quédate en silencio!

Beltrán sentiría como el aire sería vaciado de la boquilla de su estómago cuando sería golpeado, haciéndole caer de rodillas al suelo y vomitar todo lo que habría comido, una mano se pondría en su cabello agarrándolo con fuerza cuando sería empujado para atrás golpeándose nuevamente contra la pared del baño.

— ¡No le den en el rostro chicos!

Diría uno de los niños cuando empezaría a patear a Beltrán quien solo podría encogerse en posición fetal en el suelo, siendo golpeado una y otra vez, no eran patadas tan fuertes sin embargo no serían para nada suaves.

"Porfavor... que todo pare..."

— Entonces no entre más a los baños, joven Beltrán. — Diría el docente sentado en su escritorio.

— ¡P-pero ellos me han golpeado! — Aún manchado con su vómito y suciedad del baño Beltrán hablaría.

— Joven Beltrán... ¿acaso sabe el nombre de quiénes lo golpearon?

— N-no pero si vamos a los salones entonc-

Beltrán sería interrumpido por el docente quien golpearía su escritorio con ambas manos, el ruido seco haría que Beltrán se mantuviera en silencio.

— ¿Realmente crees que importará? Aunque seas un noble bajo ojos de la institución eres un estudiante más, aunque puedas señalar a quienes te golpearon no conseguirás mucho, aún si estos son expulsados las burlas van a continuar—dijo el profesor con indiferencia—. Es la ley de la vida.

— ¿Ley de la vida? — Beltrán preguntó confundido.

— Los animales débiles son presa de los cazadores, pata demostrarías tu debilidad, y todo empeorará para ti. — El docente acariciaría el puente de su nariz. — Nadie en el reino animal salvaría un animal moribundo.

Beltrán no podría evitar apretar sus dientes.

"¿Animales? ¿Ley de la vida?"

— ¿Entonces qué debería hacer? — Preguntó Beltrán exasperado.

Es sencillo, elige si eres un cazador o una presa. Si tanto te da miedo sólo evítalos.

— ¡¿Miedo?! ¡¿Acaso me estás llamando cobarde?! — Beltrán explotaría y gritaría hacia el docente.

Sin dudarlo nisiquiera un momento el profesor abofetearía a Beltrán con la suficiente fuerza como para hacerlo caer al suelo sentado, el dolor de la anterior paliza haría que Beltrán se retorciera ligeramente por los moretones en su cuerpo.

— Si, eso eres Beltrán. Ahora lárgate antes de que decida hacérselo saber a toda la institución, tus amiguitos seguro querrán hacerte una segunda visita si se llegasen a enterar. — Dijo el docente indiferentemente.

Cruzando al lado de Beltrán quien aún seguía sentado en el suelo, el docente se detuvo a un costado de la puerta.

— Espero que nisiquiera se te ocurra decirle al respecto a tu familia sobre esto. Llevo siendo maestro de las academias más prestigiosas durante más de 20 años, un comentario mío y nunca serás aceptado en ningún instituto de buen renombre en tu vida, no quisiese enterrarme en que pensaría tu padre al respecto. — El docente miraría con cierto desagrado a Beltrán mientras abrió la puerta que lo llevaría al exterior de la oficina. — Ningún padre querría reconocer la debilidad de su hijo.

Durante un año entero, aquella academia se habría vuelto el principal temor de Beltran, su infierno personal, dedicado únicamente a atormentarle cada vez que estuviese fuera del salón de clases. Las golpizas en los baños, las burlas ajenas y las embocadas como humillaciones continuarían día a día.

"Eres un Leonhard, eres un Leonhard no puedes huir."

Instituto Valsington, hace una semana.

— Jajaja ¿nisiquiera puedes hacer un buen uso de Prana? — Uno de los chicos hablaría con diversión en su tono de voz. — ¿Que clase de estafa estás hecho?

En mitad de su clase sobre fundamentos de la taumaturgia uno de los jóvenes gritaría hacia Beltrán, el docente a cargo de habría concentrado en enseñar a otro pequeño grupo de alumnos dejando solo a un pequeño grupo donde Beltrán se encontraría.

Tras ser guiados en su niñez, muchos jóvenes serían capaces de manipular su prana permitiéndoles realizar pequeñas exposiciones de lo que era conocido como “conjuro”. Siendo Beltrán un taumaturgo capaz de manipularlo sus clases se basarían en intentar replicar efectos básicos mientras transmutarían el prana a sus alrededores, durante aquella clase se les habría puesto a practicar sobre un

— ... — Beltrán se quedó callado mientras intentaba manifestar algo, únicamente logrando que algunas chispas surgiesen de sus dos manos extendidas.

— ¿Seguro que siquiera eres uno de los nuestros? Escuché que muchos plebeyos no son capaces siquiera de hacer una chispa jajaja.

Beltrán continuaría ignorando por completo los comentarios aparentando estar muy concentrado en su propio control, aunque sin lograr mucho mejor resultó que unas solas chispas.

— Tsk, este imbecil se cree mucho. — Chasquearía con su lengua uno de los chicos.

El niño se giraría para ver a Beltrán dándole la espalda, alzando su mano ligeramente el chico manifestaría una pequeña chispa de fuego entre sus manos, buscando apuntarla a Beltrán quien no estaría muy lejos.

— Yo que tu no haría eso. — Una voz hablaría detrás del niño.

Una mano se pondría en el hombro del chico, quien giraría únicamente para ver a Noah, el chico rápidamente bajaría su mano con los ojos muy abiertos y mirando a Noah.

—A-ah esto no es lo q-que. — El chico intentaría justificarse.

Noah solo reiría para apartar su mano y negar con su cabeza, sus ojos azules observando a Beltrán.

—Es más sencillo que eso, Beltrán pretende no escucharte sin embargo mira como su mano tiemblan cada vez que hablas de él abiertamente.

Noah señalaría la mano de Beltrán, el niño observaría en dirección a Beltrán y podría apreciar como al crearse la chispa las manos del propio Beltrán temblarían sutilmente ocasionando que la misma chispa parpadease por breves instantes. Razón por la cual Noah solo sonreiría sutilmente.

—Aunque pretenda por fuera, el temblor en sus manos delata su nerviosismo. Si quieres causarle un verdadero daño, solo observa. — Noah diría aún sonriendo, mientras alejándose unos pasos.

Tras retroceder unos cuantos pasos Noah pondría sus manos alrededor de su boca a manera que su voz se escuchase mucho más fuerte que gritando normalmente. La voz de Noah sonaría burlesca y aparentemente despreocupada.

—Pensar que tras tanto tiempo apenas puedes formar una pequeña chispa, aquello se supone que debería ser una saeta entera ¿o acaso tus papás están pagándote este instituto para nada? No me sorprendería que nisiquiera fueras su hijo auténtico, seguro te recogieron de entre la basura y te tuvieron pena. — Noah diría, evitando gritarlo tan fuerte como para que los otros niños en el campo se girasen.

El niño que molestaría a Beltrán podría ver como las chispas que manifestaría Beltrán se apagarían por completo no saliendo nada de estas, Beltrán luciría algo tembloroso a lo cual Noah caminaría hacia el niño, diciendo con un tono de voz bastante satisfecho.

—Así es como debes de molestarlo, si planeas causarle algún daño físico encárgate de que ningún docente te vea.

El niño asentiría, y correría hacia sus amigos para contarles lo aprendido, así molestando a Beltrán, quien aunque disimularía total indiferencia habría sido incapaz de siquiera manifestar una chispa en todas las horas de control de Prana. Finalmente los chicos se alejarían ignorando a Beltrán quien en ningún momento se habría girado para verles, haciéndoles imposible el notar lo tensa de la mandíbula del joven. 

Instituto Valsington, actualidad.

—¿Qué te parece tu almuerzo? ¿Eh? Creo que es un precio adecuado, los otros niños pueden ser muy crueles. — La voz de Noah retumbaría en la cabeza de Beltrán.

Noah, bastante acostumbrado a las predecibles reacciones de Beltrán, apenas pudo apartarse cuando el mismo Beltrán movería su cabeza hacia delante de manera brusca casi dándole un cabezazo a Noah quien miraría desconcertado al joven.

—¿Qué mierda te pasa? — Diria Noah con molestia apunto de caminar hacia Beltrán cuando este se percataría de algo.

"Maldita sea todos están saliendo de sus clases..."

Noah se habría quedado a unos pasos de Beltrán antes de darse cuenta que no solo alumnos si no que docentes dejarían las aulas escolares, alguien tan experimentado como Noah sabría la regla básica para acosar a alguien en la institución.

No podías ser visto por ningún docente.

Esto era debido a una regla sencilla, por contrato los docentes no deberían hacer caso o miso a ninguna actitud indebida que ellos pudiesen percibir. Una clase de juramento el cual todo docente tendría que seguir, aquello no significaba que tuviesen que atender todos los casos de abuso, si no solo aquellos que ellos podrían percibir.

La mayoría de docentes tenderían a comportarse extremadamente indiferentes a la naturaleza de las acciones de estudiantes unos a otros, siendo únicamente un medio para mantener en orden las aulas, sin embargo tampoco fuese que se dejasen toda su concentración en ello y cuando se trataría de abusos menores, estos no actuarían, una molestia verbal menor o un empujón sería en su mayoría ignorado, pero cosas como una paliza o el dañar los útiles de otros significaría una penalización severa.

Siempre que el docente no tuviera algo en contra tuya claro.

—Tengo que irme. — Diría Beltrán alejándose rápidamente.

— ¡Espera! — Exclamaría Noah intentando alcanzarse y jalarle.

Sin embargo antes de que logras tomarlo del hombro, Beltrán lograría apartarse quitándose del camino y moviéndose entre los estudiantes con bastante fluidez, Noah se quedaría atrás cuando los múltiples alumnos del edificio saldrían estorbando su camino.

"Por poco..."

Beltrán suspiro de alivio cuando lograría tomar la suficiente distancia de Noah, por poco y sus verdaderas intensiones saldrían instintivamente de su cuerpo. Tras un año entero de abuso tanto físicos como psicológicos Beltrán había llegado a desarrollar un profundo desagrado hacia sus agresores al punto de rozar el odio, que si no fuese porque este habría estado más aterrado que molesto hubiese explotado hace mucho.

Podría decirse que Beltrán sufrió de un cambio cualitativo en mucho menos tiempo que cualquier niño a su edad, con bastantes memorias de un mundo como vida alterna, el carácter de Beltrán que solía guardarse sus sentimientos habría colapsado para empezarse a convertir en una clase de carácter distinto. Con las herramientas psicológicas que habría desarrollado el dueño de sus memorias alternas al madurar, Beltrán ya no se sentiría tan intimidado, aunque eso no eliminaría los remanentes de trauma que su psique habrían desarrollado en todo el año. El umbral de tolerancia de Beltrán se habría vuelto mucho más amplio en comparación al pasado.

"Definitivamente combinar toda esta ira con mi naturaleza volátil de niño no es buena idea."

Beltrán sabría que era un niño, cosa que le haría más complicado lidiar con sus sentimientos actuales, si ahora tenía ganas de romperle a nariz a Noah con solo verlo y oírlo no quería pensar cómo sería su carácter cuando entraría en su hormonal etapa de los 12.

"Espero no tener una pared cerca para golpear cuando eso suceda."

Bromearía un poco para relajar su molestia, recordando los tiempos en los que el dueño de sus memorias alternas pasó por aquella etapa entre sus 12 a 16 años, la cual ahora Beltrán esperaba pasar sin pena ni gloria.

En el almuerzo Beltrán decidiría tomar un drástico cambio en comparación con su anterior versión de él. Beltrán usualmente decidía alejarse de todos los demás jóvenes y buscar una zona más apartada, inclusive en ocasiones se mostraba indispuestos salir del aula escolar con tal de evitarse palizas.

"Este enfoque me gusta mas"

Beltrán buscaría cambiar varias cosas en su vida actual, algo que habría pensado tras unos días al reflexionar sobre su actual situación, en primer lugar no creía que sería bueno para su versión actual el continuar con el estilo de vida que habría estado llevando como manteniendo.

Por un lado ahora sería Beltrán mientras que por el otro todas las experiencias y memorias que habría adquirido lo habrían alterado en una escala a la cual Beltrán sabía que no importase lo mucho que intentará ya no volvería a ser el mismo. Tenía dos simples opciones continuar viviendo en la ignorancia rechazando e inclusive intentando deshacerse con todo este nuevo conocimiento o aprovechar todo esto como una herramienta, una herramienta la cual podría no solo sacarlo del profundo poso actual en el que se habría metido si no obtener algo que deseaba en gran medida.

Respuestas.

¿Porque habría obtenido las memorias de alguien?

¿Realmente existirían más de dos mundos?

¿Era el único afectado de aquella forma o existían más?

¿Qué tendría todo esto que ver con el?

La pregunta mas importante entre todas sería.

¿Qué significaría todo esto?

Beltrán no quería creer que todo esto sería un simple azar del destino, ya sea por parte de la personalidad paranoica como conspiradora que poseía a raíz de haber obtenido todas estas memorias como recuerdos.

Combinando todo esto, Beltrán creía poseer una base sólida para saber el cómo actuaría a partir de ahora. Ya no se dejaría pisotear por los demás, ni mucho menos decidiría esconderse más en una falsa máscara de orgullo inexistente, tanto los recuerdos como los fragmentos de memoria que ahora poseería le habrían hecho cambiar su perspectiva sobre todo.

Razón por la cual ya no buscaría un lugar en el que ocultarse, pues no pretendería hacerlo nunca más. Sin embargo tampoco sería tan poco prudente para dirigirse donde todos lo tendrían como blanco potencial.

Los pies de Beltrán se detendrían cuando este habría llegado al lugar indicado, adornado con una estatua de un guerrero con una gran espada, Beltrán concluiría su caminata observando a la misma, la estatua estaría construida con un material de aspecto pesado como metálico el cual debido a su buen estado reflejaría como si fuese un espejo a Beltrán no muy lejos de él.

Esta estatua representaría la sección en la que se encontraría del instituto, no muy lejos estaría el edificio de aquellos jóvenes que rozarían los 11 o 12 años de edad, estudiantes de último año quienes estarían por graduarse de la institución.

"Ahora con todo el conocimiento biológico que poseo creo que quien pensó que 12 años era bueno para ser considerado mayor es todo un imbecil."

En la mayoría de continentes del mundo cuando un joven sea del que generó que sea llegaba a cumplir los 12 años se le era considerado un "adulto" a ojos de la sociedad, razón por la cual debería de escoger directamente que hacer con su vida. En el caso de los nobles debido a las ventajas que ellos llegaban a poseer, estos podrían darse el lujo de sostenerse económicamente y continuar con sus estudios en una o dos instituciones de prestigio antes de especializarse en algún área en particular.

La razón del porqué esta consideración creía que sería la tasa de mortalidad entre plebeyos, tasa que usualmente no era muy alta debido a las malas condiciones de vida o enfermedades como guerras. En términos generales los plebeyos estarían expuesto a un mar de horribles posibilidades, mucho más que la que se llegó a vivir en la "edad media" que se encontraba en los recuerdos alternos de Beltrán.

Beltrán no dejaría vagar sus pensamientos cuando leería la pequeña plaga a los pies de la estatua, plaga la cual tendría una breve descripción de a quien pertenecería la estatua en cuestión.

"Fareth, uno de los héroes más reconocidos a lo largo de la historia en el mundo. Su trágica historia sobre el cómo vivió y murió para nuevamente ser devuelto a la vida para servir al mundo sigue siendo recordada con tristeza por los bardos."

Las estatuas en la institución eran un apoyo visual utilizado para ubicar con facilidad la ubicación del edificio al que pertenecían, sin embargo el territorio alrededor de la estatua era enorme, siendo el edifico apenas una cuarta parte de los jardines como pasillos exteriores que tendría el sitio, las estatuas estarían ubicadas en la esquina del terreno cuadrado marcando la delimitada zona.

—Es raro ver alguien interesado en los antiguos ídolos. — Diría una voz cerca de Beltrán.

Beltrán sería sorprendido pero como una reacción natural de su cuerpo este se quedaría estático unos segundos antes de girarse, un mal hábito que Beltrán tenía cuando lo sorprendían o asustaban.

Tras girarse Beltrán observaría a una joven de mucha mayor edad que el, posiblemente teniendo 12 años, sin embargo a comparación de algunas otras chicas de su edad esta poseería un cuerpo femenino mucho más desarrollado, el cabello de la chica sería castaño oscuro y ojos celeste, su cabello sería corto llegando un poco que por debajo de sus hombros, este mismo amarrado en un pequeño chongo que dejaría algunos mechones cayendo por su frente como cien, considerando su altura en comparación con Beltrán, la "dama" era mucho más alta que este.

—Alguien se molestó en ponerlas ¿no? Creo que lo mínimo que alguien debe hacer es darse el tiempo a pensar porque.

La mujer reiría sutilmente mientras se acercaría a Beltrán poniéndose a su costado de este y leyendo lo que el mismo Beltrán se encontraba leyendo.

—Si eso es cierto, dime ¿quién crees que fue Fareth? Además de alguien lo suficientemente relevante como para hacerle una estatua. — Comentaría con un tono divertido en su voz.

—Dejando el caso que sea un héroe, lo más probable es que se ganase el título bajo sus acciones, quizá defendió a un reino o varios, aunque no descarto que solo lo utilizarán para representar algo en concreto. — Diría Beltrán descuidadamente.

Por un momento se formaría un silencio entre ambos jóvenes, cuando Beltrán se giraría a mirar a la chica en busca de una razón para comprender su silencio, se toparía el rostro de la fémina mirándole, sus ojos algo entrecerrados y con una expresión más seria sin atisbos de aquella sonrisa en su rostro.

—Tienes un muy buen vocabulario para un niño. — Diría ella con un tono de duda en voz.

Beltrán quien se habría descuidado un momento al divagar en voz alta, se sentiría algo nervioso. Sin embargo rápidamente se recuperaría apenas notándose cambio en su expresión. Esto era debido a que realmente no habría nada que ocultar.

—Aprendo bien en clase. — Contestaría Beltrán con confianza.

La chica se quedaría viendo unos segundos a Beltrán antes de elevar la comisura de sus labios en una sonrisa amigable.

—Bien dicho, dime ¿cómo te llamas? — Preguntó la chica.

—Beltrán Leonhard. — Respondería Beltrán con simpleza.

Tras decir aquello, Beltrán se alejaría un poco de la propia estatua y se sentaría en el césped oscuro. De su bolsa de cuero extraería un objeto envuelto en tela, tras desenvolverlo, revelaría ser un emparedado de Silfium un fruto similar al Silfium.

—Creo que he oído de ti... — La chica se demostraría pensativo. — ¡Claro! ¡Eres el chico al que suelen molestar!

"Vaya sutileza la tuya."

Beltrán mordería con fuerza su emparedado desquitándose un poco de la molestia causada por la casualidad con la que la chica diría tal cosa. Por un lado Beltrán sabría que el ser molestado eventualmente se detendría y aunque podría ser importante para su desarrollo, esto sería una muy pequeña parte de su vida, pero por el otro aún era un niño de 8 años, su mundo entero era aquel infierno personal que viviría a diario.

"Debo de dejar de estar tan en conflicto conmigo mismo no quisiera quedar trastornado."

—Si, es lo que hay. — Diría secamente Beltrán.

—Vamos, no te desanimes, esas cosas suelen pasar, cuando tenía tu edad solían pegarme bolas de lodo en el cabello.

"¿Cuando tenía tu edad? Tampoco eres una anciana..."

Irritado Beltrán suspiraría nuevamente ocultando sus emociones con un rostro común aunque no tan inocente como antes. Mirándole de reojo Beltrán tendría una duda en su cabeza sin embargo se plantearía si decirla o no.

Casi como si leyese sus pensamientos la chica quien habría volteado a verlo se acercaría, recogiendo los bordes de su falda y poniéndose de cuclillas al lado de Beltrán.

—¿Qué si me molestaba tenerte cerca? Bueno pocos miembros de mi clase y compañeros de mi edad realmente les importa lo que los otros niños puedan pensar. — Diría la chica cerrando sus ojos y agitando su mano alrededor de su cabeza expulsando imaginarias opiniones de su alrededor. — Así que me da igual. Más importante aún ¿te interesa saber un poco más sobre Fareth?

Haciendo caso omiso a la reputación de Beltrán ella finalmente recogería los pliegues de su falda por debajo de sus piernas sentándose al costado de Beltrán volviendo su mirada hacia la estatua con un extraño brillo de entusiasmo en sus ojos.

—Bien, ilumíname. — Contestaría Beltrán sin muchos ánimos.

La chica reiría antes de toser un poco, su voz cambiaría del habitual tono casual que poseería por una dicción mucho más fluida, casi como alguna clase de narradora o locutora que llegó a figurar en las memorias de Beltrán.

— Fareth fue un héroe que en el pasado sacrifico, no solo su vida, sino su plenitud eterna con tal de proteger aquello que conocía y creía.

Así la historia de la chica comenzaría.

Fareth es uno de los héroes legendarios que los bardos aún siguen tocando en sus historias, en el pasado durante las guerrillas liberadas en torno al gran valle antiguo se estaba llevando acabo, un grupo de incursiones fueron llevadas acabo por varios de los bandos activos en la guerrilla, los exploradores captaron los restos de algo que creían ser una antigua civilización, la cual ocultaba un extraño secreto. Una gran arma capaz de permitirles cambiar los tornos de cualquier batalla o guerra que se avecinará, un arma definitiva.

Cosa que comenzó una auténtica guerra en las profundidades del valle, sin saberlo aquello que las civilizaciones narraban no era un arma, si no una criatura, criatura la cual sería despertada a raíz de toda la guerra y muerte en su centro. La criatura llamada Kaarme emergió como una de las monstruosidades más temibles existentes, el Kaarme arraso con toda batalla a su alrededor, para cuando los bandos de la guerra comprendieron lo que habían hecho era demasiado tarde.

Ahí es cuando entra Fareth, uno de los campeones de la misteriosa tribu de los Æsir, Fareth quien habría estado participando en la guerra observo al gran Kaarme devorar legiones enteras, no importaba cuál arma fuese utilizada en su contra la piel del Kaarme parecía indestructible, en lugar de encogerse de miedo Fareth soltó sus armas y con sus propias manos desnudas enfrentó a Kaarme, lejos de destrozarse las manos los puños de Fareth eran como armas del material más duro existente, su gran habilidad como destreza e instinto para la batalla le hicieron pelear como ningún guerrero antes de los grandes señores de la guerra habría echo alguna vez. Días y días de batalla interminable desencadenaron un choque tan titánico que el propio valle antiguo del tamaño de un continente entero tembló, sin embargo finalmente uno de los dos monstruos cayó sin vida al suelo, el gran Kaarme habría perecido.

Sin embargo a un gran precio, pues aunque Kaarme fue el único que cayó no fue el único que terminó sin vida. Fareth utilizó lo que quedó de fuerza en su cuerpo para morir como un auténtico guerrero de pie, el mundo se lamentó por si perdida, tras solo haber podido observar en silencio la batalla... cuando todo se creía perdido y el cielo llovería casi pareciendo llorar la pérdida de Fareth-

— Uh… qué lástima, parece que el almuerzo terminó. Creo que deberías comerte ese emparedado rápido —dijo la chica con un tono divertido, levantándose de un salto—. Si mañana vuelves aquí y te portas bien, quizá te pueda contar la segunda parte.

Beltrán, quien se había quedado algo aturdido por la repentina interrupción de la historia, no pudo evitar observar su emparedado, al cual solo le había dado una mordida. Por poco una vena se le marcaba en la frente al ver cómo la chica se alejaba dando pequeños pasos alegres, despidiéndose con la mano.

“…Dejarme así.”

Beltrán casi se atragantó al terminarse su emparedado en menos de un minuto para apresurarse y volver a clases. Tenía un montón de dudas, pero no quería quedar aún peor ante los profesores, sobre todo tras haber faltado seis días. Prefería no quedarse atrás.

En el instituto, la ubicación de las diferentes edificaciones a lo largo del mismo había sido planeada como una forma de facilitar y proteger a los estudiantes. En primera instancia, los edificios correspondientes a los estudiantes más jóvenes se ubicaban en la parte delantera del instituto, a no más de un par de minutos caminando desde la entrada principal, mientras que aquellos en los que estudiaban los alumnos de mayor edad se encontraban en las zonas traseras de la academia.

El objetivo no solo era brindar una facilidad clara a los alumnos más jóvenes para llegar a sus aulas sin caminar demasiado, sino también protegerlos, manteniéndolos alejados de los edificios traseros. Estos últimos estaban dedicados a dos clases principales que rompían con el esquema de educación tradicional de muchas academias para plebeyos menores y que resonaban en la mente de Beltrán:

“Acondicionamiento físico y fundamentos de la taumaturgia.”

El acondicionamiento físico no difería demasiado de las prácticas tradicionales de educación física; sin embargo, además de ejercitar el cuerpo, la clase se enfocaba en brindar las bases para desarrollar una condición física de primera calidad. Se proponían circuitos deportivos, prácticas de lucha similares a la grecorromana, fundamentos de esgrima y bases de defensa personal.

“Casi parece como si nos prepararan para la batalla. Quizá ese sea el caso auténtico.”

Lejos del usual estereotipo de un sujeto adinerado que rara vez necesitaba hacer algo por sí mismo, aquellos pertenecientes a las altas esferas se destacaban en el conocimiento como principal fuente de poder. Además del dinero, la mayoría de ellos tenía acceso a múltiples fuentes de conocimiento, tanto teórico como práctico:

manuales de esgrima, geografía, burocracia, biología, física… Aunque estos conocimientos parecieran ocasionales, si en algún momento debían defenderse de amenazas, asesinos o incluso de otros nobles, siempre contarían con una sólida base a la cual aferrarse. Algo que la mayoría de los plebeyos apenas poseía o les resultaba severamente costoso conseguir. En ese aspecto, los nobles no eran tan distintos de los caballeros amaestrados y entrenados desde jóvenes.

Los alumnos se reunían en la parte trasera del instituto. Alejados de los edificios principales y cerca de las rejas que dividían el territorio del instituto del extenso bosque ubicado también en la parte posterior, había un amplio campo de arena blanda. El sitio podía albergar a seis grupos enteros de estudiantes sin problema alguno. Un poco apartado de este, había un almacén del cual los docentes podían extraer múltiples objetos, ya fuese para las prácticas físicas o para aquellas relacionadas con los fundamentos de la taumaturgia.

En esta ocasión, cuando Beltrán llegó, pudo observar la disposición variada de algunos instrumentos para el acondicionamiento físico. Entre ellos había sacos, escudos de madera, cinturones gruesos y algunas espadas de entrenamiento.

Él, junto con jóvenes de otras clases de su mismo edificio, fue reunido para llevar a cabo su clase. A diferencia de otras asignaturas, con un solo profesor, esta clase contaba con múltiples instructores, quienes se encargaban de supervisar y enseñar las distintas etapas.

“Prepárate para lo que sea que venga.”

Beltrán respiró pesadamente al comprender lo que implicaba tomar esa clase.

— ¿Así que ya volvió Beltrán?

— Jajaja, maldito desgraciado…

— Así que viene por más…

— Escuché que fue atendido por una paliza que le dieron…

— …Dicen que su familia lo va a desheredar…

Los susurros pasajeros se hacían audibles al unirse las clases, separando a los estudiantes por género e invitándolos a cambiarse.

“No puedo evitar notar cierto paralelismo con instituciones más modernas.”

Al igual que en algunos colegios que conocía gracias a sus memorias alternas, Beltrán sabía que cambiarse de ropa antes de clases físicas era una práctica común, algo que en estas tierras era un lujo reservado a quienes podían pagar colegios de élite como el Colegio Valsington.

Beltrán se adelantó a varios de sus compañeros, intentando eludir a los usuales matones que buscaban cualquier oportunidad para acosarlo. Debido a asuntos de privacidad, el edificio destinado al cambio de ropa estaba desprovisto de docentes o vigilantes, convirtiéndose en una zona donde alguien como él sería presa fácil.

”¡Mierda! ¡Me distraje demasiado con la historia de esa chica! Tenía pensado llegar temprano… ahora, con algo de suerte, quizá pueda escabullirme.”

— Disculpen, disculpen… —susurró Beltrán.

Intentando aprovechar el caos de tantos estudiantes entrando a la vez, Beltrán se escabulló entre ellos con prisa, deslizándose como una serpiente.

El edificio recordaba a los vestidores de escuelas prestigiosas en el otro mundo: una estructura cuadrada de un solo nivel, hecha de ladrillo oscuro, sin ventanas, iluminada solo por pequeñas lámparas que emitían una luz anaranjada constante.

El interior estaba repleto de baldosas que reflejaban la luz. La opaca madera había sido trabajada en forma de gabinetes colocados en las paredes y en el centro de la sala. Cada uno solo podía ser abierto por el estudiante correspondiente, y estaban marcados con nombre y apellido para facilitar la búsqueda.

Beltrán encontró el gabinete donde guardaba su ropa adecuada para la clase. Suspiró aliviado, se acercó y extendió la mano para abrirlo, cuando de pronto, alguien le tomó la muñeca con brusquedad.

— Así que decidiste volver al instituto por un poco más, ¿eh? —dijo una voz algo profunda.

Beltrán apenas pudo reaccionar cuando sintió un fuerte golpe en la espalda que lo empujó hacia quien le había tomado la muñeca. Con suerte, logró cubrirse el abdomen con el antebrazo antes de recibir otro golpe en esa zona. El dolor punzante lo hizo levantar la vista.

“Larson.”

Pensó Beltrán, mientras tiraba con fuerza de su brazo. El agresor lo soltó apenas sintió resistencia, permitiéndole dar unos pasos hacia atrás.

Frente a él se reveló un joven de cabello color ceniza, casi una cabeza más alto que él, acompañado por otros chicos que solo reían. Tenía ojos café oscuro con un leve brillo amenazante. Beltrán se puso de espaldas contra el gabinete, alzando su brazo a la altura de la clavícula en una posición defensiva.

— Hey, hey, tranquilo, viejo. Solo quería darte un saludo… ¿o no, chicos? —dijo Larson con su voz profunda.

El muchacho tenía aires elegantes. Llevaba varios accesorios en el chaleco, entre ellos el emblema de su casa familiar: un escorpión con tres espadas como aguijones, listo para atacar.

Los otros chicos rodeaban a Beltrán con sonrisas burlonas, acercándose poco a poco.

“Me rodearon.”

Pensó Beltrán, mientras sus pensamientos se aceleraban. Su mirada se clavó en Larson, quien sonreía ampliamente, como si estuviera a punto de lanzarse sobre él con el resto. Durante casi treinta segundos reinó un silencio incómodo, hasta que la sonrisa de Larson se quebró y estalló en una carcajada.

— Jajaja, es broma, es broma. Solo quería avisarte que he estado extrañando tu presencia. Espero con ansias que durante las prácticas de hoy podamos entrenar juntos —exclamó Larson con una tranquilidad casi inocente.

Los otros chicos rieron sutilmente, luego se apartaron, abrieron sus gabinetes y comenzaron a cambiarse. Larson, con su ropa doblada bajo un brazo, se despidió con un gesto de la mano.

“Este hijo de puta está loco.”

Ahora Beltrán no pudo evitar maldecir su mala suerte, esperando que las desgracias matutinas se compensaran con un golpe de suerte durante las pruebas físicas.

Pero ese no sería el caso.