—¿Entonces qué quieres que haga? ¡Aún pretendo asesinar a ese hermano mayor mío, pero con esta absurda declaración de él, temo que también es imposible! —exclamó Luna con ardor.
Zina sonrió internamente cuando la pregunta que había estado esperando que Eldric hiciera fue presentada ante ella. En lugar de corregirle que su descabellado plan de asesinar a Daemon, quien ahora era un Cambiaformas Licano con mil licántropos bajo su mando, siempre había sido una empresa necia, Zina en cambio imploró:
—¿Por qué no traer al príncipe desterrado a la capital?
Un atónito silencio los recibió.
—¿Qué? —dijo Eldric con una incredulidad que cuestionaba si Zina estaba loca.
Ignorándolo, Zina continuó:
—¿De verdad crees que asesinar al príncipe desterrado en territorio enemigo será posible?
—Lo será ya que él está perdiendo esta guerra. Además, no es asunto tuyo aconsejarme.