LUNA
Zina no logró pegar un ojo esa noche. Sumida en una oscuridad familiar, sus pensamientos vagaban hasta que Dah comenzó a cantar la señal que significaba que era la madrugada entre las tres y las cuatro de la mañana.
Consiguió deslizarse en un breve y turbulento sueño cuando fue interrumpido por una pesadilla igualmente turbulenta. En sus sueños, sentía como si una mano se extendiera hacia su subconsciente, intentando ahogarla en un agua helada y empapante.
Luchó y luchó, se debatía y se debatía... pero sin éxito.
En los sueños de Zina, solo funcionaban sus sentidos. Lo mismo ocurría en sus visiones, excepto por dos excepciones; la primera vez que vio a Daemon y la visión pasada de Seraph siendo golpeado por su antiguo maestro.
Una figura se paró frente a ella, y aunque no podía ver quién era, escuchó la voz de la mujer que nunca la había dejado durante seis buenos años. Salin, la vidente de mediana edad que murió durante el ritual del mondem.