—No me importa realmente si lloras. En verdad, nunca deberías haber mentido.
La oscuridad estaba presente por todos lados y solo el silencio reinaba dentro del abismo. Lo único que le daba vida era el canto de un cierto hombre que actualmente caía a través de él.
—Maldita sea, estoy tan aburrido.
Damien ya había estado cayendo por lo que él asumía era al menos una hora, pero aún no había alcanzado algo ni siquiera cercano al fondo del abismo.
No era ni siquiera que simplemente se sentara quieto y cayera, de hecho había intentado múltiples veces acelerar su caída sin éxito. Extendió su conciencia tan lejos hacia abajo como pudo, solo para que se encontrara con la oscuridad.
Constantemente se teletransportaba hacia abajo en su rango completo de 10 metros, pero a medida que pasaba el tiempo, la velocidad de su caída había superado la distancia que podía viajar con la teletransportación, haciendo que fuera una tarea inútil.
