Cuando el sol me pegó en la cara, luché para seguir durmiendo. No quería salir, me sentía segura en ese pequeño cuarto. Porque era mío y yo decidía quién entraba y quién no, y no pensaba salir a excepción de la hora de comer y para ir al baño.
Falté a clases, pero nadie iba a notarlo, no me conocían. O eso creía.
En la hora del almuerzo, me puse un buzo y me escondí con la capucha, salí chequeando que no hubiera nadie alrededor. Bajé siguiendo los carteles de las paredes ¡y logré llegar al comedor!
Y me arrepentí de eso.
Todos —pero todos— me miraron y se hizo un silencio denso que me aterró. Retrocedí rápidamente y choqué contra un cuerpo duro. El gruñido que soltó no me tranquilizó y me alejé rápido del chico, que siguió su camino a una mesa.
Que buen comienzo.
En el comedor ya se oían murmullos y uno se me acercó corriendo como un animal. Intenté escaparme de esa pesadilla, pero algo me hizo caer y tuve que arrastrarme.
No no no no...
El chico, que iba como en cuatro patas, me mordió el pie y grité del dolor, podía sentir como la sangre se escurría por mi zapatilla pero no me rendí. Lo pateé varias veces mientras lloraba asustada y las risas se intensificaron.
"Adiós adiós humana", "¡Se pensaba que podía!", "¡Matenla!" escuchaba lo que decían, hasta que cesaron los gritos. Incluso ese chico que se arrastraba se alejó de mí. Y ya no sabía si era algo bueno o si tenía que esperarme algo peor.
Tenía a alguien atrás, pero no quería mirar. Fuera quien fuera, le tenían miedo, o respeto, o ambas.
—¿Quién lo hizo? —preguntó quién había callado a todos y cerré los ojos con fuerza.
Era el chico de pelo rojo.
—¡¿Quién lo hizo?! —volvió a preguntar, enojado y algunos bajaron la cabeza.
¿Era una especie de Alfa?
—Fui yo —el que me había mordido se subió en una mesa, riendo y festejó bailando—. ¡¿Orgulloso, Satanás?!
Algunos también rieron y aplaudieron. Miré al chico detrás mío y estaba sonriendo.
Que horror
—Claro que es un orgullo, toda tuya, campeón.
No podía creerlo, me volví al otro con miedo, que tan feliz estaba, se le ensanchó la sonrisa y clavó sus ojos de depredador en mí. Se bajó de la mesa de un salto mientras todo el salón le aplaudía y se atrevió a saludar como si fuera a recibir un trofeo.
Le sonrió al chico que seguía inmóvil a unos pocos centímetros detrás mío y a su grupo, porque venía acompañado de otros cuatro y todos me volvieron a mirar.
—¡No! ¡No me toques! —me alejé hasta pegarme la espalda a las piernas del líder de la banda.
Y lo demás ocurrió como si fuera en cámara lenta.
Mi atacante se abalanzó sobre mí, mostrándome todos sus dientes y sacó su asquerosa lengua que quería saborearme, pero antes de que una gotita de su baba me tocara la piel, al que habían llamado "Satanás" lo tomó del cuello con todas sus fuerzas y lo lanzó lejos.
Todo volvió a su ritmo. No, ahora estaba en cámara rápida.
Los que estaban más cerca, ahogaron gritos de sorpresa. Pero hubo un chillido más fuerte, del joven que me había mordido.
Dejé de sentir las piernas que tenía en mi espalda y lo vi pasar por mi costado. Satanás llevaba una gran sonrisa. El resto de su grupo lo siguió por detrás.
—¿No te enseñaron modales? —gruñó entre dientes y le salieron alas de la espalda, que tenían garras en los bordes que se clavaron en el suelo, rompiendo la baldosa.
Ahora los que estaban en el comedor alentaban gritando un nombre:
Archie
El otro tenía una terrible cara de espanto, como si no hubiera esperado semejante golpe.
—¡Perdón!
—¿De qué sirve el perdón? Ya estás muerto.
El chico empalideció y salió corriendo entre las mesas. Pero de poco le sirvió, Archie fue detrás suyo mientras se reía y los demás lo ayudaron.
Y mientras una cacería ocurría delante de mis ojos, unos brazos más suaves me ayudaron a pararme. Una chica me tapó la vista al ponerse delante mío y otra me sostuvo por los hombros.
—No quieres presenciar esto. Vamos, ¿si?
—¿Qu-ue qué le va a hacer? —la miré, temblando.
—Se me ocurren muchas cosas, todas desagradables.
Escuchamos un grito espantoso que venía del chico, que Archie logró atrapar. Y presencié una escena que nunca en mi vida me voy a olvidar:
Archie, sosteniendo al otro con las garras de sus alas, le arrancó la lengua y puso ambas manos en la boca del chico, que aullaba desesperado. Y tiró, y tiró y tiró... hasta separarle la cabeza en dos.
Gruñendo, miró a su alrededor y soltó tal rugido imponente que todos celebraron, olvidándose por completo de mí.
—Hora de irnos —dijo una de las chicas y me ayudaron a caminar en dirección opuesta al comedor.
Pero yo no podía despegar la mirada. Seguía temblando de solo pensar que ese chico de pelo rojo había entrado en mi habitación la noche anterior.
No sabía a donde me estaban llevando, estaba confiando completamente en ellas. Y lo peor, me ardía la herida, y el dolor había subido por mi pierna hasta llegar a mi cintura.
Y no podía mantenerme mucho más. Sentía el cuerpo débil y cansado... y caí desmayada en los brazos de las desconocidas.
⏳️⏳️⏳️
—Hoooooolaaaa, humanaaa —escuché a lo lejos.
—Shh, no la alteres —dijo otra voz, que se oía más claro.
—¡Pero no hago nada malo! Solo me preocupa que siga dormida.
—No, mira.
Al abrir los ojos, me encontré con la cara de las dos chicas que me sonreían. Me hacían acordar a mis amigas...
—Me llamo Zoey —se presentó la de cabello rubio.
—¡Y yo Emma! —dijo la otra, de pelo rosa.
Las miré, todavía sin comprender lo que estaba pasando.
—Te desmayaste, linda —me informó Emma y agarró mis manos.
—¿Sigo en esa escuela llena de m-monstruos que me van a matar?
—Sí, pero nadie va a matarte —aseguró Zoey y miró a su amiga para que le diera la razón.
—¡Oh sí! Solo tienes que juntarte con la gente correcta. No todos somos... ehh así de malotes.
—Y no eres una amenaza, ni nosotras para ti.
Me levanté, alterada y me dio dolor de cabeza.
—Cuidado, chica —me hicieron sentar.
—No debería estar aquí. Quiero ir a mi cuarto —volví a levantarme y me sentaron nuevamente.
—No te lo recomiendo —Zoey hizo una mueca—. Afuera están todos enloquecidos con tu llegada, y lo mejor es guardar las distancias por todo lo que pasó con el chico y...
—¡Fue increíble cómo lo partió en dos! —interrumpió Emma y la miré—. Pff, ¡la fuerza que tiene en esos brazotes! ¡Ya era hora de que callaran a ese animal para siempre!
—¡Emma! —protestó su amiga y movió la cabeza hacia mí.
La mencionada me devolvió la mirada y me mostró una sonrisita inocente.
—Lo siento, quería decir que ¡no! Archie es peligroso, muy peligroso. Y fue un horror lo que hizo, sí.
Asentí, preocupada, porque él conocía el número de mi habitación. Así que, me atreví a preguntarles lo que me hubiera parecido loco si no fuera porque me habían ayudado.
—¿Puedo quedarme esta noche? No me siento protegida en mi cuarto y ustedes... —las miré—. Me siento más acompañada ahora.
—¡Siiii! ¡Quédate todas las noches que quieras! —exclamó Emma y me abrazó como si fuéramos amigas de toda la vida.
—Mientras no nos traigas problemas, claro —acotó Zoey y sonrió—. A todo esto, voy a ir a buscar comida, Emma se quedará contigo, ¿está bien?
Me rugió la panza al escuchar la palabra "comida" y asentí rápidamente. De esa forma, la de pelo rubio se retiró de la habitación y no volvió hasta casi una hora más tarde. Había traído comida suficiente para cenar allí.
A la hora de dormir, las amigas compartieron una cama y me dejaron la otra para mí. No tenía palabras para expresarles lo agradecida que estaba con ellas, por ayudarme sin conocerme y darme un lugar seguro donde quedarme.
Aunque una parte de mí seguía alerta, por si pensaban en lastimarme cuando menos me lo esperaba.
A pesar del cansancio que sentía, no podía dormir. La noche anterior había tenido pesadillas y estaba segura que se iban a repetir.
Miraba a la puerta asustada, porque pasaban varios estudiantes hablando y riendo y no podía dejar de pensar que alguno entraría y me atacaría.
Y justo en el momento que estaba logrando conciliar el sueño, empezaron a golpear la puerta con rudeza y vi como Zoey se despertaba y me miraba.
—Escóndete —susurró mientras se levantaba lentamente e hice caso, o eso intenté.
Me tapé hasta la cabeza con todas las sábanas de la cama e hice un pequeño hueco para observar y poder respirar.
Los golpes no cesaron hasta que Zoey preguntó quién era.
—Déjame entrar —era una voz masculina.
—No, ¿qué buscas?
—Déjame entrar, Zoey —el chico golpeó más fuerte y Zoey tuvo que separarse de la puerta.
—Basta —protestó y retrocedió aún más al escucharlo gritar.
Oh, reconocía bien esos gritos.
—¡Abre la puerta! ¡No me hagas entrar a la fuerza!
—¡Atrévete a hacerlo y serás mi esclavo para hacer mis tareas hasta que acabe mis estudios! —respondió ella y eso despertó a Emma.
Las tres hicimos silencio, esperando la respuesta. Se oyó una risa ronca y la madera de la puerta crujió cuando clavó las garras de sus alas.
—Voy a contar hasta tres, y si no abres, te voy a colgar de cabeza en la recepción hasta que se te inunden los ojos de sangre —gruñó y empezó a contar—. ¡Uno!
No hizo falta que siguiera. Zoey abrió, luciendo seria, y apareció ante nosotras Archie, que descansaba una mano sobre el marco de arriba de la puerta. Esbozó una sonrisa socarrona y entró empujando a Zoey.
—¡No puedes entrar sin permiso, vete!
Pero él estaba concentrado en mí, lo podía ver desde mi estúpido escondite. Se acercó a mi cama, se agachó a mi altura y me destapó hasta la cabeza.
—Hola, Nineta. Te estuve buscando y no estabas en tu cuarto —gruñó y alejé mi cara; estaba muy cerca mío.
—¡Son las 3 de la mañana y tenemos sueño, Archie! —protestó Emma.
—¿Cómo estás del pie? —me preguntó, ajeno a lo demás.
—Está perfecta. Voy a llamar a seguridad si no te vas YA mismo —siguió Zoey y apuntó a la puerta.
—No me voy a ir hasta que lo oiga de ella —zanjó y abrí la boca nerviosa cuando sentí que me acariciaba la cabeza—. ¡¿Estás bien del pie?!
—¡Sí!
Aparté su mano y me senté lejos. Archie se levantó y me miró con dureza.
—Mañana vuelves a tu cuarto.
—Voy a hacerlo cuando me sienta mejor.
—No, Nina, no —volvió a gruñir y se estiró hacia mí—. Vas a volver a tu habitación porque si no te encuentro allá... —suspiró y una de sus alas salió por detrás suyo y las garras arañaron la pared, haciendo un ruido insoportable sobre mi cabeza—. Voy a entretenerme un buen rato con sus extremidades —Archie miró a las chicas y tragué con mucha dificultad.
Zoey le dio una mala mirada y gruñó en alerta.
—¡Está bien! —contesté, apurada.
—Así me gusta.
Se alejó por completo y fue hacia la puerta.
—Buenas noches, señoritas —me miró una última vez y salió.
Ese chico estaba loco de remate.