Era un jueves cualquiera, y después de un largo día de trabajo, mis pensamientos estaban completamente centrados en el nuevo episodio de "Dan Da Dan". La emoción burbujeaba dentro de mí. Después del fiasco del final de "Boku no Hero", necesitaba algo que me levantara el ánimo, y las aventuras del equipo Turbo Yokai siempre lograban hacerlo. Caminaba por la acera, con la mente llena de imágenes de batallas épicas y giros inesperados, cuando de repente, un sonido familiar interrumpió mi ensueño.

(Narrador)

Mientras tanto, en una dimensión paralela, Kamion-kun avanzaba por las calles con su característico estilo. Este camión era famoso por ser el transporte que creaba reencarnadores e isekais. Su motor dorado resonaba junto a la música gangsta que salía a todo volumen de sus parlantes. Sin embargo, esta vez había algo inusual en el aire. Aunque normalmente cumplía con su deber de llevar almas elegidas a nuevos mundos, hoy se sentía nervioso.

De repente, mientras Kamion-kun giraba una esquina, ocurrió lo inesperado. En un instante, un joven inocente fue atropellado por el camión. No era parte del plan; no había sido enviado por ningún dios para cumplir una misión heroica. Fue un accidente real que llevó al joven al limbo.

(Protagonista)

Cuando abrí los ojos, me encontré en un lugar completamente vacío. No había nada a mi alrededor, solo una vasta extensión de oscuridad que se extendía infinitamente en todas direcciones. La sensación de desorientación me invadió mientras miraba a mi alrededor, tratando de comprender lo que había sucedido.

"¿Qué demonios está pasando?" murmuré, sintiendo cómo la frustración comenzaba a burbujear dentro de mí. Mi mente maldecía al que me había atropellado sin piedad, sin saber que era el legendario Kamion-sama, un ser que jugaba con las vidas de los mortales como si fueran piezas en un tablero.

De repente, el vacío comenzó a transformarse. Constelaciones brillantes aparecieron ante mis ojos, danzando en el aire antes de fusionarse y dar forma a un cuerpo imponente. Ojos como dos soles resplandecían con una intensidad abrumadora, y una voz tiránica resonó en el espacio.

"¡Bienvenido al reino del vacío!" declaró el ser, su tono lleno de poder y autoridad. "Soy el Dios del Vacío."

Con una sonrisa que parecía contener la esencia misma de las estrellas, el dios observó mi confusión con deleite. "He estado esperando la oportunidad de jugar con almas como tú," continuó, su voz reverberando en el aire etéreo. "Mis hermanos suelen usarme como papelera de reciclaje para deshacerse de cosas indeseadas… pero hoy es tu día de suerte."

Sin previo aviso, el dios pensó en algo y lanzó una bola de luz brillante hacia mí. La esfera iluminó el vacío por un instante antes de dirigirse hacia mi alma. Con una sonrisa malvada dibujada en su rostro estelar, extendió su mano y atrapó mi esencia.

"No te preocupes," dijo con sarcasmo mientras sentía cómo me absorbía la luz. "Solo te enviaré a un nuevo destino."

Antes de que pudiera protestar o entender lo que estaba sucediendo, fui lanzado a través de un portal resplandeciente que se abrió ante mí. La última imagen que vi fue la risa burlona del Dios del Vacío mientras desaparecía en la oscuridad.

(Narrador)

Así fue como Makoto Haruno fue arrastrado hacia un nuevo mundo, sin saber qué aventuras le esperaban ni qué desafíos tendría que enfrentar. Su viaje apenas comenzaba, y aunque había sido víctima del capricho de un dios juguetón, su destino estaba a punto de cambiar para siempre…