*THYRA*
Había pasado una semana desde que iniciamos el viaje hacia el sur, y aunque el tiempo parecía avanzar con lentitud, el camino había estado lleno de experiencias. Cada día traía algo nuevo que aprender sobre este continente, sus reglas, y sus peculiaridades.
Mis compañeros de viaje habían resultado ser una fuente invaluable de información, y sus historias sobre las distintas regiones y costumbres me ayudaron a construir una imagen más clara de este lugar. Había algo intrigante en cómo las tierras y sus gentes parecían tan distintas de lo que conocía, y aunque todo era nuevo, comenzaba a sentirme cómoda con sus diferencias.
El camino, sin embargo, no había sido completamente tranquilo. Nos habíamos encontrado con varias bestias menores, criaturas que no representaban una verdadera amenaza pero que aún requerían ser eliminadas para continuar con nuestro avance. La primera vez que desenfundé mi espada frente a ellos, mis movimientos causaron algunas miradas curiosas entre mis compañeros. Me esforzaba en contenerme, en no usar demasiada fuerza o habilidades mágicas que pudieran levantar sospechas. Me limité a lo básico, dejando que mis compañeros también participaran y demostraran su destreza.
Pero los encuentros más tensos habían sido con los bandidos.
No era extraño cruzarse con ellos en caminos tan largos y aislados. Pequeños grupos de hombres y mujeres desesperados por robar a los viajeros. La primera vez que los vimos, fueron los gritos de ayuda de una carreta en peligro lo que nos alertó. Al llegar, me preparé para actuar como siempre lo hacía, rápida, precisa, letal si era necesario. Pero antes de que pudiera dar el primer golpe, mi compañero, el hombre dueño de los puestos de juego, me detuvo colocando una mano en mi hombro.
"No los mates," dijo en voz baja, con una firmeza que me sorprendió. "Aquí en este continente, preferimos que los bandidos sean capturados y entregados a las autoridades. El castigo debe ser justo, no dictado por nuestras manos."
Fruncí el ceño por un momento, casi sin comprender su lógica. En mi tierra, aquellos que ponían en peligro a otros perdían su derecho a la misericordia. Pero este no era mi hogar. Aquí, las reglas eran diferentes, y sabía que, para pasar desapercibida, tenía que adaptarme. Así que simplemente asentí y desenvainé mi espada con un propósito diferente.
Fue más complicado de lo que pensé. Aunque los bandidos eran débiles en comparación a lo que estaba acostumbrada, detenerlos sin matarlos requería más esfuerzo y precisión. Mi espada tuvo que golpear con el lado plano, mis hechizos se limitaron a inmovilizar, y en más de una ocasión, tuve que contenerme cuando uno de ellos intentó escapar. Pero lo logramos. Los bandidos fueron reducidos y atados, y luego escoltados por otros viajeros hacia la ciudad más cercana para enfrentar la justicia.
El proceso se repitió dos veces más durante la semana. Cada vez, mis compañeros agradecieron mi paciencia y mi comprensión, pero yo solo asentía en silencio. Para ellos, era un acto de humanidad y justicia. Para mí, era una lección más sobre las diferencias culturales que había entre mi tierra y este continente. Había algo honorable en su insistencia en mantener la justicia, pero también una debilidad que no podía ignorar. En mi mundo, a veces no hay segundas oportunidades, y me preguntaba cuánto daño podrían causar esos bandidos si lograban escapar o volver a las sombras.
Aun así, respeté su forma de hacer las cosas. Me recordé que estaba de paso, que este no era mi hogar, y que no era mi lugar imponer mis creencias.
Por supuesto, la semana no solo estuvo marcada por combates. También hubo momentos de camaradería entre nosotros. Por las noches, alrededor de la fogata, compartíamos historias y risas. Yo escuchaba más de lo que hablaba, pero a veces contaba pequeñas anécdotas de mi tierra. Mantenía mis palabras cuidadosas, evitando mencionar mi verdadera posición o el consejo que tanto detestaba. Para ellos, yo era simplemente Thyra, una aventurera en busca de su camino.
Una noche, mientras el fuego crepitaba y las estrellas brillaban sobre nosotros, uno de los hombres me preguntó "¿Qué harás una vez que llegues al puerto? ¿Vas a quedarte allí o seguirás viajando?"
"Seguiré mi camino," respondí con una pequeña sonrisa, mirando las llamas. "Aún queda mucho por hacer antes de regresar a mi hogar. Pero por ahora, solo quiero disfrutar del viaje."
El grupo parecía aceptar mi respuesta con naturalidad. Un silencio cómodo se instaló entre nosotros mientras el fuego continuaba crepitando, lanzando sombras danzantes a nuestro alrededor. Fue entonces cuando noté que una de las mujeres del grupo, una joven de cabello castaño claro y ojos verdes, parecía inquieta. La había visto muchas veces hablar con confianza, pero ahora, parecía tener algo que decir y no sabía cómo hacerlo.
La observé de reojo mientras ella jugaba con el borde de su capa, como si estuviera debatiendo consigo misma si debía hablar o no. Finalmente, respiró hondo y, con una voz que comenzó suave pero firme, rompió el silencio.
"Thyra… hay algo que quiero decirte," comenzó, llamando la atención de los demás. Todos la miraron, incluyéndome, y por un momento pareció arrepentirse de haber hablado.
"¿Qué sucede?" le pregunté con curiosidad, ladeando la cabeza.
Ella me miró directamente, aunque había un leve rubor en sus mejillas. "No quiero arruinar tus planes ni mucho menos, pero he estado escuchando todo lo que has contado sobre tu hogar, tus costumbres, y tus metas… y no puedo evitar pensar que, tal vez, deberías reconsiderar un poco tus planes."
Fruncí el ceño levemente, pero no interrumpí. Sus palabras parecían venir de un lugar genuino, no de juicio ni crítica.
"Lo que quiero decir es… entiendo que quieras regresar a casa," continuó, su voz ganando confianza poco a poco. "Pero también creo que deberías pensar en quedarte un poco más en este continente. Al menos por un tiempo. Has dicho que buscas un poco de libertad, que este viaje es como un respiro antes de volver a tus responsabilidades. Y, si me permites decirlo, este continente tiene tanto que ofrecer… tanto que podrías explorar y experimentar."
"¿Como qué?" pregunté, entrecerrando los ojos con interés.
Ella sonrió, pareciendo más relajada ahora que había comenzado a hablar. "Desde las montañas nevadas en el este hasta los desiertos del oeste, hay tierras inexploradas, ciudades llenas de historia, y maravillas que ni siquiera te imaginas. Los mares del sur tienen islas que ni siquiera están en los mapas, y las selvas del norte están llenas de misterios, ruinas antiguas y bestias que nunca has visto antes. Este continente es un paraíso para los aventureros, y tú… bueno, eres claramente una aventurera. Tal vez sea un buen momento para que vivas esa libertad que tanto anhelas, sin un objetivo claro más que disfrutar del camino."
La miré fijamente, sopesando sus palabras. Había algo convincente en su entusiasmo, en cómo hablaba con pasión sobre las oportunidades que este continente podía ofrecer.
"Entiendo que quieres volver a tu hogar," añadió rápidamente, como si temiera haber dicho demasiado. "Y no estoy diciendo que olvides tu meta, pero tal vez puedas retrasarla un poco, vivir un poco más aquí. Después de todo, si este viaje es un escape, ¿por qué no hacerlo algo emocionante y tranquilo a la vez?"
El grupo asintió en silencio. Algunos incluso comenzaron a murmurar sobre lugares que recomendarían visitar, pero no presté atención a los detalles. Mi mente estaba demasiado ocupada procesando lo que había dicho.
"Supongo que tiene sentido," dije finalmente, mirando el fuego mientras pensaba en las palabras de la mujer. "Este continente sí parece tener muchas cosas que no existen en mi hogar. Tal vez… tal vez pueda darme un poco más de tiempo."
Ella sonrió ampliamente, como si se hubiera quitado un peso de encima. "¡Exactamente! No hay prisa, Thyra. Este continente es vasto, y estoy segura de que tiene algo especial reservado para ti."
"Ya veremos," respondí con un tono pensativo. No quería comprometerme de inmediato, pero la idea de explorar más a fondo este continente comenzó a germinar en mi mente. Tal vez, después de todo, podía permitirme un poco más de libertad antes de regresar.
Con esa conversación, la noche continuó tranquilamente. Sin embargo, sus palabras resonaron en mi mente mucho después de que el fuego se extinguiera y todos se retiraran a dormir. Mirando las estrellas, me pregunté si el destino me había traído aquí por algo más que una simple huida. Tal vez este continente, con todas sus diferencias y misterios, tenía algo que enseñarme.
***
Completamos la segunda semana de viaje y, finalmente, llegamos a la ciudad destino. A primera vista, era evidente que esta ciudad era mucho más grande que la anterior. Las murallas que rodeaban el lugar eran imponentes, reforzadas con runas de protección y guardias bien armados que patrullaban incansablemente. Las puertas estaban abiertas, pero los controles eran estrictos: revisiones preventivas a cada grupo y mercancía que ingresaban.
Al pasar las inspecciones sin problemas, ingresamos. La diferencia era palpable. Las calles estaban llenas de vida, con comerciantes regateando en voz alta, niños corriendo entre los callejones y músicos callejeros tocando melodías alegres en las esquinas. Las casas y tiendas cercanas a las murallas eran modestas pero bien cuidadas, mientras que al avanzar hacia el centro, los edificios se volvían más imponentes y elaborados.
Mis ojos fueron inmediatamente atraídos por un conjunto de estructuras en el corazón de la ciudad. Eran altos edificios de piedra y mármol, decorados con banderas y escudos que relucían bajo el sol. Su arquitectura era diferente a todo lo que había visto antes en este continente: sólida, imponente y diseñada para transmitir autoridad.
Uno de mis compañeros de viaje, el hombre que había jugado pulsos conmigo días atrás, notó mi interés. Se acercó a mi lado mientras observaba los edificios.
"Impresionante, ¿verdad?" dijo con una sonrisa orgullosa.
Asentí, todavía fascinada por la estructura. "Sin duda. ¿Qué son exactamente esos edificios?"
"Esos son los cuarteles militares del continente," explicó, señalando hacia las banderas ondeantes. "Cada ciudad importante tiene al menos uno de estos cuarteles. Pero este… este es especial. Es uno de los principales en esta región. No solo sirve como centro de entrenamiento para los soldados, sino también como base para estrategias militares y reuniones entre los líderes del continente."
"¿Líderes del continente?" repetí, recordando la conversación sobre los magos poderosos y el consejo del que me habían hablado anteriormente.
Él asintió. "Sí. Aquí, en este edificio en particular," señaló uno más grande que los demás, con enormes puertas de hierro decoradas con grabados intrincados, "es donde se reúnen los generales y algunos de los magos más poderosos. Por lo que tengo entendido, es un lugar donde se toman decisiones importantes sobre la seguridad y el futuro del continente. También es un símbolo de estabilidad para la gente de aquí."
Observé los edificios en silencio, reflexionando. Había algo en ellos, en su presencia imponente, que me recordaba al consejo real de mi hogar. Sin embargo, la atmósfera aquí parecía diferente. Era menos opresiva y más… protectora, como si realmente estuvieran al servicio de la gente y no simplemente ejerciendo poder sobre ellos.
"Es impresionante," dije finalmente, rompiendo el silencio.
"Y peligroso también," añadió con una risa. "No querrías ponerte en contra de ellos. Este cuartel está lleno de soldados entrenados y magos expertos. Incluso un aventurero como tú tendría problemas aquí."
"¿Y tú cómo sabes tanto sobre este lugar?" le pregunté con una ceja levantada, curiosa por su conocimiento.
"Solía trabajar para ellos, hace muchos años," confesó con un encogimiento de hombros. "No como soldado, claro, pero como comerciante. Proveía armas y suministros. Con el tiempo, aprendí muchas cosas sobre cómo funcionan."
Guardé esa información en mi mente mientras continuábamos caminando por las bulliciosas calles. La ciudad no solo parecía más grande, sino también más organizada. Los guardias patrullaban constantemente, y era evidente que la seguridad era una prioridad aquí. Aunque había movimiento y ruido, la atmósfera era mucho más tranquila que en otras ciudades más pequeñas.
"Bueno, parece que este es el final del camino para nosotros," dijo otro de mis compañeros mientras nos acercábamos a una encrucijada. "Nos quedaremos en esta ciudad por un tiempo, pero estoy seguro de que tú seguirás tu camino, ¿verdad, Thyra?"
Asentí con una pequeña sonrisa. "Sí, aún tengo un largo viaje por delante. Pero les agradezco por todo. Este tiempo que pasé con ustedes fue… agradable."
"¡No olvides enviarnos una carta si decides quedarte en este continente por más tiempo!" bromeó uno de ellos, arrancando risas del grupo.
Tras despedirme de mis compañeros de viaje, me dirigí al gremio, buscando orientación sobre el camino a la próxima ciudad y al puerto del sur. El gremio, como siempre, era el lugar ideal para obtener información precisa y actualizada.
Sin embargo, al cruzar las puertas, me encontré con una atmósfera inusualmente tensa. El aire estaba cargado de energía, y el bullicio típico de los aventureros parecía diferente esta vez. No eran solo conversaciones habituales sobre misiones o intercambios de anécdotas. Había un murmullo colectivo, como si todos estuvieran pendientes de algo importante.
Mis ojos recorrieron el lugar, notando que muchos aventureros estaban agrupados alrededor de la tabla de misiones. Algunos eran más fuertes que los habituales. Aunque podía sentir su poder, estaba claro que ninguno de ellos representaba un desafío para mí. Pero, aun así, el nivel general del gremio era más alto en comparación con lo que había visto en otras ciudades.
Me acerqué lentamente, moviéndome entre la multitud, curiosa por descubrir qué causaba tanta expectación. Al llegar frente a la tabla, vi varios anuncios nuevos que explicaban el revuelo:
El primero destacaba por su tamaño y diseño; "¡Reclutamiento para la milicia! Se buscan aventureros de nivel medio y alto para participar en misiones de seguridad y defensa en regiones conflictivas. Excelente paga y beneficios."
Debajo de ese, había otros carteles más pequeños relacionados con trabajos especiales; "Protección de caravanas reales," "Investigación de incursiones en regiones del oeste," y algo que llamó particularmente mi atención; "Asistencia mágica requerida para proyectos especiales."
Pero el último anuncio, en el extremo derecho de la tabla, era diferente. Estaba decorado con sellos oficiales del gremio y escrito con un lenguaje más formal;
"Promoción de rangos. Oportunidad de ascenso para aventureros calificados. Participen en el torneo anual de habilidades para demostrar su valía. Inscripciones abiertas hasta el final del mes."
Un torneo. Eso explicaba por qué había tantos aventureros fuertes reunidos en este gremio en particular. No podía evitar sentirme un poco intrigada. Había oído hablar de estos torneos durante el viaje; eran un evento muy esperado en el continente, donde los aventureros competían para mostrar su fuerza, habilidades y talento. El ascenso en rango no solo significaba prestigio, sino también acceso a mejores misiones y recompensas más altas.
Mientras observaba los anuncios, sentí que alguien se acercaba. Era una mujer joven, posiblemente una de las encargadas del gremio, vestida con el uniforme típico. Me miró con una mezcla de curiosidad y cortesía.
"¿Es su primera vez en esta ciudad, señorita?" preguntó con una sonrisa.
Asentí. "Sí, acabo de llegar. Estaba buscando información sobre el camino al puerto del sur, pero parece que algo importante está ocurriendo aquí."
Ella miró hacia la tabla de misiones y luego regresó a mí. "Ah, sí. La mayoría de los aventureros están aquí por el torneo de promoción de rangos. Es uno de los eventos más grandes del año. Además, hay una fuerte presencia de la milicia en esta ciudad, lo que significa más misiones especiales. Si está interesada en algo, puedo explicarle más."
"Gracias, pero solo estoy de paso," respondí con calma, aunque no podía negar que la idea del torneo me parecía tentadora.
La joven inclinó ligeramente la cabeza. "Entiendo. Si busca el puerto del sur, la próxima ciudad en su camino será Deran. Es una ciudad portuaria más pequeña que esta, pero desde ahí puede tomar un barco hacia el sur. Puedo proporcionarle un mapa actualizado para que no se pierda."
"Eso sería útil, gracias," dije, asintiendo.
Mientras la mujer se dirigía al mostrador para buscar el mapa, mis ojos volvieron al anuncio del torneo. No necesitaba un ascenso de rango, pero… participar podría ser interesante. Había algo en este continente que me hacía sentir más ligera, más libre, como si realmente pudiera tomar mis propias decisiones sin las pesadas cadenas del deber que había dejado atrás en mi hogar.
La voz de la recepcionista me sacó de mis pensamientos. "Aquí está el mapa, señorita. También incluí algunas notas sobre las rutas más seguras y puntos de descanso recomendados."
Pero mientras salía del gremio, una pequeña chispa de curiosidad quedó encendida en mi mente. Esa chispa de curiosidad no tardó en convertirse en algo más. Algo en mí pedía respuestas, un desafío, una oportunidad de probar mi habilidad fuera de las misiones cotidianas y los encuentros fortuitos. Me detuve en la entrada del gremio, suspiré, y antes de darme cuenta, mis pies ya habían cambiado de rumbo, llevándome de regreso al mostrador.
La misma recepcionista que me había entregado el mapa me miró con una mezcla de sorpresa y paciencia. "¿Olvidó algo, señorita?"
"De hecho, sí," respondí, inclinándome ligeramente hacia ella. "Quisiera más información sobre el torneo de promoción de rangos. ¿Cómo funciona y cuándo comienza exactamente?"
Su rostro se iluminó, claramente disfrutaba compartir detalles sobre el evento más importante del gremio. "¡Claro! El torneo se divide en tres fases principales," explicó mientras sacaba un pequeño registro de inscripciones para mostrarme. "La primera fase consiste en enfrentamientos individuales. Cada participante debe demostrar su habilidad en combate directo, sin ayuda de aliados ni equipo especial. Esto elimina a los menos calificados y garantiza que solo los aventureros más capaces continúen."
Eso no sonaba tan complicado. Ya estaba acostumbrada a combatir sola, y mi confianza en mis habilidades era sólida. Asentí para que continuara.
"La segunda fase es más compleja," agregó. "Se forman pequeños equipos al azar, y los participantes deben trabajar juntos para completar una serie de desafíos. Esto evalúa tanto las habilidades individuales como la capacidad de colaborar, algo crucial en misiones de alto rango."
Ese detalle me hizo fruncir ligeramente el ceño. No era una gran admiradora de depender de otros, pero entendía el propósito de la prueba.
"Y finalmente," dijo con un toque de emoción, "la tercera fase es la más esperada por todos. Los clasificados de las primeras dos fases compiten entre sí en el Coliseo de la base militar de esta ciudad. Es un espectáculo público, y las recompensas no son solo el ascenso de rango, sino también premios adicionales otorgados por los patrocinadores del evento."
El Coliseo. Había pasado por esa enorme estructura al entrar a la ciudad. Ahora entendía por qué era tan imponente. La idea de enfrentarme a otros aventureros fuertes en un escenario tan grandioso era… tentadora.
"¿Cuándo comienzan las fases?" pregunté, tratando de calcular si podía permitirme el tiempo para participar.
"La primera fase comienza en tres días," respondió. "Las inscripciones cierran mañana por la noche. Si está interesada, debería registrarse pronto."
Miré el registro en su mostrador, donde ya figuraban varios nombres. Algunas firmas parecían de aventureros conocidos, con pequeñas notas indicando sus rangos actuales. Un desafío digno, pensé.
"Gracias," le dije, dándome la vuelta para salir nuevamente. Sin embargo, mientras cruzaba las puertas del gremio, esa chispa en mi mente no se apagaba.
Tres días. Podría darme tiempo para observar, evaluar el nivel de los participantes y decidir si valía la pena involucrarme.
Mientras caminaba por las bulliciosas calles de la ciudad, mi mente estaba dividida. Parte de mí quería seguir con mi plan original y avanzar hacia el puerto, hacia mi hogar. Pero otra parte… esa parte curiosa y competitiva que no había sentido en mucho tiempo, quería quedarse, inscribirse, y probarme a mí misma en este nuevo continente.
Finalmente, suspiré y sonreí para mis adentros. ¿Qué era lo peor que podía pasar?
Aedric continuaba hablando, pero su tono había perdido algo de entusiasmo. Sus palabras se volvían más cautelosas, como si pensara en sus propias experiencias y lo que significaba para él estar en ese evento.
"Bueno... el evento ha sido impresionante, ¿no?" comenzó, con una sonrisa más tímida. "Pero he estado pensando en lo que realmente significa estar aquí. He estado entrenando mucho desde que nos encontramos aquella vez. He sentido cómo mi poder y habilidades han crecido, y creo que ahora tengo una mejor idea de quién soy, de qué puedo hacer."
Hizo una pausa, y por un momento, pareció perderse en sus pensamientos. Observé su expresión, y no pude evitar preguntarme si estaba pensando en su lugar en este mundo o en lo que quería lograr.
"Ah, y también escuché algo interesante," continuó, su voz bajando un poco. "Parece que algunas personas del consejo... los magos más poderosos del continente, están aquí observando. Están viendo a los mejores luchadores de este evento porque la tercera fase, la de clasificación, se llevará a cabo en las instalaciones de la base militar de la ciudad. Es un gran evento. Se dice que ahí es donde realmente se probará el nivel de cada uno de nosotros. Si sobresalimos, podemos ganar un mejor ascenso en nuestros rangos de aventureros, o incluso conseguir patrocinadores con poder político y recursos. Puede que hasta nos gane algo de renombre."
Mi atención se afiló. Ya sabía que los premios y el reconocimiento eran parte del evento, pero no tenía idea de que el consejo estaría tan involucrado. La noticia me hizo levantar una ceja, aunque intenté mantener mi expresión neutral.
"No me sorprende," respondí sin mucho ánimo, mirando la arena que aún se vaciaba lentamente de luchadores. "Eso ya me lo dijeron en el gremio, pero no sabían que el consejo estaría observando."
Aedric pareció sorprenderse un poco al escuchar mi respuesta. "¿En serio? Pues no es poca cosa. ¿Te das cuenta de lo que eso significa? Si alguien de nosotros consigue impresionar al consejo, las puertas del poder y la riqueza podrían abrirse. Las oportunidades serían... enormes."
Asentí levemente, sin mostrarme demasiado afectada. Para mí, esas oportunidades nunca fueron el objetivo.
"Supongo que algunos lo verán como una gran oportunidad," respondí, mi tono más suave, casi pensativo. "Pero, para mí, solo es otro paso más. Una oportunidad para seguir adelante."