Chereads / Gael's Path of Magic / Chapter 21 - 21

Chapter 21 - 21

Por muy genial que fuese Gael, los complejos procesos químicos y sobre todo alquímicos eran algo que estaban más allá de su posibilidad de comprensión; sin embargo, ese juego de líquidos, redomas, alambiques y olores extraños eran fascinantes para el muchacho. Su curiosidad innata, haciendo preguntas sobre el porque de los distintos procesos, al menos sentaban una base que en un futuro agradecería en el colegio, pero sobre todo en el instituto mágico.

Con cada práctica de magia, los segundos que tardaba en lanzar los conjuros reglamentarios disminuían; sin embargo, cada vez que volvía a lanzar un cuchillo de hielo o de viento, comenzaba a hacerse más preguntas.

Había cuestiones como el porqué de usar un gran cuchillo de hielo, cuando con una pequeña bala cilíndrica sería suficiente para atravesar a un goblin, o porque usar una cuchilla de hielo sobre un solo enemigo, cuando con un poco más de magia podía matar a varios de un solo golpe.

Su mente era ahora flexible, aunque por el momento Rilcar le pedía que se mantuviese en una constante repetición de las magias básicas y conforme al libro. Lo que peor llevaba Gael era el concentrarse en empuñar su fino estilete y al mismo tiempo conjurar con la otra mano. No es que fuese torpe, o un diestro con una izquierda inútil, era más una cuestión de dividir su atención. Pero Rilcar era inflexible, su arma tenía que estar siempre lista, incluso comenzaron a ensayar con el maestro lanzando algunos ataques sencillos mientras Gael ejecutaba sus magias. Fuego, viento, hielo y piedra eran los primeros conjuros, pero no habían ido más allá. De momento era repetir y aumentar la dificultad, lo mismo luchando que colgado de un pie. Desde el suelo, hasta la carrera, los mismos conjuros una y otra vez, pero con situaciones cada vez más complicadas. Para el niño era un juego extraño, pero frustrante, con todos esos problemas añadidos no solo no había conseguido reducir los tiempos de lanzamiento, sino que cada vez le costaba más y más no tardar más tiempo en lanzarlos.

Pero para un niño no había nada mejor que un reto. Así pasaron tres días lluviosos, entre los experimentos de alquimia y la práctica mágica, al segundo comenzó también con la magia de fuego.

El primer conjuro llamarada se le dio especialmente bien a Gael, que consiguió hacerlo en solo 9 segundos y hacer más de ocho. Su núcleo de fuego estaba cerca del segundo nivel, el medidor para el primer nivel era cinco.

En las frescas noches tormentosas, Gael agradecía la comodidad del interior del carromato, la estufa y el sofá donde su pequeño tamaño podía dormir cómodamente.

Desde que supo que el caballo tenía su propio establo separado, para el chico esa habitación era un hábitat increíble. No podía aún tocar los libros de las estanterías, pero había tantos secretos que descubrir en ese pequeño mundo que se hubiese pasado semanas explorando sus misterios. Pero al cuarto día el sol salió anunciando los últimos ramalazos de la primavera, ni un atisbo de nubes quedaban en el cielo.

Rilcar dio la orden de partir y el jamelgo, el niño y él volvieron a trotar por el camino.

Cuando llegaron al ramal principal, se cruzaron con muchos carromatos de granjeros y comerciantes que también aprovechaban el buen tiempo para reiniciar sus actividades. Tras un recodo, otro carromato estrafalario y parecido al suyo apareció. El hombre que tiraba de las riendas iba en su misma dirección, apretando un poco el paso lo alcanzaron. Cuando los carromatos llegaron a la misma altura, el hombre se sorprendió al ver a Rilcar.

"Hombre, hacía ya mucho que no coincidíamos, maese Rilcar, ¿un alumno o uno de los muchos bastardos con los que has abonado este mundo?"

Aunque el hombre era mucho mayor, trató al Rilcar con respeto aunque con cierta familiaridad y sorna, incluso le llamó maese lo cual fue una sorpresa para regocijo de Gael, no entendió lo de los bastardos, era muy pequeño para eso, pero estaba complacido de que el viejo hubiese preguntado por él y mostrase respeto por su maestro aun siendo el otro mago mucho más viejo.

"Bien hallado, Harrigan, me alegra verte bien y en buena forma, ¿cuánto hace desde lo de Ilostrav? ¿Cinco años?, ¿Qué trae a tus viejos huesos tan al norte? Creía que no te gustaba el frío y la humedad, y por cierto este muchacho de aquí es mi pupilo, Mark Nowhere, un pequeño genio en potencia"

Ilostrav era una gran ciudad del imperio Nunti en al sur de su propio reino, una tierra muy lejana.

"¿Nowhere? Curioso apellido, me alegro de conocerte, muchacho. El ambiente está raro por allí, por el imperio, no es buena época para estar allí, Rilcar, la cofradía de magos de Nunti está poniendo demasiadas reglas, ya no se puede operar sin pagar impuestos a cada paso, es mejor probar suerte por aquí ¿también vais a desempedrar las tierras de los nuevos colonos?"

"Claro, entre los tres tardaremos poco, ¿Gael y yo desempedramos y tú abonas?"

"Perfecto, perfecto, mi espalda agradecerá no tener que estar todo el día andando por el campo, pero el círculo de fortuna hazlo tú, esas cosas se te han dado siempre mejor a ti"

El viejo Harrigan se tocaba la barba mientras miraba al chico leer con detenimiento el siguiente conjuro que le tocaba aprender, Shoking Grasp un conjuro básico de rayo.

"¿Qué lees con tanto detenimiento? Un libro de aventuras..."

"¿Aventuras? Soy un futuro mago señor Harrigan estoy leyendo los conjuros reglamentarios, los medidores"

"Medidores... eres pequeño para estar en el colegio... bueno, hay niños que no crecen realmente hasta la pubertad"

"No estoy en el colegio, tengo cinco años, solo me preparo para ese día, el maestro Rilcar me ayudará a ser un gran mago..."

"Cinco años... mejor antes que después... ¿Y has aprendido algo ya?"

"Voy progresando señor Harrigan, de momento solo controlo cuatro conjuros, los primeros de aire, fuego, tierra, y hielo... pero me queda mucho para poder lanzarlos rápido, sigue siendo muy difícil, y más si el maestro Rilcar no deja de acosarme con la espada, perseguirme o colgarme bocabajo"

El viejo enarcó una ceja, todas sus arrugas se estiraron por sorpresa, conjurar era una cosa, muchos niños podían llegar a hacerlo, aunque la edad de Gael era sorprendente, pero lanzar un conjuro bajo presión era otra cosa muy distinta.

"No estás siendo muy duro con el muchacho, Rilcar, ni siquiera tú conjurabas bajo presión a su edad, te quejabas si te molestaban..."

"El chico solo lleva unos días, Harrigan, te aseguro que será capaz de eso y de mucho más, solo tienen que decirle como aprender de verdad..."

Los carros siguieron en paralelo siempre que podían; el viejo preguntaba esto y aquello mientras se tocaba la barba. Frente a Rilcar con sus armas a cuesta, su aspecto y ropa de montaraz, Harrigan parecía más la imagen de un viejo mago que todos los niños tenían en la cabeza. Larga barba, arrugas incontables, una túnica y un viejo sombrero puntiagudo. Hablaba despacio, a veces fumaba de una pipa, y otras parecía perdido en sus pensamientos. Gael podría asegurar que lo había visto conducir dormido, o era una rara habilidad, o ese hombre tenía poderes sobrehumanos.

"¿Cómo puede saber por dónde guiar al caballo si va con los ojos cerrados?"

"No duerme, Gael, el viejo solo medita, sus sentidos de maná son los que lo llevan, son más fiables que los ojos si se saben usar."

"¿sentidos de maná?"

"Ha ha ha, no tengas prisa, ya te lo he dicho, con el tiempo irás descubriendo esas cosas. De momento, enséñame que tal vas con el Shoking Grasp, no es muy útil, pero es el mejor punto para empezar con el rayo"

El chico, pensando una maldad, conjuró la descarga eléctrica, pero en el último momento, en vez de disparar hacia el cielo, lanzó el rayo contra el viejo Harrigan. La fuerte descarga eléctrica alcanzó al viejo, al que se pusieron los pelos de punta y a punto estuvo de caerse del carromato.

"Vaya... Pues parece que sí estaba dormido..."

Rilcar se reía, y Gael intentaba huir del bastón de Harrigan, mientras este despotricaba contra el pequeño demonio que lo había usado como objetivo de sus pruebas.