Mientras Ewan se apresuraba hacia la dirección del hospital que Alfonso le había enviado por mensaje, esperaba por su bien que no estuvieran jugando como antes, porque no estaba de humor para sus travesuras.
Sin embargo, cuando entró en la sala y vio a Fiona en un estado miserable, con una máscara de oxígeno sobre su nariz y su muñeca cortada en manos de Alfonso, se detuvo en seco, mientras su corazón comenzaba otro latido problemático.
Colocó su mano en su pecho para calmarlo. ¿Qué tenían estas mujeres que intentaban darle un infarto? ¿Había ofendido a alguna diosa en su vida pasada?
—¿Cómo está ella? —finalmente preguntó mientras entraba completamente en la sala y se paraba junto a la cama de Fiona.