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Chapter 19 - 19

La poza parecía un lugar paradisíaco. Un gran salto de agua de al menos doce metros se había horadado a lo largo de los milenios. La roca sobre la que caía, era una roca caliza; el agua límpida en la superficie no permitía ver el fondo.

"Sea lo que sea lo que haya en el río, no creo que haya mejor nido que este. ¿Qué habrá veinte metros de profundidad por diez de ancho?"

"Como va a hacer salir al pez monstruo, no podemos pasarnos los meses pescando..."

"¿has visto alguna vez lo que pasa cuando cae un rayo al agua?"

"No... ¿Se moja el rayo?"

"Ha ha, no, la electricidad se transmite por el agua, recuerda eso, si no quieres que un rayo lanzado por tu mano te deje frito por tener los pies en el agua..."

"Pero mi propio maná no puede hacerme daño..."

"Tu maná no, pero en cuanto toque una superficie, ese maná ya solo será un efecto físico y este puede afectarte... Por poner un ejemplo más fácil: si lanzas fuego a una bala de paja, tu fuego no puede quemarte, ¿verdad? Pero el incendio que genera sí, pues con la electricidad y el agua pasa lo mismo..."

"Tiene sentido..."

Gael se preocupó por primera vez en su vida por donde ponía los pies. Como no se fiaba de lo que fuese a hacer, el mago se subió a un árbol cercano para observar desde una rama.

Rilcar se subió a una piedra lejos del agua, y desde allí lanzó un poderoso golpe de rayo al centro de la poza. El destello eléctrico se extendió por toda la superficie, y un olor a pescado frito comenzó a emanar.

Poco a poco unos cuantos peces subieron a la superficie, ninguno era especialmente destacable, hasta que tres bichos negros con el diámetro de la pierna de un humano adulto y la longitud de un brazo comenzaron a flotar en la superficie, tenían una boca llena de pequeñas protuberancias.

"¿Qué es ese bicho asqueroso?"

"Pues eso, querido aprendiz, es el misterio de porque qué los lobos no cruzan, son sanguijuelas gigantes, cualquier desgraciado que se meta en el agua si tiene la mala suerte de dar con ellas será drenado de sangre hasta la muerte..."

"¿Tenemos que limpiar el río de esas cosas?"

"Bueno, eso dependerá de Jacob; mientras los chicos no se bañen, pueden ser una bendición más que otra cosa. Sin el ataque de los lobos, la granja y su ganado crecerá, y ese hombre lo necesita..."

"¿Qué quiere decir?"

"No te fijaste que ninguna mujer salió a recibirnos, seguramente su mujer murió hace algún tiempo. Ese hombre necesita de toda la buena suerte que le pueda dar la vida. Le informaremos y daremos el encargo por nulo, así no perderá su ficha"

"¿Qué es una ficha y en qué ayudará al señor Jacob?"

"La verdad es que sabes poco del mundo, Gael, ¿sabes al menos en qué se diferencian los magos, de los caballeros, los soldados, de los simples plebeyos?"

"Eso es fácil, me lo explicó mi padre, los magos somos los que entre todas las afinidades a los distintos manas tenemos maná de voluntad con lo que podemos moldear el mundo conforme a lo que queremos, los caballeros no tienen afinidad a la voluntad, pero si tienen más de tres afinidades al maná, tal y como pasa con mi padre y mis hermanos, los soldados tienen menos de tres, los plebeyos no pueden sentir ningún tipo de maná ni canalizarlo..."

"No es una mala base, Gael, pero esas diferencias también implican distintos derechos y obligaciones... Los magos se supone que somos el pináculo de la fuerza y el poder, pero no somos ni el cinco por ciento de toda la población, hace cientos de años se llegó a un acuerdo, los magos no podrían ser nobles, no podrían gobernar y no debían pertenecer a ningún país en concreto, así se evitaba que los poderosos reinaran a sus anchas... Si nos queremos casar o lo hacemos entre magos o con un plebeyo, pero no con un noble..."

"Pero mi madre era la maga de la corte y se casó con mi padre..."

"Claro, pero ese matrimonio tiene que tener el visto bueno de un archi mago y un noble superior; por suerte tus padres tuvieron ese favor real para reforzar la línea de sangre de tu padre..."

"Entonces, ¿no soy un noble?"

"En verdad, cuando acabes tu formación mágica, perderás tus títulos y derechos de sangre, tu estatus será el que llegues como mago, tus hermanos, sin embargo, heredarán las tierras, los impuestos de los vasallos y las obligaciones. Los plebeyos pagan impuestos a cambio de la protección de los señores, pero esa protección no es ilimitada, Gael, al menos en este reino un vasallo solo puede hacer dos peticiones de protección al año excepto que no sea por una invasión o urgencia, estas dos peticiones suponen la forma en al que se enfrentan al mundo aquí afuera de las murallas de una ciudad. Si gastas una y hay un peligro después, a lo mejor te quedas solo luchando contra los monstruos... Jacob ha gastado en este encargo una de esas peticiones, pero si el encargo se declara nulo y no lo renueva, conservará a futuro la posibilidad de pedir ayuda, y nosotros cobraremos al menos los gastos... Ya hemos sacado un gran beneficio de la cueva, por eso hay que ser listo y no desperdiciar nada si puedes. Cobra solo lo que haya significado un riesgo real para tu vida. ¿Para qué vamos a cobrar por limpiar un río de sanguijuelas, no merece la pena? Cobraremos la tasa mínima por venir y nos iremos"

El concepto de moralidad no era algo a lo que el chico estuviese acostumbrado; como hijo de noble, no podía entender esos riesgos y sin sabores de la vida. Los siete hijos de Jacob le daban mucha pena en ese momento al niño. Se sentía afortunado, se sentía desagradecido por haberlo dado todo por hecho en la vida, y el maestro... Bueno, no lo trataba como un niño mimado, todo tenía su lugar en la mentalidad del maestro, no era un rebelde, aceptaba el mundo como era, pero no haría daño si podía evitarlo.

Ni que decir tiene que Jacob aceptó dejar en paz las sanguijuelas y advirtió a sus hijos del peligro del río, no mencionaron nada de la cueva, solo le devolvieron la caña de pescar.

Sin embargo, Rilcar no perdió detalle. Gael, intentando pasar desapercibido, le dio a Matías la piedra del cangrejo para que se la comiera. El niño tendría más oportunidades de crecer fuerte, pero en la granja toda pequeña ventaja podía significar la diferencia entre la vida y la muerte.

La gracia concedida era mucha, así que Jacob les invitó a pasar la noche y a asar un cordero como agradecimiento. Todos disfrutaron de la celebración, los hijos de Jacob porque podían estar tranquilos de que no habría ataques de lobos en bastante tiempo, Jacob por eso y porque seguía pudiendo pedir protección para su familia ese año. Gael porque era su primera aventura real, y obrar bien fue un sentimiento que no había experimentado mucho en su vida en el castillo. Rilcar celebró toda la situación, aunque era difícil saber sus motivos.

Jacob y el mago se sentaron en la entrada de la casa cuando las estrellas ya estaban en el firmamento, compartían una pipa y un vaso de licor que sirvió Rilcar.

"Dígame, señor mago, ¿qué tiene de especial ese muchacho?" No es normal con el tipo de vida que llevan ustedes, llenos de peligro que un mago errante lleve un aprendiz en sus viajes"

"Señor Jacob, ¿no ha tenido la sensación de ser demasiado viejo ya para cambiar el mundo? ¿Qué ojalá volviese a ser un niño sabiendo todo lo que sabe ahora? Ese chico es para mí todo eso y más, yo envejeceré vagando por los caminos, pero él puede triunfar en el camino de sombras que a mí me tocó andar... Eso es un cambio Sr. Jacob, mi cambio..."

"Ha ha ha, los magos tienen unas preocupaciones muy raras, yo solo llego a pensar cuántas vacas nacerán el próximo mes..."