La familia Vereoti, la más poderosa del continente, está conformada por el duque, su esposa y cinco hijos, de los cuales yo era el menor, seguido de Kai, Marin, Aldo y, por último, la primogénita de la familia, Yuki. De todos mis hermanos, Yuki era la única que no me trataba de mala manera; al contrario, era la única que se comportaba como una hermana mayor.
Incluso cuando desperté mi magia de oscuridad, ella me protegió de mis hermanos hasta que pude defenderme por mí mismo, y era la única que trataba a Eleanor con respeto, algo que siempre agradecí.
Pero no solo era la mayor por edad, sino que también era superior en términos de poder, ya que a la edad de 24 años alcanzó el 6º anillo del corazón de maná, algo increíble. Pero lo más increíble era su magia de sonido; incluso mi padre estaba dispuesto a darle el puesto de sucesor sin importarle que no hubiera heredado la magia de oscuridad, ya que su puro talento era reconocido por él.
Lo último que recuerdo de ella es cuando me deseó buena suerte una semana antes de mi muerte. Junto a Eleanor, es la única persona a la que me gustaría poder volver a ver.
. . .
El maná de aire era extremadamente abundante alrededor de la mujer que desprendía un aura peligrosa e inestable. Ante esta mujer, la única idea que pasaba por mi cabeza era huir, pero lamentablemente ya era tarde para eso, después de ponerme en el camino de semejante monstruo, por lo que lo único que podía hacer era no morir tan rápido. Sin perder tiempo, dije: 'Hades, vete junto al dragón.' ordené mientras arrojaba al pequeño lobo hacia atrás y creaba un gran muro de tierra a mi espalda, cortando el paso por completo, algo que pareció sorprender a la mujer.
'Tienes mucho maná para ser un mero núcleo naranja', dijo mientras el viento se arremolinaba a su alrededor de manera protectora, por lo que intuí que era una conjuradora. 'Eso me han dicho', contesté mientras un par de caballeros de magma salían de las grietas de roca fundida que había creado a mis pies, y en un solo movimiento, varias docenas de proyectiles de roca fundida envueltos en relámpagos blancos caerían sobre la mujer, que había sido atrapada por mi magia de gravedad, causando un fuerte estruendo por el impacto.
'Papá', gritó Hades a través de nuestro vínculo. 'No pierdas tiempo y vete con el dragón; ese ataque ni siquiera la tocó', grité mientras veía cómo una barrera de viento tan poderosa, pero a la vez refinada, protegía a la mujer de los ojos rojos. 'Ese fue un buen hechizo, pequeño', dijo ella, mientras que con un simple movimiento de dedos creaba una ráfaga de aire tan poderosa que me estrellaría contra el muro que yo mismo había creado, derribándola como si solo fuera una pila de tierra.
'Rayos, eso dolió', me quejé mientras me percataba de que Hades y el dragón se estaban alejando, algo que me alivió, ya que pensé que tendría que pelear verbalmente con mi pequeño hijo perruno para convencerlo. 'Entonces, ¿no planeas quitarte?', preguntó nuevamente la mujer, quien parecía curiosa por mi siguiente movimiento. 'Lo siento, pero no', respondí antes de que una esfera de relámpagos blancos se acumulase en la punta de mis dedos, los cuales apunté hacia la mujer, solo para segundos después disparar en un rayo condensado.
'Fuego y tierra, eh', escuché que murmuró antes de que un tornado la envolviera, lo que provocó que mi hechizo disminuyera su velocidad antes de disiparse. '¿Qué pasó?' pensé al ver tal fenómeno, ya que no sabía que el viento pudiera disipar la electricidad, o al menos no que yo supiera. Pero antes de que mi atención pudiera regresar a la pelea, una ráfaga de aire me levantaría varios metros en el aire de una manera muy violenta, pero más violenta fue la caída, la cual fue incluso más rápida.
BOOM.
Un estallido sónico se produciría ante el repentino golpe de mi cuerpo contra el suelo, el cual había sido tan rápido y fuerte que había roto la barrera del sonido.
'Eso estuvo cerca', murmuré, ya que si no hubiera usado todo el maná de uno de mis anillos, para protegerme probablemente eso me hubiera matado. 'Oye, ¿cómo es que tienes tanto maná?', volvería a preguntar, esta vez más curiosa que antes, aunque no entendía cuál era la sorpresa, ya que ella tenía una cantidad de maná increíblemente absurda; era casi como comparar un vaso de agua con una jodida presa.
Por lo que esta vez, sin contestar, crearía unas docenas de esferas de fuego blanco al mismo tiempo que volvía a invocar cinco caballeros de magma, los cuales atacarían mientras envolvía las esferas de fuego en relámpagos para aumentar la potencia. Pero antes de que pudiera reaccionar, la mujer aparecería enfrente de mí. 'Eres bueno para lo joven que eres', escupió, antes de estallar en una ráfaga de viento que no solo me volvería a mandar a volar, sino que destruiría a los caballeros y disiparía mis llamas, al igual que mis relámpagos.
Rápidamente trataría de levantarme, pero mi cuerpo no reaccionaba adecuadamente debido a los golpes que había recibido, los cuales, a pesar de que no eran directos, eran devastadores, demostrando que esta mujer no era un núcleo plateado, sino algo superior. Pero mientras pensaba en que ni siquiera me había atacado directamente y ya estaba hecho polvo, ella me preguntó algo que me hizo recordar un mal momento.
'Oye, ¿por qué te arriesgas tanto por una bestia de maná?' Al escuchar esto, los ojos dorados del dragón me vinieron a la mente; unos ojos inteligentes, muy similares a los de la madre de Hades, quien me dijo una palabra que era muy cierta. '¿Quién era yo para arrebatarle la vida a una criatura que no le causaba el mal a nadie, a diferencia de los bandidos, traficantes y las bestias de las mazmorras que son peligrosas para los reinos? La madre de Hades y el dragón no parecían involucrarse con los humanos, por lo que no tenemos derecho a meternos con ellos.'
'Simplemente no me gusta que maten a las bestias que no lastiman a nadie.' dije mientras me levantaba, pero lamentablemente ya no podía hacer mucho con mis dos anillos vacíos y mi núcleo a la mitad aunque nunca pude siquiera hacer algo para ser sincero.
'Mmm ya llegaste a tu límite que lastimas.' Después de decir esto, una ráfaga de viento cortante comenzaría a salir del cuerpo de la mujer de manera constante, las cuales comenzarían a golpearme sin descanso, pero usando el maná que aún tenía en mi núcleo, crearía una barrera de tierra para protegerme. Mientras hacía esto, comenzaría a formular un último hechizo con todo el maná restante, pero algo que había notado durante este tiempo es que esta chica estaba recolectando maná mientras se movía; esto no me sorprende, ya que también puedo hacerlo. Después de todo, era una técnica básica en mi antiguo mundo, pero aquí descubrí que era algo casi imposible, probablemente porque despiertan muy tarde.
'Tus hechizos son de lo más curiosos.'
'¿Qué?' fue lo único que pude decir antes de que una bala de aire atravesara mi pierna derecha y mi hombro izquierdo, haciéndome caer de rodillas mientras un sabor metálico inundaba mi boca.
'Mucho maná a un paso de la etapa amarilla siendo tan joven y muy creativo al momento de usar tu magia, dime cuál es tu nombre.' La mujer preguntó mientras un sinfín de dagas de viento me rodeaban sin dejarme espacio para escapar. 'Esto es malo,' dije mientras la sangre goteaba por mi ropaje y el dolor de un par de huesos rotos se hacía presente, pero lo más frustrante es que ni siquiera le había tocado un pelo a esta mujer; por otro lado, si me hubiera atacado directamente, me habría matado al primer golpe.
'Dime chico, ¿cuál es tu apellido?' Preguntaría ella, probablemente pensando que era de una familia noble, ya que normalmente los plebeyos no alcanzaban este nivel, por lo que decidiría decírselo. Después de todo, no perdía nada, o eso pensé.
'Vereoti,' dije sin interés, pero algo en el aire cambió cuando lo dije. El viento que era tranquilo e impasible ahora se había alborotado y estremecido. 'Vereoti,' ella repitió y cuando estaba a punto de decirle que sí, un escalofrío recorrió mi columna vertebral al ver su expresión, una expresión de enojo, de ira, de rabia tan profunda que mi cuerpo me rogaba que me fuera, o de lo contrario, moriría.
Pero antes de que siquiera pudiera moverme, un fuerte golpe me impactaría en el pecho, sometiéndome contra el suelo. Ante esto, no pude más que ver la expresión de la mujer, quien me vería con esos ojos rojos que antes eran tranquilos y curiosos, ahora estaban bañados del más puro odio hacia mí. 'Dime tu nombre,' ella dijo con veneno en su voz.
'¿Qué?' pregunté confundido. 'Dime tu nombre y, dependiendo de cuál sea tu respuesta, decidirá si mueres o no,' la mujer exigió mientras un poderoso agarre se posaba en mi cuello, cortándome el aire por completo y evitando que pudiera hablar.
Desesperadamente traté de decir mi nombre, pero me era difícil, ya que con cada segundo que pasaba su agarre se hacía más fuerte, hasta el punto de que comencé a perder la conciencia poco a poco. Pero antes de que esto pasara, logré decir: 'Aleph.' murmuré antes de que todo se apagara.