El aire en la cámara titánica se sentía pesado, cargado de una energía antigua y opresiva. La puerta pulsante frente a Eren era más que una simple barrera física; era un umbral hacia algo desconocido, un punto de no retorno. Sus compañeros, Kael y Lyara, permanecían a su lado, pero incluso su presencia no podía calmar la tormenta dentro de él.
—Este lugar... —murmuró Kael, pasando la mano sobre una de las intrincadas inscripciones en la puerta—. Es como si algo nos estuviera observando.
Lyara asintió, su arco en mano, lista para cualquier amenaza. Su instinto le gritaba que debían retroceder, pero también sabía que Eren no cedería.
Eren respiró hondo y extendió su mano hacia la puerta. Apenas la tocó, una ráfaga de energía oscura brotó de su cuerpo, activando los grabados con un brillo siniestro. Un temblor sacudió la estancia y la puerta comenzó a abrirse lentamente, revelando un abismo de sombras vivientes.
—Eren, esto no me gusta nada —advirtió Lyara.
Pero Eren ya no estaba escuchando. Su mente estaba sumida en un conflicto entre su conciencia y la voz del Vacío, que lo instaba a entrar sin temor.
—Es mi destino —susurró, avanzando.
Kael intentó detenerlo sujetándolo por el brazo, pero en cuanto lo hizo, una descarga de energía lo arrojó hacia atrás. Se golpeó contra la pared con un gruñido de dolor, pero su mirada seguía fija en Eren.
—¡Eren, basta! —gritó Lyara—. No tienes que hacer esto solo.
Él la miró por un instante, sus ojos oscilando entre la determinación y la duda. Pero al final, la llamada del Vacío fue más fuerte. Sin más palabras, cruzó el umbral.
Un rugido de fuerzas cósmicas llenó el espacio y la puerta se cerró tras él con un estruendo. Kael y Lyara quedaron paralizados, sin saber si su amigo regresaría... o si aún seguiría siendo él mismo.
Dentro de la oscuridad, Eren sintió cómo su cuerpo se desvanecía en la inmensidad del Vacío. La presión sobre su ser era insoportable, como si estuviera siendo despojado de todo lo que lo hacía humano. Voces susurraban a su alrededor, algunas prometiéndole poder absoluto, otras burlándose de su debilidad.
—Has elegido bien —susurró una de las voces, profunda y resonante—. Pero aún no eres digno.
De repente, la oscuridad cobró forma. Figuras retorcidas emergieron de la nada, criaturas de pesadilla con ojos llameantes y garras que parecían capaces de rasgar la propia realidad. Eren desenfundó su espada, sintiendo cómo la energía del Vacío vibraba dentro de él. Su poder era grande, pero ¿sería suficiente?
Las criaturas atacaron. Eren giró su hoja con precisión letal, cortando la primera sombra en dos. Pero en cuanto su espada la atravesó, la criatura se reformó, aún más grande y hostil que antes.
—Tu fuerza no es suficiente —dijo la voz—. ¿Estás dispuesto a pagar el precio?
Eren gruñó, sintiendo cómo su energía se drenaba rápidamente. No podía ganar con su poder actual, no contra estas entidades nacidas del propio Vacío. Si quería sobrevivir, tendría que ceder aún más a la oscuridad dentro de él.
—Si este es el precio para salir de aquí... lo aceptaré —declaró, dejando que el Vacío lo envolviera por completo.
Un alarido de poder resonó en el abismo cuando su cuerpo comenzó a transformarse, adoptando un nuevo nivel de fuerza y ferocidad. Ahora, él era parte del Vacío... y el Vacío era parte de él.
Fin del capitulo 17