Download Chereads APP
Chereads App StoreGoogle Play
Chereads

Prueba 1 Highschool of the Dead

Ten_no_hana_okami
--
chs / week
--
NOT RATINGS
764
Views
Synopsis
Highschool of the Dead
VIEW MORE

Chapter 1 - CAP 1

— Ah, ¿por qué debo encontrarme con ese par de locos? La otra vez casi incendian mi casa por sus malditos cohetes. ¿A quién se le ocurre explotar cohetes en la casa de alguien en su cumpleaños? Ni modo, solo espero que no hagan algo loco.

Abrió la ventana de su costado, mostrando un bello paisaje de las alturas de una gran ciudad iluminada. Desde el cielo oscuro, se miraban como pequeñas luciérnagas en la noche.

— Qué bonito se ve desde estas alturas, aunque me sorprendió que él se fuera a vivir a Japón, sabiendo cómo es el país. ¡Aaaaah! Pensé que quería quedarse soltero toda la vida, pero parece que cambió de parecer — dijo con una voz de cansancio y nostalgia por los recuerdos que le venían a la mente, con pequeños flashbacks de ellos peleando por un par de pizzas.

— Señores pasajeros, por favor acomódense bien que ya vamos a aterrizar. Si surge algún problema, infórmenme de inmediato — dijo una bella mujer con el cabello largo de color anaranjado por las luces de los focos del avión, que estaba volando a varios kilómetros del suelo, con un hermoso vestido de azafata.

Después de un tiempo, se veía a un hombre mirando un ticket de avión en su mano, mientras una mancha roja corría hacia él, golpeándolo y mandándolo al piso, haciendo que se golpeara la cabeza contra el suelo, produciendo un sonido de algo rompiéndose, sorprendiendo a varias personas alrededor de ellos. Al levantarse, se vio a un hombre, un jugador de fútbol americano, con su vestimenta y todo. Se sacó el casco, mostrando un cabello blanco y unos ojos rojizos, mirando con una cara aburrida al cadáver que estaba en el suelo, mientras todos estaban en shock por lo que acababa de pasar. Él se agachó delante de él y, con un palito, lo pinchó.

— ¿Sigues vivo, imbécil? — dijo con una voz aburrida. — No te golpeé tan fuerte, marica. ¿No puedes resistir un solo golpe?

Haciendo que el hombre de pelo negro se levantara de golpe, con sangre en la cabeza.

— ¡Maldito imbécil! ¿Qué te sucede, maldito enfermo? ¿A quién se le ocurre derribarme con un equipo de esos? ¡Maldito Maikol!

Mientras el otro se reía sin parar.

— ¡Solo fue una broma, jajaja! Aún tienes sangre en el ojo, jajaja. ¡Límpiate!

— Casi me matas. Por cierto, ¿dónde está el idiota de Saito? Aún no lo veo ahí — dijo con una voz de dolor mientras hacía muecas por el golpe.

— Él está en su hotel. Dijo que vayáramos para allá. También dijo que nos invitaría a comer. Espero eso, por lo menos. Me hizo cancelar una cita con una hermosa dama — mientras fumaba un cigarro, haciendo que soltara el humo por su boca, suspirando. — Espero que no te enojes con él, aunque es un mujigato. Es bastante idiota con las mujeres, incluso me parece que es gay.

— ¿Y eso qué me incluye a mí en específico? — dijo con una voz de incomprensión. — Aparte, ni soy gay, yo, Michael.

— Solo decía lo que decía Ereki, pero ¿cuál es el punto de no tener una relación si aún eres virgen, maldito idiota? — mientras le daba un golpe en la cabeza, soltando más chorros de sangre. — ¡Ajajaja, mira el chorro! ¡Ajajaja! Vamos ya, o no lo alcanzaremos.

POV de Ereki

Pasé mirando alrededor las cosas que podía comprar, mientras el idiota de Michael seguía mirando a las mujeres que pasaban cerca de él. Ah, es igual que cuando era un niño. Aunque ahora que lo veo bien, es un poco más alto que yo. Sacudí la cabeza mientras salíamos del aeropuerto, mirando cómo el maldito de Maikol paraba un taxi y abría la puerta.

— Por favor, pase, Ereki, que el taxista está de buen humor — dijo con una voz burlona.

— ¿Qué intentas decir, maldito?

— Nada, nada, no te exaltes.

Subí al taxi, mientras él hacía lo mismo. Seguí mirando por la ventana el hermoso sitio que era Japón. Pasaron varios minutos y finalmente nos detuvimos en un ostentoso hotel, donde nos recibió una azafata.

— Hola, querida, estás aquí. ¿Por qué no le dices a alguno de esos grandotes que me ayuden a guardar estas cosas en el mismo cuarto? Si quieres, puedes ir un rato cuando vuelva — dijo, haciendo que la guía del hotel se sonrojara, mientras hacía una señal con su mano. Aparecieron dos hombres grandes que tomaron todas las maletas y entraron al hotel. Seguimos a Michael a una habitación. Cuando llegamos, estábamos frente a una puerta. El idiota se puso delante de ella, pateándola, lo que hizo que se abriera, escuchando el grito de una mujer.

— ¡Ajajaja, maldito idiota! ¿Y ese grito de mujer? ¿Acaso estás jugando con esos juguetes de nuevo?

— ¿De qué juegues estás hablando, maldito mujeriego? — escuchamos una voz ronca, mientras unos pasos se acercaban hacia la puerta. Salió un hombre de un metro treinta, con el pelo negro y ojos oscuros, mientras me miraba. — ¡Ah, ya estás aquí, Ereki! Pensé que llegarías más tarde. ¿Qué pasó con tu cabeza? Porque estás chorriendo sangre.

— El idiota se cayó de las escaleras del avión. Debiste ver la escena.

Un golpe sonó, y era que Ereki le había dado un golpe en la cabeza.

— Este maldito me hizo una tacleada con ese equipo de fútbol que él tenía. ¡Ahhh! No sé qué hacer con este idiota. Por lo menos tú eres normal, Saito.

— ¡Ah, de eso no te preocupes! Ya que estamos los tres aquí, ¿por qué no vamos a comer?

— Eso me parece bien, ya tengo hambre. ¡Vámonos!

— Ah, ¿por qué siempre eres tan impaciente, Michael?

— ¿Qué te importa, maldito monje?

Así mismo, los tres salimos del hotel, mientras Saito y Michael se peleaban por un burrito caliente que Saito se compró. Salí pensando en qué hacer con estos dos, que se pelean por tonterías. Al mismo tiempo, cuando estábamos pasando, escuché un sonido detrás de mí. Al voltear, vi cómo el idiota de Saito estaba atrapado entre una pared y un camión, mientras Michael lo miraba con una sonrisa. Entonces, escuché un pequeño sonido proveniente del camión.

— ¡Maldita sea, esto no fue calculado!

Justo después, una explosión se escuchó, haciendo que el camión volara en mil pedazos, mientras me envolvía en ella. Así mismo, desperté en una sala blanca.

POV de Saito

Desperté con un dolor punzante en la cabeza, como si alguien me hubiera golpeado con una roca. Lo primero que sentí fue el frío del suelo bajo mis manos. Abrí los ojos lentamente, y lo que vi me dejó completamente desconcertado.

Estaba en un lugar enorme, una sala que parecía infinita, bañada por una tenue luz azulada. Todo alrededor era imponente: columnas altísimas, paredes decoradas con figuras de mujeres sosteniendo balanzas, de cuyas manos caían finos hilos de agua. Era como si la justicia misma fluyera en ese lugar. El techo, decorado con intrincados grabados de olas y estrellas, parecía lejano, casi inalcanzable.

Frente a mí había una mesa de mármol oscuro, pulido hasta el punto de que reflejaba la luz, y más allá, un estrado elevado, como un trono, con un asiento majestuoso adornado con motivos acuáticos. Cada detalle del lugar me hacía sentir pequeño, insignificante.

Al levantarme con dificultad, una sensación de mareo me recorrió. Miré a mi alrededor, buscando algo familiar, pero todo era desconocido, como un sueño. No, más bien como una pesadilla.

Entonces, mi mirada subió hacia las filas de asientos que se alzaban alrededor de la sala, formando un semicírculo que daba al centro. Fue ahí cuando lo vi.

— ¿Jackson? — murmuré, entrecerrando los ojos para asegurarme de que no estaba alucinando.

Había un hombre sentado en lo alto, observándome desde las sombras. Tenía el mismo cabello blanco desordenado y los ojos rojizos de Jackson, ese idiota que siempre encontraba la manera de meterme en problemas. Estaba vestido con una túnica oscura, algo que nunca lo había visto usar. Su expresión era seria, incluso solemne, muy diferente de la burla constante que solía acompañarlo.

— ¿Qué haces ahí? — pregunté, mi voz resonando en el silencio.

No respondió. Solo me miró, inmóvil, como si no me reconociera, o peor aún, como si estuviera evaluándome.

— ¿Jackson? — repetí, más fuerte esta vez, dando un paso hacia adelante.

El hombre ladeó la cabeza ligeramente, sus ojos brillando con un destello que me hizo estremecer. Algo en él me decía que, aunque se parecía a Jackson, no era mi amigo. Pero... ¿por qué parecía tan familiar?

Confundido, di un paso atrás, sintiendo cómo el aire se volvía más pesado a cada segundo. Mi pecho subía y bajaba rápidamente mientras intentaba procesar lo que estaba viendo. ¿Qué estaba pasando? ¿Dónde demonios estaba? ¿Y por qué tenía la sensación de que las cosas estaban a punto de ponerse mucho peor?

Mi mente apenas podía procesar lo que estaba viendo, cuando la figura en los asientos elevados se inclinó hacia adelante, dejando que la luz revelara mejor su rostro. A pesar de que seguía viéndolo como Jackson, esa mirada burlona y la forma en la que hablaba me dejaron claro que no era él.

No me compares con ese avatar. Es solo un desecho para mí. No esperé que dos hormigas lo mataran. — dijo mientras una sonrisa fría y calculadora cruzaba su rostro.

"¿Hormigas? ¿Matamos a Jackson?", pensé, sintiendo que mi mente daba vueltas. Pero entonces recordé todo: el camión, la explosión, y cómo Jackson terminó en medio de todo. Mi pecho comenzó a subir y bajar rápidamente mientras intentaba encontrar las palabras.

¿Cómo que matarlo? Si él... él me lanzó al camión. — dije, mi voz temblando mientras las piezas del rompecabezas intentaban encajar en mi cabeza. — No me digas que piensas que yo y Ereki matamos a tu avatar...

Un pensamiento aterrador comenzó a formarse en mi mente. Era una idea que no quería aceptar, pero que ahora parecía inevitable. Tragué saliva, y con una mezcla de confusión y miedo, hablé nuevamente, esta vez en un tono más profundo, como si no pudiera reconocer mi propia voz.

Que nunca existió Jackson.

El hombre en el estrado ladeó la cabeza ligeramente, como si mi conclusión le divirtiera. Luego soltó una pequeña carcajada, casi como si se estuviera burlando de mi ignorancia.

Claro que no existió en tu medida de tiempo. — dijo con una calma inquietante, sus ojos brillando con algo que no podía entender. — Pero, por así decirlo, solo era un fragmento de mi alma para ver una nueva historia. Es solo uno de tantos.

Sus palabras cayeron sobre mí como una avalancha. Sentí que mis piernas temblaban, y tuve que dar un paso atrás para no caer.

¿Un fragmento...? ¿Uno de tantos...? — murmuré casi para mí mismo, mientras mi mente intentaba encontrarle sentido a lo que acababa de escuchar.

Todo lo que creía saber sobre Jackson, sobre nuestras aventuras, sobre nuestra amistad, ahora parecía una mentira. ¿Había sido Jackson real? ¿O solo un experimento, un capricho de esta cosa que tenía frente a mí? Cada segundo que pasaba, la sala blanca se sentía más opresiva, como si las paredes se cerraran lentamente a mi alrededor.

Me llevé una mano a la frente, tratando de calmarme, pero nada tenía sentido. Miré al hombre, o lo que fuera, y sentí un nudo de furia mezclado con desesperación crecer en mi interior.

¿Por qué? — dije con los dientes apretados, mi voz saliendo más fuerte de lo que esperaba. — ¿Por qué hiciste algo así? ¿Por qué jugar con nosotros?

El hombre, o lo que fuera, simplemente sonrió, como si mi angustia fuera un espectáculo entretenido para él.

La habitación blanca seguía desmoronando mis pensamientos, y el peso de las palabras del hombre frente a mí no hacía más que empeorar todo. El aire parecía volverse más denso con cada segundo, y el vacío en mi pecho se expandía aún más a medida que trataba de comprender lo que estaba pasando.

¿Y por qué lo hice? No tiene mucho misterio. Solo lo hice porque sí. Porque me da gusto mirar nuevas historias, ver cómo se desarrollan. — dijo, su tono burlón y calmado me taladraba los oídos. — Y me da gracia que pienses que yo he jugado contigo. Solo eres una hormiga, solo te llamé a ti junto a tu amigo.

Esas palabras me golpearon como una bofetada, y la furia comenzó a burbujear dentro de mí. ¿Una hormiga? ¿Eso pensaba de nosotros? ¿Simplemente nos había usado para... ¿qué? ¿Su entretenimiento? Apreté los puños con fuerza, sintiendo cómo la rabia me consumía. Pero antes de poder decir algo, el hombre chasqueó los dedos.

De repente, apareció a mi lado una bola de luz. Era brillante, flotando a la altura de mi rostro, y la miré con una mezcla de confusión y miedo. Pero lo que me dejó completamente paralizado fue lo que vi dentro de esa esfera: la figura de Ereki, ¿pero no…? No podía ser.

Espera, ese no es Ereki. — murmuré, mi mente se resistía a aceptar lo que estaba viendo. — No me digas que él también...

La bola de luz titiló, y la figura de Ereki desapareció en un parpadeo. El hombre observaba, con esa sonrisa fría y distante que me hacía sentir aún más insignificante.

Mataron a mi avatar. No sé cómo lo hicieron, pero lo mataron. — dijo, con una calma inhumana que me heló por completo. — Ya que cobraron sus vidas por él, les daré otra oportunidad para ver su historia completa. Espero que lo hagan bien.

Mi cuerpo se congeló por completo. ¿Había matado a Ereki? ¿Qué quería decir con "otra oportunidad"? Y la sensación de impotencia me envolvía, porque todo esto era tan ajeno a mi comprensión, como si fuéramos piezas en un juego que ni siquiera podíamos entender.

¿Qué se supone que… que haremos ahora? — mi voz salió en un susurro, casi temerosa de escuchar lo que este ser tuviera que decir.

El hombre parecía completamente tranquilo mientras hablaba, como si fuera dueño de la situación, sin ninguna prisa.

Yo no voy a decir eso, lo harás tú. Solo dime cualquier mundo que tú quieras. Eso de novelas o animes, o lo que sea. Si quieres tener poderes, puedes tomarlos cuando llegues.

Antes de que pudiera asimilar completamente sus palabras, dos tarjetas aparecieron en sus manos. En un movimiento rápido y sin previo aviso, las lanzó hacia mí. Un destello brillante recorrió el aire, y sentí un leve roce contra mi oreja. No fue un impacto fuerte, pero la sensación de la tarjeta cortando mi piel fue instantánea. Al mirar rápidamente, vi cómo las tarjetas se clavaron en el piso cerca de mis pies.

Sin embargo, lo que me sorprendió fue que no sentí sangre ni un daño real en la oreja. Fue solo un leve rasguño, nada importante... al principio. Pero entonces, el dolor llegó con una intensidad inesperada.

¡Ahh! — grité, el dolor era insoportable, como si la herida se hubiera amplificado en mi cabeza, extendiéndose por todo mi cuerpo. Mi oreja se sentía como si estuviera ardiendo, pero no había sangre, solo un dolor sordo que se volvía más fuerte con cada segundo.

Me llevé las manos a la oreja, apretándola con desesperación, tratando de calmar el ardor, pero nada funcionaba. Era un dolor constante, persistente. Estaba atónito, sin saber qué hacer. Intenté ponerme de pie, pero el mareo y el dolor me impedían mantenerme erguido.

Unos segundos después, el dolor seguía martillando mi cuerpo. Traté de ignorarlo, pero el ardor en mi oreja no se detenía. Como si el tiempo mismo estuviera estirado por la intensidad de la sensación. Mi respiración se volvió agitada, y mi cuerpo temblaba. ¿Qué había pasado? ¿Qué era este sufrimiento sin sentido?

¿Qué me has hecho? — susurré, incapaz de soportar más, mientras caía de nuevo al suelo, mirando las tarjetas clavadas. Estaba tan confundido y furioso que no sabía ni cómo reaccionar. Y ese hombre... ese ser frente a mí, seguía observándome con una calma inquietante, como si todo esto fuera solo parte de su plan.

El hombre parecía completamente indiferente a mi sufrimiento, casi como si fuera parte de su plan. Me miraba con una tranquilidad perturbadora, como si ya supiera lo que iba a pasar.

Yo nada. Es solo que tu alma es débil, por eso el dolor de tu oreja. No te preocupes, va a desaparecer pronto. Como sea, toma esas tarjetas. Ahí, dale una a tu amigo. Cuando lleguen al mundo, van a estar separados para ver cómo lo hacen.

Recogí las tarjetas que estaban clavadas en el suelo, mis manos todavía temblando por el dolor residual que recorría mi oreja. No entendía nada de lo que estaba sucediendo. Pero al mismo tiempo, no podía detenerme, no podía quedarme allí sin hacer nada. Tenía que reaccionar, tenía que encontrar una forma de salir de este caos.

El hombre continuó observando, esperando mi respuesta, y finalmente, después de unos segundos de incertidumbre, le respondí con una determinación que no sabía que tenía.

Entonces, ya pensaste en qué mundo vas a reencarnar.

No había vuelta atrás. Había tomado mi decisión. De alguna manera, me sentía más en control de lo que estaba ocurriendo, aunque el miedo seguía en mis venas.

Sí, ya lo hice. Es Highschool of the Dead.

Las palabras salieron con firmeza. La elección era extraña, tal vez incluso un poco suicida, pero sentía que era lo correcto. ¿Por qué? Porque en un mundo como ese, lleno de caos, de zombies y supervivencia, tal vez podría encontrar alguna forma de pelear, de sentir que tenía el control de mi destino. Quizás, en ese mundo, podía ser algo más que una víctima.

El hombre sonrió levemente al escuchar mi respuesta. Parecía satisfecho, como si hubiera anticipado que esa sería mi elección.

Highschool of the Dead, eh... Interesante elección. Vamos a ver cómo te las arreglas allí.

Mi mente seguía llena de preguntas, pero al menos, de alguna manera, había tomado una decisión. De pronto, todo en mi cuerpo se sintió pesado, y un extraño cosquilleo me recorrió, como si estuviera a punto de ser transportado a otro lugar. Ya no podía hacer nada más, solo esperar.

POV de Ereki

Desperté entre escombros y humo denso. A mi alrededor, la ciudad estaba hecha pedazos. Los edificios, que alguna vez pudieron haber sido imponentes, ahora estaban en llamas, el aire saturado con el olor a fuego y destrucción. No sabía dónde estaba exactamente, pero la sensación de desorientación me invadía.

Me levanté lentamente, mi cabeza daba vueltas, y el cansancio se hacía pesado en mis huesos. ¿Qué demonios estaba pasando? ¿Dónde estaba? No recordaba cómo había llegado aquí.

Miré a mi alrededor, buscando algo que me diera una pista. En medio del caos, vi dos figuras cercanas, demasiado cerca una de la otra. Estaban en una posición extraña, y al principio pensé que estaban... ¿besándose? La imagen no tenía sentido en ese contexto de ruinas.

Fruncí el ceño y me froté los ojos. La visión se aclaró, y fue entonces cuando lo vi claramente. Ya no eran personas besándose. Era un puto zombie mordiendo a alguien.

Mi estómago se revolvió al ver la escena. La criatura, con su piel descompuesta y su rostro deformado, estaba mordiendo a la víctima con una violencia salvaje, como si estuviera devorando su carne sin piedad. La víctima, luchando para librarse, apenas podía hacer nada.

Mi cuerpo reaccionó al instinto. El pánico me golpeó de lleno, pero también sabía que no podía quedarme ahí, paralizado. Tenía que salir de este lugar, pero ¿cómo? No entendía qué estaba pasando. ¿Era esto un sueño? ¿Una pesadilla? No, las explosiones, los gritos... todo era demasiado real.

Caí al suelo de golpe, el impacto retumbó en mi cuerpo, enviándome al suelo con un fuerte ruido que resonó en el caos que me rodeaba. Tragué saliva y miré rápidamente a mi alrededor, mi mente apenas procesando lo que veía. Los zombies estaban cerca, rodeándome, con sus ojos vacíos y sus bocas babeando. Algunos corrían hacia mí, mientras otros tropezaban, pero todos compartían la misma hambre inhumana.

— ¿Dónde estoy? — pensé, tratando de calmarme, pero mi mente estaba en pánico.

Cerré los ojos con fuerza, como si al hacerlo pudiera detener todo ese horror. "Van a desaparecer, van a desaparecer", me repetía a mí mismo. Pero la sensación de inminente muerte me ahogaba, y los ruidos de carne desgarrada comenzaron a llenar el aire. No era difícil saber qué estaba pasando. Había estado en situaciones similares antes, aunque nunca tan extremas.

Recordé de inmediato un terrible incidente: el maldito Jackson nos había llevado a un matadero de vacas una vez, y había sido... brutal. La carne desgarrada, el sonido de las vacas siendo sacrificadas, el olor. Fue algo que me dejó marcado. Incluso tuve problemas para dormir por semanas después de esa experiencia.

Pero ahora estaba aquí, en un lugar mucho peor, rodeado de muertos vivientes. Mi mente era un caos, mis pensamientos eran como una tormenta, pero entonces escuché algo.

Un sonido metálico. El sonido de algo cortando carne.

Abrí los ojos lentamente, esperando ver lo peor. Y entonces lo vi: un hombre de cabello negro, con ojos del mismo color, empuñando una gran katana. La espada cortaba con precisión y brutalidad, derribando a los zombies que se acercaban a mí uno tras otro, como si fueran simples insectos. Cada golpe de su katana hacía que los muertos vivientes cayeran al suelo, sus cuerpos desgarrados por la fuerza de cada tajazo.

No podía creer lo que veía. ¿Quién era ese tipo? ¿Cómo podía ser tan... calmado en medio de este caos?

Me quedé allí, atónito, mirando como él se encargaba de los zombies con una destreza que parecía sacada de una película. Algo me decía que, si no fuera por él, probablemente no estaría allí para ver nada más.

Mientras él limpiaba su katana, mis piernas temblaban y un sudor frío recorría mi frente. Aún no entendía qué estaba pasando ni por qué estaba en ese lugar, pero algo dentro de mí me decía que ahora tenía una oportunidad. Tenía que seguir adelante.

El hombre con la katana, después de acabar con los zombies que me rodeaban, se acercó a mí con calma. No había pánico en sus movimientos, solo una extraña serenidad, como si estuviera acostumbrado a ver este tipo de caos a su alrededor. Su mirada se clavó en la mía, y por un momento, sentí una extraña familiaridad, aunque no sabía de dónde provenía.

Entonces, extendió su mano hacia mí. En su palma había algo que brillaba con una extraña luz, un ticket, no una tarjeta como las otras que había visto antes. Mi mente estaba en un completo lío, no entendía nada, pero algo en ese momento me hizo tomar su mano sin pensarlo mucho.

"¿Cuánto tiempo sin verte, Ereki? Pensé que ya estarías muerto", dijo con una voz profunda y cargada de algo que no pude identificar, pero que me hizo sentir un nudo en el estómago.

Mi mente dio un vuelco. ¿Cómo sabía mi nombre? ¿Qué estaba pasando?

— ¿Cómo conoces mi nombre? — pregunté, la voz me temblaba un poco, no era solo miedo lo que sentía, sino una sensación de incredulidad total. Este tipo, con su katana y su calma en medio de todo este desastre... algo en su presencia me resultaba inquietante.

El hombre sonrió ligeramente, casi como si estuviera esperando esa pregunta, como si todo esto fuera una especie de juego para él.

— Soy yo, Ereki — respondió, sin ningún atisbo de duda.

Mis ojos se abrieron de par en par. No podía ser. No podía ser él.

— ¿Qué...? — la confusión me invadió, mientras miraba al hombre frente a mí. No podía ser, pero algo en su voz y en su mirada me hizo dudar. De alguna manera, aunque mi mente gritaba que no podía ser posible, el simple hecho de que él dijera mi nombre me paralizó.

— No puede ser... — murmuré, preguntándome si todo esto era solo otro juego de mi mente.

POV DE SAITO

Después de encontrar a Ereki, me aseguré de que estuviéramos lejos del caos de los zombies. Nos alejamos a un lugar más tranquilo, un parque vacío en medio de la desolación, donde los edificios arrasados aún dejaban ver algunas sombras del pasado. Pero aquí, al menos, estábamos a salvo por un momento.

Ereki estaba mirando a su alrededor, desorientado, con esa expresión en su rostro que me decía que no entendía nada de lo que estaba pasando. Yo también estaba igual de perdido, atrapado en un mundo que no elegí, pero que ahora no podía abandonar.

Nos sentamos en un banco cercano, y yo miré hacia el horizonte. Sentí que el peso de la verdad que debía contarle me aplastaba. ¿Cómo decirle que todo lo que conocíamos, todo lo que vivíamos, ya no existía aquí? ¿Cómo explicarle que Jackson, nuestro amigo, ya no era más que un avatar, un fragmento de algo que nunca debió existir?

Respiré profundo y traté de calmar mis pensamientos. Sabía que este era el momento. No podía seguir guardando el secreto.

— Ereki… — comencé, mi voz quebrándose un poco. — Este no es nuestro mundo. Este es el mundo que elegí, pero no es como lo pensaba.

Ereki me miró con ojos llenos de confusión.

— ¿Elegiste? ¿Qué quieres decir con eso, Saito? ¿Por qué estamos aquí? — su voz reflejaba el caos que sentía por dentro.

— Fue Jackson… — lo dije, con una tristeza amarga. — Él nos metió aquí. Nos atrapó en este mundo, y... y nos hizo parte de su juego. Todo esto comenzó porque matamos su avatar.

Ereki me miró fijamente, su rostro ahora mostrando una mezcla de incredulidad y enojo.

— ¿Nuestro amigo… Jackson? — repitió, como si no pudiera creer lo que estaba escuchando. — ¿Lo matamos sin saberlo? ¿Nos metió en este maldito lugar como una especie de castigo?

Asentí lentamente, sintiendo cómo la culpa y el dolor se apoderaban de mí. No era solo que Jackson nos hubiera metido aquí, sino que la razón por la cual estábamos atrapados tenía que ver con algo mucho más profundo. Algo que no entendíamos del todo.

— Jackson… no es real en este mundo. Es solo un avatar, un fragmento de su alma. Todo lo que conocíamos de él no existe aquí. Lo que pasa es que, por alguna razón, decidió experimentar con nosotros, ver cómo reaccionábamos. Y… todo esto, Ereki… todo este desastre, es por nuestra culpa.

La furia empezó a brillar en los ojos de Ereki, pero también había dolor.

— ¡No me jodas! — exclamó, levantándose de golpe. — ¡Él nos metió aquí sabiendo que esto sería una maldita pesadilla! ¿Y tú dices que lo matamos sin saberlo? ¡¿Cómo pudimos hacer eso?! ¡¿Cómo pudiste hacer eso?!

Lo miré con impotencia. Yo también estaba enojado, también sentía esa rabia quemándome por dentro. Pero al final, no tenía mucho que decir. Jackson nos había atrapado en su juego, y ahora debíamos enfrentarnos a la realidad de lo que había sucedido.

— No lo sé, Ereki. No lo sé. — mi voz salió rota. — Pero no tenemos más opción que seguir adelante. No podemos quedarnos aquí y llorar por lo que hicimos. Jackson, ese avatar, nunca fue real en este mundo. Pero nosotros sí lo somos. Y, aunque nos meta en este maldito juego, no vamos a rendirnos.

Ereki se quedó en silencio por un largo rato. Podía ver cómo todo lo que le había dicho comenzaba a hundirle en una profunda frustración. No solo era el hecho de estar atrapados aquí, sino también la revelación de que la vida que conocíamos no existía en este lugar.

Finalmente, Ereki suspiró, pasando su mano por su rostro, como si estuviera tratando de calmarse. No estaba bien, no era justo, pero sabíamos que ya no podíamos cambiar lo que había pasado. Solo quedaba seguir adelante.

— Si Jackson nos metió aquí, entonces tenemos que salir de aquí. No me importa lo que sea, pero vamos a salir de este infierno. Y cuando lo hagamos, vamos a hacerlo juntos, como siempre.

Me quedé mirando a Ereki, y por primera vez desde que todo esto había comenzado, sentí un atisbo de esperanza. No íbamos a dejar que esta pesadilla nos consumiera. Jackson podría ser el responsable de todo esto, pero nosotros, Saito y Ereki, íbamos a enfrentarnos a él y encontrar una salida.

Ereki me miró con los ojos abiertos como platos, claramente en shock.

Espera... ¿no dijiste que este mundo es Highschool of the Dead? Entonces, ¿qué pasa con las mujeres, Saito? — preguntó, como si todavía no lograra procesarlo.

— ¡¿En eso solo piensas, maldito pervertido?! — respondí, mirando hacia el cielo con desesperación. — ¡Estamos en medio de un apocalipsis zombie y lo único que te preocupa es buscar chicas!

Ereki soltó una risa nerviosa, tratando de esquivar la gravedad de la situación.

— Jajajaja, no me importa si el pendejo de Jackson solo era un avatar. Aunque... ya lo sabía. — dijo, encogiéndose de hombros con una sonrisa burlona.

Me quedé mirándolo con una cara de asombro.

¿Cómo que lo sabías? — respondí, completamente confundido. — ¡¿Cómo pudiste saberlo y no decírmelo?!

Ereki se rascó la cabeza, sin saber muy bien cómo explicarlo.

— El me lo dijo, el único que no sabía que el era un avatar eras tú. Jajaja.

Mis ojos se abrieron de par en par.

¡¿Y por qué no me lo dijiste?! — grité, casi perdiendo el control. — ¡Todo este tiempo he estado pensando que Jackson era real, que estaba con nosotros, y resulta que ya sabías que era un avatar! ¡¿Y tú solo dejaste que me volviera loco?!

Ereki, viéndome casi al borde de la desesperación, no pudo evitar reírse un poco más.

— Jajaja, ¡bueno, supuse que sería más divertido ver cómo te empeñas en creer en él!

Mi cara cambió a una expresión mezcla de frustración y decepción. Golpeé mi cabeza con la palma de la mano.