El cansancio los había obligado a acampar nuevamente.
Li Wang cabizbaja se había sentado a pensar lo que había ocurrido hace tan solo unos días con Arzelen, otra vez había fallado a quien se había comprometido a proteger, una lagrima corrió por su mejilla al recordar el rostro de Lidani, pero como siempre al recordarla una sonrisa se le escapó a su hermoso rostro, y también, algún recuerdo que la sonrojo.
-Li- la voz de Fenrar sorprendió a la arcanista que se vio a aun más colorada al sentir la presencia antes inadvertida del brujo.
-Tú- le sonrió confiadamente, con aquel orgullo arrogante tan propio de ella; aun así, tenía las mejillas aún húmedas y Fenrar como siempre, lo veía todo.
-Estabas llorando- afirmó con su siempre lastimero rostro; - me gustaría acompañarte un momento-.
Hasta entonces no había enervado tantas palabras juntas y eso llamo la atención de la hechicera.
-Claro, digo, qué te hace pensar que yo estaba llorando- lo increpo poniéndose de pie, apuntándolo muy de cerca con el dedo.
Un instinto brutal, de sus orígenes Gnoll, por poco hacen que Fenrar al notar tan cerca a la arcanista la atacase de un mordisco, esto los atemorizo a ambos, y avergonzado el brujo se dispuso a dar media vuelta e irse, pero, sintió la cálida mano de Li Wang sosteniendo la suya.
-Tu no me das miedo- le dijo dándole vuelta hacia ella, aún más cerca; - solo me intrigas, dime, acosador, porque me sigues a todas partes-.
Fenrar palideció, lo había descubierto, no, era demasiado obvio, un momento, hace tiempo tantos pensamientos elaborados cruzaban su cabeza, levanto la vista del suelo hasta los hermosos ojos casi purpuras de ella y noto como lo miraba directamente.
-Gar'Dal parece haberse esforzado mucho en ocultarte tu origen- le dijo Li posando esta vez su palma el pecho fornido del hijo de Zagger.
Algo raro notaron ambos, en tanto Li lo toco, las numerosas manchas de hiena en el cuerpo de Fenrar desaparecieron, y pareció ser un humano como hace mucho tiempo no lo había sido.
¿Quién fue primero?, fue Li quien no pudo contener el impulso, o Fenrar que dejo desbordar sus sentimientos hasta los labios de la arcanista, un beso.
Entonces un torrente de pasión se desbordo entre ambos, poco sabía Li de los pecados de Fenrar que lo habían llevado a ese estado taciturno, pero, le pareció un ser cálido y reconfortante. Pasaron los minutos y el beso se tornó en algo más, ninguno de los dos pudo parar y no hubo ni hechizo ni brujería, solo el sentimiento de haber llegado a buen puerto.
Aquella noche durmieron en la misma tienda, abrazados, frente a frente, amor en tiempos de caos.