En un vasto y enigmático cosmos, más allá de las estrellas y planetas, existían infinitos universos entrelazados por finos hilos de energía, conocidos como el Velo de la Realidad. A través de estos hilos se tejía el destino de cada ser, cada mundo, cada momento. En este vasto tapiz, los dioses jugaban sus propios juegos de poder y ambición.
Los Dioses Verdaderos
En la cima de este complejo entramado existían los Cinco Dioses Verdaderos, seres de poder inconmensurable que no solo gobernaban sobre universos, sino que también mantenían el equilibrio de la existencia misma. Estos dioses no podían morir, pues sus almas estaban unidas al núcleo primigenio del multiverso. Ellos representaban los principios fundamentales que regían toda la creación:
1. Ailith, Diosa de la Eternidad: Regía el flujo del tiempo y el espacio, la sincronicidad del multiverso. Su voluntad era el tejido de la existencia misma, donde las paradojas y el caos eran sus dominios.
2. Mithar, Señor de la Sabiduría: Gobernaba la verdad absoluta y el conocimiento infinito. Conocía todos los secretos de los mundos, pero nunca compartía toda su sabiduría. Solo aquellos que demostraban verdadera comprensión podían acceder a sus enseñanzas.
3. Feylan, Guardiana de la Creación: Tejedora de la materia y el vacío, daba forma a los mundos y a las estrellas. Su poder no solo moldeaba la realidad, sino también las mentes de aquellos que habitaban en ella.
4. Voltra, Dios de la Fuerza: Representaba la energía primordial, el motor detrás de todas las fuerzas físicas y mágicas del multiverso. Su poder otorgaba vida y destrucción por igual, equilibrando el orden y el caos con un solo pensamiento.
5. Lysira, Madre de la Armonía: La diosa de la paz y la unión. Su influencia mantenía la calma entre las razas y los seres, asegurando que la guerra no dominara el universo por completo, siempre buscando la reconciliación entre los conflictos.
Estos cinco dioses, aunque poseían poderes inconmensurables, nunca interfirieron directamente en los destinos de los seres mortales, ya que su existencia era el fundamento de todo lo que era, y si alteraban demasiado el flujo de la vida, podrían romper el delicado equilibrio que mantenían.
Los Dioses Falsos
Sin embargo, no todos los seres que se hacían llamar "dioses" eran tan eternos o tan benevolentes. A lo largo de los universos, existían los Dioses Falsos: entidades que tomaban el manto de divinidad y manipularon los hilos de la vida de los mortales a su antojo, pero cuya existencia estaba ligada a un hilo de la vida. Estos hilos eran finos y vulnerables, conectando sus almas a una fuente de poder que los mantenía con vida, pero que también los hacía susceptibles a la muerte. Si su hilo era cortado, ellos caerían en la nada, sin posibilidad de renacer.
Los Dioses Falsos eran muchas veces creados por la ambición de los seres más poderosos de cada universo, aquellos que deseaban ascender al rango divino sin comprender el precio de ello. Algunos de estos falsos dioses fueron conscientes de su naturaleza efímera, mientras que otros se engañaban a sí mismos, creyendo que su poder era infinito.
Uno de los más notables de estos dioses falsos era Xeroth, un dios de la guerra y la destrucción, que gobernaba sobre múltiples mundos con mano de hierro. Xeroth, al igual que muchos otros falsos dioses, estaba obsesionado con el poder absoluto y creía que si lograba consumir la esencia de los Cinco Dioses Verdaderos, alcanzaría la inmortalidad y podría trascender la naturaleza de su propia existencia. Sin embargo, Xeroth desconocía la verdad: mientras que los dioses verdaderos no podían morir, los dioses falsos solo existían porque sus hilos de vida lo permitían, y cuando esos hilos se rompían, se desvanecían para siempre.
El Juego de los Hilos
El conflicto entre los verdaderos y falsos dioses estaba destinado a ocurrir, pues las ambiciones de los dioses falsos no conocían límites, y su deseo de destruir el orden establecido era tan grande como su propia fragilidad. Pero los cinco dioses verdaderos, conscientes de los peligros de esta constante lucha, habían sellado un pacto entre ellos: Los Dioses Verdaderos no podían intervenir directamente en el destino de los mortales.
Por tanto, los Dioses Falsos comenzaron a manipular a las razas y a las estrellas, tejiendo sus propios planes mientras luchaban entre sí para ganar poder, creyendo que podrían superar las reglas que los mantenían cautivos.
En cada uno de los universos, las semillas del conflicto se sembraron. Un dios falso, Neroth, Señor del Caos, trató de manipular las emociones de los seres humanos en un mundo en particular, creando una guerra interminable entre ellos, buscando que su propio caos hiciera que su poder creciera. Mientras tanto, Solanya, diosa de los sueños, un dios falso del olvido, trató de sumergir los sueños de los mortales en la oscuridad eterna, alimentándose de sus pesadillas y temores.