—Naomi, por tercera vez, llegó a un callejón sin salida. Pero antes de que pudiera darse la vuelta y encontrar otro camino, gritó y cayó contra la pared de tierra al ver el rastro de relámpagos venir hacia ella en un instante.
Cruzó los brazos sobre su cabeza y susurró con voz temblorosa.
—P…Por favor, no me hagas daño. P…por favor... —El suelo de tierra de repente se humedeció con sus lágrimas y por un momento solo hubo silencio.
Solo se escuchaba el jadeo de la mujer y el crepitar silencioso de los relámpagos.
Con cautela, Naomi se volvió para ver al relámpago transformarse en la familiar Kitsune de cabello azul con la que se había encontrado antes.
Estaba en su forma humana, con el mismo atuendo que su hermana y sus ojos dorados oscuros la recorrían con un brillo malévolo destellando en ellos.
