[Domingo 26 de marzo del 2008]
La mañana siguiente
Peter se despertó en su cama, aún con el cuerpo adolorido por las heridas de la noche anterior. Se había quedado dormido sin querer después de la llamada de Harry. Al mirar el reloj, se dio cuenta de que ya era tarde, así que se levantó y se dirigió al baño, intentando no hacer mucho ruido para no preocupar a su tía May y a su tío Ben. Después de un rápido baño, se vistió y bajó a la cocina.
Allí encontró a su tía May y a su tío Ben ya desayunando. May le sonrió al verlo entrar, pero enseguida notó la forma en que Peter caminaba, como si algo lo estuviera lastimando.
—"Peter, ¿estás bien?" —preguntó su tía, con una expresión preocupada.
Peter se sentó lentamente, tratando de disimular el dolor. Aunque no podía ocultar las magulladuras en su rostro y la tensión en sus movimientos, se forzó a sonreír.
—"Sí, tía. Solo… un pequeño incidente. Me asaltaron anoche, pero no fue nada. Creo que el miedo fue peor que el golpe", explicó, tratando de sonar convincente.
Tío Ben, que observaba en silencio, frunció el ceño al notar la actitud evasiva de Peter.
—"No me gusta cómo hablas de esto, Peter. Los asaltos son serios. ¿Te hicieron algo más que quitarte el dinero?" —preguntó, su voz grave y cautelosa.
Peter hizo una pausa, y aunque quería contarles la verdad, sabía que no podía. Tenía que mantener su identidad de Spider-Man oculta.
—"No, no fue nada grave, Tío Ben. Solo un susto. Ya está todo bien", respondió, tomando un sorbo de su jugo con una ligera sonrisa.
Después de un rato más de conversación, Peter terminó su desayuno y se despidió de su tía y su tío, diciéndoles que iba a ver a Harry. Mientras salía, se sintió culpable por no ser completamente honesto, pero sabía que, por el momento, tenía que mantener su secreto.
Peter llegó a la casa de Harry, donde lo recibió el padre de Harry, Norman Osborn. Aunque no era su relación más cercana, Norman siempre había sido cordial con él. Después de un par de frases sobre cómo iban las cosas, Norman le deseó un buen día y se despidió para continuar con su trabajo.
Harry, quien ya estaba esperando a Peter, le entregó una dirección escrita en un pedazo de papel.
—"Aquí está la dirección de Flash. Si quieres saber más, él es tu tipo. No tengo idea de cómo lo consigue, pero es lo que me dijo." —Harry lo miró con una expresión algo confusa.
Peter asintió y guardó el papel en su bolsillo.
—"Gracias, Harry. Nos vemos después."
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Esa misma tarde, después de salir de casa de Harry, Peter, aún usando su traje de Spider-Man, llegó rápidamente a la casa de Flash. La noche anterior había sido dura, pero no podía dejar pasar la oportunidad de hacer lo correcto. Trepó por las paredes hasta llegar a la ventana del segundo piso donde sabía que Flash pasaba el tiempo.
Al entrar, Flash se sorprendió al ver a Spider-Man frente a él, pero rápidamente se calmó.
—"¡Wow! No me esperaba verte, Spider-Man. ¿Qué tal? ¿Te ha ido bien hoy?"
—"No tanto. Escucha, Flash, unos amigos me dijeron que sabes algo sobre unos... 'polvitos mágicos', ¿es cierto?" —preguntó Peter con tono serio.
Flash parecía algo incómodo, pero no se mostró temeroso.
—"Bueno, sí. He oído que se venden en algunos lugares, pero yo no tengo ni idea de cómo conseguirlos. Solo escuché que una chica llamada Lisa sabe cómo, o al menos, eso dicen." —Flash se encogió de hombros, mirando a Spider-Man.
Peter lo observó fijamente por un momento antes de hablar nuevamente, con tono de advertencia.
—"Flash, no compres esas cosas. No solo son peligrosas, sino que podrían meterte en problemas serios. ¿De acuerdo? Eres más inteligente que eso." —dijo, poniéndose serio.
Flash miró a Spider-Man, impresionado. Aunque había visto a Spider-Man en acción, escuchar un consejo de él directamente hizo que se sintiera algo avergonzado.
—"Tienes razón, Spider-Man. No quiero problemas. No voy a buscar esos polvitos", respondió Flash.
Antes de que se fuera, Flash le dio la dirección de Lisa.
—"Está en la calle 47, cerca de la vieja tienda de cómics. Si quieres saber más, esa es la chica que lo sabe todo", dijo Flash, señalando la dirección en un papel.
Peter asintió, agradecido por la información, pero su mente ya estaba preocupada por el peligro que podría estar acechando en ese lugar.
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Peter, aún bajo la máscara de Spider-Man, se detuvo un momento antes de salir por la ventana. Miró hacia la calle y pensó en las decisiones que tenía que tomar. No podía permitir que la gente como Flash o cualquiera más se involucrara en algo que podría arruinarles la vida.
Con una última mirada a la casa de Flash, se balanceó fuera, listo para hacer lo que fuera necesario para mantener la ciudad a salvo.
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Peter, vestido con su traje de Spider-Man, se deslizó entre los edificios hasta llegar a la dirección que Flash le había dado. Era un barrio algo sombrío, con luces tenues que apenas iluminaban las calles. Al llegar frente a una vieja tienda de cómics, una casa más abajo, vio a una joven de cabello oscuro y ojos intensos que estaba parada frente a una pequeña tienda de antigüedades. Parecía que estaba esperando a alguien, y Peter, manteniendo su distancia, se acercó por las sombras.
—"Eres Lisa, ¿verdad?" —preguntó Peter, asomándose detrás de una pared cercana.
La joven se giró rápidamente, sorprendida por la voz de Spider-Man. No mostró miedo, solo curiosidad.
—"¿Y tú quién eres?" —respondió con tono cauteloso, aunque sin mostrar signos de pánico.
Spider-Man, que ya estaba acostumbrado a causar impacto, dio un paso adelante.
—"Spider-Man. Escuché que sabes algo sobre unos… 'polvitos mágicos'. Estoy aquí para entender mejor lo que está pasando." —dijo, intentando sonar casual, aunque su mente estaba llena de preguntas.
Lisa lo miró detenidamente antes de soltar un suspiro. Parecía vacilante al principio, pero luego asintió.
—"Escuché de esos polvitos de boca en boca. No es algo que me interese, pero en el último tiempo he estado investigando cosas mucho más serias. Cosas que no tienen nada que ver con los 'polvitos', Spider-Man." —respondió con seriedad.
Peter, intrigado, se acercó un poco más, manteniendo siempre una postura que no la intimidara.
—"¿De qué hablas? ¿Qué está pasando?" —preguntó, intentando obtener más información.
Lisa miró alrededor, asegurándose de que no había nadie escuchando antes de hablar en voz baja.
—"Mi hermano desapareció hace un par de semanas. Estaba investigando unos raros sucesos que están pasando en Ravencroft, el hospital psiquiátrico. Parte del lugar está cerrado, pero la otra mitad sigue operando. Los pacientes que tienen allí están… raros, y nadie parece querer hablar de lo que ocurre en la parte abandonada." —explicó, mientras sus ojos mostraban una mezcla de tristeza y preocupación.
Peter la miró en silencio. Ravencroft era un lugar conocido, pero nunca había oído hablar de actividades tan extrañas allí.
—"¿Crees que algo tiene que ver con tu hermano?" —preguntó Spider-Man, ahora más interesado en el caso.
Lisa asintió, apretando los puños.
—"Sí. Él estaba investigando algo más grande. Los rumores dicen que el Kingpin tiene trabajo sucio en el puerto. Están haciendo cosas que no deberían estar haciendo, cosas relacionadas con el control de las calles, pero nadie sabe exactamente qué." —dijo, mirando al suelo antes de elevar la mirada nuevamente, como si sintiera que había revelado demasiado.
Peter frunció el ceño, procesando la información. Todo parecía estar encajando, pero también sentía que había algo más que no le estaba diciendo.
—"¿Y qué más sabes sobre el Kingpin? ¿De qué se trata todo esto?" —preguntó Spider-Man, manteniendo la calma a pesar de la creciente ansiedad.
Lisa lo miró por un largo momento, dudando. Luego suspiró.
—"Eso es todo lo que sé. No puedo contarte más. No quiero ponerme en peligro. Mi hermano… no quiero perderlo también." —respondió, apartándose de él. Su rostro mostraba una mezcla de miedo y desesperación.
Peter la observó por un momento, sintiendo la frustración de no poder obtener toda la información que necesitaba.
—"Lisa, necesito más información. Si sabes algo más, puedes ayudarme a evitar que más gente sufra." —dijo, pero ella ya no parecía dispuesta a hablar.
Lisa dio un paso atrás, sacudiendo la cabeza.
—"No puedo, Spider-Man. Lo siento, pero ya no puedo contarte más. Si sigues buscando, estarás metido en algo mucho más grande de lo que imaginas." —finalizó, dando la vuelta y alejándose rápidamente.
Peter se quedó quieto, mirando cómo se alejaba. El sentido de urgencia crecía en su interior. Ravencroft, el Kingpin, el puerto… todo eso estaba conectado, y algo oscuro se estaba gestando. Pero, por ahora, no podía presionar más a Lisa. Tendría que investigar por su cuenta.
Con una última mirada hacia donde ella había desaparecido, Spider-Man se balanceó hacia la oscuridad de la noche, más decidido que nunca a descubrir la verdad.
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En la habitación de Peter
Peter entró sigilosamente a su habitación después de haber dejado atrás el encuentro con Lisa. Cerró la puerta con cuidado, asegurándose de que nadie lo estuviera observando, y se dirigió directamente a su escritorio. Con un suspiro de agotamiento, se dejó caer en su silla y encendió su laptop, una de las pocas cosas que aún funcionaba perfectamente después de todos los días de aventuras y batallas. Tenía mucho en qué pensar, pero lo primero era lo primero: resolver lo que estaba pasando con Ravencroft y el Kingpin.
Abrió su navegador y comenzó a buscar información sobre Ravencroft. Los resultados eran lo que esperaba: era un hospital psiquiátrico ubicado en una zona olvidada de la ciudad. La mitad del edificio estaba en funcionamiento, pero la otra mitad llevaba años cerrada al público. Sin embargo, hubo algo que llamó su atención: un anuncio en línea. Parecía ser de un sitio de voluntariado, donde se aceptaban ayudantes gratuitos para la sección de tratamiento psiquiátrico de Ravencroft.
Peter frunció el ceño. Lisa había dicho que su hermano estaba investigando el lugar, pero no había mencionado nada sobre voluntarios. De todos modos, eso le daba una idea. Podría inscribirse como Peter Parker, el estudiante de ciencias, y conseguir información desde adentro. Con un par de clics, llenó el formulario de inscripción, poniendo su nombre y dirección. Sabía que esto lo pondría en peligro, pero estaba dispuesto a hacerlo. Necesitaba respuestas.
Sin perder tiempo, cerró esa pestaña y buscó información sobre el Kingpin. A medida que escaneaba las noticias, algo macabro salió a la luz: el hombre más poderoso del crimen organizado de Nueva York había estado secuestrando a personas, principalmente jóvenes y personas vulnerables, y las estaba utilizando para experimentos. Los reportes hablaban de pruebas científicas con métodos poco éticos, y parecía que el puerto de Nueva York era uno de los puntos clave en sus operaciones ilegales. Esto no solo confirmaba los rumores que había oído, sino que también lo ponía en un nuevo nivel de alerta.
Peter dejó escapar un resoplido de frustración. El Kingpin no solo estaba involucrado en tráfico de drogas o robos, sino que ahora se estaba adentrando en terrenos mucho más oscuros. ¿Qué clase de experimentos estaba haciendo? Y, lo más importante, ¿cuántas personas más estaban siendo afectadas?
En su mente, ya estaba trazando su próximo paso: tenía que ir al puerto, investigarlo por su cuenta. No podía esperar a que las autoridades llegaran, ni podía contarle a nadie lo que había descubierto. El tiempo corría, y cada segundo contaba.
Sin pensarlo mucho más, Peter se levantó de su silla. Abrió el armario y sacó su mochila. Guardó la laptop con rapidez y metió todo lo que podía necesitar: algunos gadgets, su teléfono móvil y, claro, el traje de Spider-Man. Cuando estuvo listo, echó un vistazo al reloj. Eran las 2:00 de la tarde.
Con paso firme, Peter salió de su habitación, intentando no hacer ruido. Cuando llegó al pasillo, vio a su tía May en la cocina. Ella lo miró, un poco sorprendida por su repentina salida.
—"¿A dónde vas tan tarde, Peter?" —preguntó, su tono de voz preocupado, pero sin insistir demasiado.
Peter sonrió, un poco nervioso por la mirada de su tía.
—"Voy a la biblioteca, tía May. Tengo que terminar un proyecto." —dijo con una sonrisa tranquila, intentando sonar lo más normal posible.
May lo observó por un momento, luego asintió lentamente.
—"Está bien, pero no te quedes hasta tarde. Sabes que es peligroso por la noche."
—"No te preocupes, estaré bien." —respondió Peter, saliendo rápidamente de la casa, sin esperar más.
Al llegar a la calle, Peter se balanceó entre los edificios, dejándose llevar por el ritmo natural del movimiento. Su mente aún procesaba la información que había encontrado sobre el Kingpin y Ravencroft, pero también sabía que no podía perder tiempo. Necesitaba encontrar respuestas, y el puerto era el lugar perfecto para comenzar.
Se detuvo un momento en lo alto de un rascacielos para examinar su entorno. La ciudad estaba tranquila esa tarde, pero el aire fresco y el bullicio de la tarde comenzaban a moverse entre los edificios. Peter, en su traje de Spider-Man, se deslizó hacia las sombras y comenzó a dirigirse hacia el puerto. La zona industrial no estaba tan lejos de donde se encontraba, pero el tiempo parecía ser su enemigo.
Al llegar al puerto, Spider-Man se desplazó rápidamente entre las sombras, asegurándose de no ser detectado. Desde su posición, pudo ver algunas luces en el área y algunos camiones descargando mercancía. Sin embargo, había algo extraño en la forma en que se movían. No era el tipo de actividad normal que uno esperaría en un puerto, y el olor a hierro y sal en el aire lo confirmaba: algo no estaba bien.
Se movió sigilosamente entre los contenedores, observando todo a su alrededor. No tardó en darse cuenta de que había más seguridad de lo usual, pero no vio a nadie más sospechoso en el área. Sin embargo, sabía que algo importante se estaba gestando aquí. El Kingpin no iba a dejar evidencia tan fácilmente.
Spider-Man continuó investigando, preparándose para cualquier confrontación, mientras su mente daba vueltas a la información que había descubierto.
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La ciudad de Nueva York estaba tranquila a esa hora de la tarde, pero para Spider-Man, el silencio del puerto era casi ominoso. El aire salado olía fuerte y el sonido lejano de los contenedores y los barcos era lo único que rompía la calma. Estaba escondido entre las sombras de un alto contenedor de carga, observando todo a su alrededor. Algo no se sentía bien.
A lo lejos, pudo ver a The Forces, el trío de criminales que había encontrado antes. No estaban simplemente robando ni causando caos como solían hacer. Esta vez, parecían estar transportando algo más pesado: personas. Un par de camiones con las luces apagadas se encontraban estacionados cerca de una antigua bodega en el puerto, y varios hombres de The Forces los estaban ayudando a descargar a los secuestrados.
"Malditos…" murmuró Spider-Man, apretando los puños. Ya no podía permitir que estos tipos siguieran con sus fechorías. La información que había recolectado sobre el Kingpin y sus secuestros empezaba a encajar. Sabía que esos secuestrados no eran solo víctimas, sino piezas de un rompecabezas mucho mayor.
Con agilidad, se deslizó entre los edificios, balanceándose por las cuerdas de tela hasta llegar a una posición estratégica donde podía ver sin ser visto.
The Forces estaban cargando a los prisioneros en un contenedor. El líder, Fancidanci, parecía dar órdenes a los otros, mientras Ox y Vax aseguraban a los prisioneros. Spider-Man no podía esperar más.
"Es hora de que se acabe esto." Pensó, mientras saltaba hacia el aire con el impulso de sus telarañas.
"¡Hola, chicos! ¿Vienen a tomar un café? O tal vez... un puño en la cara." Spider-Man bromeó mientras se lanzaba a la acción.
Con un grito, Spider-Man se lanzó hacia el grupo, utilizando sus telarañas para atrapar primero a Fancidanci, inmovilizándolo rápidamente. La sorpresa en sus ojos fue lo último que vio antes de ser empujado al suelo.
"¡Ay, Dios! ¿Qué pasa, Ox? ¿Tus músculos no te sirven para detenerme?" Spider-Man se burló mientras esquivaba un golpe masivo de Ox que levantó una grúa con sus enormes manos. La grúa fue lanzada hacia Spider-Man, quien, usando su agilidad, saltó hacia un costado, pero Ox no dejó de embestir con el peso de la grúa, y Spider-Man tuvo que hacer malabares con sus movimientos. Se balanceó a través del aire, utilizando sus telarañas para evadir los ataques pesados del criminal.
"¿Eso fue un ataque o estabas intentando ser el Hulk del puerto?" Spider-Man se burló mientras esquivaba otro golpe de la grúa.
"¡Maldito!" Rugió Ox, y con un gesto violento, comenzó a lanzar todo lo que encontraba a su alrededor.
"¡Cuidado, Ox, o vas a empezar a darme dolor de cabeza con esas acciones tan pesadas!" Spider-Man bromeó, mientras saltaba hacia un costado, sólo para esquivar un par de cajas metálicas arrojadas por Ox.
"¡No te creas que puedes ganar tan fácil, arañita!" Gritó Vax, lanzando cables electrificados hacia Spider-Man.
Spider-Man esquivó las descargas, pero una de ellas le rozó el hombro, dejándole una leve quemadura. "¡Ay! Esto sí que pica. Creo que me acabo de hacer una... pequeña quemadura." Spider-Man soltó una risa nerviosa mientras se movía rápidamente.
Con habilidad, Spider-Man siguió el flujo de la batalla, usando su agilidad para burlar los ataques de sus oponentes. Esta vez, el entorno de la pelea le favorecía más: la zona estaba llena de contenedores que ofrecían cobertura, lo que le permitía moverse más rápido y atacar desde ángulos inesperados.
"Oye, Vax, ¿te has dado cuenta de que todos tus ataques parecen estar más pensados para un concurso de mal gusto que para un combate real?" Spider-Man continuó con sus bromas mientras hacía malabares con la batalla.
"¡Te voy a destrozar!" Gritó Vax, lanzando más cables electrificados.
"¿Destrozarme? Yo pensaba que ibas a hacer más que eso, pero parece que hoy no tienes nada mejor que un par de cables rotos." Spider-Man, con su característico sarcasmo, volvió a esquivar con facilidad.
Finalmente, cuando Ox intentó lanzarle otra grúa, Spider-Man aprovechó el momento y con una telaraña bien dirigida, ató la grúa a uno de los contenedores cercanos. El criminal fue arrastrado hacia el suelo, atado por sus propios ataques.
"¿Así que esta es la gran fuerza que tienes, Ox?" Spider-Man dijo, poniéndose de pie sobre él. "La próxima vez, tal vez debas ir a la tienda a comprar algo que realmente funcione."
Con una última pirueta, Spider-Man dejó a los tres criminales atrapados y a la espera de la policía.
Mientras se alejaba rápidamente, no sin antes dejar una nota para la policía explicando lo que había sucedido, se detuvo en una azotea cercana para recuperar el aliento.
"Una victoria fácil... pero solo porque hoy me sentí rápido," pensó Spider-Man, observando el puerto desde la altura. Sabía que aún quedaba mucho por hacer, y el Kingpin no se iba a quedar tranquilo por mucho tiempo.
Sin embargo, algo en el fondo de su mente le decía que este caso, al igual que todos los demás, no sería tan sencillo de resolver.
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Spider-Man se descolgó desde lo alto de los contenedores, aterrizando con agilidad en el suelo polvoriento del puerto. Había dejado a The Forces fuera de combate, pero algo no cuadraba. Mientras se acercaba al lugar donde había visto a los secuestrados, algo le llamó la atención: los camiones estaban vacíos. No había ni rastro de las víctimas.
Su corazón dio un vuelco. En lugar de los secuestrados, el área estaba cubierta con polvo blanco, gasolina, gas propano y diversos productos explosivos. Un fuerte olor a combustible llenaba el aire. Spider-Man se agachó, recogiendo algo del suelo. Polvo mágico. Al principio, no lo creyó. ¿Qué tenían que ver esas cosas con el Kingpin?
"Esto huele raro… mucho más raro que las malas decisiones de Flash," murmuró Spider-Man, mientras sus ojos recorrían el lugar. Algo le decía que este era solo el principio de algo mucho más grande. Estaba a punto de investigar más, cuando de repente, su sentido arácnido se disparó como nunca antes.
"No… no puede ser…" murmuró Spider-Man, antes de darse vuelta y ser brutalmente empujado hacia el suelo por una poderosa embestida.
Tumbstone.
El gigantesco y musculoso villano lo miraba con una sonrisa maliciosa en su rostro. Spider-Man trató de levantarse, pero el impacto había sido tan fuerte que le costó respirar. Tumbstone, con su piel grisácea como piedra, ya estaba preparado para más.
"Pensabas que podrías detener todo esto, ¿eh, arañita? Bueno, esta vez, te va a costar más que una picazón," dijo Tumbstone con su voz grave y raspada.
Spider-Man, aunque aturdido, se recuperó lo suficientemente rápido para saltar hacia atrás y esquivar un puñetazo directo que hubiera dejado a cualquiera fuera de combate. Su sentido arácnido lo guiaba, pero la furia de Tumbstone parecía ser imparable.
"Tú eres el que va a tener problemas, grandulón," Spider-Man respondió, tratando de equilibrar la situación con un chiste. Usó su telaraña para atraparse en un poste cercano y se lanzó a la ofensiva, lanzando golpes rápidos y esquivando los poderosos puñetazos de su oponente. Sin embargo, cada vez que intentaba acercarse a Tumbstone, el villano lo empujaba hacia atrás con su fuerza descomunal.
"Vas a necesitar más que chistes malos para derrotarme, niñato," dijo Tumbstone, con una sonrisa cruel.
Spider-Man utilizó su agilidad para saltar por encima de él, pero Tumbstone reaccionó más rápido de lo que esperaba. El villano, con una fuerza sobrehumana, levantó una gran caja de metal y la lanzó hacia Spider-Man, quien apenas pudo esquivarla. La caja explotó contra un grupo de barriles de gas, creando una tremenda explosión que envió a Spider-Man volando hacia un contenedor cercano.
"¡Esto… esto está mal!" Spider-Man se quejaba mientras se arrastraba por el suelo, sintiendo el dolor por cada golpe que había recibido.
"¡Tu suerte ya se acabó, araña!" Gritó Tumbstone, levantando más explosivos, sabiendo que Spider-Man no podría esquivar más ataques con tanta facilidad.
Spider-Man intentó volver a levantarse, su cuerpo adolorido, pero el sentido arácnido no era suficiente para anticipar todos los movimientos de Tumbstone. El villano tenía un control total de la situación. Spider-Man lanzó telarañas a sus pies para intentar detenerlo, pero Tumbstone no se detuvo. Aprovechó la ventaja de su resistencia y lanzó más cargas explosivas, desatando una serie de explosiones que rodearon a Spider-Man.
"¡Esos trucos no me asustan!" Spider-Man gritó, pero el dolor y el cansancio lo vencían. Ya no tenía tanta agilidad, y su cuerpo le pedía un descanso. Tumbstone aprovechó su debilidad y lo atrapó en el aire, estrellándolo contra el suelo con fuerza.
La batalla se alargó y Spider-Man apenas podía mantenerse en pie. A pesar de sus acrobacias, sus chistes y sus intentos de utilizar el sentido arácnido, Tumbstone estaba claramente en ventaja. El suelo estaba cubierto de polvo y escombros, y Spider-Man sentía que su cuerpo no respondía como antes.
Finalmente, después de lo que pareció una eternidad de intercambiar golpes y esquivar, Spider-Man se dio cuenta de que no podía continuar. Un golpe de Tumbstone lo alcanzó en el abdomen, dejándolo completamente inmovilizado por el dolor. El villano lo levantó por el cuello y lo miró fijamente.
"¿Esto es todo lo que tienes? Esto no es una película, araña. Eres débil." Tumbstone dijo con desprecio.
Spider-Man apenas podía respirar. Sabía que tenía que hacer algo, pero las fuerzas lo abandonaban.
"Esto… no se acaba aquí…" susurró Spider-Man, mientras sus ojos se cerraban.
Pero Tumbstone, sintiendo que había ganado, lo dejó caer al suelo y se dio la vuelta.
"Te lo dije. Esta es la última vez que te metes conmigo." Y con una última mirada a Spider-Man, se alejó, dejándolo atrás, sin poder hacer nada.
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Spider-Man, aún tambaleándose por los golpes de Tumbstone, apenas podía mantenerse en pie. El villano, con una sonrisa de satisfacción en su rostro, observaba cómo su oponente sufría. Sabía que había ganado. Pero no iba a dejarlo ir tan fácilmente.
"¡Este es el fin para ti, araña!" dijo Tumbstone con voz grave. En sus manos, sostenía una enorme caja metálica, llena de explosivos.
Spider-Man intentó levantarse, pero sus piernas no le respondían. "No... no… puedo…" susurró, entrecortado, con el rostro cubierto de polvo y sangre.
Sin previo aviso, Tumbstone levantó la caja con facilidad y la lanzó directamente al lado de Spider-Man. "¡Adiós!" gritó Tumbstone, mientras se alejaba, seguro de que la explosión acabaría con el joven héroe.
La caja explotó en un estallido ensordecedor. Una onda de choque arrasó con todo a su alrededor, y Spider-Man fue lanzado por los aires, con su cuerpo siendo golpeado y despedido hacia el mar cercano.
"¡No!" Spider-Man gritó antes de ser tragado por las aguas del puerto, su traje rasgado y desintegrado por la explosión.
La corriente del mar lo arrastró, golpeándolo contra las rocas y llevándolo lejos de la zona del puerto. En su mente, todo se desvaneció en un mareo de dolor, el sonido de las olas y el zumbido de su oído bloqueado llenaron su cabeza mientras se desvanecía en la oscuridad.
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Horas después...
Spider-Man, inconsciente, flotaba entre las aguas del océano. Las corrientes del mar lo arrastraron y lo empujaron con fuerza, pero milagrosamente, no terminó bajo las olas. Finalmente, después de lo que pareció una eternidad, la marea lo empujó hacia una playa solitaria de Nueva York.
Peter Parker, completamente agotado y casi muerto, fue arrastrado por la arena. Su cuerpo no podía más. Estaba sin traje, sin energía, casi sin vida. Su rostro estaba cubierto de moretones y heridas. Los restos de su traje de Spider-Man flotaban lejos, arrastrados por las olas.
Una joven pareja caminaba por la playa, disfrutando de la tarde. Al ver a alguien tendido sobre la arena, se acercaron rápidamente. El hombre, preocupado, se inclinó sobre el cuerpo de Peter.
"¡Está vivo!" dijo la mujer, con voz alarmada. El hombre rápidamente comenzó a revisar su pulso, asegurándose de que Peter aún respiraba, aunque de manera irregular.
"¿Cómo lo habrán dejado aquí? Parece estar muy herido," dijo el hombre mientras, con cuidado, tomaba a Peter en sus brazos, asegurándose de que no se ahogara en su propio vómito.
Llevaron a Peter a su pequeña casa cerca de la playa, donde, con gran cuidado, lo acostaron en el sofá. La mujer se encargó de vendarle las heridas y de darle agua, mientras el hombre buscaba algo de comida para reponer fuerzas.
"Creo que necesita descansar," dijo la mujer, dándole una manta y cubriéndolo con suavidad.
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Peter permaneció en la casa por horas, inconsciente, su cuerpo lentamente comenzando a recuperarse de los brutales golpes que había recibido. A pesar de todo, la generosidad de la pareja nunca se desvaneció. No le preguntaron nada a cambio, no le exigieron nada. Lo cuidaron como si fuera alguien querido.
Finalmente, Peter despertó. Su cuerpo aún sentía el dolor de la batalla, pero había sobrevivido. Miró alrededor y vio la pareja que lo había rescatado, sentados a su lado, conversando en voz baja.
"¿Cómo… cómo llegué aquí?" preguntó Peter, su voz apenas un susurro.
"Te encontramos en la playa," dijo el hombre, sonriendo suavemente. "Nos asustamos un poco, pero parece que estás mejorando."
Peter intentó levantarse, pero el dolor de sus costillas rotas y el agotamiento lo hicieron caer nuevamente sobre el sofá.
"Debes descansar," insistió la mujer. "No te preocupes por nada. Estás a salvo."
Peter, aunque agradecido, sentía una extraña incomodidad al estar en deuda con ellos. "No sé cómo agradecerles," murmuró.
"No tienes que hacerlo," respondió el hombre, dándole una mirada comprensiva. "A veces, la gente solo necesita un poco de ayuda. Tómate tu tiempo para recuperarte. El mundo puede esperar."
Peter sonrió débilmente. "Gracias…"
Pasaron los días, y poco a poco, su cuerpo se fue recuperando. Sin embargo, algo seguía rondando en la mente de Peter. La amenaza del Kingpin, Tumbstone, y lo que estaba sucediendo en la ciudad. Pero por ahora, solo podía descansar y prepararse para lo que vendría.
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Cuando ya estuvo lo suficientemente recuperado, la pareja le ofreció una despedida cálida, y Peter, agradecido, les dio las gracias antes de marcharse en silencio. Mientras caminaba de regreso a su casa, las palabras de la mujer resonaban en su mente: "A veces, la gente solo necesita un poco de ayuda."
Pero él sabía que, en su caso, la ayuda no había llegado de quien menos lo esperaba: su verdadero enemigo seguía acechando en las sombras.
[4 de la tarde del 2 de abril del 2008]
Claro, aquí tienes la escena que solicitaste:
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La puerta de la casa de los Parker se abrió lentamente, y Peter Parker entró con pasos cansados y una expresión de agotamiento en su rostro. A pesar de sus heridas y el dolor físico, lo que más le dolía era haber preocupado tanto a su tía May y a su tío Ben.
Al abrir la puerta, se encontró con ambos esperándolo, de pie en la sala, con rostros llenos de preocupación. May estaba a punto de hablar cuando vio a Peter entrar, su expresión se suavizó, pero la preocupación seguía reflejada en sus ojos.
"Peter... ¿Dónde has estado?" preguntó Tía May, su voz quebrada por la angustia. "Te hemos buscado por toda la ciudad, pensamos que te habías... desaparecido."
Peter levantó la mano, tratando de calmarla, mientras se sentaba lentamente en el sillón, sintiendo cada músculo de su cuerpo resentir el esfuerzo. "Lo siento, Tía May, Tío Ben... Estuve... en un problema."
Tío Ben se acercó con una mirada firme, pero su tono de voz suavizó al ver el estado de su sobrino. "¿Un problema? Estuvimos buscando por toda la ciudad, Peter. Pensamos lo peor... ¿Qué sucedió?"
Peter suspiró, luchando por encontrar las palabras adecuadas para explicar lo que había ocurrido, sin revelar demasiada información. "Estaba cerca del puerto, donde ocurrió un robo... Y, por alguna razón, el auto de los asaltantes me atropelló mientras trataba de escapar."
May se llevó las manos a la cabeza, casi sin creerlo. "¡Dios mío! ¿Atropellado? ¿Cómo no te hemos encontrado antes?"
Peter, viendo la preocupación de sus tías y tíos, intentó darles una versión lo más tranquila posible, aunque sabía que no podía decir toda la verdad. "El impacto me tiró al mar. Estaba inconsciente por un rato, y cuando desperté... bueno, estaba lejos de casa."
Tío Ben frunció el ceño, sus dudas aún presentes. "¿Y cómo llegaste aquí?"
Peter tomó una bocanada de aire, sintiendo cómo las heridas en su cuerpo le daban un dolor punzante, pero trató de mantenerse tranquilo. "Una pareja amable me encontró en la playa. Me llevaron a su casa, me cuidaron hasta que pude recuperarme lo suficiente para regresar aquí."
Tía May se acercó y abrazó a Peter con mucha fuerza. "Gracias a Dios que estás bien..." susurró con voz temblorosa. "Pero no me hagas preocupar así de nuevo."
Peter abrazó a su tía con una sonrisa forzada, sintiendo la verdad apretándose en su pecho. "Lo siento, tía. No quería asustarte." Se separó de ella y, mirando a su tío Ben, añadió: "Lo prometo, no volveré a hacer algo así."
Tío Ben lo miró fijamente, asintiendo en silencio. Aunque sus ojos mostraban preocupación, también había una comprensión profunda de lo que su sobrino estaba pasando. "No sé qué pasa en esa cabeza tuya, Peter," dijo con una sonrisa leve. "Pero, por favor, cuídate más. No sé qué haríamos sin ti."
Peter asintió, sintiendo el peso de las palabras de su tío. "Lo prometo." Aunque no era completamente honesto, había algo en su corazón que le decía que debía seguir adelante, sin importar las heridas o el sufrimiento que causara.
"¿Sabes?" dijo Peter, intentando aligerar el ambiente. "Creo que merezco un poco de descanso después de todo esto."
Tía May sonrió, ya más tranquila. "Te preparé algo de comida, querido. Ve a descansar. Te lo ganaste."
Peter se levantó con esfuerzo, dirigiéndose hacia su habitación. Mientras caminaba, pensó en todo lo que había sucedido en las últimas horas. El puerto, el robo, la pelea, y sobre todo, Tombstone y sus secuaces. A pesar de todo, se sentía agradecido por haber regresado a casa sano y salvo.
Al llegar a su habitación, cerró la puerta y se dejó caer en su cama. Pensó en la amabilidad de la pareja que lo había rescatado y cuidado. Recordaba sus rostros con una sensación de gratitud, pero al mismo tiempo, algo en su mente no dejaba de inquietarlo. Lo que había descubierto sobre el Kingpin, los secuestros y los experimentos... todo eso pesaba en su mente.
Peter se giró en la cama, mirando el techo, y mientras su cuerpo descansaba, su mente ya comenzaba a planear su próximo movimiento.
[Horas después del domingo 2]
La luz de la luna se filtraba a través de la ventana del dormitorio de Peter Parker, despertándolo en medio de la noche. Se incorporó lentamente, el dolor aún punzante en su cuerpo, pero afortunadamente había dormido lo suficiente para sentirse un poco mejor. Aunque sus músculos seguían tensos y adoloridos, su mente estaba más despejada.
Se estiró y se levantó de la cama, el sonido de sus huesos crujir al moverse era una confirmación de lo que había vivido en las últimas horas. Respiró hondo y salió de su cuarto, notando la tranquilidad que envolvía la casa. Cuando llegó a la cocina, encontró a su tía May preparando algo en la estufa.
"Tía May, ¿a esta hora?" preguntó Peter, un poco sorprendido.
Tía May sonrió al verlo, aunque sus ojos seguían reflejando esa preocupación. "No podía dormir, así que pensé en hacer algo de comida para que comieras algo. Ya sabes, con todo lo que te pasó."
Peter asintió, agradecido por la preocupación de su tía. "Gracias, Tía May. Estoy hambriento."
Ambos se sentaron a la mesa y comenzaron a comer en silencio, disfrutando de la comida casera. En ese momento, la puerta principal se abrió de golpe y un par de risas se escucharon desde el pasillo.
"¡Peter!" exclamó una voz familiar. Era Harry Osborn, entrando con una gran sonrisa y con una caja de pizza en las manos. Detrás de él, caminaba Gwen Stacy, quien también traía un par de bolsas llenas de comida y refrescos.
"¡Sorpresa!" exclamó Gwen, sonriendo mientras entraba.
Peter, sorprendido, se levantó de su silla, y una mezcla de confusión y gratitud apareció en su rostro. "¿Qué... qué están haciendo aquí?"
Harry dejó la caja de pizza sobre la mesa y sonrió ampliamente. "Vinimos a hacerte una fiesta de bienvenida, ¡y de recuperación! Sabemos que has tenido un par de días duros, así que, ¿por qué no relajarte con tus amigos?"
Gwen puso las bolsas sobre la mesa. "Aunque no lo creas, estuviste en nuestra mente, Peter. Y la mejor manera de olvidarte del estrés es con buena comida y buena compañía."
Peter sonrió tímidamente, aunque el cansancio aún estaba presente en su rostro. "No esperaba... esto. En serio, gracias."
Tía May, aunque sorprendida por la llegada de los amigos de Peter, aceptó la situación con una sonrisa. "Bueno, parece que alguien está rodeado de buenos amigos." Luego, mirando a Harry y Gwen, añadió: "Me alegra verlos, chicos. Si quieren, siéntense a comer. Peter necesita un poco de descanso, pero una pequeña fiesta no le vendrá mal."
Gwen comenzó a sacar las cajas de comida y los refrescos, mientras Harry se sentaba a la mesa. Todos comenzaron a charlar, mientras la risa y las bromas llenaban la habitación. La atmósfera relajada y cálida ayudaba a que Peter olvidara por un momento sus problemas.
"¿Cómo has estado, Peter?" preguntó Harry, mientras masticaba una porción de pizza.
Peter, aún sin estar al cien por ciento, se recostó un poco en su silla. "He estado mejor, pero supongo que la comida y la compañía me están ayudando. Gracias por preocuparse, de verdad."
Gwen se asomó con una sonrisa y levantó su vaso de refresco. "Por eso estamos aquí. No queremos que te sientas solo."
La conversación siguió mientras la noche avanzaba, con más risas y bromas. Aunque Peter sabía que la situación fuera de esa habitación seguía siendo peligrosa, estar rodeado de sus amigos lo hacía sentir más ligero. Los problemas y las responsabilidades seguían allí, pero por una noche, podía disfrutar de la calidez de su hogar y la compañía de las personas que más le importaban.
Cuando ya no quedaba más comida y las risas comenzaron a disminuir, Peter se levantó con un suspiro. "Gracias, en serio. Necesitaba esto. Necesitaba desconectarme un rato."
Harry levantó una ceja con una sonrisa traviesa. "¿Desconectar, eh? Entonces tal vez podamos tener más de esto. ¿Qué tal una noche de juegos la próxima vez?"
Gwen se rió. "¡Eso sí que sería divertido!"
Peter, sonriendo mientras miraba a sus amigos, respondió con un tono más relajado. "Lo pensaré... pero por ahora, ¿puedo decir que me siento un poco más normal?"
Tía May miró a Peter con una sonrisa satisfecha. "Me alegra que estés rodeado de buena gente. A veces eso es lo que más necesitamos."
Peter asintió, sintiendo una calidez en su pecho al mirar a los tres, sabiendo que su vida, aunque llena de dificultades, no estaba vacía. Al menos, por esa noche, podía ser solo Peter Parker, rodeado de sus amigos y de su familia.
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Continuará