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Chapter 2 - Cuando los santos callan

Asael y Alastor se encontraban en aquel bunker, agotados ya, Asael seguía en sus rezos y Alastor se tapaba los oídos agotado ya de su voz.—Ya cállate de una buena vez, por los dioses eres tan irritante —Alastor gruñió y Asael terminó de rezar.—Amén —Asael levantó la vista e inspeccionó a Alastor —Dios me escuche y nos dé protección —Alastor soltó una carcajada llena de sarcasmo e irónia.—¿Quieres que dé mi punto de vista? —Asael asintió, en verdad se moría por saber que pensaba Alastor de sus rezos insesables y el porqué lo irritaba tanto —Si, dame tu opinón —Soltó finalmente Asael tras un suspiroAlastor carrapeó la garganta en forma de agarrar las palabras correctas y directas.—¿De verdad crees que alguien te va a escuchar aquí? Si los santos o Dios existieran, ya habrías encontrado una salida, ¿no crees?— Alastor rió un poco y se acostó en el suelo frío.—¡¿Perdón?! —Soltó Asael de manera casi automática.—Te perdono ciervo de tu señor —Alastor soltó una pequeña risa.—No sabes lo que dices, Dios es bueno, es un ser todopoderoso y sabe lo que hace, nos a traído aquí con un propósito... Una misión, quizás la de salvar a nuestros hermanos.Asael sostuvo firmemente pero un poco enojado por las imprudentes palabras de Alastor.—O... Solo te metiste por idiota, algo que odio y repugno con todo mi ser, la idiotez.Alastor suspiró y miró a Asael.—Cometí un pecado.Soltó Alastor mientras miraba fijamente a Asael, este último abrió los ojos de par en par.—Cuentáme ¿Que pecado es? Sabes muy bien que Dios perdona a los pecadoresAlastor rió secamente.—Fuí un idiota y es uno de los pecados más grandes que eh podido cometer, si hubiera pensado tan solo un poco más, no hubiera venido aquí y estaría en mi cuarto tirando todo.—Fué un descuido... No te culpes.Alastor rió nuevamente ante las palabras de Asael.—¿Y tú? ¿Por qué estás aquí? De noche sobretodo.Asael tomó una gran bocanada de aire.—Estaba en un retiro espiritual...Alastor lo miró y solo se quedó en silencio.—¿No dirás nada?Preguntó Asael confundido, siempre se había acostumbrado a gente muy habladora, pero Alastor era reservado y callado, no iba con su naturaleza parlanchina.—No pediste mi opinión.Alastor se cruzó de brazos e intentó dormir. No fué que en unos minutos se escucharan pasos encima de ellos, Alastor pasó de somnoliento a alerta, tomó la rama y esperó.Asael por su parte empezó a orar, pensando en todos sus hermanos caidos.—Cierra la puta boca.Alastor ordenó callar a Asael quien terminó su oración y se puso detrás de Alastor.—¿Cómo puedes ser tan insensible? ¿No te importa en absoluto lo que pase?Alastor puso los ojos en blanco y se tranquilizó un poco al no escuchar más pasos cerca.—Mínimo no soy un niño sin valor que vive dependiendo de un Dios que hasta ahora no le a echado una mano.Asael enfurencido apretó los puños, tomó aire y tranquilo le respondió.—Mi padre nos ayudará en el momento adecuado y espero le des las gracias por todo lo que va a hacer por ti y por mi.Alastor soltó una carcajada en seco.—Claro, claro, sigue creyendo en tu dulce cuento de hadas, donde nada malo saldrá si confías en un Dios que a destrozado a sus «Hijos» por pura conveniencia.—¡Era para la salvación de la humanidad!—La sigo viendo igual de podrida.—¡No sabes lo que dices, Dios tiene grandes planes para tí!—Que me pase los planos para ver si me gustan.La frialdad y lo calculador que era Alastor al responderle a Asael, lo asustaba un poco, decidió tranquilizarse.—Esto no llevará a nada Alastor.—Tu empezaste, yo solo respondí.—Solo... cállate—Wow... ese nuevo Asael me gusta ¿Disfrutas de tu rebeldía ahora?Asael negó.—No, solo eres un poco irritante, hijo de las sombras.—Gracias, aun que no me gusta decirle irritante, me gusta decirle ser humano.—Ser amable también es ser humano.Alastor asintió.—Tienes un punto ganado. Es verdad de ser amable también es humano, pero no deberías de reprimir tus necesidades lujuriosas solo porque un Dios no te lo permita.Alastor se acercó a Asael de manera desafiante, Asael retrocedió hasta llegar a la pared y recostar su espalda en ella.—Deberías de probar distintos sabores, distintos placeres y distintos juegos... —Lo último lo dijo con un dejo de picardía mientras tomaba con una de sus manos los labios de Asael —¿Si... me entiendes verdad? Asael soltó su agarre.—No, deja de decir cosas incoherentes.Alastor rió y se acostó en el suelo nuevamente.—Haz lo que quieras, ya dí mi opinión y creo que hasta más.Asael se acercó a donde Alastor, quedando en cuclillas ante él.—Si eres tan fuerte sin mi padre todo poderoso ¿Por qué sigues reglas?Alastor cerró los ojos y negó con una sonrisa en rostro.—Porque las elegí. No necesito a nadie que me diga cómo vivir. Prefiero confiar en mí mismo.Alastor a pesar de su sonrisa, se puso a meditar un tiempo, el tiempo en que Asael quedó en silencio meditando las palabras de él. ¿En verdad era independiente? ¿Y si necesitaba alguien? ¿Con quien contaría? ¿En realidad es malo seguir reglas? ¿Es necesario? Alastor dudó un poco pero solo cerró los ojos, se volteó dejandole la espalda a Asael e intentó dormir.—¿Alguna vez haz dudado de ti mismo?—Muchas preguntas, niño. Ponte a pensar tú: si tienes tanta fe en tu padre todo poderoso, ¿por qué necesitas un retiro espiritual?—Es una pausa a todo.—¿Qué es todo?Asael quedó en silencio, dió unas palmaditas a Alastor en la espalda y se acostó al otro extremo del bunker.Ese gesto hizo enojar mucho a Alastor y, aún así, no lo había lastimado. Si le hubiera contado a alguien de la iglesia que conoció a un satanista...Era obvio, lo inspeccionarian y revisarian que esté completo, Alastor era distinto a los satanista que le habían pintado en las iglesias.—Todo... —Murmuró Asael y siguió pensando ¿Qué era todo? ¿Su fe dependiá acaso de un hilo? ¿O por qué se inestabilizaba tanto? Confiaba en su padre, sabía que esto solo era una prueba y luego de esto solo encontraría paz.—¿Alguna vez... pensaste en los ángeles?Preguntó Asael a Alastor quien soltó un suspiro.—Si... pero, si ser un ángel determina estar bajo ordenes de un Dios y estar arrodillado siempre prefiero ser la sombra que desean eliminar.—Sombra... ¿Eso es malo, no?Alastor soltó otro suspiro cansado.—No, a veces encontrar tus propios demonios es bueno. Quizás puedas hablar con ellos y conocer más de tí y la parte más retorcida de tu mente. El estar pendiente de la sombre de otros hace que no encuentres o no veas la tuya.—El satanismo en muy profundo... y complejo, no es nada a lo que...Alastor interrumpió a Asael—¿A lo que les cuentan en las iglesias? —Alastor rió y negó —Claro que no, siempre seremos los malos si lo cuenta un ángel, ahora duerma niño, están contadas nuestras horas de sueño.—¿Vamos a escapar?—No, pero debemos de movernos de un lado a otro, así será más dificil a que nos encuentren. Asael asintió y se acostó, habían miles de preguntas pero no sabía si decirlas o no. Quizás era él y sus voces o él y sus sombras.—Alastor.Alastor ya con la piel erizada de tanto escuchar la voz de Asael respondió con un tipo de gruñido—¡¿Qué?! —¿Qué comeremos?—Animales, es obvio.—Los cazarás tú ¿Verdad?Asael preguntó y esperó la respuesta de Alastor quien se detuvo y suspiró ya cansado.—Los cazo yo, los como yo, así de fácil.—Porfavor, invitame solo un poco.Alasto no respondióMientras la oscuridad llenaba el bunker, ambos se quedaron en silencio, el sonido de sus respiraciones era lo único que rompía el pesado ambiente. Asael, con la mente llena de dudas, miraba a Alastor desde la distancia, preguntándose si alguna vez realmente entendería al demonio, o si acaso, él mismo se perdería en su fe.Alastor, por su parte, parecía ajeno a los pensamientos de Asael. Su mente estaba en algún lugar distante, más allá de las sombras.Finalmente, con una última mirada desafiante, Alastor rompió el silencio.—Niño... si tanto insistes en que tu padre te ayudará, asegúrate de no morir antes de que llegue la "salvación".Asael apretó los dientes, pero no dijo nada. Algo en la forma en que Alastor lo miraba le hizo pensar que quizás el demonio también sentía alguna clase de vacío. Pero no podía permitirse pensar eso. Tenía una misión, y su fe lo mantendría firme.Con un suspiro, Asael se dio la vuelta, apretó los ojos con fuerza y murmuró:—Dios no te ha olvidado... ni a ti, ni a mí.Alastor sonrió, pero esta vez no fue una sonrisa burlona, sino algo más... amarga.—¿No te cansas de hablar del mismo cuento, niño?Asael no respondió, solo cerró los ojos y se sumió en un sueño inquieto, mientras las sombras danzaban a su alrededor. Sabía que al día siguiente tendrían que seguir adelante, seguir con la lucha, pero por un momento, en ese bunker oscuro y frío, se permitió soñar con algo más.Algo que, tal vez, ni siquiera él mismo creía ya: la esperanza. Aquello que todos dicen tener pero pocos demuestran, Asael le demostraría a Alastor que él tenía fe y esperanza en Dios.Solo era cuestión de tiempo para que la ayuda divina llegara a él, pero no sería egoísta y ayudaría también a Alastor y todos los que pudiera salvar.