—¿Pueden quedarse con el collar de un millón de dólares que Ewan le había regalado de cumpleaños el año pasado?
—¡No! ¿Cómo podría hacer un intercambio tan injusto?
Con temblor marcó nuevamente el número de su padre. Afortunadamente para ella, contestó.
—Hola, Papá... —exhaló con fuerza aliviada mientras daba la espalda al jefe de camareros y su subordinado.
—¿Cuál es el problema, Fiona? ¿Por qué has estado llamando insistentemente?
Fiona suspiró ante la irritación en la voz de su padre. Le informaba de lo loco que se pondría cuando finalmente escuchara lo que pasó.
Pero Fiona confiaba en que él nunca la dejaría colgada en problemas, que nunca la abandonaría.
—Papá, estoy en un apuro.
—Siempre estás en un apuro, Fiona. ¿Qué es exactamente el problema esta vez?
Fiona inhaló profundamente antes de narrar la historia de la velada a su padre. Cuando terminó, el otro lado de la línea estaba en silencio.
¿Por qué? ¿Ocurrió algo?
—¿Papá?
No hubo respuesta.