—Su padre la había rechazado y había ofrecido su posición a Pamela, quien la odiaba con toda su alma, al igual que su madrastra que la despreciaba y ahora... Su compañero iba a rechazarla.
—Ella se mantuvo en silencio y lentamente negó con la cabeza mientras lo miraba con una mirada suplicante en sus ojos. Si su padre se enteraba de esto, la desheredaría y la obligaría a renunciar al juramento de sangre de la manada de la Piedra de Rubí y se convertiría en una paria.
—Cayó de rodillas y juntó las manos, lágrimas recorriendo sus ojos mientras se encontraba con la mirada de él.
—No hagas esto... —Él se agachó a su altura con un rostro pétreo carente de cualquier emoción.
—Estás desperdiciando mi tiempo... Nancy.
—Sollozando y secándose las lágrimas con el dorso de la mano, se levantó, sabiendo que era inútil suplicarle.
—Ella todavía no hablaba pero escondió su rostro en el hueco de sus hombros, secándose los ojos. No iba a decírselo, incluso si él la desgarrara en pedazos.