—Al rozar los labios de Ewan contra los de Atenea, una chispa de deseo se encendió y durante un fugaz instante, Atenea dejó ir la última restricción atada al pasado.
—El embate del deseo nubló su juicio, y se rindió a la sensación, a la necesidad de liberación, de alivio ahí abajo.
—Sus muslos se apretaron, intentando contener instintivamente la tensión que se acumulaba. Pero montada encima de Ewan, no lo conseguía del todo.
—Sus labios rozaron los de ella nuevamente, enviando escalofríos por su espina dorsal. La anticipación se enrolló dentro de ella, mientras su gentil toque en su cintura encendía un fuego que quemaba más allá de su ropa.
—Pero el sonido agudo de su teléfono rompió el encanto, sacándola de vuelta a la realidad.
—Rápidamente apartó a Ewan, con las manos temblorosas mezcla de deseo persistente y repulsión.
—Confusión y vergüenza se arremolinaron en su interior, como un torbellino.