En un mundo lleno de curiosidades y peligros, hace mucho tiempo existió la paz en los cuatro continentes, hasta que...
Se desató la guerra entre los magos, dando inicio a la Guerra de los 700 años. El mundo retumbaba cada noche con las multitudes de peleas entre las diferentes razas. Pero, un día, todo tuvo un fin...
"¡Viene una oleada de demonios!" —dijo el soldado elfo, con la voz llena de pánico.
"¿Dónde?" respondió Kurth, el capitán elfo, mirando a su alrededor con preocupación.
"Por la puerta principal, y nos superan en número…"
"No es solo eso, siento algo mucho más grande que los demonios. Puede ser… ¡oh no!"
"E-es… ¡un demonio de clase 6!"
"Son los más poderosos de su raza… Su fuerza y magia son letales."
Un demonio de clase 6 es uno de los más fuertes de la raza demoníaca. Sus habilidades son sorprendentes: controlan la magia fácilmente, tienen una fuerza impresionante y una destreza increíble en combate. Su sola presencia es un peligro para toda una nación.
"¡No te quedes ahí parado! ¡Llama al maestro Richard y dile que es una emergencia!"
"¡Sí, señor!" —respondió rápidamente el soldado elfo.
"Bueno, parece que llegó la hora de demostrar la fuerza de la raza de los elfos", dijo Kurth, con determinación.
Así comenzó una feroz lucha entre Kurth y el demonio Satidio. Mientras Kurth usaba su magia de nivel dios, la más poderosa en su clase, la batalla dejó innumerables muertos, tanto elfos como demonios. Mientras tanto...
"¡Señor Richard! Necesitamos su ayuda. Apareció un demonio de clase 6. El señor Kurth lo está conteniendo, pero no creo que aguante mucho sin su ayuda."
"Mhm... ya veo, con que Mali empezó a usar a esos malditos demonios... No tenemos escapatoria."
"¡P-pero, señor Richard! ¡Usted es el elfo más poderoso de este continente! No diga que nos demos por vencidos."
"Mmm, supongo que tienes razón, soldado. Lucharé hasta la muerte por este castillo y salvaré a sus habitantes." —dijo el Maestro Richard, con una mirada feroz.
Mientras el Maestro Richard se dirigía hacia el campo de batalla, su mente trabajaba a toda velocidad. Sabía que no había solución fácil, y el plan que tenía en mente no prometía un final feliz. Pero era el único camino que quedaba.
Al llegar, gritó:
"¡¿Dónde estás, Kurth?!"
"A-aquí, maestro…" —respondió Kurth, casi sin aliento.
"Dime qué pasó."
"Fui… fui vencido…" —dijo Kurth, con la voz quebrada por el dolor.
"No hables más, descansa. Te sanaré." —respondió el Maestro Richard, comenzando a curarlo con su magia de sanación.
"Gracias, maestro. Fue horrible... El demonio era de clase 6. Su nombre es Satidio. Logré detenerlo, pero se retiraron... por ahora."
"Ya veo… Eso explica mucho. Aunque no me sorprende, eres un guerrero excepcional, Kurth. Ahora, levántate y prepárate. Lo que viene no será fácil."
Como lo había dicho el Maestro Richard, de repente, todo comenzó a retumbar. Algo grande se acercaba.
"¡MAESTRO, ENFRENTE!" —gritó Kurth, apuntando al horizonte.
Un ataque de magia sorprendente venía a gran velocidad hacia ellos.
"No te preocupes, Kurth. Ya has hecho mucho. Ahora ve y dile a las tropas que se retiren. Deben proteger la clave divina. Yo me encargaré de esto", dijo el Maestro Richard, su voz firme, aunque cansada.
Con un gesto rápido, levantó su bastón, y el aire alrededor de él comenzó a vibrar. Pronunció las palabras con poder:
"Protección alzate sobre todo lo demás, ¡detén el ataque que amenaza con destruir esta nación! ¡ESCUDO DE NIVEL DIOS!"
En un retumbar ensordecedor, el ataque de los demonios fue detenido, pero eso no fue todo. Algo aún más aterrador venía en camino...
"¡E-es el dios demonio Okron!" —dijo el Maestro Richard, temblando, no por miedo, sino por la impotencia de saber que no podía detenerlo.
"Jajaja, así que eres el viejo Richard." —dijo Okron, su voz llena de burla.
"Me sorprende tu nivel de magia, aunque no se compara ni un poco al de mi ejército y mucho menos al mío."
El Maestro Richard, aunque aún de pie, no podía pronunciar palabra. Sentía su boca temblar, pero no estaba derrotado. En un último esfuerzo, conjuró un hechizo que superaba el nivel dios.
"¡SEÑOR! ¡Lo va a atacar!" —dijo un soldado demonio, mirando nervioso.
"¿Crees que soy estúpido? Deja que el anciano nos muestre su nivel," respondió Okron con una sonrisa macabra.
El Maestro Richard comenzó a preparar un hechizo monumental. Emanaba de él una gran cantidad de magia, levantando piedras del suelo, mientras su bastón giraba en el aire. El cielo se oscureció y, con una voz resonante, dijo:
"Relámpago que todo lo devasta, ¡acércate a mí y ayúdame a detener esta guerra! ¡¡¡RELÁMPAGO DIVINO!!!"
Un estruendo inmenso recorrió el campo de batalla, seguido de un rayo devastador que arrasó con todo a su paso. El aire se llenó de un resplandor cegador, y cuando el polvo se disipó, el Maestro Richard, agotado, apenas pudo mantenerse en pie.
"Buf… buf… Eso me dejó sin energía… Ja… Pero creo que valió la pena. Ni siquiera un ejército habría soportado ese ataque", murmuró, mirando a su alrededor.
Sin embargo, no todo había terminado.
"¡Vaya! Eso sí que fue un verdadero ataque divino. Hace tiempo que no veía uno. ¡JA-JA-JA! ¡Sorprendente, eres increíble, anciano!"
Aunque el ataque mató a todos los soldados demoníacos, Okron sobrevivió, aunque gravemente herido.
"¿No puede ser? Ese ataque fue lo más fuerte que puedo hacer… ¡y aún así no te detuve!" —dijo Richard, con la voz fatigada.
"JA-JA-JA. Tienes razón, anciano, me sorprendiste. Pero no fue suficiente para detenerme. Y ahora, veo que vienes por la clave divina…"
"Así es", dijo Okron, con una sonrisa siniestra. "Si me la entregas, me retiraré y no destruiré este castillo ni sus pueblos."
"Ya veo…" Mientras hablaban, el Maestro Richard se teletransportó hacia el castillo, con una sola misión: proteger la clave divina. La clave divina es el acceso al poder máximo. Se dice que quien la obtenga, conquistará el mundo entero.
"¡KURTH! ¡¿Dónde estás?!"
"Aquí, maestro… ¿Qué sucedió? ¿Los derrotó, verdad?"
"Claro que no. Ni siquiera yo puedo derrotar a Okron."
"¿E-el dios demonio Okron?" —dijo Kurth, temblando de miedo.
"Así es, y ya viene. Así que date prisa, tenemos que deshacer la clave divina."
"Pero maestro, necesitamos la clave divina para derrotar a Okron. Es la única forma de vencerlo."
"Estás equivocado, Kurth. Nadie de este castillo debe portar la clave divina, ni mucho menos Okron. Debemos deshacernos de ella. Es la única forma de ganar tiempo."
"Mmm… Creo que tiene razón, maestro. ¿Qué le parece si la teletransportamos al lugar más lejano posible?"
"Yo le haré creer a Okron que la tengo yo."
Así que Kurth y el Maestro Richard realizaron un hechizo de teletransportación, enviando la clave divina a un lugar desconocido.
"Listo, maestro. ¿Y ahora qué sigue?"
"Mmm... Prepárate para morir, Kurth." —dijo el Maestro Richard con seriedad.
"Ya veo… Será un honor morir a su lado, maestro."
"Lo mismo digo, Kurth. Y recuerda, respecto a ti, yo tengo la clave divina. Así que dame tu energía para poder disimular."
Kurth, confiado en su maestro, entregó parte de su energía, y juntos lograron engañar a Okron.
"¡Aquí viene!"
"¡Hola, anciano! Aquí huele a magia divina. Veo que te recuperaste, aunque eso no es posible a menos que… ¡USASTE LA CLAVE DIVINA!"
Okron lanzó un ataque combinado de magia y fuerza bruta, que hizo retumbar incluso otros reinos. El impacto fue tan fuerte que dejó un gran cráter en lo que quedaba del castillo blanco.
"¡JA-JA-JA! ¡Tanta guerra para nada! Pero al menos la clave ha sido destruida…"
Aunque la clave divina aún sigue oculta, su paradero es un misterio. Quizás alguien más pueda encontrarla…