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Chapter 3 - Capítulo 3: Tensiones y Conflictos

En los días siguientes, el ritmo del hospital continuó implacable. Jack estaba habituándose a ser parte de la rutina, resolviendo casos, haciendo diagnósticos, y, aunque estaba contento con su trabajo, sabía que nada se comparaba con el reto que representaba ganar la aceptación de Gregory House.

Su diagnóstico acertado sobre la paciente con Miastenia Gravis no pasó desapercibido. De hecho, había generado cierta admiración en los pasillos. Sin embargo, los elogios eran siempre rápidos y breves, algo que Jack había aprendido a tomar con cautela. Aunque disfrutaba de la admiración de sus colegas, nada lo satisfacía completamente como las interacciones con House. Sin embargo, esas seguían siendo frías y calculadas. House nunca parecía estar dispuesto a darle un visto bueno, y la indiferencia constante comenzaba a afectar a Jack de maneras que no esperaba.

Un miércoles por la mañana, después de varias noches sin dormir, Jack llegó temprano al hospital, listo para enfrentar otro día en este mar de casos médicos complejos. Como siempre, los empleados y pacientes lo saludaban con respeto, pero el mayor desafío seguía siendo el de atravesar la barrera emocional que se mantenía entre él y House. Aquella actitud desinteresada que el doctor mayor presentaba estaba dejando mella en Jack de una manera inesperada. Mientras se adentraba al edificio, pensó en lo lejos que había llegado, en lo que ya había logrado; pero todo eso parecía desvanecerse cada vez que se encontraba con los ojos fríos e inexpresivos de House.

La jornada comenzó como cualquier otra, pero la atmósfera parecía diferente esa vez. House y su equipo estaban reunidos en una de las habitaciones donde un paciente estaba siendo examinado por las pruebas físicas. El diagnóstico aún no estaba claro. La mujer de 48 años que había sido admitida para tratar los misteriosos síntomas de pérdida de equilibrio y delirios continuaba sin respuestas claras.

Jack fue el último en llegar a la reunión, e inmediatamente la mirada de House se clavó en él.

—Ah, Jack. El hombre con soluciones misteriosas y extrañas —comentó House de forma sarcástica, dándole la bienvenida con una de sus clásicas bromas mordaces.

Jack dejó escapar un suspiro sutil antes de responder con la calma que estaba empezando a cultivar.

—En realidad, House, ni siquiera soy tan misterioso. Solo hago mi trabajo —replicó con una media sonrisa.

Pero House no permitió que el intercambio se quedara en bromas. Enseguida, se centró en el caso y comenzaron a hacer sugerencias.

—Está claro que hay algo neurológico involucrado, ¿pero cómo diagnosticamos esto? —preguntó Chase, mirando las pruebas previas con duda. La paciente había tenido un tratamiento innecesario para diversas afecciones previamente diagnosticadas.

—Probablemente es un trastorno autoinmune —dijo Cameron, casi de forma prediciendo la respuesta, sin darse cuenta de la tensión en la atmósfera. Había algo diferente en el tono con que hablaba.

—Sí, probablemente. Pero más que eso, aún faltan detalles que tenemos que desentrañar para ver la imagen completa —completó Jack, alzando la mano y atrayendo una mirada hacia él.

—Déjame adivinar… —interrumpió House, la ironía desbordándose en su tono—, vamos a tratar el caso como si tú fueras el que sabe todo, ¿verdad?

Jack sabía que House lo desafiaría, y esa era la razón de que lo mantuviera sereno. No respondería con agresividad, pero tampoco cedería ante la desconfianza de su superior. Estaba acostumbrado a los desafíos y a las miradas sospechosas.

—No. Simplemente sugiero que se haga otra revisión de los antecedentes médicos completos de la paciente. Sólo estoy ampliando el diagnóstico, pero si tienes algo más que proponer, House, estamos para escucharte —dijo Jack con firmeza, sin volverse a mirar a Cameron o a los demás miembros del equipo, solo observando a House.

Silencio.

House lo miró por unos segundos, evaluándolo como si estuviera haciendo un juicio final. Luego, se giró lentamente y apuntó hacia su pizarra.

—Bien, Jack. Vamos a ver si logras salvar el día nuevamente con tus… pistas misteriosas —comentó en tono retador.

A pesar de la mezcla de sarcasmo y burla, Jack tomó la dirección de la revisión exhaustiva del expediente de la paciente y, en el proceso, sus ojos fueron hacia House por un momento. Parecía no haber más indicios de arrogancia en su comportamiento. Sin embargo, los pensamientos intrincados que Jack había estado tratando de contener no cedían. La tensión era palpable.

Horas después, Jack comenzó a dar resultados. Un análisis profundo sobre los antecedentes médicos de la paciente reveló algo relevante: había padecido una infección rara en la juventud. Esto desencadenaba una serie de complicaciones que podrían relacionarse directamente con los síntomas actuales. Sin embargo, House estaba callado en su esquina, su rostro mostrando el mínimo de expresiones posibles.

Jack recordó, por un momento, cómo había sido el niño que siempre pasó desapercibido en su propia familia. Creció con la sensación de que se esperaba mucho más de él, pero por razones completamente ajenas al esfuerzo personal. Desde pequeño, había tenido esa presión implícita que nunca había logrado aflojar. Sin embargo, con House todo parecía aún más desconcertante: el mismo síndrome de "nunca ser lo suficientemente bueno", como si para él siempre hubiera algo más que superar.

—Está relacionado con el sistema inmunológico —dijo Jack mientras veía los resultados de su último análisis, sin dejar que su satisfacción lo dominara.

House apenas levantó la vista.

—¿Sí? Claro. Vamos a ver. Abre la boca de la paciente y mira, un diagnóstico raro, muy raro, simplemente porque no lo identificamos antes.

Jack no se molestó en discutir. Sabía que House nunca cedería de inmediato. Sin embargo, lo que sucedió luego fue una sucesión de aciertos, de pequeñas piezas que encajaron perfectamente en un rompecabezas que, hasta entonces, parecía imposible de resolver. La paciente fue diagnosticada con una encefalopatía inmunológica crónica que explicaba la pérdida de equilibrio y los delirios persistentes.

Al llegar la hora de reportar a la sala de conferencias, la entrega de Jack a un diagnóstico que había escamoteado tantas veces la solución parecía estar pasando desapercibida para los demás. Todos empezaron a notar que había algo en él que los atraía, que su manera de pensar a veces avanzaba incluso por encima de ellos. ¿Era arrogancia? Tal vez. Pero había algo que trascendía esa necesidad de exposición en Jack.

Cuando Jack dio un paso atrás y, durante un breve segundo, observó la sala, pudo ver las mentes ocupadas por mil pensamientos, pero nadie ponía una atención verdaderamente fija en lo que House pudiera decirles.

Era hora de tomar el control. Un control de la situación, de los egos, del impulso silencioso que dominaba a cada uno de los miembros de ese equipo. House podía tolerar la competencia, sí, pero ese día, lo que realmente marcaría la diferencia sería algo más profundo.

—Eso lo has conseguido tú, Jack. Buen trabajo. Pero solo esta vez —dijo House en tono grave, algo que parecía querer demostrar pero también no mostrarse tan vulnerable.

Era la primera vez que Jack sentía que House realmente lo reconocía por algo más que una tarea trivial. El reloj marcaba la hora exacta para irse, pero, antes de salir de la sala, Jack se giró.

—No te preocupes, House. Todo tiene un límite. Lo sé mejor que nadie.

Con eso, caminó hacia su oficina, dejando atrás un momento incómodo pero cargado de un reconocimiento tácito.