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Chapter 24 - Capitulo 24

*AEDRIC*

El sonido del fuego chisporroteando y los ecos de voces dando órdenes fueron lo primero que escuché al abrir los ojos. Los lamentos de dolor se entrelazaban con el bullicio de una actividad frenética, y el calor del sol empezaba a atravesar una rendija en la entrada de la carpa, lastimando mis ojos. La luz, aunque tenue, me cegó por un momento, y me vi obligado a entrecerrar los ojos mientras intentaba ajustarme a la realidad que me rodeaba.

Intenté moverme, pero el dolor en mi cuerpo fue insoportable. Cada vez que trataba de levantarme, una punzada de agonía recorría mi costado y mi cabeza. Un grito bajo, apenas un susurro de dolor, salió de mis labios sin querer. Sentía cada músculo, cada hueso, como si se hubiera roto bajo el impacto de los golpes que había recibido en la batalla.

Con esfuerzo, me levanté de la cama improvisada, sintiendo un mareo momentáneo al poner mis pies en el suelo. La herida en mi costado seguía ardiendo, pero no podía quedarme allí, tenía que salir, saber qué había sucedido. Empujé la tela de la carpa a un lado y salí al exterior.

Lo que vi me sorprendió. El campamento estaba en movimiento, pero no como antes. Aventureros de rango medio y rango alto estaban ocupados, moviéndose de un lado a otro mientras recogían los cuerpos de las bestias caídas. Las carretas grandes se llenaban con los cadáveres, y los guerreros y cazadores los transportaban hacia el gremio. Había una sensación de alivio en el aire, pero también una presencia de cansancio y desesperación que no desaparecía por completo. Las heridas de muchos eran visibles, y el sonido de los gritos de los heridos aún resonaba en el ambiente.

Mientras observaba a mi alrededor, mi mente no pudo evitar regresar a la noche anterior. La batalla, los minotauros, la figura que había aparecido de la nada... Esa presencia, el poder incontenible que había sentido, y cómo todo había terminado en un parpadeo. Los detalles seguían nublados en mi mente, pero una cosa era clara: aquella figura, la mujer, era alguien más allá de lo que había visto en mi vida.

Me quedé en silencio un momento, observando todo el caos organizado que ocurría frente a mí, mientras intentaba recordar cómo había llegado a este punto. Mi cuerpo, aunque todavía dolorido, se irguió con una determinación creciente. No iba a quedarme allí solo para curarme. Algo dentro de mí necesitaba entender lo que había sucedido, necesitaba saber más sobre esa mujer y sobre su poder.

Respiré hondo, apretando los dientes ante el dolor, y me forcé a caminar, sin saber aún qué hacer, pero con la certeza de que no podía quedarme quieto.

Cuando trataba de dar un paso hacia la entrada de la carpa, sintiendo el dolor punzante en cada movimiento, una sensación extraña recorrió mi hombro. No era una sensación común, sino una que me heló la sangre por un momento. Mi instinto reaccionó con rapidez y me giré bruscamente, mi cuerpo aún tambaleante por las heridas y el dolor, pero la necesidad de entender lo que ocurría superó todo.

Ahí estaba ella.

La mujer que había visto la noche anterior. La figura imponente que había arrasado con las bestias y que había dejado su huella en cada rincón del campo de batalla. Sin embargo, algo era diferente. Su aura, aunque poderosa, no era la misma que la de anoche. No estaba rodeada por esa sensación de presión inhumana, de peligro palpable. Su presencia era aún imponente, pero más suave, menos temible.

Ella me observaba con unos ojos azules brillantes que casi parecían reflejar el cielo en su pureza. Su rostro era pálido, pero saludable, con un rubor natural que le daba una apariencia más humana que la imagen que había retenido en mi mente. Su cabello oscuro caía en ondas suaves alrededor de su rostro, y su cuerpo, aunque definido, emanaba una elegancia tranquila, distinta a la feroz fuerza que había demostrado en la batalla.

Me miraba con una calma que contrastaba con el caos que había rodeado la lucha, pero lo más impactante de todo fue la voz que salió de sus labios. Era dulce, tranquila, pero contenía un poder palpable, algo que no podía ignorar, algo que me hizo estremecer ligeramente a pesar de sus suaves palabras.

"¿Estás bien?", preguntó con una calma que no correspondía con la intensidad de la situación. Sus ojos caían sobre mi costado, donde las vendas estaban claramente empapadas en sangre, señalando las heridas que, al parecer, se habían reabierto debido a mi esfuerzo por moverme.

Mi respiración se aceleró un poco al darme cuenta de que las heridas no se habían cerrado completamente, a pesar de los cuidados que había recibido. Me sentía un poco avergonzado, pero también agradecido de que ella estuviera allí, incluso si era confuso por qué se acercaba a mí.

"No, no lo estoy", respondí, mi voz más rasposa de lo que esperaba. "No pensé que aún tendría que lidiar con esto. Gracias por... lo de anoche", agregué, mirando a la mujer con un sentimiento de gratitud algo forzado, sabiendo que no era capaz de entender completamente lo que había sucedido ni por qué ella había estado allí.

La mujer no dijo nada de inmediato, solo observó las heridas y luego, sin previo aviso, se acercó un paso más. Podía sentir su presencia, como una ola que empujaba contra mí, y la sensación de temor volvió a recorrerme. Sin embargo, esta vez, era una mezcla extraña de respeto y fascinación. No estaba segura de cómo reaccionar, pero sentí que había algo más en ella, algo que no podía entender.

"Deberías descansar", dijo suavemente, mientras sus ojos brillaban con una intensidad que me hizo dudar de si mi cuerpo realmente estaría a salvo después de todo lo que había sufrido.

Ella me miró un instante más, con esos ojos azules que parecían leer cada rincón de mi ser. Su voz, suave pero llena de autoridad, cortó el aire con una calma desconcertante.

"Es mejor que te atiendas antes de que la herida se infecte", dijo, dándome una breve mirada a mis costados y a las vendas manchadas de sangre. Luego, con una gracia impresionante, comenzó a alejarse, su caminar lleno de la misma elegancia que había notado en ella antes. Era como si cada paso fuera parte de una danza intrincada, tan controlada y serena que no podía evitar admirar la fuerza oculta en cada uno de sus movimientos. Había algo en su postura, algo en su porte que me decía que no era una noble común, no era la típica mujer que usaba su título para jugar con el poder político o las riquezas. No, esta mujer emanaba un poder mucho más profundo, mucho más peligroso. Era de esas personas cuya fuerza no venía de su linaje, sino de su propia voluntad, de la pureza de su esencia.

Me quedé observándola, confundido, pero sin poder dejar de sentir una extraña mezcla de respeto y temor hacia ella. No sabía quién era, pero algo me decía que no era alguien con quien quisiera jugar. No sólo por su poder, sino por la forma en que parecía ver el mundo, como si estuviera por encima de todos los demás, pero sin el afán de demostrarlo.

Cuando por fin la voz de mi conciencia me despertó, le hablé en voz baja, sin pensar realmente si ella me escucharía o no. "¿Cómo te llamas?", pregunté, tratando de atrapar su atención, de saber algo más sobre esta figura tan enigmática.

Ella, sin detenerse ni siquiera un segundo, giró ligeramente la cabeza. Miró por encima de su hombro, su expresión inmutable, como si ni siquiera valiera la pena responder a mi pregunta. Sus ojos brillaron por un instante, pero no hubo una palabra. Sólo encogió los hombros, como si la respuesta no importara o fuera demasiado insignificante para ser compartida.

En ese momento, sin decir nada más, se despidió en silencio, su figura desvaneciéndose en las sombras del bosque, a pesar de que el sol aún estaba en su apogeo. Fue como si la luz misma le perteneciera, pero en lugar de absorberla, ella se deslizaba entre las sombras con la facilidad de una sombra viva.

La vi desaparecer, y me quedé allí, con la sensación de que nunca volvería a entender completamente a esa mujer, ni su poder, ni lo que realmente quería. Pero algo en mi interior me decía que, de alguna manera, nuestras rutas se volverían a cruzar en el futuro. Y, cuando eso sucediera, probablemente desearía no haberla conocido.

*****

*THYRA*

Saltaba entre los árboles, moviéndome con agilidad, como si cada rama fuera una extensión de mi propio cuerpo. El viento pasaba rápidamente por mi rostro, y aunque mi respiración seguía controlada, no pude evitar sentirme ligeramente culpable por lo que había hecho. Había robado algo de dinero del campamento, algo pequeño, para adelantar el pago de mi identificación. Aún no estaba segura de si realmente era lo correcto, pero en ese momento, parecía la única forma de avanzar rápidamente.

"Perdón", susurré, como si alguien pudiera escucharme. Era extraño. El peso de la bolsa de dinero me recordaba que las decisiones que tomaba no siempre eran tan limpias como me gustaría creer. Pero al menos había logrado adelantar mi objetivo.

Mientras corría, mi mente regresó al hombre con el que había hablado poco antes. Recordaba cómo estaba medio muerto e inconsciente la noche anterior. La imagen de su cuerpo desplomado contra el suelo, con el rostro demacrado por el dolor y la lucha, volvió a mi mente con claridad. Me sorprendió que aún estuviera vivo, dadas las heridas que había recibido. ¿Cómo había logrado sobrevivir?

Mi mirada se nubló un poco mientras pensaba en él. A pesar de su estado, había algo en él que había despertado mi curiosidad. No era solo la manera en que luchaba ni su magia de fuego, sino algo más profundo. Algo que no podía identificar aún, pero que me impulsaba a seguir pensando en él. Tal vez fuera esa mirada de determinación, o la lucha por mantenerse consciente pese al dolor, lo que había captado mi atención. Quizás, incluso en su estado débil, había algo admirable en la forma en que se mantenía firme.

Lo peor de todo es que, a pesar de todo lo que había hecho, me sentí culpable por haberlo dejado allí. Cuando me alejaba, me di cuenta de que le había dado algo de mi mana, un pequeño toque de energía para ayudar a su vitalidad. Era lo menos que podía hacer después de todo. No lo conocía, pero no podía soportar la idea de dejarlo morir sin hacer nada.

Me detuve un momento en el aire, suspendida entre las ramas de un árbol. Cerré los ojos y me concentré un segundo. De alguna manera, sentí que le había dado algo más que solo mana. Tal vez había sido una parte de mí misma, algo que no sabía cómo describir. Tal vez, al ayudarlo, algo en mí había cambiado. Tal vez estaba empezando a cuestionar si podía seguir siendo la misma persona que había llegado a este continente. Pero esas preguntas tendrían que esperar. Por ahora, tenía un objetivo, y no podía permitirme distraerme más.

Salté nuevamente hacia adelante, concentrándome en el camino, pero no pude evitar preguntarme si alguna vez volvería a encontrarme con ese hombre. Y si lo hiciera... ¿qué sucedería entonces?

Después de un largo día de viaje, finalmente llegué a la ciudad, mis pies ya cansados por el continuo salto entre los árboles. La noche había caído, pero aún había algo de energía en mí, aunque el peso de la bolsa de dinero me recordaba que aún tenía asuntos por resolver. La identificación era lo más urgente, no solo para poder sentirme más segura, sino también para avanzar en este mundo extraño al que me había adentrado.

Al llegar al gremio, la recepcionista me recibió con una sonrisa agradecida. "Ah, tú eres la que dio el aviso sobre el campamento", dijo, su tono cálido. "Gracias a tu intervención, muchos aventureros sobrevivieron y las consecuencias del ataque fueron minimizadas. Las recompensas para los sobrevivientes serán bastante generosas, y parte de eso te corresponderá a ti por tu valentía."

Me quedé un momento en silencio, procesando lo que acababa de escuchar. El campamento, el ataque, las vidas salvadas... no esperaba una recompensa por ello, pero algo dentro de mí sentía que era lo menos que podía recibir. No tenía mucha necesidad de dinero, pero tener un respaldo oficial de alguna forma, aunque fuera con algo de plata, me ayudaría a avanzar. Lo que realmente deseaba era mi identificación, para poder moverme por este reino sin problemas y continuar con mi búsqueda.

"Gracias", dije, manteniendo la mirada tranquila, aunque por dentro sentía algo extraño al ser reconocida por algo tan... sencillo para mí. Para mí, simplemente había hecho lo necesario, no esperaba ni quería recompensas.

La recepcionista, aún sonriendo, me entregó un formulario y me indicó que llenara los detalles necesarios. "Una vez que completes esto, te daré los papeles para tu identificación. Además, puedes pedir tu recompensa por el aviso y las vidas salvadas."

Pasé un momento llenando el formulario, pensando en lo que vendría después. Una vez terminado, lo entregué a la recepcionista, quien rápidamente lo procesó. Mientras esperaba, mi mente volvió al campamento, a la figura de ese hombre. ¿Cómo estaría? Había hecho lo que pude por él, pero aún me preguntaba si sobreviviría. ¿Lo vería de nuevo?

"Tu identificación estará lista pronto", dijo la recepcionista mientras organizaba los papeles. "Y aquí está la recompensa por el aviso." Me entregó una bolsa de monedas, más de lo que esperaba.

Miré el dinero, y aunque la recompensa era significativa, mi mente seguía atrapada en las preguntas sin respuesta. Agradecí a la recepcionista, pero lo que realmente sentía era una mezcla de incertidumbre y curiosidad. Lo que había hecho era solo un paso más en este largo camino, pero algo en mí seguía inquieto. ¿Era realmente el camino correcto? ¿Me estaba acercando a mi hogar, o simplemente me estaba perdiendo más en este mundo extraño?

Tomé la bolsa de monedas, que ya no parecía tan pesada como antes, y la guardé junto con mi nueva identificación. El nombre estaba escrito claramente: Thyra, sin más detalles que los esenciales, y lo más curioso era que la identificación mencionaba mi origen en esté continente. No me sorprendió tanto como pensaba que haría, ya que era lo esperado, pero aún así sentí una pequeña punzada de incomodidad. Era una prueba tangible de que ya no estaba en mi hogar. Este continente, sus costumbres, su gente… todo me era extraño.

La recepcionista me despidió amablemente, y no pude evitar sentir que en algún rincón de este mundo, tal vez no todo estaba perdido. "Buena suerte, Thyra", dijo con una sonrisa. Sus palabras, tan simples, me hicieron pensar en todo lo que había logrado en tan poco tiempo. No estaba donde había comenzado, pero había avanzado. Eso era lo único que importaba.

Con la identificación en mano, me dirigí hacia el área de comedores del gremio. El bullicio de los aventureros y los trabajadores llenaba el lugar. A pesar de que mi hambre no era lo que me movía, decidí sentarme y pedir algo sencillo, para recuperar fuerzas antes de continuar mi camino.

A medida que comía, me tomé un tiempo para reflexionar. Había cumplido con una misión, pero todo se sentía tan transitorio, tan vacío. Quizás todo se trataba de sobrevivir un día más, de avanzar paso a paso hacia mi meta. El sueño de regresar a casa era lo único que realmente me mantenía en marcha.

Al terminar mi comida, me dirigí hacia la recepción para pedir una habitación. El día había sido largo y mis músculos aún se sentían tensos, como si todo el esfuerzo del viaje estuviera acumulándose. Necesitaba descansar, pensar en lo que debía hacer a continuación.

"¿Una habitación para descansar?", me preguntó el recepcionista mientras me entregaba la llave. "Tienes suerte, tenemos una libre. Buen descanso."

Al recibir la llave, me dirigí hacia las escaleras, mis pasos resonando suavemente en el pasillo. Al llegar a la habitación, dejé la bolsa con el dinero sobre la mesa y me dejé caer sobre la cama. Cerré los ojos por un momento, recordando las palabras de Enarian, el sacrificio que hizo por mí, y la confusión que sentí al despertar en este nuevo mundo.

Había pasado ya dos días desde que apareció en este continente. Dos días. Dos días desde que me despedí de Enarian y comencé mi camino sola. Sin embargo, el viaje no había terminado. Apenas comenzaba.

Y aunque el cansancio me envolvía, una pequeña chispa de determinación brillaba dentro de mí. Sabía que este no era mi final, sino apenas el inicio.

Me dejé llevar por el sueño, preparándome para lo que viniera al despertar.