Eren, Kael y Lyara contemplaban la gigantesca puerta ante ellos. Su superficie vibraba con una energía oscura, y cada grabado emitía un brillo pulsante, sincronizado con los latidos del corazón de Eren. Algo en su interior le decía que al cruzar ese umbral, no habría marcha atrás.
—¿Estás seguro de esto? —preguntó Lyara, su voz cargada de incertidumbre.
Eren asintió lentamente. No había forma de retroceder ahora. Dio un paso adelante y colocó su mano sobre la fría superficie de la puerta. Al instante, una oleada de energía oscura recorrió su brazo, y la puerta se abrió con un estruendo ensordecedor.
Más allá del umbral se extendía una vasta sala en penumbra, con un suelo cubierto de runas incandescentes. En el centro de la cámara flotaba una figura envuelta en sombras, cuyos ojos carmesí brillaban con intensidad inhumana.
—Bienvenido, Portador del Vacío —resonó una voz profunda en la mente de Eren—. Has venido a reclamar tu destino.
Kael y Lyara sintieron un escalofrío recorrer sus cuerpos. La presencia de aquella entidad era sofocante, como si el aire mismo se hubiera vuelto más denso.
—¿Quién eres? —preguntó Eren, avanzando con cautela.
—Soy el Guardián de la Prueba Final. Si deseas el poder del Corazón Abisal sin sucumbir a él, deberás demostrar tu dominio.
De pronto, las runas en el suelo estallaron en llamas oscuras, y la figura se materializó por completo. Era un guerrero de armadura negra con una espada de obsidiana en cada mano. Sin dar tiempo a reaccionar, se lanzó contra Eren con una velocidad sobrehumana.
Eren apenas logró bloquear el primer ataque. El choque de sus armas desató una onda de choque que envió a Kael y Lyara varios metros atrás. Sin embargo, Eren sintió algo diferente: la voz del Vacío en su mente había enmudecido.
—Aquí, solo estás tú y tu voluntad —susurró el Guardián, atacando sin piedad.
Eren esquivó por instinto, pero cada movimiento del Guardián era preciso, como si predijera sus acciones. Con cada golpe, la oscuridad dentro de él se agitaba, exigiendo ser liberada.
—¡Usa el poder del Vacío! —rugía una voz en su interior—. ¡Acaba con él!
Eren apretó los dientes. No podía dejarse consumir.
La batalla se intensificó. Cada vez que Eren intentaba contraatacar, el Guardián respondía con una ofensiva aún más feroz. Finalmente, tras un desliz, Eren sintió una de las espadas cortar su costado. El dolor era agudo, pero más allá de eso, sintió que el Vacío dentro de él se descontrolaba.
—No... no así... —murmuró, tambaleándose.
El Guardián detuvo su ataque.
—La prueba no es vencerme con poder, sino demostrar que puedes controlarlo —dijo con voz serena.
Eren miró su propia mano, envuelta en una neblina purpúrea. Sus ojos brillaban con la misma luz. Respiró hondo y cerró el puño, disipando la energía con su voluntad.
El Guardián asintió.
—Has pasado la primera prueba. Pero el camino aún es largo, Portador.
Las llamas oscuras se disiparon y la sala volvió a la normalidad. La figura del Guardián comenzó a desvanecerse, dejando tras de sí una nueva marca en el brazo de Eren: un símbolo que ardía con un brillo carmesí.
Kael y Lyara corrieron hacia él.
—¿Estás bien? —preguntó Lyara, con el ceño fruncido.
Eren se puso de pie con esfuerzo y asintió.
—Sigamos. Esto es solo el comienzo.
Y con eso, avanzaron hacia la siguiente puerta, sin saber qué les esperaba más allá.
Fin del capitulo 16