Ewan entrecerró las cejas al leer el mensaje de texto de su accionista favorito.
El hombre estaba interesado en su estado y preguntaba si estaba lo suficientemente sano para un encuentro.
Ewan miró su suero terminado y llamó a la enfermera.
Sandro se había asegurado de colocar el timbre anoche, para emergencias.
Cuando llegó la enfermera, le preguntó si podía dejar el hospital.
Ella negó con la cabeza. —Todavía no. El doctor recetó reposo absoluto en la cama para usted. También tiene otro suero que tomar en los próximos diez minutos.
Ewan creía que no era necesario.Los profundos sueños que había disfrutado a intervalos habían rejuvenecido totalmente su sistema corporal.
Aunque el último sueño había durado solo dos horas, creía que era el toque final para su salud perfecta.
¡Ahora estaba sano y salvo!
—No puedo esperar a eso, señora. Tengo que estar en otro lugar ahora. ¿Puede darme de alta, por favor? —Ewan intentó negociar.
La enfermera suspiró y revisó sus signos vitales.