Plants Vs Zombies The Lawn Of The Death

🇨🇴DalCopi
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Synopsis

Prólogo

Un ascensor descendía hasta el almacén de una enorme fábrica, las luces tenues y parpadeantes del aparato pretendían iluminar el lugar mientras miles de tuercas giraban liberando chispas y deslizando cuerdas. El mecanismo podía fallar en cualquier momento, con mucha suerte no lo hizo. Dos personas muy peculiares utilizaban el elevador con ansias de bajarse en ese mismo instante, uno era extremadamente bajo y el otro tenía una gran cabeza.

—¿Ya está aquí nuestro invitado? —preguntó el sujeto de la enorme cabezota, el cual contaba con una voz extremadamente siniestra, aterradora y proveniente de alguien que no podía estar demasiado cuerdo.

—¡Aún no, señor! —Respondió el enano, con una voz mucho más aguda.

El pequeñito parecía obedecer al sujeto de enorme cerebro, quien por cierto, hablaba con un léxico extremadamente sofisticado.

—Entonces no tardará en llegar —sostuvo el cabezón—. Me complacería no admitir que la puntualidad no figure entre una de sus cualidades más distintivas.

—¡Y eso que tiene muchas…! —el enano hizo desaparecer su sonrisa tan pronto como su líder lo vio con desaprobación.

El ascensor abrió sus puertas, Ambos sujetos arribaron en un gran almacén iluminado con penuria. Varías cajas, estanterías y suciedad en abundancia recibían a la cabeza gigante del líder, quien además portaba una bata de laboratorio. Pero sin duda, lo más intrigante estaba en su rostro y manos; El pequeño y él no parecían estar vivos, pues tenían la piel gris, muerta y arrancada, los dientes amarillos y podridos, los ojos mas irritados y saltones que alguien haya podido ver jamas. Verdaderamente aterradores. Algunos minutos pasaron antes de que volvieran a preguntar sobre su supuesta visita. Él no muerto que parecía ser el jefe, aguardaba haciendo notar la paciencia bajo su inmenso cerebro, que inexplicablemente superaba tres veces el tamaño de lo que quedaba de su cara, también estiraba la piel y la carne tanto como para estar a punto de explotar, las venas brotaban como si la ira pudiera dominarlo, pero siempre se mantenía sereno.

Una figura apareció a contraluz de la luna en lo alto del techo, el contorno de la silueta era bastante peculiar, pero en un parpadeo saltó y cayó al suelo causando una entrada épica que no hacía justicia a su tamaño, el sonido del golpe contra el almacén estremeció. La enorme cabeza y la sombra sonrieron.

—Edgar George Zomboss —dijo la figura tras levantarse de su pose heroica.

—Jack Clorofil —respondió el cabezón.

Jack era en realidad, una planta. Una simple planta que lograba imponer miedo, su voz era más gruesa que la de Zomboss y su apariencia no era la de una planta común; un gran tallo verde con grandes y fuertes hojas, una cabeza perfectamente redonda y una enorme boca. Estaba sobre una maceta con tierra, pero no cualquier maceta, una maceta con algún tipo de incrustaciones plateadas. El cuerpo vegetal poseía la posibilidad de hablar y moverse a voluntad, sin contar la conciencia completamente disonante con respecto al resto de seres de su tipo.

—He venido a negociar tu guerra —dijo la planta con determinación, dando saltos con su maceta para acercarse a los dos humanos podridos. El enano tuvo un rostro de temor, retrocedió detrás de su amo.

—Es gratificante para mí tener este encuentro, mi admirado compañero —el sujeto de la ingente cabeza, es decir Zomboss, seguía hablando con el vocabulario perfecto y se atrevió a preguntar—, ¿Acaso Recibió mi carta, querido Jack?

La planta que respondía a tal nombre sacó el papel de su maceta después de enterrar sus propias manos bajo la tierra abonada, manos que en realidad eran vainas de guisantes. Jack tiró el papel al suelo. Edgar Zomboss pareció molesto.

—Me encontraría encantado si usted apreciará más mi excelente caligrafía y dedicación, Señor Jack.

—Vamos directo al grano —interrumpió el vegetal.

—Bien, si así lo desea, mi querido invitado —Edgar movía las manos al hablar, quizá demasiado, decidió llamar a su pequeño compañero—. ¡Ziggy!

—¿Sí mi señor? —El enano respondió aterrorizado.

—Retírate de nuestro encuentro, por favor.

—Pero señor…

Con un simple gesto el pequeño Ziggy no se atrevió a desobedecer. Jack se encontraba aburrido por la situación, la planta volvió a repetir su intención por charlar rápido y Zomboss por supuesto que obedeció.

—Muy bien, estimado Jack, cómo usted puede inferir, he resuelto conceder un asueto no del todo sabático para descansar de mi rutina cotidiana, viajé a muchos lugares del mundo y quedé fascinado por cada uno de ellos.

—También necesito algo así… —comentó la planta.

—Por supuesto que sí, mi amigo. Pero mis viajes consistieron en una serie de distintas investigaciones complejas hacía las antiguas civilizaciones, por ejemplificar; Mesopotamia… Grecia… México…

—¿Vacaciones? ¿Acaso puede un Zombie tomar un baño?

—Egipto… —Zomboss ignoró la pregunta de Jack mientras le dedicaba una mirada perversa—, Quizá me excedí. Pero por supuesto, con un gratificante resultado, descifré en su totalidad la mayoría de los jeroglíficos y pergaminos del antiguo mundo para encontrar la revelación.

—¿Descubrir los secretos que nadie en la historia de la humanidad ha descifrado? Zomboss… Solo podría hacer algo así con una máquina del tiempo.

—Mi tecnología es de una sofisticación tan extraordinaria, Jack, que la humanidad sólo podría vislumbrar algo así en al menos un siglo… —Zomboss se detuvo por un instante, luego continuó su sermón—. Puedo notar su expresión de aburrimiento, así que usare su propia frase tal como la verbalizó; "Vamos directo al grano"

La planta comenzó a prestar más atención, movió su tallo y su cabeza verde circular para indicarle a Edgar George Zomboss que podía continuar su charla, pero por supuesto que él no necesitaba permiso para hablar.

—Podríamos decir que tuve la oportunidad de verificar algunas de las doctrinas emanadas de estas civilizaciones, llegando a la conclusión de que todas estaban en lo correcto, aunque con enfoques y términos divergentes. Los lanzaguisantes como usted, Jack, no fueron los progenitores de las plantas poderosas en nuestro mundo, fue algo más, alguien más… Una serie de deidades que dieron forma al reino vegetal.

—¿Está hablando de religiones antiguas? —Protestó Jack— Esto es cada vez más absurdo.

—No lo llamaría de ese modo, solo estoy especulando acerca de la verdad, acerca de las tres magias en nuestro mundo… Estoy seguro que su familia tiene conocimientos acerca de los enigmas arcanos, ¿No es así?

—No conozco nada de magia, Zomboss.

—¿Y quizá le parezca popular el término "Mentas"?

Instantáneamente, El Lanzaguisantes, es decir la planta, cambió de expresión.

—Oh, créame, señor Jack Clorofil, no me he descuidado ni un ápice. He monitoreado su jardín y su existencia sin el menor esfuerzo. Parece que le inquieta la posibilidad de que yo encuentre algo allí… O quizás… A su hijo.

—¿Hijo? ¡Pero yo no…! ugh —la planta mostró un gran desagrado—. Esto no es una negociación de sus planes malignos Zomboss, parece que nuestra guerra continuará de igual forma.

Zomboss sonrió.

—Permítame expresarle mi admiración por la mente que usted posee. No me sorprende que cualquier forma de vida sea capaz de razonar, ni mucho menos una ridícula planta a estas alturas. Pero estoy consciente de que usted no se presentaría en mi gran corporación sin algún as en la manga.

Después de que George hablase, las puertas del almacén se abrieron y cientos de zombies entraron persiguiendo a la planta, Zomboss se retiró al ascensor dejando a Jack completamente atrapado entre una muerte segura ante tales muertos vivientes. El ejército de Edgar Zomboss eran zombies con casi nulo razonamiento, su corta vida consistía en buscar cualquier tipo de alimento con alta preferencia por los cerebros. Jack comenzó a disparar guisantes enormes con su boca como proyectiles capaces de derribar a varios de los resucitados y hacerlos pedazos. Él pequeño botánico saltaba mientras disparaba esquivando arañazos y mordiscos al tiempo que derribaba a todo el ejército él solo. Cuando se sintió en problemas, arrojó un frijol rojo que tenía en su maceta, varios zombies fueron tras él y el grano culminó en una gran explosión.

—¡Zomboss! —gritaba mientras luchaba—. ¡Debe detenerse!

El almacén estaba vació, las cajas no satisfacían la urgencia por refugiarse o protegerse de los no muertos. Pero la planta era más lista, saltó a un cúmulo de cuerpos de zombies y volvió a saltar a la pared, se agarró de cables y tubos para no caer amén de continuar disparando a sus enemigos. Su estrategía parecía un alivio y una posible oportunidad de escapar, no obstante y para desfortunio de la planta, sonó un gran rugido detrás de los muros. La puerta volvió a abrirse y Jack Clorofil aprovechó para observar una posible salida. En vez de eso, encontró algo muy aterrador.

Mientras los zombies del suelo intentaban alcanzarlo, él pudo observar el torso y cabeza de un gran robot gigante, sus brazos y piernas colgaban de estructuras metálicas. Aún estaba en construcción, el pecho del robot se encontraba totalmente al descubierto y miles de zombies unían las piezas de la máquina. Los ojos metalicos de la colosal creación de hierro brillaron con un amarillo intenso. Zomboss controlaba al robot dentro de un enorme domo de cristal situado encima de su frente. La boca se abrió para mostrar siete colmillos de acero. Jack no tenía idea de que hacer, entre los dientes del robot empezó a formarse una gran bola ardiente que fue disparada hacia el almacén, la gran luz cegó a la planta y el fuego llegó a cada rincón del lugar incinerando todo a su paso, la última imagen que la planta pudo ver fue el blanco total, un destello absoluto que terminó con su viaje, Jack fue testigo de su propio final.

—Solara…

El final de una leyenda.

Las hojas vuelan a través del viento, aparentan ser barcos que navegan en el gran océano de la primavera mientras el sol ilumina cada gota de rocío en la hierba. Generalmente, el contacto con el rocío es el primer recuerdo de una planta y la primera vez que encuentra la naturaleza, ellas empiezan a amar el mundo que les pertenece, casi siempre.

La corriente también lleva consigo un sin fin de cosas más que las hojas de los árboles, las semillas vuelan y caen en cualquier lugar en el que puedan caer, y con suerte, mucha suerte, puede nacer una nueva forma de vida de entre la tierra. Un brote logró crecer, un brote que recuerda dos siluetas en frente de él imposibles de distinguir por el brillo del sol a contraluz de sus parientes. ¿Por qué ya no están aquí? ¿Por qué crecer solo entre la gran naturaleza? Algunas plantas pueden recordar lo que vivieron incluso cuando apenas eran semillas, pero son recuerdos que parecen tan nublados como la luz de las mañanas en la primavera.

Con el tiempo, el brote creció y se transformó en una planta capaz de ver a su alrededor, ya no solo sentía el aire, también podía verlo. Ya no solo sentía el sol, ahora este nublaba su vista y podía ser testigo de la hierba a unos cuantos metros de él, No existía nada más allá, solo el blanco infinito. Cuando la lluvia llegaba, todo se volvía más sombrío, el cercano horizonte se convertía en una espesa neblina gris, a veces gotas caían desde los cielos alimentando a la pequeña y delicada planta.

Algún día despertó con la capacidad de ver más allá de lo que conocía, la niebla de luz solar estaba más lejos y se percató de otro brote que crecía apenas a un metro de él. Verde y bañado por el rocío, tenía dos hojas perfectas. ¿Por qué no se movía? ¿Por qué no hablaba? Aquella planta que podía ver, percibía al brote inmovil como su hermano y los deseos por gritarle aumentaron tanto como para intentarlo. Él podía hablar, también tenía boca, una gran boca de hecho, pero sus gemidos no lograron hacer despertar al brote, parecía muerto, él lo sentía vivo a través de sus raíces en la tierra pero en la superficie aquel brote actuaba como una estatua ¿Acaso estaba dormido? A pesar de la mala noticia, la planta quedó fascinada al pensar que podía emitir sonidos, todo su alrededor era un eterno silencio de viento y poder escuchar su propia voz se sentía como escuchar algo ajeno a tal mundo, claro, él no sabía hablar.

Mientras movía su boca intentando descifrar su funcionamiento otro sonido ajeno hizo presencia, se escuchaba un gran golpe en el suelo, piedras y tierra caían, se levantaba y volvía a golpear de nuevo. ¿Que era semejante sonido aterrador? sonaba cada vez mas fuerte, mas cerca, mas desgarrador. La planta no podía soportar tanto miedo, sus raíces estaban atadas a la tierra y era imposible moverse, hizo el esfuerzo, lo intentó, pero una silueta empezó a formarse entre la niebla del sol y un ser enorme se aproximó a la pequeña planta haciendo demasiado tarde la posibilidad de escapar. La forma humanoide se movía con rapidez, era un depredador, un cazador y despiadado ser cuya única intención era dañar a la planta, tenía algo en la mano que se asemejaba a un arma letal y merecedora de causar miedo. Cuando la planta volteo a ver al brote sintió la necesidad de proteger a su único amigo y pensó que no podía perder el único regalo que la naturaleza le había dado, el enojo salió causado por la bondad de servir a su hermano, intentó gritar y enfrentarse al ser espantoso.

El arma letal cayó justo en frente de él, el sonido del golpe lo asustó tanto como para causar un infarto justo antes de que el pedazo de metal se levantará, la tierra fue empujada hacía arriba mientras la visión de la planta se volvía inútil. Un mundo perfecto de luz y sol se convirtió en la oscuridad total. Él no recordó nada más después de ese día, no solo pensó si volvería a ver a su amigo brote, también se preguntó simplemente por qué le había sucedido tal acontecimiento tan desgarrador.

Afortunadamente, el pequeño desenterrado continuó con vida. Eso sí, bajo el castigo de no recordar nada más después de separarse de su madre tierra. Él respiraba anhelando salir a la luz, impaciente por un día en el pueda volver a hablar, impaciente por retomar su propia libertad e impaciente por conseguir un nombre que le permitiese vivir al menos una vez más.