—Honestamente, tenía demasiado en qué pensar como para preocuparme por herirte. Habían secuestrado a mi hermano. Hombres le estaban haciendo daño. Torturándolo. Lo habrían matado, Nathan.
Nathan me miró sorprendido. Pude ver la conmoción en su rostro mientras asimilaba lo que le decía.
—No había duda alguna en sus ojos —continué—, lo que sabía que se debía al hecho de que me había conocido toda la vida. Ninguno de los dos había ocultado los secretos familiares del otro. Nathan sabía que Patrick era un jugador con mala suerte desde que yo lo sabía; yo sabía que la Casa Lewis lamentaba tener solo un hijo cuando habían querido una casa llena de niños.