Dentro de un dormitorio femenino en la Universidad de Gusu, una chica estaba revisando nerviosamente su teléfono, como si contuviera lo más importante de su vida.
La chica era bastante alta, casi alcanzando los 170 cm, y tenía un cabello largo, grueso y fluido, un par de piernas delgadas y un par de ojos hermosos. Sin embargo, en lo profundo de esos ojos, siempre había un atisbo de tristeza indescriptible.
Su escritorio estaba ordenado, con un espejo, caja de maquillaje, libros, computadora; todo estaba dispuesto de manera ordenada. También había una guitarra negra apoyada en el costado de la mesa, que solía ser su mejor compañía.
—¡Crujido! La puerta del dormitorio se abrió de golpe y otra chica entró apresuradamente—. Yiyi, ¿no dijiste que ibas a encontrarte con un amigo en línea hoy? ¿Por qué sigues en el dormitorio? Te vi maquillándote desde temprano en la mañana, ¿qué pasó, alguien te dejó plantada? Te dije que las citas en línea no son confiables...