—Uh —el zombi abrió la boca y soltó un rugido corto, que no se parecía en nada a un humano. Gritó mientras se lanzaba hacia Chu Hao, extendiendo sus brazos, que eran un pie más largos que los de una persona normal, con uñas tan largas como dagas, negras y emitiendo un olor fétido.
—¡Veneno!
—Chu Hao no pudo evitar sentir un escalofrío en su corazón. Afortunadamente, había activado la Técnica Muro de Jade tan pronto como sintió que algo andaba mal. De otro modo, si sus uñas le hubieran cortado la piel, podría estar muerto ahora mismo.
—¡Demonio, prueba mi espada! —sacudió su mano derecha y la Espada Roca Gris se lanzó hacia adelante.
—¡Ding!
—La punta de la espada golpeó el pecho del zombi y estalló una chispa de fuego. Chu Hao sintió como si hubiera golpeado un escudo impenetrable: su espada preciada no pudo perforar el pecho del zombi.