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Chapter 10 - "EX-PLOSIÓN" Cap. 10

En este momento, podemos ver a dos mujeres, una encima de la otra. Se trata de Yunyun y Megumin, pero… ¿qué ocurrió para que terminaran en esa posición?

La razón fue una discusión. Yunyun no estaba de acuerdo con que Megumin se dedicara a aprender magia explosiva; creía que le traería problemas.

Sin embargo, Megumin no abandonaría su objetivo bajo ninguna circunstancia.

La discusión escaló hasta convertirse en una riña, y finalmente Yunyun salió ganando gracias a su superior fuerza física.

Ambas se calmaron después del altercado, y fue entonces cuando Yunyun, con curiosidad, le preguntó a Megumin por qué estaba tan obsesionada con la magia explosiva.

- ¿Por qué estás tan enfocada en ese tipo de magia?. - preguntó Yunyun, aún algo inquieta.

Megumin respiró hondo y, con una mirada distante, comenzó a contar su historia:

- Cuando era pequeña, un monstruo me atacó. Estaba completamente indefensa… hasta que una maga pasó por ahí y me salvó con un hechizo de explosión. Fue entonces cuando comprendí lo poderosa que podía ser esa magia… y decidí que la estudiaría, sin importar lo que ocurriera.

- Pero es peligroso… esa magia solo te traerá problemas. - intentó razonar Yunyun una vez más, con voz preocupada.

- ¡No me importa! ¡Soy Megumin y recorreré el camino de las explosiones!. - respondió ella con una determinación inquebrantable.

- ¡Además, Haniel me apoya en mi decisión!. - exclamó Megumin con confianza, elevando la voz como si sus palabras fueran un escudo protector.

Al escuchar eso, Yunyun se calmó y un pequeño sonrojo apareció en su rostro.

- ¡B-Bueno… si él te apoya, entonces no pasa nada…!. - dijo Yunyun, esta vez con un tono más suave y tranquilo.

Megumin observó el sonrojo en el rostro de su amiga, una señal que no pasó desapercibida.

Quiso decir algo, pero en ese preciso momento, una interrupción en el aire cortó sus palabras...

"DONG, DONG"

Las campanas de alerta de la aldea resonaron en el aire, cortando la tranquilidad con un sonido grave y constante.

Megumin y Yunyun miraron hacia el cielo, donde una multitud de gárgolas volaban amenazadoras sobre la aldea.

De inmediato, Megumin pensó en su hermana y sintió un nudo en el estómago. Sin perder tiempo, miró a Yunyun con urgencia.

- ¡Yunyun! ¡Acompáñame!. - le pidió, su voz temblando con la mezcla de miedo y determinación.

Todo ocurrió como en la historia: Chomusuke fue raptada, y Megumin vaciló en su decisión de aprender otra magia.

El peligro se cernía sobre ellas, y justo en ese momento, Komekko fue atacada.

Yunyun percibió la incertidumbre en los ojos de Megumin, y en un acto de sacrificio, se adelantó para protegerla.

Megumin y Komekko intentaron escapar, pero Megumin no pudo evitar notar los ojos llorosos de su hermana.

- (No puedo perder todo esto). - pensó con angustia. Todo el sacrificio, todo el esfuerzo por ahorrar puntos para su tan ansiada magia explosiva… nada de eso podría perderse por un momento de crisis.

Pero se encontraba ante una pregunta desgarradora: ¿qué era más importante? ¿Sus sueños, su poder, o proteger la vida de una compañera?

Algunos preferirían seguir sus metas sin mirar atrás, asegurando su propio futuro.

Sin embargo, Megumin era distinta. Ella valoraba a sus amigos más que cualquier sueño o objetivo personal.

- Lo siento, Komekko. Lamento no convertirme en la más fuerte… - le confesó con una voz temblorosa, un peso inmenso oprimiendo su pecho.

Komekko la miró con una sonrisa pura y llena de optimismo.

- ¡No te preocupes, One-chan! ¡Yo seré la más fuerte si tú no puedes!. - respondió con una inocencia que tocó el corazón de Megumin.

- ¡Qué buena hermana tengo!. - susurró Megumin entre sollozos, pequeñas lágrimas deslizándose por sus mejillas.

Con un gesto rápido, las limpió con el antebrazo, tratando de recuperar el control de sí misma.

Una nueva determinación surgió en su corazón.

No dejaría que Yunyun se sacrificara por ella. Su orgullo, su amor por sus compañeros, no lo permitiría.

Con una mirada firme y una resolución renovada, Megumin se levantó y avanzó hacia el horizonte, decidida a enfrentar lo que viniera y a proteger a su amiga.

No dejaría que el sacrificio definiera su historia.

"En otro lugar"

Haniel, quien había estado buscando a las chicas después de escuchar las campanas, llegó justo en ese momento.

No tenía memoria de todo lo que había sucedido en la trama; su mente parecía olvidar los detalles triviales, pero había algo imposible de borrar: la primera vez que Megumin había usado su magia explosiva.

- Winry, tira el Gacha. - murmuré con una voz firme mientras corría por el bosque.

[ Tirando... Masta ]

- Reloj de Bolsillo de Edward Elric (FMA)

- Peluche de Totoro (Mi vecino Totoro)

- Libro de Recetas de Ramen (Naruto)

- Alquimia de Llama (FMA)

- Tsubame Gaeshi (Fate)

[ Es todo, Masta. ]

- ¡Perfecto, gracias!. - respondí rápidamente, sin detener mi marcha.

Aceleré el paso, escuchando el retumbar de rayos y explosiones no muy lejos.

Me dirigía hacia el epicentro de todo el caos.

Al llegar, mis ojos se toparon con una escena desgarradora: Yunyun estaba arrinconada, de rodillas y con una expresión de total desesperanza.

Comparado con lo que había leído en el canon, había una cantidad mucho mayor de gárgolas acercándose.

Corrí hacia ella con todas mis fuerzas, consciente de que el tiempo se acababa.

Dos gárgolas se lanzaron hacia ella con una velocidad brutal, y, agotada después de luchar varias veces, apenas podía mantenerse en pie.

Cerca del lago donde había sido sellada Wolbach, Yunyun permanecía de rodillas. Sus ojos reflejaban miedo y una sensación de derrota.

Las gárgolas se acercaban, y no había manera de que pudiera moverse.

Me sentí detrás de ella, mis pulmones quemándome mientras le ordenaba a Winry que sacara mi katana, mi nichirin, lista para el combate.

Salté por encima de la cabeza de Yunyun, sintiendo cómo el viento me golpeaba el rostro y el latido de mi corazón aumentaba con cada paso.

En un abrir y cerrar de ojos, ya estaba frente a las criaturas.

Los ojos de las gárgolas se abrieron con sorpresa y miedo cuando me vieron, pero ya era demasiado tarde para detenerse.

Con un agarre firme en el mango de mi katana, avancé hacia ellas con una precisión mortal.

Con un movimiento horizontal, corté la cabeza de una de las gárgolas con una sola y rápida pasada.

Pequeñas gotas de sangre se deslizaron por mi cara, pero no me detuve.

Giré hacia la izquierda y con un corte limpio y seco, partí en dos a la segunda gárgola.

Con la fuerza de mis piernas, me lancé hacia las tres gárgolas restantes.

El viento silbó en mis oídos, cortando todo sonido que me rodeara.

Con una concentración feroz, decidí ejecutar mi técnica:

- ¡Tsubame Gaeshi!. - grité, mi voz resonando en el aire como un llamado de batalla.

En ese momento, el tiempo pareció ralentizarse.

Sentí la conexión con mi espada, cada músculo, cada movimiento en sintonía.

Mis manos se aferraron al mango con más fuerza que nunca mientras sentía el poder correr a través de mi brazo.

Sentí cómo el aire respondía a mi voluntad, cortando con una precisión casi sobrenatural.

Tres cortes consecutivos atravesaron a las criaturas con una exactitud quirúrgica.

El sonido del aire siendo rasgado por la hoja fue lo único que escuché.

Las gárgolas, aún paralizadas por el shock, no pudieron reaccionar. Sus cuerpos fueron cortados con facilidad, como si no fueran más que papel.

La primera gárgola fue partida por la mitad con un corte limpio; la segunda fue decapitada con una precisión mortal, y la tercera fue dividida desde el torso hasta las piernas en un solo movimiento.

Cuando ejecuté mi habilidad al completo, ya me encontraba detrás de ellas.

Mi respiración era rápida, afilada, el aire saliendo de mi boca con fuerza. Me sentía en control, pero agotado.

La mirada fría y completamente concentrada en mi rostro era algo nuevo para Yunyun.

Sus ojos reflejaron una mezcla de asombro y confusión al notar el cambio en mi presencia, como si estuviera viendo a una persona completamente diferente.

- ¡Woaaa, Oni-chan, GENIAL!. - exclamó Komekko, saliendo de entre los arbustos con un entusiasmo que no era para nada silencioso.

- K-Komekko, ¡cállate!. - Megumin regañó a su hermana con firmeza, preocupada por el ruido que había hecho al salir de ese modo.

- ¡Haaa, Megumin! ¿Qué estás haciendo? Te dije que huyeras con Komekko!. - Yunyun se giró hacia ella con una expresión molesta, preocupada por el peligro en el que estaban.

Las dos estaban a punto de entrar en una discusión que podría alargarse hasta el infinito si no intervenía.

Mis nervios ya no podían esperar más.

- C-Chicas… ¿pueden dejar de pelear y ayudarme, por favor?. - dije con un gruñido, mi voz cargada de cansancio.

- Eh… ¿qué te pasó…?. - dijo Yunyun, con una mezcla de preocupación y confusión.

Antes de que pudiera terminar su frase, caí de rodillas, el peso en mis músculos era demasiado para mantenerme de pie.

Rápidamente, Megumin y Komekko se acercaron, preocupadas.

Me ayudaron hasta estar cerca de Yunyun, y aproveché ese momento para explicarle lo que me ocurría.

- Esa habilidad… me deja una carga enorme en los músculos. - dije con dificultad, respirando entrecortadamente.

Sin embargo, fui interrumpido por un gesto nervioso de Yunyun. Estaba señalando hacia atrás, sus manos temblaban ligeramente.

- ¡M-miren!. - susurró, su voz temblando de miedo.

Al girar la cabeza, lo vi: una horda gigantesca de monstruos se acercaba a una velocidad aterradora.

Megumin, dudando entre aprender otra magia o no, miró su carta de gremio y, de repente, se dio cuenta de que podía desbloquear la magia explosiva.

Un destello de sorpresa y emoción brilló en sus ojos, y una mirada cargada de sentimientos apareció en su rostro.

La posibilidad de cumplir su sueño estaba al alcance de su mano, y una lágrima se deslizó por su mejilla, mezcla de felicidad y alivio.

Se giró hacia mí, y una sonrisa genuina se dibujó en su rostro, iluminando su expresión.

Sus ojos brillaban con una mezcla de esperanza y felicidad.

- ¡Gracias, Haniel!. - dijo con una voz temblorosa, pero llena de gratitud.

Era un agradecimiento sincero, una muestra de confianza y aprecio hacia su compañero y amigo que siempre había estado a su lado.

Megumin estiró su mano hacia el cielo, y una serie de impresionantes círculos mágicos aparecieron en el aire, brillando con un resplandor multicolor.

Luces vibrantes y etéreas se arremolinaban a nuestro alrededor, creando un espectáculo de energía y poder indescriptible.

Con la voz firme y cargada de emoción, Megumin comenzó a recitar su hechizo insignia, cada palabra resonando como un canto de poder y destino:

- Son las chispas del inicio... y las ascuas del final.

- En pasado, presente y futuro, su fuerza prohibida consume la creación.

- Oh, fuego, soy la despiadada encarnación de la destrucción. Por medio de mi sangre y mi carne, quebranto los mandamientos de los dioses ancestrales.

- Me llamo Megumin. Soy el mayor genio de mi clan y domino la magia explosiva.

- La magia que anhelé por fin es mía. ¡Jamás olvidaré este día!

- ¡Cielo y Tierra, me aseguré de que jamás olviden mi nombre! ¡Me llamo Megumin! ¡Soy el mayor genio de mi clan y domino la magia explosiva!

Con un grito que combinaba tanto tristeza como felicidad, el peso de sus sacrificios, sus rechazos y la confianza de quienes estaban a su lado, Megumin completó su hechizo:

- ¡Tomen esto! ¡EX-PLOSIÓN!

El sonido retumbó como un rugido de furia celestial.

Con ese grito y la magia canalizada con toda su fuerza, una gigantesca explosión estalló en el cielo, iluminando todo a su alrededor con una luz cegadora.

Vientos furiosos y ondas de energía se dispersaron en todas direcciones, arrasando el aire y el paisaje cercano.

Cuando la explosión finalmente cesó, el aire seguía temblando, y los magos del clan no tardaron en aparecer, con sus miradas furiosas y llenas de reproche.

Nos regañaron sin piedad, sabiendo que aquello no había sido solo un acto de poder, sino un acto impulsivo y peligroso.

Sin embargo, lo que nadie pudo prever fue que la explosión de Megumin había roto el sello de la Diosa de la Venganza, un poder oscuro que ahora estaba libre.

Nadie supo hacia dónde había ido ese poder.

Como resultado de este caos, Megumin, Yunyun y yo nos graduamos, con un futuro incierto esperándonos.

Por mi parte, había logrado aprender la Magia Avanzada, y me encontraba a tan solo 20 puntos de poder aprender la magia de Wolbach.

"En casa"

Estaba en mi casa después de haber recibido el título de graduado.

Me encontraba acostado en la cama, mirando las recompensas que había conseguido en el gacha.

- Winry, explícamelo todo. - dije, sin despegar la mirada de la pantalla.

[ ¡Claro, Masta! ]

- 1. Reloj de bolsillo de Edward Elric (FMA): Un reloj que no solo mide la hora, sino que es un símbolo importante para los alquimistas nacionales. Perteneció a Edward Elric en su viaje.

- 2. Peluche de Totoro (Mi vecino Totoro): Un peluche que irradia una energía protectora y reconfortante, ideal para sentirse seguro en cualquier momento.

- 3. Libro de recetas de ramen (Naruto): Contiene recetas auténticas del famoso ramen en el mundo de Naruto, además de una historia fascinante sobre su origen y su importancia cultural.

- 4. Alquimia de llama (FMA): Una habilidad poderosa que permite controlar las llamas mediante un círculo de transmutación, manipulando una chispa para crear llamaradas controladas.

- 5. Tsubame Gaeshi (Fate): Una técnica de combate avanzada que ejecuta tres ataques cortantes simultáneos, ideales para acabar con el enemigo de manera rápida y eficiente.

- Alquimia de fuego, mmm... Suena muy útil. Aunque parece que necesitaré crear mi propio círculo de transmutación para poder usarla. - comenté mientras consideraba mis opciones.

[ Masta, dado que no conoces completamente la fórmula para controlar el fuego ni sus componentes exactos, esta Alquimia requerirá un gasto considerable de stamina y energía mágica. ]

- Vaya, eso lo hace mucho más manejable de lo que pensaba. - respondí, algo sorprendido.

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"Un poco después"

Estuve buscando por la casa unos guantes hasta dar con uno en el cajón de cosas "geniales" de mis padres.

Era un guante de color negro, de tela fina, con un círculo de transmutación grabado con tinta de sangre que brillaba tenuemente con líneas rojas.

Se veía imponente y combinaba perfectamente con mi venda.

- ¡Se ve bien! Mi estilo es bastante fresco. - murmuré mientras me miraba en el espejo.

Llevaba puesto un conjunto sencillo: pantalones holgados, una camiseta negra y un haori japonés también negro.

Era cómodo, funcional y tenía un estilo minimalista que me gustaba.

Me puse el guante, ajustándolo bien, y salí de casa rumbo a la casa de Megumin. Mientras lo hacía, me perdí en mis propios pensamientos.

- Debería explorar los alrededores... O quizá dirigirme directamente a Axel... - las opciones se sentían igualmente tentadoras, pero no lograba decidirme.

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Al llegar a la casa de Megumin, me topé con alguien afuera de la puerta.

Era una figura femenina, vestida con una capucha que le cubría la cabeza.

Sin embargo, algo me llamó la atención: dos protuberancias similares a cuernos sobresalían de la capucha.

- ¿Meramente estéticos...?. - me pregunté en voz baja.

Nos quedamos ahí, mirándonos el uno al otro en un incómodo silencio.

El ambiente era extraño: el aire frío de la tarde envolvía la escena, y el sonido distante de hojas moviéndose solo aumentaba la tensión en el momento.

Ambos estábamos ahí, sin palabras, analizando lo desconocido en el otro.

¿Quién era aquella figura? ¿Qué relación tenía con Megumin? Mis pensamientos se agolpaban, pero no tenía respuestas claras.

Por un momento, el tiempo pareció ralentizarse.

Después de unos segundos, desvié la mirada(aunque llevaba una venda) y abrí la puerta de la casa de Megumin.

- ¿Algo que decir, señorita?. - pregunté con voz suave, mientras mantenía mi mirada fija en ella.

Ella no respondió de inmediato, solo me observó por un instante prolongado, y Megumin, que había estado escuchando nuestra conversación desde un rincón, permaneció en silencio.

Finalmente, la situación se desarrolló exactamente como en el anime: Arnes intentó llevarse a Chomusuke, quien se negó rotundamente.

- Muy bien. Volveré mañana por mi señora. - declaró Arnes con una devoción inquebrantable en su voz.

- Te acompaño. - respondí, sin darle tiempo para rechazar mi ofrecimiento. La tomé de la mano con firmeza y la saqué de la casa.

El aire quedó tenso mientras nos alejábamos, una mezcla de determinación y misterio en el ambiente.

Ya afuera, a unos metros de la entrada, la noche parecía envolvernos con su calma.

- Es interesante encontrar un demonio por aquí. - comenté, dejando que una voz melosa y controlada saliera de mi garganta.

Arnes reaccionó de inmediato, abriendo los ojos al ser descubierta tan pronto. Se puso a la defensiva al instante.

- No te preocupes, no haré nada. Solo tenía curiosidad. - dije con un tono calmado y firme, intentando disuadir su cautela.

- ¿En serio?. - preguntó con precaución, todavía algo tensa.

- Sí, en serio. Solo tenía… curiosidad. - Reafirmé mis palabras con tranquilidad.

- ¿Puedo preguntarte algo?. - la voz de Arnes ahora tenía un toque de genuina curiosidad.

- Puedo sentir el aliento de mi señora en ti. ¿Por qué es eso?. - preguntó, visiblemente confundida.

- Porque ella fue mi maestra por un corto tiempo. - respondí, dejando que las palabras se posaran en el aire.

Al escuchar esto, los ojos de Arnes se abrieron levemente, pero rápidamente recuperó la compostura.

- Veo. Gracias, entonces, yo me retiro. - dijo con una rapidez calculada, como si quisiese evitar que la conversación siguiera extendiéndose.

- Bye bye. Nos vemos pronto. - respondí con un tono ambiguo, insinuando algo más entre líneas.

- Winry… me recuerdas qué habilidad obtuve de Komekko. - añadí con un tono divertido que se escapó de mis labios, como si estuviera por revelar un pequeño secreto.

[ Herrschaft daemonu ]

[ Una magia que otorga la capacidad de controlar a los demonios más débiles en poder y magia que tú. ]

[ Sin embargo, dado que esta habilidad proviene de Komekko, una maga de talento oscuro sin igual, solo necesitas tener más magia que el demonio para ejercer control sobre él. ]

[ Es posible que el demonio haya agotado toda su magia, lo que te permite controlarlo sin importar si, más adelante, su poder es superior. Una vez bajo tu dominio, ya no puede escapar. ]

- ¡Qué interesante magia, ¿no es así, Arnes-chan?. - pregunté, dejando mis palabras colgadas en el aire con una sonrisa sutil.

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Después de regresar con Megumin, la felicité por haber alcanzado su objetivo: dominar la magia de explosión.

Aproveché el momento para advertirle sobre los peligros de usarla con imprudencia.

- Ten cuidado al usarla. No quiero que causes problemas. - le dije con tono serio.

Ella asintió sin más, asegurándome que no ocurriría nada fuera de control.

Era obvio que no podría mantenerse alejada de problemas por mucho tiempo.

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Antes de despedirme, me acerqué a Megumin de manera inesperada y la sorprendí con un beso que la dejó completamente sonrojada.

La expresión de su rostro fue una mezcla de sorpresa y emoción, y no pude evitar sonreír al ver su reacción.

Luego me despedí y regresé a mi casa para descansar, el sueño llegando tan pronto como cerré los ojos.

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¡Gracias por leer!

¡Tchau~!

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Número de palabras: 3,270

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