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Chapter 4 - Capitulo III - Conexión interrumpida

Jueves, 22 de febrero del 3036

Mientras el mundo lucha contra el caos, en una parte de la localidad aún sumida en la oscuridad, una historia paralela se desarrolla. Carl Martínez, sentado en la sala de su hogar, sostiene su celular satelital en la mano. Está en llamada con su esposa, quien está de visita en el hospital With Water, acompañando a su hermana hospitalizada.

-¿Por qué no me dejaste acompañarte? pregunta Carl con un tono cariñoso.

-Sabes que solo permiten a familiares directos. Además, tu tía quería conocer a los niños. Todo está bien, amor, no te preocupes. Volveré pronto -responde su esposa con dulzura.

Carl sonríe aliviado. Aunque preocupado, confía en su esposa.

-Me alegra saber que los taxis están vigilados por agentes. Por favor, cuídate mucho. Ya sabes que te amo -le dice con sinceridad.

-Y yo a ti, Carl. Tú y yo somos mucho más que esas cuatro letras del amor -le responde ella con una risa ligera, recordándole una frase que ambos compartían desde jóvenes.

Carl está a punto de preguntarle algo más cuando un ruido ensordecedor lo interrumpe. Una explosión resuena desde el exterior, sacudiendo las ventanas de su casa. Su corazón late con fuerza.

-¿Qué fue eso? -pregunta su esposa alarmada al otro lado de la línea.

-No lo sé, pero no te preocupes, averiguaré qué pasa. Te llamaré después.

¡Cuídate! -responde Carl, cortando la llamada rápidamente.

Sube las escaleras hacia la azotea, con cada paso sintiendo que el aire se vuelve más pesado. Cuando llega a la cima, la escena lo deja helado. Un vehículo en llamas está envuelto en humo y cenizas, mientras dos figuras en llamas, claramente infectados, corren hacia la nada antes de desplomarse y morir. Más allá, una oleada de infectados -o "Residentes" como los llaman- se dispersa como un río desbordado, invadiendo hogares, incluido el suyo.

-¿Qué demonios está pasando? -gruñe Carl, maldiciendo en voz baja mientras busca respuestas en su mente. La sobresaturación de las redes ha dejado a gran parte de la población incomunicada, y él apenas ahora comprende la magnitud de la situación.

Respira hondo, tratando de calmarse. Se dirige a una esquina de la azotea, donde tiene guardada una caja metálica. La abre con rapidez y extrae un rifle M16 junto con varios cartuchos de munición.

-Si quieren venir, que vengan -dice entre dientes mientras carga el arma.

Apunta con precisión a un contenedor de gasolina junto a un grupo de infectados. Aprieta el gatillo y un disparo preciso desata una explosión que arrasa a varios de ellos. Las llamas iluminan la noche, y Carl, lleno de adrenalina, grita desafiándolos:

-¡Vengan por mí, malditos!

Los Residentes, alertados por el ruido y el olor a carne quemada, fijan su atención en él. En cuestión de segundos, decenas de ellos corren hacia su posición. Carl mantiene la calma, disparando uno a uno. Sus balas impactan en las cabezas y pechos de los infectados, pero algunos logran trepar los muros y entrar en su casa.

-¡No, no, no! -grita mientras desciende rápidamente. Sabe que debe actuar rápido.

En la planta baja, detrás de un estante del baño, encuentra una pistola Magnum. La carga y sale al patio, pero en su prisa olvida regresar por el rifle. Con la pistola en una mano y una pala en la otra, se dirige hacia su automóvil: Un Camaro blanco estacionado frente a la casa. En medio de la carrera, su celular, olvidado en el bolsillo trasero y mal asegurado, cae al suelo sin que Carl lo note.

-No tengo tiempo para esto... -murmura mientras gira la llave repetidamente. El auto no enciende. Los infectados están cada vez más cerca. Carl golpea el volante con frustración, pero finalmente el motor ruge al encender.

-¡Por fin! -grita mientras acelera y se aleja.

El caos en las calles es indescriptible. Cuerpos ensangrentados, gritos distantes, y el eco de disparos llenan el aire. Carl avanza hacia el hospital, pero su camino se detiene abruptamente. Un embotellamiento bloquea la vía principal. Policías locales están revisando auto por auto, buscando infectados, mientras que otra vía alternativa está cerrada con barricadas de hormigón, detrás de las cuales se vislumbra un accidente vehicular.

-Esto no puede estar pasando... murmura mientras da marcha atrás.

Carl abandona el Camaro en una esquina y decide seguir a pie. Tras correr cinco cuadras, encuentra otro camino despejado. No hay civiles a la vista, solo vehículos abandonados.

-Esto no pinta bien... -dice mientras observa un auto azul estacionado cerca.

Rompe el vidrio del vehículo y manipula los cables hasta encenderlo. Satisfecho, se pone el cinturón y pisa el acelerador.

Minutos después, el camino lo lleva hacia una rotonda curvilínea. Al avanzar, encuentra dos opciones: una dirección bloqueada por autos abandonados y otra que atraviesa un complejo de departamentos. Opta por el segundo camino, pero al llegar a la salida, se encuentra con otro obstáculo. Una ambulancia y un par de automóviles colisionados bloquean completamente la salida.

-¡Esto tiene que ser una broma! -grita, golpeando el volante con frustración.

Al mirar por el retrovisor, ve una pequeña horda de Residentes acercándose. Sabe que no puede quedarse ahí.

-Si los arrollo, podría volcarme... Si voy lento, no lo cuento. -Carl respira hondo, evaluando sus opciones.

Finalmente, pisa el acelerador, pero se detiene bruscamente antes de embestirlos.

En un último intento, pone reversa y acelera hacia una cerca metálica al lado del accidente. Intenta derribarla con el auto, pero las ruedas se atascan.

-¡Maldición! -grita mientras sale del vehículo.

Mira a su alrededor. Los infectados están cada vez más cerca. Algunos parecen pelear entre ellos, mientras otros atacan y devoran a civiles en las calles.

-No hay tiempo. Tengo que moverme decide, ingresando al complejo de departamentos por una puerta de conserjería.

El edificio está inquietantemente vacío. Los pasillos están oscuros y en silencio, salvo por el eco de sus pasos. Carl se acerca a una ventanilla y observa el exterior. Más Residentes se agrupan en las calles, y a lo lejos, una explosión ilumina el cielo nocturno.

-¿Qué demonios está pasando con este mundo...? -murmura, antes de trazar su siguiente movimiento.

Carl localiza una salida hacia el patio.

Mientras se dirige hacia allí, escucha disparos cercanos provenientes de algún cuarto o del exterior. Se detiene, aprieta la pistola en su mano y respira profundamente.

-Vamos, Carl. Tienes que llegar a ella. No hay otra opción... -se dice, preparándose para lo que sea que venga a continuación.