Han pasado cinco años desde lo ocurrido. La familia vive tranquila, aunque con un secreto, pero eso no ha impedido que disfruten de la felicidad.
Greg ha estado entrenando con su padre en el arte de la espada y, además, toma clases de magia con el Sr. Winston en un apartado rincón de la aldea, a donde no suele ir mucha gente, para mantenerlo a salvo.
"¿Dónde estará ese niño?" —dijo Roxy mientras se dirigía a su lección de magia.
"Mamá, ¡mira esto!"
Roxy volteó justo a tiempo para ver a Greg, quien estaba sin camiseta debido al calor de esa tarde. Él estaba concentrado. Sus manos temblaban y sudaba, pero, de repente, de su palma derecha surgió una pequeña bola de fuego, que se desvaneció casi al instante.
"¡Lo viste, mamá!" —exclamó Greg, saltando de emoción por haber logrado hacer magia de fuego.
"Eso fue increíble. Es genial que hayas aprendido a usar magia de fuego." —respondió Roxy, orgullosa de su hijo.
"Ahora vístete, que si sigues así te vas a quemar con este sol."
Greg fue a buscar su ropa mientras Roxy seguía impresionada por su logro.
"Ey, Roxy, por fin te encuentro, te he estado buscando por todas partes."
"Oh, Celi, eee... ¿cómo estás?" —respondió Roxy, algo sorprendida, tratando de evitar que Celi viera a Greg sin camiseta.
"Necesitamos tu ayuda. Vamos a organizar un banquete... espera, ¿ese es tu hijo?"
"Hola, Greg." —dijo Celi con una voz fuerte, para que Greg fuera a saludarla.
Aunque Greg aún no tenía camiseta, se quedó mirando a su madre, consciente de que no debían verlo sin ella debido a la marca en su hombro. Sin embargo, la presión lo venció y fue a saludar a Celi.
"Oye, pequeño, ¿te has quemado en el hombro o qué es eso? Ven aquí para ver qué tienes."
Roxy, intentando desviar la atención de Greg, le dijo rápidamente:
"¡GREGORY! Te he dicho que te pongas una camiseta, te vas a quemar bajo este sol." —dijo, enojada.
"¡Sí, mamá!" —respondió Greg, alejándose rápidamente de la escena.
"Uy, perdón, Celi, ya sabes cómo son los niños, siempre hacen lo que quieren."
"Te entiendo, Roxy. Mi pequeña Tabata siempre se mete en problemas, pero siempre sale ilesa, ja-ja-ja."
Roxy respiró aliviada, ya que pudo quitarle la atención a Greg y evitar sospechas.
"¿Y bueno, Celi, para quién es este gran banquete que vamos a hacer?"
"Oh, claro, es para mis padres. Vivían aquí antes de que ustedes se mudaran, y vendrán a visitarnos." —respondió Celi, muy emocionada.
"Con gusto les ayudaré, cuenta conmigo."
Los padres de Celi llegaron y toda la familia Breyrat se alistó para partir.
"Ey, Greg, pórtate bien. No quiero que te descuides como me comentó tu madre."
"Sí, papá, cuenta con eso."
"Muy bien, nos vamos. Aron, no podemos llegar tarde."
"Sí, espera, que olvidé algo." —dijo Aron mientras recordaba que había algo indispensable para él...
"Aron..." —Roxy lo miró con una expresión fulminante.
"¿Qué sucede?"
"O dejas eso, o no vas. Queremos dar una buena impresión."
Al parecer, Aron llevaba su espada consigo.
"Pero amor, siempre puede pasar algo en el camino, y la necesito."
"O puedes presumir que eres esposo de un gran espadachín." —dijo Aron, guiñándole un ojo.
Roxy suspiró profundamente y lo miró como si fuera a matarlo.
"A-a-a mejor la dejo. ¿Nos vamos?" —dijo Aron, algo tembloroso, pero con un toque cómico.
Cuando se dirigían al banquete, Greg observó el cielo. Era hermoso, como si estuviera viendo una explosión de estrellas. El cielo estaba lleno de pequeñas luces. Miró a su padre y le preguntó:
"¿Papá, cómo conociste a mamá?"
Roxy miró a Aron con una pequeña sonrisa...
"A ver, Greg, tu mamá era muy linda cuando la conocí. No digo que ahora no lo sea, pero esa noche… era tan hermosa como una estrella brillando en la noche más oscura." —respondió Aron con una voz nostálgica.
De repente, Greg hizo una pregunta que sorprendió a todos:
"¿Es cierto que mamá era bruja?"
"¿QUÉ? ¿DÓNDE OÍSTE ESO, GREG?" —dijo Roxy, impactada.
"Me dijo el Sr. Winston que, como tengo habilidad con la magia, uno de mis padres debe haber sido mago." —dijo Greg, algo asustado.
"Bueno, sí fui bruja, pero solo por un corto tiempo, cuando era joven. Mis padres no lo sabían, y un día se los conté. Me juzgaron, así que dejé la magia." —explicó Roxy.
Después de esa charla, la familia pasó un bonito rato juntos, compartiendo historias, hasta que llegaron al banquete, donde ya había gente esperando.
"Hemos llegado."
"Oh, hola, Sra. Roxy."
"Señor Winston, ¿aún no llegaron los padres de Celi?"
"No, aún no. Espero que no tarden mucho, ya deberían haber llegado hace un par de horas."
El ambiente empezó a ponerse tenso. Aron sintió como si algo se acercara, y empezó a mirar en varias direcciones.
"Amor, esto no me gusta. Creo que debemos irnos."
"¿Qué pasa, amor?"
De repente, un fuerte estruendo, como una explosión, se escuchó cerca de la entrada de la aldea. Gritos de auxilio comenzaron a inundar el aire.
Aron y Winston salieron a ver qué ocurría, muy preocupados. Al salir, se encontraron con un desastre: casas destruidas, fuego por todas partes y gente corriendo por su vida.
"¿Qué pasó?" —preguntó Winston a un aldeano.
"L-llegaron demonios."
Todo se volvió silencio para Roxy y Greg. A Greg le habían contado que los demonios eran una amenaza mortal, y que si los veía, debía huir inmediatamente, porque no importaba quién fuera, los demonios mataban sin piedad...
"Oh no… Bueno, creo que es hora. Aron, ¿me acompañas?" —dijo Winston con seriedad.
"Claro, señor." —Al tocarse la cintura, Aron se dio cuenta de que no tenía su espada, miró a Roxy.
"P-perdón." —dijo Roxy, arrepentida.
"Señor Winston, olvidé mi espada."
"Toma."
Winston conjuró una espada de roca usando magia.
"Espero que te sirva."
"Claro que sí, ahora, Roxy, lleva a Greg a un lugar seguro."
"Pero Aron, por favor, vuelve."
"Claro que sí, no te preocupes. Aún tengo que contarle a Greg cómo conocí a su mamá." —dijo Aron, sonriendo.
"Cuida de tu madre, Greg."
Aron y Winston se dirigieron hacia los demonios, mientras se preguntaban qué buscaban en una aldea tan pacífica. Roxy y Greg se dirigieron al campo de entrenamiento...
"Oye, demonio, ¿qué carajo quieres?" —dijo Aron, con una voz desafiante.
Delante de ellos, se presentaron dos demonios. Aunque no parecían muy fuertes, seguían siendo demonios, lo que los hacía peligrosos.
Eran criaturas de aspecto ogro, de color negro, y medían alrededor de tres metros. Uno de ellos, el más grande, habló con voz grave:
"Finalmente, alguien que no huye. Me presento, soy Demetrius, y este es Roger. Venimos desde la capital Lucikren. Nos enviaron a buscar cualquier pista sobre esto." —dijo Demetrius, mostrando un dibujo que dejó a Aron preocupado.
El dibujo mostraba la marca que Greg tenía en su hombro. Aron se quedó sin aliento y se quedó paralizado...
"Tenemos recompensas para quienes nos den información. Roger, tráelos."
A los pocos segundos, dos adultos mayores, golpeados y malheridos, fueron arrastrados hasta el centro de la escena.
Al parecer estos dos son importantes para alguien en este pueblo
Roxy, con el corazón en la garganta, miraba a Greg. La preocupación en su rostro era evidente...
.... mientras esto sucedia Greg y su madre decidieron hacer algo...
"¿Greg porque te detienes?"—Le grito Roxy a Greg
"Mamá, quiero ayudar a mi papá, sé magia, puedo ayudar en la batalla." —dijo Greg, muy entusiasmado.
"Volvamos, aparte aún hay gente en la aldea. Vamos a ayudar a evacuar."
Roxy, con lágrimas en los ojos, pensaba qué hacer. Recordaba a Celi, a su hija, y a los demás aldeanos que vivían allí. Después de un momento de reflexión, tomó una decisión.
"Muy bien, Greg, volvamos y ayúdame a evacuar."
Cuando regresaron, vieron a los demonios hablando con Aron y Winston. Greg se quedó observando lo que ocurría, mientras los aldeanos miraban con intriga, esperando saber qué estaba pasando.
Volviendo con los demonios, Aron y Winston...
"Winston, ¿quiénes son esos dos?"
"Los padres de Celi." —dijo Winston, con seriedad.
La expresión de Aron era de total asombro, pero aún más sorprendida estaba Celi, que, al darse cuenta de quiénes eran, corrió hacia los demonios.
"¡Son mis padres! ¡Díganme lo que quieran, les daré dinero!" —dijo Celi, rompiendo en llanto.
"Solo queremos información sobre este dibujo." —respondió Demetrius, mostrándole el dibujo a Celi.
Al verlo, Celi entendió de inmediato: era la marca de Greg. Pero, ¿cómo podía ser? Greg era solo un niño, ¿lo delataría con los ogros?
En ese momento, Aron sintió un escalofrío de miedo. Sabía que Celi conocía la marca de Greg. Ella lo miró, y Aron solo pudo responder con un gesto negativo, girando la cabeza.
"¡Es un niño que está en esta aldea! ¡Su nombre es Greg!" —gritó Celi, ya no pudiendo soportar ver a sus padres sufrir.
"¡Carajo!"
"¡Winston, AHORA!"
Aron atacó con su espada, moviéndose rápidamente para confundir al enemigo. En un parpadeo, se posicionó justo detrás de un ogro, y le asestó un golpe directo. Aunque su arma era de piedra y se rompió al impacto, el daño al enemigo fue severo.
"Eso fue fácil."
"¡ABÁJO, ARON!"
Un ataque venía hacia Aron: era Demetrius. Logró esquivarlo, agachándose rápidamente.
"¡Winston!"
"¡LO VEO!"
Winston, sin perder tiempo, formó una lanza de piedra. Desprendía una neblina de mana muy fuerte. La lanzó con una velocidad increíble, pero el ogro usó a Aron como escudo. La lanza impactó directamente en el hombro de Aron.
"¡NOOOOO!" —gritó Greg.
Greg se soltó de su madre y corrió a ayudar a su padre.
El ogro lanzó a Aron hacia unos árboles. Greg llegó rápidamente a su lado.
"¡Papá, papá, despierta! ¡Por favor, despierta!" —lloraba Greg, mientras veía a su padre gravemente herido.
"Greg... cof cof... estoy bien. ¿Qué haces aquí? Ve con tu madre." —dijo Aron, con voz débil.
"Tengo que ayudar al señor Winston."
"Si lo crees necesario, ve. Ayúdalo, solo... no mueras, por favor."
Winston ahora peleaba solo. El ogro era muy fuerte, pero Winston era un gran mago. Comenzó a usar hechizos complejos.
"¡LANZA DIVINA!"
Winston empezó a crear un hechizo muy poderoso, pero lo estaba haciendo demasiado lento, ya que era complicado. El ogro se movió rápidamente, esquivando el ataque.
"No lo voy a lograr..." —pensó Winston, ya dándose por muerto.
En ese momento, una aurora de energía divina y maligna comenzó a rodear a Greg. La marca en su brazo empezó a quemar su camiseta, expandiéndose hasta cubrir todo su brazo.
El ogro vio la marca y se dirigió hacia Greg, pero antes...
"¡Ja! Se distrajo, bien hecho, Greg." —dijo Winston, lanzando la lanza divina hacia Demetrius.
Sin embargo, Roger, el otro ogro, no murió rápidamente. Se interpuso entre la lanza y Demetrius, y la lanza atravesó su cuerpo, cambiando su dirección. Ahora Demetrius avanzaba rápidamente hacia Greg.
Greg, sin decir una palabra, miró a Demetrius con odio. Comenzó a formar un disco de fuego de colores: primero rojo, luego azul, después verde y, finalmente, blanco. Lanzó el disco hacia Demetrius, partiéndolo en dos y acabando con él. Pero eso no era todo. El ataque era tan poderoso que no se detuvo ahí; siguió devastando todo a su paso, arrasando con la aldea y acercándose al grupo de personas.
Roxy solo pudo ver cómo el ataque de su propio hijo se dirigía hacia ella...
"¡GREG, DEJA EL HECHIZO!"
Greg estaba fuera de control, incapaz de manejar tanto poder. El ataque continuó su curso, destruyéndolo todo.
Winston, con lo último que le quedaba, se puso delante del ataque, creando un escudo de protección, para dejar dentro de él el ataque de Greg y el mismo.
Todo sucedió rápidamente. Al final, Winston no sobrevivió al impacto. Sabía que iba a morir, pero se sacrificó por su pueblo, haciendo lo necesario para proteger a los demás.
Todo el lugar quedó en silencio. Todos miraban aterrorizados al pequeño Greg, que estaba sin fuerzas siquiera para mantenerse en pie. De un momento a otro, Greg se desplomó.
Al día siguiente, los habitantes estaban reconstruyendo la aldea con mucho esfuerzo. Esa misma noche fue el funeral del Sr. Winston, aunque Greg aún no podía creer lo que había sucedido.
"Mamá, ¿qué he hecho?" —preguntó Greg mientras cenaban en familia.
La pregunta hizo que Roxy y Aron se miraran fijamente. Aron, aunque herido, aún vivía.
"Greg, tú solo has hecho lo que todos habrían hecho. Solo querías ayudarnos" —dijo Roxy con sinceridad y una pequeña sonrisa en su rostro.
"¿Nos mudaremos?" —preguntó Greg.
"Cuando tu padre se recupere, nos iremos al reino de Lanclet".
"Pe-pero mamá, ¡me seguirán buscando por esta maldita marca!" —dijo Greg con los ojos llenos de lágrimas.
"Greg, cálmate. Todo saldrá bien. Nos iremos pronto de aquí".
Greg, desesperado, sabía que tenía que tomar una decisión por el bien de su familia. Durante la noche, la idea se instaló en su mente como un peso insoportable. Sabía que su presencia ponía en peligro a quienes amaba, pero el dolor de dejarlos atrás era casi insoportable.
Mientras todos dormían, Greg se levantó en silencio. Cada paso que daba hacia la salida le parecía una traición. Antes de partir, entró al cuarto de sus padres. Por un momento, se quedó de pie junto a la cama, observándolos dormir. Una lágrima rodó por su mejilla mientras susurraba: "Perdónenme, mamá, papá. Lo hago por ustedes".
Con manos temblorosas, dejó una carta en la mesa. Luego, recogió algunas cosas: ropa, dinero y objetos necesarios para sobrevivir. Se vistió con una capa oscura, tapándose por completo la cabeza con un gorro para pasar desapercibido en cualquier lugar. Cuando cruzó la puerta, sintió que su corazón se partía en pedazos.
La carta decía:
"Mamá, Papá,
He tomado una decisión que me rompe el corazón. Me alejo de ustedes porque me he dado cuenta de que mi presencia les causa problemas. No solo a ustedes, sino también a las personas que me rodean, como los habitantes de la aldea Dragron. No quiero que sufran más por mi culpa.
Buscaré descubrir qué significa esta marca y aprenderé a controlarla. No descansaré hasta encontrar respuestas. Cuando lo logre, volveré a ustedes. Por favor, no duden de eso. Siempre los llevaré en mi corazón.
Con todo mi amor, su hijo Greg".