—¿Qué dijiste? ¿El Señor de la Ciudad viene a visitarme? —Yang Chao miró al emocionado Sun Hua, pensando que debió haber escuchado mal.
En el pasado, cuando estaba a cargo del negocio de la seda en la Mansión de la Familia Yang, era difícil incluso encontrarse con un mayordomo menor de la Mansión del Señor de la Ciudad. El Señor de la Ciudad era altivo y poderoso, completamente fuera de su alcance.
¿Y ahora, iba a venir a visitarlo?
—Sí, es efectivamente el Señor de la Ciudad en persona, ¡totalmente seguro! —El rostro de Sun Hua se enrojeció de emoción—. ¡El Señor de la Ciudad ha traído muchas cajas de generosos regalos, y ya están casi aquí!
—¿Muchas cajas de generosos regalos?! —Yang Chao y Huang Ying estaban aún más desconcertados al escuchar esto.
Cuando Yang Chao, Huang Ying y algunos otros salieron de la residencia, quedaron atónitos ante la vista frente a ellos.
