—¿Sabes a la mierda lo que estás haciendo? —Los ojos de Wu Yuanpin ardían con furia desenfrenada. Sus guardaespaldas se frotaban las manos con entusiasmo, listos para demostrar sus habilidades, pero como Wu Yuanpin aún no había dado la orden, no se atrevían a moverse.
—¡Zas! —La respuesta que obtuvo fue otro resonante bofetón. Después de golpearlo, las manos de Su Chen volvieron a deslizarse en sus bolsillos, llevando una ligera sonrisa en su rostro mientras miraba a Wu Yuanpin. —Atreverte a maldecir a mi mujer, esto es solo un aperitivo.
—Al oír esto, Ye Mei de repente sintió una sensación especial en su corazón; ¡así se sentía ser protegida y cuidada! —Wu Yuanpin estaba casi volviéndose loco. ¿Pero qué mierda le pasaba a este tipo? ¡Claramente era un lunático!
—¡¿Qué coño esperan?! ¡Atrápenlo! —Al recibir las órdenes, los guardaespaldas pisaron el suelo con fuerza y cargaron hacia adelante.