El eco de los pasos de Eren resonaba en la inmensa cámara, sus ojos clavados en la puerta titánica que se alzaba ante él. Las inscripciones antiguas vibraban con una energía ominosa, como si esperaran su llegada. Kael y Lyara intercambiaron una mirada de preocupación, pero siguieron a su líder sin dudar.
Eren alzó una mano temblorosa y la apoyó contra la superficie de la puerta. Un latido profundo, sincronizado con el suyo, resonó en su mente. Entonces, la estructura entera se iluminó con una llamarada purpúrea. Con un crujido ensordecedor, la puerta se abrió, revelando una vasta sala iluminada por un fuego azulado.
En el centro, una figura esperaba. Su armadura negra reflejaba la tenue luz de la estancia y, en su mano derecha, una espada con runas incandescentes reposaba con ominosa calma. Sus ojos, carentes de piedad, se fijaron en Eren.
—Has llegado más lejos de lo que esperaba —dijo la figura con una voz profunda y firme.
Eren sintió cómo el Vacío dentro de él se agitaba con furia y ansia. Cada fibra de su ser gritaba por enfrentamiento, pero también por respuestas.
—👁🗨 Quién eres? —preguntó Eren, sus dedos aferrando con fuerza la empuñadura de su espada.
La figura avanzó un paso, su aura envolviéndolo en una frialdad inhumana.
—Soy aquel que viene a probar si eres digno del poder que cargas. Solo el fuerte puede portar la llama del destino sin ser consumido.
Kael desenfundó su martillo, mientras Lyara preparaba un conjuro.
—Eren, esto es una trampa —advirtió Kael.
Eren negó con la cabeza. Sabía que este momento llegaría. La batalla que determinaría su futuro estaba aquí.
—No intervengan —ordenó.
El guerrero oscuro alzó su espada y cargó sin previo aviso. Eren apenas tuvo tiempo de bloquear el golpe, pero la fuerza del impacto lo arrojó hacia atrás. Sus pies se deslizaron sobre el suelo de piedra, y su brazo izquierdo entumecido le recordó que su oponente no era alguien común.
El choque de las espadas resonó por la cámara mientras los dos combatientes intercambiaban ataques con una velocidad sobrehumana. Chispas saltaron cuando la hoja oscura del enemigo impactó contra la de Eren. Cada golpe era una prueba de su control sobre el Vacío, cada esquiva, una confirmación de su determinación.
Pero algo estaba mal. Con cada impacto, el Vacío en su interior respondía con más fuerza, demandando ser liberado. La tentación de soltar su poder sin restricciones era abrumadora.
—Muéstrame tu verdadero poder, portador del Vacío —desafió la figura, deslizando su espada hacia la garganta de Eren.
Eren bloqueó por instinto, pero el golpe lo hizo tambalearse. Sus ojos brillaron con la energía purpúrea y, por un instante, estuvo a punto de ceder.
—¡No! —gritó, clavando su espada en el suelo para contener la corrupción que lo consumía.
La figura observó su lucha interna y soltó una risa oscura.
—Aún dudas. Entonces, no eres digno.
Antes de que Eren pudiera responder, el guerrero alzó su espada una vez más y lanzó un corte descendente cargado de energía negra. La estancia se llenó de un destello cegador.
Lyara y Kael gritaron el nombre de su amigo, pero cuando la luz se disipó, solo quedaba el silencio.
Fin del capitulo 18