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CERO

🇵🇪Xiok_Cori
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Synopsis
"El mismo día que decidí matarlos, el apocalipsis comenzó." Connor Ayala, es un estudiante promedio, no es popular. Es un cero, un cero a la izquierda, un simple juguete de un grupo de matones. Durante un año entero, soportó su crueldad en silencio. Hasta ese día. En ese campamento, una fuerza oscura le ofrece el poder de vengarse, pero el mundo se desmorona antes de que pueda actuar. La pregunta aquí es: ¿Quién matará primero a cada estudiante del campamento? ¿Connor o esos monstruos?
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Chapter 1 - 1: Espera, ¿enserio?

Era de noche, una espesa neblina cubría las faldas de las montañas y sólo la alarma de una fábrica de una clinica resonaba en todo el bosque. Apenas se escuchaban gritos de los pocos trabajadores escapando a vivas voces. Mientras tanto, un científico empujaba una silla de ruedas y un cuerpo en el medio del pasadizo, era el experimento. 

El científico transpiraba mucho y su respiración pesada era el eco del lugar.

«Falta poco» se decía así mismo. Viendo un pasadizo, perdio su vista y su pierna derecha estaba manchada por hoyos de putrefacción. En el momento que volteo por una esquina, una fuerza superior lo golpeó. Directo en el abdomen, aterrizó lejos de la silla, su cuerpo se contuvo ante el dolor contra un muro. Volteo entre quejidos hacia una silueta borrosa.

No podía ver. En un rapido movimiento, sus pupilas viajaban rapido de un lado a otro en un ataque cardíaco cuando la figura desapareció.

— No … — susurro miedoso— no te lo lleves.

Ladeo la cabeza, con la esperanza de ver algo, mientras la neblina cubrio su cuerpo y entró por cada uno de los hoyos. Al final, el techo de esa clinica se destruyó sobre él.

.

.

.

Días más tarde …

Era un sábado por la tarde, en un campamento escolar en un hermoso bosque protegido, los estudiantes de una escuela se preparaban para dos noches de eventos. Todos se veían emocionados, todos menos Connor Ayala, sumergido en su miseria, aquel joven de solo dieciséis años, apodado "cero", fue empujado contra una puerta.

Vestido con la simple chaqueta deportiva del colegio, pintura en aerosol dibujo en su espalda "CERO".

— ¡Oye! ¡cero! — Exclamó el chico que lo sujetaba. Un poco más musculoso — ¿Cómo es que no lo tienes?

El rostro de su acosador estaba muy cerca, el apodado Cero apenas pudo verlo, golpeando la puerta. Vio su miedo reflejado en los ojos grises de su bullying.

« ¡Claro que no! No sere el idiota que trajo cervezas al campamento » sus ojos hablaban mas de lo que creia. Tomándose unos segundos en un vacio por sus pensamientos y encontrándose en el reflejo de los ojos de Dylan. 

— Responde — gruño. Su enojo era palpable. Sujeto la ropa de Connor, antes de empujarlo al suelo— maldito idiota, tenías una simple tarea.

— Dylan, no es para tanto — mencionó uno de sus amigos, echado en su cama. Cabello oscuro y casi rapado— además, ¿Adonde iríamos? ¿Al bosque? No gracias, no pienso.

— ¿Acaso pedí tu opinión? — interrumpió Dylan.

No era fácil negarse a ese chico violento, nieto del director. Un bravucón que se convirtió en el jefe de todo el colegio. Era más sencillo solo asentir, ninguno quería estar frente a esa sonrisa que engendraba el miedo en cualquiera. O de la sonora cachetada de sus años de bravucon sobre la mejilla de Connor.

Se tornó rojo, antes de volver a jalar su ropa y empujarlo fuera de la habitación. Terminando por caer al suelo.

— ¡Traelas! ¡YA! — ordenó Dylan al cerrar la puerta.

Su mejilla ardía y su espalda empezaba a doler, pero ni siquiera podía quejarse o buscar ayuda. Eso lo sabía bien, ni siquiera cuando sus ojos terminaron sobre su tutora, la profesora Jimena, quien vio por unos segundos ese ardor claramente rojo.

— No te quedes en el pasadizo, aquí no hay salidas de emergencia — dictó ella, antes de seguir caminando.

Connor lo sabía, nadie lo iba a salvar.

« Como me gustaría ma … » 

«Si te van a golpear que sea frente a alguien, así tendrás un hueso roto pero también un testigo» un pensamiento inoportuno que su vecino policia una vez dio y de pronto, la sonrisa calma de su padre antes de morir. Lo sabía bien, nunca podria enfrentarse a Dylan, él era mucho más fuerte. 

Sacudió su cabeza. No podía creer su nivel de cobardía y la rabia escondida cada vez que empuñaba sus manos. Continuó caminando y fantaseando, buscando su forma de alejarse y pasar esas dos noches lejos de los matones.

Absorto solo por sus pensamientos, aquel sueño regresó en sí. Él con un arma al frente de sus compañeros, totalmente quietos en sus asientos.Con cierta emoción, hasta que escuchó su nombre.

—Connor — era un hombre fornido. El profesor de ciencias, Emanuel Mendoza. Era uno de los pocos maestros que decidieron ir a cuidar a los menores por voluntad propia.

El chico respondió solo con una mueca de respeto y siguió. Pasó los siguientes cinco minutos viendo a sus compañeros divertirse en el campo cercano al gran bosque, docentes preparando el evento principal de actuación y la naturaleza jactándose de su libertad en la cara de Connor.

«No es para nada lindo» susurró al ver la belleza del lugar.

Fue muy rapido, siguio su camino tan lejos como era posible. Olvidándose todo, mientras recorria en la soledad olvidándose de las horas, el cielo se tornaba naranja con el sol cerca a un ocaso.

« Como quisiera terminar con él » pensó tan pronto como se pudo sentar contra un árbol.

— ¿A dónde vas? — Era Dylan a unos metros de él.

Como si fuera una alarma, se asustó y se escondió detrás del árbol, pero la pregunta no era para él, era para Zoé Cardenas. Miembro del equipo de béisbol de la escuela y que hubiera sido convertida en un cero como él, si no fuera porque Dylan estaba enamorado de ella. Podía ser increíble a los ojos de algunos, pero para Connor siempre sería la misma chica egocéntrica que menosprecia a los demás. 

«Maldita suertuda» pensó al ver como Zoé volvió a negar cualquier oferta de Dylan. Poco a poco se encontró ensimismado por la escena. Una caja de cerveza robada a un lado de una chica estoica, con una expresión casi socarrona. Sin embargo, y sin darse cuenta, una pierna lo empujó al otro lado del árbol. Terminando en el suelo y llamando la atención de ese grupo. 

— Lo siento — escucho, tan ligero como el viento golpeando su cabello. Un chico escondido y con miedo.

Connnor abrió los ojos, sus pupilas se dilataron con odio delante del chico que se asustó y se escapó entre gatos tontos.

— Connor, te estuvimos buscando — habló Dylan, interrumpiendo su comunicación, mientras sujetaba los hombros de Zoé — acompañamos un rato.

— Dejalo en paz, no merece la pena — interrumpió Zoé al alejar al chico de sus hombros.

— ¿Tú qué sabes? — gruño Connor resentido sin darse cuenta de su tono alto al hablar.

En segundos, abrió sus ojos como platos y cubrió su boca automáticamente, volteando con sorpresa al grupo de feroces jóvenes y la brava sonrisa tétrica de Dylan mientras asentía alegremente.

Connor se iba a disculpar, pero una repentina risa interrumpio su habla. No lo podía creer, delante de él su mayor acosador se estaba riendo en ruidosas carcajadas mientras sus manos sujetaban su peso sobre las rodillas. Aún con una pose poco común para Dylan, logró asustar a Connor.

Pasó un par de segundos, mientras sus amigos sorprendidos esperaban y sujetaban con fuerza a Zoé para que no se fuera, el "número uno" regulaba su aliento para luego regresar a su típica postura superior.

— De acuerdo — susurro Dylan, después de arreglar su cabello — traiganlo.

— ¿Qué? — susurró asustado Connor, sentado en el suelo. Mientras al frente de él, se acercaba uno de sus bravucones.

A centímetros de él, Leonardo Salas, la mano derecha de Dylan lo obligó a levantarse y luego, con golpes, lo empujó al centro. Mientras aquel acosador principal, sujetaba con fuerza la muñeca de Zoé.

— Sigamos nosotros — dijo Dylan a la chica— ¿Qué te parece? Es el mejor lugar para escapar del mundo. ¿No?

Todos se detuvieron, frente a un acantilado con vista al bosque natural protegido y abajo, un sonoro río. Tomó la muñeca de la chica y la jalo, muy orgulloso y pecho inflado.

— ¿Supongo? es mejor que me vaya, mi grupo me espera — hablo Zoé, dispuesta a irse. Pero,Dylan tomó sus hombros, obligándola a sentarse — ¡Oye!

— Te mostraré lo que pasa cuando no me haces caso — dijo Dylan y volteo a Connor— te dije que no volverías a hablar con el cero.

Su susurro molesto a la chica. Mientras tanto, Connor era sujetado por Leonardo y Dante, luchó por liberarse mientras caminaba en contra de su voluntad hacia Dylan y al precipicio.

— Y tú debes aprender cual es tu lugar y que nunca, ¡NUNCA! — grito golpeando el estómago de Connor — debes responderme.

— ¡OYE! — dijo Zoé al levantarse y tomar el brazo de Dylan.

Él la alejó, volteo rápido a Leonardo. Una mirada que comprendió y corrió a sujetar a Zoé. Ahora eran dos personas peleando por su libertad. Connor pataleaba hasta que recibió otro golpe en el estómago en el momento que fue soltado, dejándolo tambalear hasta que Dylan tomó su cuello. Parecía emocionado por tener el control de la vida de alguien. , ahorcando al chico y llevándolo al precipicio. 

— ¡Ya para! — grito Zoé, golpeando a Leonardo en el proceso hasta que terminó por caer al suelo.

— Si. Se acabó el juego — susurro Dylan.

Connor jadeaba, sus pulmones quemaban como si el aire le hubiera sido arrancado. Pataleó, golpeando a ciegas con los brazos, pero sus movimientos se volvieron lentos, débiles. Sentía las manos de Dylan alrededor de su cuello, el poder absoluto que ejercían. Con un último esfuerzo, levantó el brazo, apuntando al rostro de Dylan. Pero no llegó. El acosador inclinó la cabeza, esquivando fácilmente, y una sonrisa burlona se dibujó en su rostro.

— Que idiota — susurro el acosador.

Hizo más fuerza sobre Connor. Sus sentidos se iban, apenas podía escuchar su alrededor, su mirada era borrosa ante los ojos sanguinarios y lo único que podía sentir era su cuerpo ser jalado.

Sin poder controlar su cuerpo, en el momento que pudo volver a respirar fue cuando estaba cayendo desde acantilado y alcanzando al rostro orgulloso de Dylan.

«Espera, ¿Enserio voy a morir? Ni siquiera pude golpearlo.»